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Magnetos mágicos

MAGNETOS MAGICOS[1]

Mario Méndez Acosta

Plntillas Se ha difundido mucho en México, y en otros países, la noción de que la aplicación de un magneto, imán o electroimán a alguna parte del orga­nismo humano produce la cura de algunos males o el alivio de ciertos dolores.

Se dice que curan el cáncer. Algunas compañías aseveran que sus imanes previenen y revierten esa enfermedad. Así, un cierto proveedor vende por sólo $2,595 dólares, la «súper parrilla de poder para el lecho del doctor Philpott», la cual -según su publicidad- es infalible en la curación de carcinomas y otras enfermedades muy serias que, según ellos, han demostrado requerir de un tratamiento profundo, penetrante y sistemático de todo el cuerpo. Millones de dólares se gastan al año por parte de ancianos, enfermos y atletas en la compra de magnetos de diversos tamaños para lograr un efecto benéfico. Pero… ¿las cura­ciones milagrosas son ciertas?

¿Es posible que la magnetoterapia -así sea teóricamente- combata estas enfermedades? Al parecer la gente encuentra más creíbles los reportes anecdóticos de curaciones, en especial de atletas, celebridades o de sus parientes que los datos desalentadores de los estudios cientí­ficos.

Muchos estudios se basan en la prueba de la efectividad de los magnetos fijos, como los usados para pegar objetos en las puertas de los refrige­radores, que sólo producen un campo magnético débil. Un magneto móvil o giratorio sí crearía un campo eléctrico, y hasta radiación electromagné­tica, ondas de radio o rayos x, que pudieran afectar el tejido vivo, pero no hay algo en el organismo que pueda ser afectado por simples campos magné­ticos. Todo indica que ello no ocurre.

Lo último parece sorprender a las personas a quienes les han dicho que un componente fun­cional del organismo humano, como es la sangre, lleva en su flujo hemoglobina, y es sabido que ésta contiene hierro. Por ello es que se recomiendan tabletas de hierro para la anemia. Sin embargo, el hierro de la hemoglobina no es ferromagné­tico; si lo fuera, resultaría muy sencillo separar los glóbulos rojos de otras células de la sangre con un magneto. Algunos estudios muestran que campos magnéticos estáticos no afectan el flujo de la sangre. (www.hfienberg.com/clips/magnet.htm y www.quackwatch.org). Tal vez lo más notable sería que si la sangre contuviera hierro ferromagnético las personas sufrirían lesiones al ser sujetas a un campo magnético poderoso, o bien a un estudio de resonancia magnética.

Los impulsos electroquímicos que se transmiten por los nervios no son un flujo de electrones, como el que pasa por un alambre conductor de cobre; se trata de un proceso esca­lonado de intercambio de iones entre las capas de cada fibra nerviosa, que es el resultado de una tenue diferencia de potencial entre cada lado de esa membrana, mismo que no es afectado por la presencia de un campo magnético. Ello impli­caría que tomar en las manos un imán pudiera producir insensibilidad, o bien parálisis, cosa que desde luego no ocurre. Los impulsos que despiertan la sensación de dolor en el cerebro no son alterados así por al presencia de algún imán ordinario.

Aun si se demostrara que existen efectos de los imanes en el tejido humano, ello no sig­nificaría que necesariamente debieran tener un efecto terapéutico.

Los escasos compuestos químicos que sí muestran efectos curativos lo hacen en dosis muy específicas. Casi cualquier medicamento puede causar la muerte si se ingiere en exceso; sin embargo, en los anuncios sobre imanes tera­péuticos se afirma que mientras más poderosos sean más efectivos resultarán.

De ser curativos, los campos magnéticos debe­rían tener una intensidad específica; pero quienes promueven esta terapia aseguran que nadie ha probado que los magnetos no curan; no obstante, está claro que la carga de la prueba está en quienes afirman que sirven para algo.

Se debe demostrar la efectividad de cual­quier medicamento antes de ponerlo a la venta. Lamentablemente, esa norma no se aplica a los magnetos, los cristales curativos y a otros hechizos que afirman producir curas mágicas. No existe evidencia clínica alguna de que los campos magnéticos aceleren o propicien los pro­cesos curativos o de regeneración de tejido.

Bibliografía:

Brody, J. 2000. «Less pain: Is it in the magnets or in the mind?» New York Times. November 28: F9.

Weintraub, M. 1999. «Magnetic bio-stimulation in painful diabetic peripheral neuropathy: A novel intervention -a randomized, double-placebo crossover study». American Journal of Pain Management 9: 8-17.

Finegold. L. & B. L. Flamm. 2006. «Magnet therapy: Extraordinary claims, but no proved benefits». British Medical Journal 332: 4.


[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo, No. 202, México, diciembre de 2002, Págs. 60-61.

Apocalipsis de bolsillo

APOCALIPSIS DE BOLSILLO[1]

Mario Méndez Acosta

La posibilidad de que, a manera de efecto indeseado «“por causa de sus recientes experimentos con las bases constitutivas de la materia- pudiera el ser humano provocar la destrucción del globo terráqueo, ha sido considerada varias veces a lo largo de los últimos setenta años.

La primera vez fue cuando se llevaron a cabo los primeros experimentos de fisión nuclear, mediante reacciones en cadena, cuando se logró partir el átomo, en los años treinta del siglo XX.

En aquel intento de producir una reacción nuclear, con el fin de crear una bomba atómica utilizable, se llegó a especular si dicha reacción en cadena se podría extender a toda la materia circundante y causar una explosión nuclear pla­netaria que vaporizara a toda la Tierra.

Esto, desde luego, no ocurrió, y no sólo por pura casualidad, sino porque se tomó en cuenta que los átomos integrantes de la materia de la corteza terrestre son muy estables y se encuen­tran sólidamente combinados entre sí, formando minerales muy resistentes a este tipo de inter­ferencias nucleares y a los efectos de la energía desatada por una reacción de este tipo.

No obstante, en los últimos años ha surgido una nueva controversia entre físicos de primer orden -y algunos improvisados- en torno al posible riesgo que representaría llevar a cabo ciertos experimentos en aceleradores de partí­culas, y en especial con un experimento consis­tente en hacer chocar de frente, a una velocidad equivalente a 99.995% de la velocidad de la luz, dos núcleos atómicos de oro, cada uno con 197 nucleones -es decir protones y neutrones-, todo con el objetivo de estudiar el plasma derivado de la interacción entre los quarks con los gluones así como varias otras propiedades nucleares. Los gluones son las partículas que transmiten la fuerza nuclear fuerte; la que mantiene unidos los quarks y forma tanto los protones como los neutrones del núcleo de esos átomos de oro. Nunca se ha observado un quark en estado libre.

Según Francesco Calofero, un físico italiano de la Universidad de Roma, el acelerador de par­tículas LHC (gran colisionador de hadrones) será el más poderoso del mundo. «Hará chocar partí­culas fundamentales unas con otras, con niveles de energía similares a los existentes en el primer billonésimo de segundo después del Bíg Bang, la gran explosión primigenia que dio lugar a nuestro cosmos, cuando la temperatura del Universo era de cerca de diez mil billones de grados Celsius.

«Los experimentos consisten en disparar par­tículas de muy alta energía, unas contra otras, a muy alta velocidad, lo que permite aprovechar mucha más energía, pero ello pudiera ser peli­groso, ya que estas colisiones son diferentes a las colisiones naturales de partículas debidas, por ejemplo, a los choques de átomos con los rayos cósmicos».

Los choques de partículas aceleradas a gran velocidad, justo en sentido encontrado, y con una alta energía, están produciendo partículas muy pesadas de muy baja velocidad, como los llamados quarks extraños, o bien hoyos negros microscópicos y hasta monopolos magnéticos. Por su baja velocidad, estas partículas pueden ser capturadas por la Tierra y significar un peligro potencial para el planeta.

Señala Calofero que, en este mismo momento, partículas potencialmente peligrosas, como los tales quarks extraños, se producen con choques de ese tipo en el acelerador RHIC (Colisionador relativístico de iones pesados), en Long Island, Nueva York. Si esto no ha producido un evento catastrófico hasta hoy, «¿qué sucederá si esta actividad prosigue durante meses o años?»

Se teme que un mini-hoyo negro eventual­mente devore la Tierra y todo lo que en ella vive. Otra posibilidad es que, al crear materia extraña con esos quarks extraños, ésta sustituya a toda la materia ordinaria, destruyendo, como conse­cuencia, el mundo.

Pero lo cierto es que no existe en el citado acelerador, ni remotamente, la suficiente materia para crear un hoyo negro del tamaño de un núcleo atómico.

Carlip Cualquier hoyo negro que se crease en el ace­lerador tendría tan poca masa que -según el físico Steven Carlip de la Universidad de California, en Davis- tal hoyo se evaporaría en una fracción insignificante de tiempo (diez elevado a la menos 90 segundos).

De igual manera, la probabilidad de que se produzcan agrupaciones de quarks extraños, lla­madas strangelets, nunca detectadas hasta la fecha, y que sustituyan a los núcleos ordinarios es increíblemente baja e implicaría esperar muchas veces el tiempo en que ha existido el Universo.

Choques como esos han ocurrido en la super­ficie de la Luna desde que ésta se formó y nunca hemos tenido un evento catastrófico. La verdad es que el microcosmos tiene la característica de que se ve limitado por poderosas salvaguardas para evitar que sus azarosos eventos repercutan en el macrocosmos donde vivimos.

Detrás de estos temores se encuentra la noción de algunos de sus promotores quienes piensan que el hombre está jugando a ser Dios al interferir en el funcionamiento de las bases de la creación y del comportamiento de la materia.

Los propagandistas del Apocalipsis de bolsillo han logrado, no obstante, inquietar a los políticos ignorantes y se han convertido en un obstáculo más al financiamiento de la investigación científica.

REFERENCIAS

Thomas D. Gutiérrez, Doomsday Fears at RHIC. Skeptical Inquirer: May-June. 2000.

Calogero, Francesco. Might a Laboratory Experiment Destroy Planet Earth?, Interdisciplinary Science Reviews, 25 (Autumn 20001).


[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo, No. 200, México, octubre de 2006, Págs. 58-59.

Materia oscura

MATERIA OSCURA[1]

Mario Méndez Acosta

Sorprende comprobar que casi no hay aspecto alguno de la ciencia contemporánea libre de los intentos de los charlatanes más famosos obsesionados por apropiarse de los conceptos más extraños y misteriosos para promover sus supercherías.

En esta ocasión, tocó el turno nada menos que a la famosa materia oscura. Se trata de un concepto hipo­tético, postulado por los cosmólogos para explicar el hecho de que -al parecer- las grandes estructuras del universo tienen mucha más masa que la manifiesta en las estrellas visibles tanto en cada una de las galaxias como en el gas interestelar.

MaussanDavidEspada En este sentido, resultó sorprendente que el pasado mes de enero, el conocido conductor de televisión Jaime Maussán divulgase un video enviado por unos estudiantes de la ciudad de Mérida, Yucatán, en el que supuestamente aparecía un típico extraterrestre que deambulaba por las calles de esa ciudad interactuando con varios jóvenes que jugaban pelota.

Como es usual, Maussán aseguró que la grabación era legítima, a pesar de que los jóvenes que aparecían en el video acudieron ante el diario Milenio a ratificar que ellos habían per­petrado la broma[2], Pero lo curioso es que un supuesto asesor científico de Maussán, llamado Jorge Guerrero, señaló que el hallazgo era asombroso e inexplicable, porque en el lugar del avistamiento las mediciones realizadas con aparatos especia­lizados detectaron una «presencia radioactiva no considerada como peligrosa, sino como materia oscura». ¡Uno de los más grandes misterios de la cosmología contemporánea quedó así expuesto a la humanidad en las calles meridenses, gracias a lo que salpicó en el suelo un extraterrestre vacilador!

JorgeGuerrero Pero, ¿que es la materia oscura? ¿Qué es lo que han especulado los astrónomos y cosmólogos al respecto? Se ha determinado que todas las galaxias no sólo contienen en su interior una gran cantidad de materia negra -no visible- que les brinda una estabilidad dinámica en el giro de sus brazos en espiral, cuentan también con halos de esta materia incóg­nita que se extienden más allá de los límites de la galaxia tal y como se ve mediante los telescopios.

Ahora bien, se ha postulado que estos halos están cons­tituidos por Objetos Astrofísicos Masivos Compactos (MACHOS, por sus siglas en inglés) o también por Partículas Masivas de Interacción Débil (WIMPS). De los primeros se supone que son, sobre todo, hoyos negros y enanas cafés (estrellas apagadas), hechos de materia convencional -o bariónica-, es decir, que están formados por los átomos con masa con los que estamos familiarizados. En cambio, se piensa que los WIMP están constituidos por alguna forma no bariónica de materia, es decir par­tículas casi sin masa que interactúan sólo a través de la fuerza nuclear débil y que se mueven a velocidades relativísticas; los candidatos más probables son los diversos tipos de neutrinos.

Hay ciertos indicios -determinados por la proporción de átomos de helio y de hidrógeno que hay en el cosmos- de que la mayor parte de la materia oscura no puede estar constituida por bariones y que debe haber en ella otro tipo de partículas como son los leptones. Si finalmente se puede determinar con precisión si el neutrino tiene masa, el problema de la materia oscura del universo se acercaría a una posible solución. Sin embargo, aún si el neutrino resulta ser una partícula masiva, todavía quedarían aspectos por explicar. La formación de estructuras a gran escala no puede resultar sólo de neutrinos, porque, al ser éstos tan livianos y con velocidades tan grandes, escaparían de una región en un tiempo mucho más corto de lo que le toma a la gravedad colapsar en una estructura que se esté formando. Es decir, los neutrinos sólo contribuirían a la forma­ción de estructuras a partir de escalas muy grandes, dejando sin explicación la aparición de estructuras a escalas menores.

El Sol, por ser una fuente de neutrinos, puede ser utilizado como laboratorio para probar esta hipótesis. Los neutrinos son partículas eléctricamente neutras que sólo tienen una forma de interacción nuclear débil con otras partículas, por esta razón atraviesan la Tierra como si nada las perturbarse. Según el experimento japonés de Súper Kamiokande, los neutrinos producidos por rayos cósmicos en la atmósfera terrestre sufren oscilaciones, lo cual indica de forma indirecta que los neutrinos pueden tener masa. Debido a la inmensa abundancia de estas partículas, bastaría que tuvieran una masa 17 mil veces más pequeña que la de un electrón para alcanzar 80% de la masa faltante en el universo.

Los monopolos magnéticos también han sido considerados como posibles candidatos a materia oscura del universo, pues a diferencia de las cargas eléctricas, que vienen en entidades separadas en positivas y negativas, las cargas magnéticas nunca se han visto separadas.

Si uno trata de separar el polo norte de un imán de su polo sur lo que resulta son dos imanes pequeños cada uno con su polo norte y su polo sur. De acuerdo con P. A. M. Dirac[3], la existencia del monopolo magnético podría explicar la cuantización de la carga eléctrica. Hoy aún persiste el interés por los monopolos magnéticos, y científicos de todo el mundo aúnan sus esfuerzos y prueban muchas técnicas para detectarlos en un gran experimento realizado en el túnel bajo las montañas del Gran Sasso, a pocos kilómetros de Roma.

Otra posibilidad que se ha analizado para explicar la natura­leza de la materia oscura es que esté integrada por partículas que supuestamente deberían existir según la teoría cosmoló­gica de la supersimetría. Se trata de los duales de todas las partículas conocidas a las que se ha bautizado con nombres similares a los de las partículas normales ya conocidas. Así están squarks, gravitinos, fotinos, gluinos, selectrones, duales respectivamente de los quarks, de los gravitones, de los fotones, de los gluones y de los electrones, y los winos-duales de la partícula w de la fuerza atómica débil.

Algunas de estas partículas, de existir, sólo interactuarían con las conocidas a través de la atracción gravitatoria. Serían imperceptibles a la vista y al tacto para nosotros y podríamos atravesar un gran trozo de las mismas sin darnos cuenta siquiera, ya que no las podemos ver, aunque podríamos des­plazarnos en su seno como si fuéramos fantasmas.

Como quiera que sea, ninguna de estas explicaciones de la materia negra permite esperar que la misma -por ejemplo, un monopolo magnético- aparezca tirada en la calle y menos que emita radiaciones, aunque no sean peligrosas.


[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo, No. 194, México, abril de 2006, Págs. 56-57.

[2] Milenio Diario. México D. F., días 17 y 18 de enero de 2006. 2.

[3] http://en.wikipedia.org/wikí/Magnetic_monopole

Los expedientes X

LOS EXPEDIENTES X[1]

Mario Méndez Acosta

ExpedienteX Un historiador o antropólogo de un futuro lejano que analizase las creencias y literatura de la hu­manidad, durante el siglo XX e inicios del XXI, quedaría convencido de que nuestra civilización viajaba por todo el espacio y era visitada por de­cenas de civilizaciones extraterrestres. Desde luego, no hallaría evidencia concreta alguna y ma­terial del tal hecho, pero la evidencia testimonial sería abru­madora. Gran parte del impulso a este tipo de creencias pro­viene de la difusión masiva de programas de televisión y radio, así como de libros y revistas, en donde se da por descontado que el fenómeno ovni es real y que implica la vi­sita de naves interestelares extraterrestres, además de una conspiración de parte del gobierno de EU y de otras na­ciones para ocultar este hecho. El motivo de este intento por ocultar la verdad no está muy claro, pero la mayor parte de los creyentes aseguran que es para evitar el páni­co entre la población, pero parece que hoy las cosas em­piezan a cambiar un poco.

Carter En mayo de 2002, se transmitió el último capítulo de la serie televisiva Los Expedientes X (The X Files), un pro­grama dirigido por Chris Carter y creado en 1993, en el cual se afirmaba la versión de que el gobierno Federal lle­vaba a cabo una colosal operación secreta para ocultar al público no sólo la existencia de una presencia extraterres­tre masiva en la Tierra, sino también la realización de una serie de experimentos fantásticos con seres humanos, relacionados con la aplicación de poderes sobrenaturales manipulables con fines estratégicos por los militares. La premisa fundamental de cada episodio no se manejaba como ficción literaria, sólo el contenido anecdótico de cada capítulo se reconocía como ficticio. La serie llegó a tener un teleauditorio de 20 millones de seguidores fie­les, de los cuales, conforme a una encuesta realizada por la National Science Board, un 30% creían efectivamente que naves de otros planetas han visitado la Tierra.

Nisbet ¿Cómo ha ocurrido que una proporción tan elevada de personas caiga en esta creencia? Para el investigador social Matthew Nisbet, de The American Prospect, la respuesta está en el enorme poder que para narrar histo­rias convincentes tienen los medios masivos. Historia­dores de la cultura en EU señalan al film clásico de Steven Spielberg; Encuentros Cercanos del Tercer Tipo como el impulso más importante en el diseño de la creencia con­temporánea en la hipótesis extraterrestre del fenómeno ovni. A esta cinta le siguió El extraterrestre (ET) y la difusión de novelas supuestamente documentales sobre los secues­tros de terrícolas cometidos por tripulantes de ovnis. El novelista Whitley Strieber publicó una serie de relatos empezando por su bestseller Comunión, mientras que el profesor de Harvard, John Mack dio a conocer una serie de sesiones con supuestos secuestrados en los que empleó la técnica de la recuperación de los recuerdos, una forma de hipnosis que permite revivir experiencias reales, pero se ha demostrado que sirve más para crear recuerdos falsos; este libro se convirtió también en un éxito de librería y el tema fue de inmediato objeto de escrutinio sensacionalista por los medios masivos de comunicación.

ScullyMulder El programa Los expedientes secretos X mostró el tra­bajo cotidiano, de casi una década, de dos agentes del FBI, encargados de investigar los llamados «expedientes de esa organización, relacionados con temas supersecretos como el trato constante del gobierno de los Estados Unidos con los extraterrestres y su manipulación de fenóme­nos maravillosos. La agente Scully. Protagonizada por Gillian Anderson, presentaba en un principio la posición escéptica y racionalista, mientras el agente Mulder –David Duchovny– protagonizaba al creyente sincero, dis­puesto a prestar oído a cualquier alegato maravilloso. Una y otra vez se demostraba que la escéptica estaba equivoca­da, hasta que ante la evidencia abrumadora de la intromi­sión en la Tierra de los visitantes interplanetarios y sus agentes en el gobierno ella se convirtió también en cre­yente.

Carter se resistió a darle a la serie una orientación más afín con la ciencia-ficción tradicional, y señalaba que el enfoque basado en una creencia popular fantástica y supersticiosa le garantizaba una mayor preferencia entre el público televidente, pues la ciencia-ficción le exige al lector o espectador pensar; lleva a conclusiones válidas sobre uno mismo y la sociedad y pide suspender momen­táneamente la incredulidad ante lo fantástico, en cambio, el tema ovni sólo pide una entrega irracional y acrítica a una creencia mágica, básica y de tintes apocalípticos. Carter nunca ha dejado de señalar que es muy probable que el gobierno sí oculte algo sobre contactos reales con otras civilizaciones en el cosmos, ya que es costumbre del mismo mentir sobre estos temas.

Lo cierto es que se han desclasificado muchos docu­mentos secretos sobre asuntos relacionados con los ovnis, en especial de la década de los cincuenta, y ante ellos sólo hay oficios que revelan que el gobierno de Truman no poseía ningún tipo de información real sobre la presencia de ovnis estrellados y otras afirmaciones de los ufólogos contem­poráneos.

Por supuesto, ante esto se ha insistido en que la cons­piración del silencio continúa y que se siguen mantenien­do ocultas las evidencias, pero en este caso ya se obra en abierto contra la ley de acceso a la información. Para los creyentes el gobierno de Estados Unidos es capaz de ase­sinar y desaparecer a miles de personas con tal de man­tener en secreto la presencia de los extraterrestres. Un par de congresistas ha aceptado tal posibilidad, y ha pre­sionado para que se dé a conocer cualquier información adicional al respecto, pero el hecho de que esa informa­ción simplemente no existe, los convence de la continuación de una gran conspiración del silencio que reba­sa por mucho los poderes legalmente reconocidos en Estados Unidos.

La creencia generalizada en el fenómeno ovni, y so­bre todo el interés masivo en el mismo, empezó a decli­nar después del suicido colectivo de los miembros de la secta de la Puerta del Cielo (Heaven’s Gate). Ahora ese desgaste alcanzó a Los expedientes X; la inquietud del público sobre lo maravilloso ha emigrado hacia otras áreas de la irracionalidad.


[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo No. 166, México, septiembre octubre de 2002, Págs. 92-93.

La negación del viaje lunar

LA NEGACIÓN DEL VIAJE LUNAR[1]

Mario Méndez Acosta

WeNever Así como hay numerosas personas que, ante evidencias muy endebles creen que la Tierra es visitada por cientos de naves extraterrestres, que interactúan de diversas maneras con muchos seres humanos, también hay grupos que muestran una tendencia contraria, es decir, un escepticismo más allá de lo razonable, dirigido hacia una de las hazañas más notables de la humanidad.

Video de Bill Kaysing en donde presenta sus «pruebas» del «fraude de la Luna».

La irracionalidad humana, sobre todo cuando se viste con el ropaje de la ciencia, ciertamente no conoce límites. Ya algunos neonazis de muchos países se han dedicado a tratar de negar todo el doloroso testimonio de los supervivientes, el cual debería ser suficiente prueba de la bestialidad del régimen nazi.

WeNeverWentToTheMoon Alguna similitud con esto se presenta, sobre todo al acudir a las teorías conspiratorias más demenciales, como la absurda hipótesis de que el humano nunca llegó a la Luna, sino todo fue una simulación costosísima y complicada, perpetrada por la NASA, involucrando a miles de personas para hacer creer a la comunidad científica, y de paso a toda la humanidad, que con el Programa Apolo, vigente entre 1968 y 1972, el hombre llegó a la Luna en seis expediciones, aparte de que otras cuatro más circunnavegaron nuestro satélite, con lo que doce astronautas caminaron en su superficie, en lo que sin duda es uno de los momentos estelares de la historia, como lo calificó el propio presidente Nixon al descender los astronautas del Apolo 11.

BillKaysing2 Desde luego, para los científicos, la evidencia más clara y contundente que el ser humano estuvo en la Luna consiste en la naturaleza de las transmisiones radiales y de telemetría recibidas desde el satélite cuando estuvieron allá los astronautas, mismas que pudieron ser ubicadas direccionalmente como provenientes de la Luna, por cientos de receptores profesionales y aficionados que colaboraron en el registro y clasificación de la información transmitida. Los lapsos transcurridos entre el envío de los mensajes y el regreso de las señales de respuesta de todo tipo correspondían precisamente con la distancia a la que se encuentra la Luna; además, los astronautas dejaron en la superficie lunar varios instrumentos muy sensibles, que transmiten hasta hoy datos sobre el satélite, entre ellos un sismógrafo que ha mostrado cómo la Luna todavía experimenta la vibración sísmica del impacto del meteorito que dio lugar al cráter Copérnico, en el siglo XI de nuestra era, y un reflector de rayos láser, con el que se ha podido determinar la distancia exacta de la Tierra a la Luna. Está también la evidencia de las rocas lunares, varias toneladas traídas por cada expedición, mismas que muestran características cristalográficas y geológicas consistentes con las condiciones en que allí fueron halladas en la Luna. Tales características son tan reveladoras que cualquier geólogo podría identificar una roca de origen lunar «“y hasta marciano-, sin que se le revelara su origen. No existe, pues, duda alguna de la realidad del viaje para la comunidad científica; desafortunadamente, no ocurre lo mismo con el público estadounidense en general, afectado por un alarmante nivel de analfabetismo científico.

BillKaysing1 Una de las cosas más difíciles de simular en un estudio cinematográfico de la época es el efecto de que la gravedad de la Luna es sólo de una quinta parte de la de la Tierra. Los saltos y la agilidad mostrada por todos los astronautas, así como algunos experimentos realizados al arrojar objetos, demuestran que la acción se llevaba a cabo en un ambiente de gravedad muy reducida.

Entre los principales proponentes de que los viajes fueron simulados están Bill Kaysing, quien trabajó en el departamento de publicaciones técnicas de Rocketdyne, empresa aeroespacial, y Kevin Overstreet, quien mantiene una página de Internet en la cual se exhiben fotografías de la NASA, que supuestamente demuestran que todo fue actuado en un foro cerrado de la Fuerza Aérea estadounidense. Para ellos, el prodigioso cohete saturno sólo llevaba a los astronautas en un vuelo suborbital, del cual descendían en el desierto de Nuevo México y de ahí eran llevados al estudio cinematográfico.

Capricornio1Afiche de la película Capricornio Uno. El primer referente del mito de la Luna.

A principios del 2001, la cadena televisiva Fox de los Estados Unidos, difundió un programa documental amarillista para promover, con demasiada credulidad, el punto de vista de los revisionistas lunares. Ahí se presentó a un grupo de personas que consideran que no hubo tal viaje, entre ellos el productor de la cinta Capricornio Uno, estrenada en 1977, que representa supuestamente cómo se fingió el programa Apolo, además de Boris Valentinov, un cosmonauta ruso poco conocido, así como la viuda y el hijo del astronauta Gus Grissom, muerto lamentablemente en el ígneo accidente del Apolo I en 1967.

Capricornio2Portada de la novela de Ron Goulart.

Las objeciones presentadas por estas personas, extrañamente, no se refieren a detalles fundamentales del proyecto, sino a indicios en el material fotográfico y grabaciones de televisión, por ejemplo, se señala que en casi ninguna foto o grabación se aprecian estrellas en el cielo, que según ellos deberían verse, ya que no hay atmósfera en la Luna. Pero esto no es más que el resultado de que las fotos se tomaron en pleno día, con la apertura de las cámaras fijada para registrar una escena brillantemente iluminada, por lo que no pudo registrarse la tenue luz de las estrellas. Lo cierto es que si se hubieran visto las estrellas, ¡ello sí hubiera movido a sospechar algo raro! Además, señalan, que las banderas colocadas por los astronautas ondean en algunas grabaciones como si hubiera brisa, pero ello se debe a la vibración de su estructura rígida, después de ser manipuladas por los astronautas, más adelante no vuelven a moverse, aunque, por otra parte, tampoco hubiera habido brisa en un estudio cerrado.

GrissomJrLa viuda y el hijo de Gus Grissom.

Alegan que en algunas fotos se aprecia el mismo fondo montañoso detrás de distintos objetos en primer plano. Pero eso es precisamente lo que ocurre en cualquier paisaje, donde las montañas se encuentran muchos kilómetros atrás, y es algo que jamás ocurrirá en un foro cinematográfico.

Capricornio3 Para explicar el hecho de que su verdad no haya sido revelada en todo el mundo, lo que representaría una de las noticias más jugosas y redituables de la historia, los revisionistas lunares aseguran que existe una conspiración auspiciada por la Nasa y el gobierno estadounidense, pero para funcionar, la misma debería contar con la complicidad y el silencio de por lo menos tres mil empleados de la institución, además de unos 10 mil miembros del ejército, empleados del Pentágono y varios cientos de personajes más de la Casa Blanca y el Congreso, así como de todos los servicios soviéticos de inteligencia, hoy rusos, al igual que de unos dos mil científicos espaciales y astrónomos de todo el mundo, de los cuales ninguno ha decidido decir la verdad en más de 37 años. Esta es la parte más difícil de creer de toda esa patraña.

Pero lo preocupante en verdad es que un 14% de los estadounidenses en verdad cree que los vuelos del Apolo nunca tuvieron lugar, y fueron simulados por el gobierno de los Estados Unidos a un costo equivalente al de mandar realmente esas misiones a la Luna.

REFERENCIAS

James V. Scotti, Fox Special Questions Moon Landing but not Its Own Credulities, Skeptical Inquirer, Vol. 5, Num. 3, June 2001.


[1] Este artículo fue publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo, Vol XXVIII, No. 162, México, enero-febrero 2001, páginas 92-93.