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¿Recordamos vidas anteriores?

¿RECORDAMOS VIDAS ANTERIORES?[1]

Mario Méndez Acosta

La creencia en la reencarnación posee gran atractivo para múltiples personas que no se conforman con que su existencia se limite al plazo concedido por la naturaleza. A favor de esa posibilidad se ha recurrido al argumento de que, bajo hipnosis, es posible recordar vidas anteriores, y muchos terapeutas practican el método de la regresión hipnótica para tratar de curar a los pacientes de sus malestares psicológicos, enfocando sus problemas como si fueran el resultado de traumas, faltas o errores cometidos en alguna vida anterior. Se han analizado varios casos de personas que aseguran recordar una existencia previa, pero en todos ellos se ha observado que el sujeto pudo obtener la información manifiesta en sus regresiones, a partir de las experiencias de su actual existencia. En ningún caso se ha podido comprobar que una persona sea capaz de recordar un idioma desconocido por ella, o información histórica novedosa y verificable de la época en que pretende haber vivido.

Aparte del hecho indiscutible de que los recuerdos, tanto a corto como a largo plazos, se almacenan en el cerebro por medios materiales como son los impulsos electroquímicos o puramente químicos, y que la memoria de todo tipo se aniquila con la destrucción traumática de estos archivos en el ser humano, no se ha podido demostrar la existencia de una memoria inmaterial, que pueda heredarse en una encarnación posterior, a pesar de haberse llevado a cabo experimentos clínicos controlados en un número significativo de sujetos, que ponen a prueba la hipótesis de que bajo hipnosis podemos experimentar regresiones a vidas anteriores.

Se ha demostrado que aun la regresión a etapas de la infancia de la persona hipnotizada representa una gran componenda confabulatoria del sujeto; es decir, que él mismo inventa o fantasea respecto a cómo debería expresarse o sentir un niño pequeño. Barber, Spanos y Chaves documentan en un estudio de 1974 que los individuos sometidos a regresiones no presentan una recuperación real de las características cognoscitivas, perceptivas o emotivas del infante normal.

Uno de estos investigadores, el psicólogo clínico Nicholas P. Spanos, de la Universidad Carleton en Ottawa, Canadá, llevó a cabo un experimento muy revelador sobre el supuesto recuerdo de vidas anteriores bajo hipnosis. Primero se pusieron a prueba 110 sujetos, para determinar su sensibilidad a la sugestión hipnótica y se les aplicó la técnica de regresión, pidiéndoles retroceder en el tiempo hasta antes de haber nacido, además de solicitarles que describieran dónde estaban y quiénes eran. 35 de los sujetos afirmaron hallarse en una vida anterior, y todos señalaron que eran personas distintas y que vivían en otra época, siendo sus descripciones muy vívidas. Se observó que la mayor parte de estas personas creía previamente en la reencarnación y casi todas referían que en esa vida pasada poseían igual clase social, sexo, edad y raza a los que en realidad tenían; además, sin excepción, todos afirmaron que su personalidad pasada pertenecía a la cultura occidental.

En un segundo experimento, con un número equivalente de sujetos, se dividió a éstos en dos grupos, uno de control, a cuyos miembros nada se les comentaría antes de la regresión, en tanto que al otro se le proporcionar una sugestión adicional, aclarándoles que no era raro que las personas en regresión ocuparan cuerpos de otro sexo, raza o clase social, y que bien podrían estar viviendo en una cultura exótica. Al grupo de control no se le dio información alguna sobre lo que deberían esperar de su persona en otra vida pasada, y ocurrió que, después del experimento, los sujetos del grupo de la sugestión adicional mencionaron significativamente una o más características sobre las que se les había advertido.

Se investigó a continuación si los sujetos podían mencionar datos históricamente correctos sobre la época en que aseguraban vivir, y la mayoría proporcionó información errónea con mayor frecuencia que la correcta, errores que habría sido imposible que cometiera un habitante de la época y del lugar en cuestión. Así, uno aseguraba haber sido piloto japonés durante la segunda Guerra Mundial, pero desconocía el nombre del emperador del Japón y afirmaba que 1940 era un periodo de paz para ese país (que estaba en guerra contra China, Inglaterra, Holanda y Australia, aunque no todavía con los Estados Unidos). Otro sujeto afirmó que era Julio César «emperador» de Roma, y que vivía en el año 50 de nuestra era. Pero César nunca fue coronado emperador y murió en el año 44 antes de Cristo. Además, en esa época nadie denominaría al año en curso como «50 después de Cristo», sino que se hubiera referido a la era que parte desde la fundación de Roma. Se determinó que los detalles de las fantasías de estos individuos habían sido extraídos de experiencias de su vida actual, y el que se creía reencarnación de Julio César informó haber estudiado con interés la historia antigua de Roma


[1] Publicado originalmente como Méndez Acosta Mario, ¿Recordamos vidas anteriores?, Ciencia y Desarrollo, Vol XXVII, No. 159, México, Julio/Agosto de 2001. Págs. 98-99.

Publicidad insidiosa contra las vacunas

PUBLICIDAD INSIDIOSA CONTRA LAS VACUNAS[1]

 

Mario Méndez Acosta

Muchas creencias irracionales que periódicamente se difunden entre grandes sectores sociales, aun en países desarrollados, tienen como consecuencias graves daños sociales y de salud.

Se atribuye el repunte reciente de la tosferina en Estados Unidos (a pesar de existir una vacuna muy efectiva) a las insistentes campañas que se han lanzado en contra de las vacunas, atribuyéndoles efectos gravísimos que no han sido comprobados de ninguna manera; se insiste así, sin base clínica alguna y en contra de lo que numerosos estudios revelan, que las vacunas causan, entre otras cosas, la incidencia del autismo en los niños.

Esta creencia ha causado en ese país 9,477 casos de tosferina en 2010, así como más de una docena de muertes anuales en niños deliberadamente no vacunados por sus padres. Paradójicamente, lo único que protege a los niños no vacunados de contagiarse de tosferina es que éstos, en buena parte, conviven en grupos de niños que sí han sido vacunados «“un efecto que se conoce como protección de rebaño«“, pero, cuando el número de los no vacunados en medio de una población vacunada rebasa un cierto umbral estadístico, esa protección indirecta se desvanece y, al parecer, esto ya sucede en el estado de California.

Es por ello que ha causado gran indignación entre los pediatras de Estados Unidos la difusión de publicidad antivacuna en el llamado Jumbotron, de la cadena televisiva CBS. El Jumbotron es un enorme cartel electrónico animado y multicolor situado en Times Square, en Nueva York, por donde se proyectaron varios anuncios antivacuna, pagados por una organización anticientífica denominada Centro Nacional de Información sobre Vacunas (NVIC, por sus siglas en inglés), la que financió mensajes en los que se difundieron las direcciones de varios sitios de Internet en donde se afirma que las vacunas son dañinas. La Academia Americana de Pediatría, que representa a más de 60,000 pediatras, introdujo una demanda legal contra los involucrados en este atentado contra la salud infantil.

Se trata de un importante precedente, ya que los promotores de la pseudociencia y de afirmaciones infundadas, en general, no han encontrado una oposición vigorosa de los médicos organizados, los que prefieren no involucrarse en estas discusiones, pues muchos de ellos opinan que eso otorgaría a los charlatanes una presencia y estatura inmerecida. Pero los efectos trágicos de la ignorancia organizada esta vez han alcanzado niveles alarmantes y amenazan con provocar la reaparición de otras enfermedades que, se suponía, habían sido eliminadas o se encuentran bajo control, como la poliomielitis y aun la misma viruela negra.

Los médicos aceptan que todo el mundo tiene derecho a la libre expresión, pero no a difundir falsas alarmas con tanta insistencia por un medio tan poderoso como ese gigantesco anuncio luminoso.

Estudios clínicos muy completos demuestran la seguridad de las vacunas y la inexistencia de correlación entre su uso y la aparición de diversas enfermedades o condiciones dañinas como el autismo; consecuencias totalmente ajenas a los escasos y leves efectos secundarios detectados.

Un promotor muy activo de estas patrañas es Joseph Mercola, un osteópata estadounidense que maneja un supuesto centro de salud. Lamentablemente, la ciencia médica carece de elementos y conocimiento detallado sobre estas pseudociencias como para hacer frente con energía a estos promotores de la desinformación más descarada.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, Publicidad insidiosa contra las vacunas, Ciencia y Desarrollo, Vol. , No. , México, julio-agosto 2011. Págs. .

Milagros del agua

MILAGROS DEL AGUA[1]

Mario Méndez Acosta

Es el agua una sustancia en realidad prodigiosa, y la base de la vida en nuestro planeta. De ella depende la riqueza biótica de la Tierra, la existencia y la salud de cada ser viviente.

La habitabilidad de los planetas se define por la posibilidad de que exista agua en su superficie, en estado líquido, lo que finalmente depende de la distancia que los separe de la estrella en torno a la cual orbitan y de la presencia de una atmósfera gaseosa con una presión mínima capaz de permitir que el agua no se evapore y escape al espacio.

Es, además, el solvente universal que permite a los seres vivos ingerir las sustancias nutritivas y las sales minerales que requieren. La falta de agua es causa de un pronto deterioro e, inevitablemente, de la muerte de todo ser vivo. No es de extrañar, pues, que todas las asombrosas cualidades del agua hayan propiciado una serie de leyendas y consejas sobre supuestos beneficios extraordinarios que puede traer a las personas su consumo sin medida.

Circula con frecuencia en las redes sociales y en los servicios de correo electrónico un consejo, supuestamente medicinal, en el que recomienda consumir todos los días de dos a siete litros de agua, aseverando que ello acarrea beneficios maravillosos a la salud.

La verdad es que el consumo exagerado de agua puede ser perjudicial. Existe un problema de salud llamado intoxicación o envenenamiento por agua, cuya práctica sin vigilancia puede conducir a graves daños en el metabolismo, los cuales son, potencialmente, mortales, según el doctor Juan José Rufilanchas Sánchez, quien asegura que lo peligroso no es la deshidratación, sino la intoxicación por agua. Sabemos que algunos atletas en los certámenes mueren o se colapsan debido a intoxicación por agua. La intoxicación por agua (hiperhidratación o envenenamiento por agua) se produce cuando se desequilibra la cantidad normal de sales en el cuerpo por beber demasiada agua de forma rápida y perderla por el sudor.

Puede ser mortal debido a que perturba el correcto funcionamiento del cerebro. En general, una persona sana no debería tener problemas si bebe menos de 7 litros de agua al día a razón de 1.5 litros por hora.

En la maratón de Boston, del año 2002, a 488 corredores se les sacó sangre antes y después de la carrera, y se vio que la mayor parte de ellos tenían el sodio bajo, es decir, habían bebido demasiada agua; también se observó que quienes colapsaban, así como los que llegaban a la meta presentando pérdida del conocimiento o confusión, no sabían lo que hacían, pues todos ellos tenían intoxicación por agua.

En México fue célebre el caso del agua milagrosa del Tlacote, un rancho en el estado de Querétaro donde había un pozo, cuyas aguas «“se afirmó»“ eran capaces de curar absolutamente todas las enfermedades. En 1991 ante el rancho de Jesús Chain Simón se formaban larguísimas filas de gente a lo largo de la carretera en las que se incluía personas enfermas o que desfallecían, en algunos casos, por la insolación, en espera de tener acceso a un grifo de agua en el cual llenaban cientos de recipientes de plástico que eran vendidos en el sitio. La fama del agua del Tlacote trascendió las fronteras y, en Argentina, al ser decomisado por las autoridades un cargamento del líquido, se ocasionó una manifestación de enfermos en el aeropuerto que reclamaban su liberación inmediata a lo cual accedió el gobierno de Carlos Ménem.

Pero pronto, ante las advertencias de las autoridades de salud, descendió la fama del agua del Tlacote. Jesús Chain falleció en 2004 víctima de cáncer, uno de los males que aseguraba curar el agua de Tlacote, la que ahora se expende como cualquier agua embotellada.

De igual manera ha recuperado notoriedad la noción de que el agua de mar posee propiedades curativas maravillosas. El más célebre representante de esta afirmación es el francés René Quinton, quien a principios del siglo XX creó toda una teoría sobre las propiedades curativas del agua de mar y la utilizó para tratar a muchos enfermos. Este hombre diluía el agua marina con agua destilada y la administraba por vía oral e, incluso, intravenosa.

El agua salada tiene unas ciertas propiedades antisépticas, pero eso no quiere decir que sea capaz de curar enfermedades importantes. Sin embargo, en los primeros años del siglo pasado, sus curas tuvieron buena acogida y su suero fue considerado como un medicamento, a pesar de lo cual, el suero inyectable se prohibió en los años cincuentas, ya que producía más contraindicaciones que beneficios.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, Milagros del agua, Ciencia y Desarrollo, Vol. , No. , México, abril 2011. Págs. .

Los científicos y los ovnis

LOS CIENTÍFICOS Y LOS OVNIS[1]

Mario Méndez Acosta

Astrónomos, científicos, divulgadores, y representantes de planetarios, museos de ciencias, instituciones de investigación científica, así como asociaciones astronómicas, todos mexicanos, redactaron un manifiesto dirigido a las autoridades como respuesta a la divulgación sensacionalista que se hizo de los sucesos dados a conocer en los medios de comunicación a partir del pasado lunes 10 de mayo, respecto a la observación de un fenómeno detectado en sensores de infrarrojo y en pantallas de radar, captadas en un vuelo de vigilancia a bordo de una aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana. El texto se encuentra en la siguiente dirección: http://www.mega-cosmos.com/

Señalan, en el citado documento, que la ciencia no se opone a la posible existencia de civilizaciones extraterrestres, distribuidas en nuestra galaxia y en el resto del Universo, pues las probabilidades apuntan hacia este sentido. Sin embargo, hasta la fecha no existen pruebas materiales contundentes de su presencia en nuestro mundo y mucho menos de contactos establecidos con ellas.

Recuerden que el término OVNI es una abreviatura de Objeto Volador No Identificado, siendo ésta una simple definición técnica de cualquier fenómeno o evento aún no esclarecido sobre nuestros cielos. Bajo este concepto, durante más de medio siglo la ciencia ha participado de manera multidisciplinaria en su investigación explicando y formulando diversas hipótesis sobre su origen, con diverso grado de éxito.

Para los subscritores de este texto es de suma importancia aclarar que la mayoría de las manifestaciones de OVNI reciben ordinariamente una explicación satisfactoria, siendo aquella que postula su origen en artefactos de inteligencias extraterrestres la que no tiene evidencias concluyentes. Esto es contrario a lo que muchos pseudo investigadores han proclamado recientemente en los medios masivos de comunicación. Lamentablemente estas explicaciones son omitidas o menospreciadas deliberadamente por los medios.

En el manifiesto, los firmantes expresan su extrañeza ante el hecho de que la Secretaria de la Defensa Nacional haya decidido entregar material obtenido por su personal aéreo, de manera exclusiva, a un grupo muy reducido de personas «“no científicas ni técnicas»“ cuando lo ideal hubiera sido que se pusiera a disposición de cualquier institución capacitada para realizar el análisis del acontecimiento; en cambio, se hizo a un lado a incontables instituciones de investigación en nuestro país que pudieron realizar un trabajo certero, ético y serio.

Solicitan a las autoridades, en consecuencia, que tanto la información técnica como videos y grabaciones sean puestos a disposición de las instituciones científicas mexicanas para su estudio. Consideran triste que se haya excluido originalmente a los miembros del Instituto de Astronomía y de Ciencias Nucleares de la UNAM bajo el pretexto de que «era material clasificado».

Adicionalmente, comentan que la investigación del fenómeno OVNI podría verse sumamente beneficiada con dicho material, pues su origen permitiría prácticamente descartar cualquier fraude en las imágenes, ya que ésta es una de las principales objeciones que siempre se ha hecho a los materiales tradicionalmente presentados en la televisión por el señor Jaime Maussán.

Señalan que para la comunidad científica de México cualquier probable explicación expresada hasta la fecha en los medios de comunicación, debe tomarse sólo en el terreno de la especulación y la hipótesis científica. El método científico no compromete a los investigadores a emitir un juicio definitivo en un margen reducido de tiempo. El estudio de muchos fenómenos de nuestro universo ha implicado la observación e investigación de muchas generaciones de científicos, de igual manera el presente evento deberá ser estudiado a detalle sin acotamientos de tiempo, mediante la emisión y posterior verificación de hipótesis que lo puedan explicar.

La explicación más razonable que se ha dado al fenómeno registrado ese día es que lo captado por las cámaras y sensores del avión de la Fuerza Aérea fue el calor emitido por los mecheros de gas de varias plataformas petroleras en el Golfo. La exposición completa de esta hipótesis se encuentra en: http://ovniaventura.tripod.cl/campeche.htm

Finalmente, los signatarios convocan a toda la ciudadanía mexicana a acercarse a los planetarios, observatorios públicos, museos de ciencias y acudir a eventos de divulgación científica que las instituciones y sociedades astronómicas organizan para mantenerse informados de los principales acontecimientos científicos. Ello siempre será el mejor antídoto contra las declaraciones sensacionalistas de la pseudociencia.


[1] Publicado originalmente como Méndez Acosta Mario, Los científicos y los ovnis, Ciencia y Desarrollo, Vol. XXX, No. 178, México septiembre/octubre 2004. Págs. 69-70.

Los médicos ante los productos milagro

LOS MÉDICOS ANTE LOS PRODUCTOS MILAGRO[1]

Mario Méndez Acosta

La proliferación de los llamados productos milagro, que se anuncian de manera prolija por la televisión, ha ocasionado que la Comisión Federal para la Prevención contra Riesgos Sanitarios se haya pronunciado de manera enfática en contra de muchos de ellos. Es evidente que para tener éxito requiere de una concientización a fondo, tanto del cuerpo médico como de la población.

Los practicantes de la medicina científica requieren una buena capacitación para competir con las pseudociencias, pero sobre todo con la proliferación de publicidad de los llamados productos milagro. El médico goza de un gran poder de sugestión ante el paciente que lo consulta por primera vez; ciertamente, su habilidad en el trato hacia el paciente influye en la reacción inicial de éste y, muchas veces, se transforma en la moderación de muchos síntomas desagradables y malestares psicosomáticos; una característica que aprovechan con destreza los curanderos y los terapeutas de las llamadas medicinas alternativas. El contacto humano y hasta el mero trato con el médico tiene así efectos notables en el paciente desesperado, y desencadena procesos internos que, en muchos casos, llevan a la eliminación de bastantes males leves y pasajeros.

Este conjunto de factores se traduce en una vulnerabilidad anímica para el paciente común y corriente, y lo convierte en fácil víctima de una campaña vigorosa de promoción de los medicamentos milagrosos, que sorprenden su buena fe y los despojan de millones de pesos cada año, contradiciendo así el mito de que la medicina alterna es más económica que la científica.

Los méritos residuales que pueden tener algunos productos que se comercializan en los infomerciales transmitidos cada día por la televisión, como son el cardo mariano, el licopeno, el resveratrol, el extracto de semilla de uva y varios otros, no justifican ni remotamente el precio estratosférico con que se expenden al público, una población por completo desamparada por las autoridades de salud que han encasillado a estos productos como suplementos alimenticios ubicados más allá del bien y del mal.

Los efectos nocivos que ocasionan estos productos no son publicitados, como ocurre en el caso de los extractos de toronja o de alcachofa, ya que algunos estudios han demostrado que pueden causar daños al organismo.

Hay otro factor que contribuye a estimular el impacto de la pseudociencia médica y es el atractivo del origen folclórico que poseen las medicinas tradicionales, es decir, las que desarrollan los pueblos a lo largo de los siglos. No existe mérito alguno en esto.

Son escasas las ventajas intrínsecas reales de las medicinas tradicionales las que, en general, están afectadas por el pensamiento mágico, como ocurre con remedios como los ojos de venado, los testículos de tigre desecados, los cuernos de rinoceronte molidos y muchos otros productos cuya supuesta efectividad sólo se puede atribuir a una idea mágica.

Los seguidores de estas terapéuticas se sienten partícipes de un movimiento reivindicador o cuasi revolucionario, que supuestamente arrebata el control de la salud y la medicina de manos de una élite monopólica y explotadora, pero los resultados globales no son otros que el retorno a una época de barbarie y de futilidad médica.

Instituciones como la Universidad Autónoma de Chapingo, que promueven la herbolaria, mucho aportarían si enfocasen sus investigaciones al aislamiento de los ingredientes activos de las hierbas o de productos animales reputados como medicinales, en su prueba clínica y en el perfeccionamiento de su posología «“dosificación»“, sobre todo, si se acompañara de la promoción del desecho de productos nocivos que requieren desaparecer, por ser dañinos, lo más pronto posible del mercado.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, Los médicos ante los productos milagro, Ciencia y Desarrollo, Vol. , No. , México, octubre 2011. Págs. .