Las cenicientas

ÉRASE UNA VEZ LAS CIENTOS DE CENICIENTAS

¿Cómo nacen los cuentos? ¿Quién es el autor de esas historias? ¿Cómo se transmiten y llegan a ser del dominio público? ¿Tuvo un origen europeo la Cenicienta? Muchas son las preguntas que nos vienen a la cabeza cuando leemos esta compilación de cuentos provenientes de diversas partes del mundo. Nos damos cuenta que algunas de esas preguntas tienen respuesta, pero otras no. Y seguro que hay muchas más que quedan en la incógnita que las que se esclarecen. Los cuentos de hadas no son cosa de niños. Por lo menos desde la óptica que presentamos. Tal vez nos sirvan para hacer dormir a los críos, pero a nosotros nos generan insomnio. ¿Cómo es posible que en diferentes partes del mundo se guarden tradiciones muy similares? ¿Alguna vez podremos rastrear el origen de estas leyendas que se mezclan con tradiciones y con relatos de índole religiosa? ¿Quién copió a quién? ¿Quién trató de vernos la cara contándonos un cuento chino? ¿Son los cuentos chinos simples mentiras? Comencemos este relato justo con algunos cuentos chinos. Escritos hace siglos, algunas de estas fábulas muestran una curiosa coincidencia con otros relatos más cercanos a nuestra cultura judeocristiana. Veamos entonces algunos ejemplos. UN JUICIO EN UNA DISPUTA (Tomado del Fengshut’ung)

En Linhuai, un comerciante en sedas transportaba una pieza de seda impermeable a la ciudad para su venta. Sucedió entonces que vino una súbita tormenta y la extendió sobre su cabeza para protegerse de la lluvia y otro hombre que transitaba con él corrió también a buscar amparo bajo la misma. Cuando la lluvia cesó, ambos dijeron que la pieza de seda les pertenecía. El Ministro Hsüe Hsüan dijo: «Esta pieza de seda impermeable vale solamente un ciento en efectivo. ¿Por qué pelear por ella?» E hizo cortar la misma en dos pedazos que entregó a cada uno de los litigantes. Continuó observándolos y vio que el verdadero dueño continuaba protestando por haberlo perjudicado el fallo, mientras que el otro parecía bien satisfecho. Y así supo a quien en verdad correspondía la seda, y pudo aplicar al otro el castigo que merecía.

¿Algún deja vu? En efecto se trata de un relato con un tema similar al del juicio de Salomón, pero acá no me refiero a un antecedente de aquella historia bíblica. Por una parte, ni tengo los conocimientos ni la capacidad para poder analizar los orígenes de las religiones judía y cristiana. Por la otra, el Fengshut’ung es muy posterior a la historia bíblica. Fue escrito por Yin Shao en el siglo II de nuestra era. La historia «Un juicio en una disputa» no la podemos leer en las copias que se conservan del Fengshut’ung (10 volúmenes). Sin embargo se sabe que pertenecía a esa obra porque Ma Tsung’s de la dinastía T’ang la menciona en su Yilin (hacia el 600 de nuestra era). También se sabe que el Fengshut’ung constaba, por lo menos, de 31 volúmenes. En el mismo Fengshut’ung hay otro cuento mucho más parecido a la historia de Salomón que se titula… EL JUICIO ENTRE DOS MADRES

En Yingch’uan había dos hermanos que vivían en la misma casa y dos cuñadas que esperaban dar a luz. La mayor de las mujeres tuvo un aborto que no comunicó a nadie. Cuando ambas mujeres se hallaban confinadas y la menor de las mujeres dio a luz un niño, la mayor robó la criatura durante la noche y durante tres años no hubo forma de zanjar la disputa. Cuando se presentó el caso al Ministro Huang Pa, éste ordenó que el niño fuera colocado a diez pasos de las dos madres. Cuando se dio la señal, ambas corrieron hacia él y parecía que le iban a despedazar disputándoselo. La criatura lloraba desesperadamente, y su madre, temiendo que se lastimara, lo soltó. La mayor de las mujeres se manifestó muy contenta, mientras que la menor se mostraba muy apenada. Entonces Huang Pa declaró: «El niño pertenece a la más joven de las mujeres». Acusó luego a la mayor de ellas y se la encontró culpable.

Impresionante ¿no es cierto? Pasemos ahora al cuento por antonomasia: el cuento de la Cenicienta. En esta ocasión me interesa la que al parecer es la primera versión de ese cuento clásico. Tal vez muchos se sorprendan de saber que existen cerca de 200 versiones de esta historia. Incluso hay una versión mexicana. La mayoría son anteriores a las versiones europeas. Espero que te guste este cuento titulado: LA CENICIENTA CHINA

Había una vez, antes de la época de Chín (222-206 antes de nuestra era, nota de LRN) y de Han, un jefe de una caverna de la montaña a quien los nativos llamaban el Jefe de la Caverna Wu. Desposó a dos mujeres, una de las cuales murió dándole una tierna hijita llamada Yeh Hsien. La niña era muy inteligente, como también muy hábil para trabajar el oro, y su padre la quería muchísimo, pero cuando falleció fue maltratada por su madre y a menudo forzada a cortar leña y enviada a lugares peligrosos para sacar agua de pozos profundos. Cierto día, Yeh Hsien cogió un pez de más de dos manos de largo con aletas rojas y ojos dorados y lo llevó a su casa y lo colocó en una vasija con agua. Cada día crecía más hasta que finalmente no cabía más en la vasija y entonces lo colocó en una fuente que había en la parte trasera de la casa. Yeh Hsien solía alimentarlo con lo que sobraba de sus magras raciones. Cuando se acercaba a la fuente, el pez subía a la superficie y apoyaba su cabeza en el borde, pero si algún otro se acercaba entonces se sumergía y no volvía a aparecer. Este curioso comportamiento fue observado por la madrastra, quien esperó que el pez subiera sin que éste lo hiciera en ningún momento. Un día valiéndose de una triquiñuela dijo a la niña: «¿No estás cansada de trabajar? Te compraré un nuevo vestido». Entonces hizo que Yeh Hsien se desvistiera y la envió a una distancia de muchos li para sacar agua de otro pozo. Se puso entonces la madre las ropas de Yeh Hsien y escondiendo un agudo cuchillo en su manga fue derecho a la fuente y llamó al pez. Cuando el pez asomó su cabeza fuera del agua lo mató. El pez tenía en ese entonces diez pies de largo y cuando fue cocinado tenía un sabor mucho mejor que cualquier otro pez. Y la madre enterró sus huesos en un estercolero. Al día siguiente, Yeh Hsien volvió y cuando se acercó a la fuente, encontró que el pez había desaparecido. Corrió entonces al bosque para llorar su desdicha, cuando un hombre con sus cabellos despeinados y sus ropas rotosas descendió del cielo, y la confortó diciéndole: «No llores. Tu madre ha matado el pez, y sus huesos se hallan enterrados en el estercolero. Vete a casa, lleva los huesos a tu habitación y escóndelos. Cualquier cosa que desees, ruega por ella, y tu deseo será concedido». Yeh Hsien siguió su concejo y no tardó mucho tiempo en que tuviera joyas de oro y telas tan hermosas que hubieran deleitado el corazón de cualquier doncella. La noche de la fiesta en la caverna se ordenó a Yeh Hsien que se quedara en la casa para vigilar el huerto con los frutales. Cuando la abandonada niña vio que su madre se hallaba a larga distancia se vistió con una túnica de seda verde y la siguió a la caverna. Su hermana, que la había reconocido, se volvió hacia su madre diciéndole: «¿No es esa niña extrañamente parecida a mi hermana mayor?» La madre también pareció reconocerla. Cuando Yeh Hsien se dio cuenta de sus miradas se alejó corriendo pero en su apuro dejó caer una de sus sandalias, que cayó en manos de la gente de la caverna. Cuando la madre volvió al hogar, encontró a su hija durmiendo con sus brazos alrededor de un árbol. Así que desechó los pensamientos que había tenido (acerca de la identidad de la dama tan finamente ataviada). Cerca de las cavernas había un pequeño reino en una isla llamado T»™o Huan. Por medio de su fuerte ejército gobernaba a una docena de islas, y sus aguas territoriales cubrían varios li. Y fue por eso que el pueblo de las cavernas vendió la sandalia al reino de T»™o Huan, donde consiguió llegar a ser vista por el rey. Hizo entonces el rey que las mujeres de su casa se la probaran pero era una pulgada más corta aun para la que poseía los pies más pequeños. Hizo entonces que todas las mujeres del reino se la probaran, pero ninguna pudo calzarla. Sospechó entonces el rey que los hombres de las cavernas hubieran obtenido la sandalia de fuentes dudosas y los encarceló y torturó. Pero esas almas infortunadas no pudieron decir de dónde provenía la sandalia. Finalmente, fue colocada en el camino y se enviaron correos a todas las casas para que arrestaran a cualquiera que tuviera la otra sandalia. Y el rey se encontraba muy asombrado. Se revisó la casa y se encontró a Yeh Hsien. Se hizo que se probara la sandalia y se encontró que las mismas calzaban perfectamente. Apareció entonces ella con las sandalias puestas y su túnica de seda verde, resplandeciente como una diosa. Se comunicó el hallazgo al rey, quien hizo traer a Yeh Hsien a su hogar en la isla, conjuntamente con los huesos del pez. Después que Yeh Hsien hubo dejado la caverna, la madre y hermanas fueron muertas por piedras que les fueron arrojadas. El pueblo de las cavernas se compadeció de ellas y las enterraron en un pozo y erigieron una tumba con una inscripción que decía: «La tumba de la mujer arrepentida». El pueblo de las cavernas las adoró entonces como diosas que procuran el matrimonio y cuando les solicitaban un favor de esa naturaleza, les era siempre concedido. El rey volvió a la corte e hizo de Yeh Hsien su primera esposa. Pero durante el primer año de matrimonio pidió a los huesos de pez tanto oro, jade y joyas que éstos se negaron a suministrar. Llevó entonces los huesos y los enterró junto al mar con cien sacos llenos de perlas con bordes de oro. Cuando sus soldados se rebelaron contra él, fue al lugar pero las mareas los habían llevado y nunca se volvieron a encontrar hasta el día de hoy. Esta historia me fue contada por un viejo sirviente de mi familia, Li Shingyün. Proviene del pueblo de las cavernas de Yungchiow y recuerda muchas extrañas historias del Sud.

UNA CENICIENTA EGIPCIA Aquí tenemos otra versión de este cuento de hadas. Esta ambientado en el antiguo Egipto y tiene un toque adicional que la hace singular. Este punto lo trataré más adelante. Mientras tanto disfruten de la historia de Rhodopis.

Hace mucho tiempo en la tierra de Egipto donde las aguas verdes del río Nilo fluyen hacia las aguas azules del Mediterráneo, vivía una niña llamada Rhodopis, que significa «mejillas atractivas». Ella había nacido en Grecia pero fue raptada por los piratas y llevada a Egipto, donde fue vendida como esclava. Su amo resultó ser un buen anciano que pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo bajo la sombra de una higuera. Debido a esto nunca vio como las otras muchachas de la casa, todas ellas sirvientas, la maltrataban y se reían de ella. Se burlaban de Rhodopis porque su aspecto era diferente. Su cabello era como el oro y ondulaba con el viento, y los de ellas era negro, lacio y rígido. Sus ojos eran verdes y los de las criadas, marrones. Su piel era el resplandor del cobre, pero Rhodopis tenía la piel pálida y se quemaba fácilmente con el sol por lo que le decían Rhodopis la rosada. Se aseguraron que ella hiciera todo el trabajo, como lavar la ropa, escardar el jardín, y hacer el alimento para ellas. La hacían trabajar duro gritándole todo el día, «Ve al río y lava la ropa», «remienda mi traje», «aleja los gansos del jardín», «hornea el pan». Ahora Rhodopis no tenía ningún amigo, sólo los animales. Ella había entrenado a los pájaros para comer de su mano, y a un mono para sentarse en su hombro. El viejo hipopótamo salía del banco de fango para estar cerca de ella. Al final del día si no estuviera tan cansada iría al río para estar con sus amigos los animales y si le quedara algo de energía bailaría y cantaría para ellos. Una tarde cuando ella estaba bailando, girando más ligera que el aire, con sus pies desnudos tocando la tierra, el anciano se despertó y la observó mientras danzaba. Admiró su baile y pensó que alguien con tal talento no debería estar sin zapatos. Dijo para sus adentros: «Â¡No hay diosa más reservada!». Y añadió: «Tal regalo merece una recompensa». Ordenó que le confeccionaran un par de sandalias especiales. Las zapatillas fueron doradas con oro de tonalidades rosa y rojizo, y las suelas eran de cuero. Cuando las sirvientas vieron las sandalias de Rhodopis se pusieron muy celosas. Ahora las sirvientas le querían menos porque estaban celosas de sus hermosas sandalias. Llegó la noticia de que el faraón iba a reunir a su corte en Memphis y todo el reino fue invitado. Habría música, baile y mucha comida. Oh cuanto ansiaba Rhodopis poder ir con las otras esclavas. Ella sabía que podría bailar, cantar y comer alimentos maravillosos. «Lo siento, Rhodopis. Tu no puedes ir», dijo Kipa. «Tienes que lavar el lino, moler el grano y escardar el jardín». Mientras las sirvientas se preparaban con sus ropas más finas le dieron a Rhodopis más tareas por hacer antes de que regresaran. Así que al día siguiente se dirigieron a la corte. Kipa usaba un collar de cuentas azules, la segunda tenía brazaletes coloridos, y la tercera vestía un ceñidor de colores. Subieron a la balsa y dejaron a Rhodopis triste en el banco de arena. Mientras lavaba las ropas en el río comenzó a cantar una triste canción «lava el lino, escarda el jardín, muele el grano». Pero el hipopótamo se empezó a aburrir ya que ella cantaba la misma canción una y otra vez. El hipopótamo cansado de esta canción salió del río y salpicó las sandalias de Rhodopis. Ella las limpió y las colocó al sol para secarse. A medida que ella continuaba con sus tareas el cielo se oscureció y al mirar hacia arriba vio un halcón que volando hacia la tierra, tomó una de sus sandalias y luego se alejó. Ella comenzó a llorar. Rhodopis estaba temerosa porque sabía que era el dios Horus quien había tomado su sandalia. Rhodopis ahora tenía una sola zapatilla y la guardó en su túnica. El faraón, Amasis, faraón del alto y bajo Egipto estaba sentado en su trono observando la gente sintiéndose muy aburrido. Él prefería estar montado en su carroza cruzando el desierto. Repentinamente el halcón llegó con el faraón, dejó caer la zapatilla dorada en su regazo, y como era brillante el faraón pensó que era un fragmento de sol. Entonces se dio cuenta de que era un regalo y dijo «Todos los dioses y diosas nos dan algo a los faraones, así que ahora sabremos quién es la esposa perfecta para mí». Sorprendido, pero sabiendo que esto era una señal del dios Horus emitió un decreto que decía que todas las doncellas de Egipto debían intentar calzarse la sandalia, y la dueña de la misma sería su reina. Al momento en que llegaron las sirvientas la fiesta ya había terminado y el faraón se había ido en su carroza en busca de la dueña de la sandalia dorada. El faraón había ordenado que se buscara a quienquiera que pudiera calzar la sandalia. Muchas doncellas trataron de calzarse la zapatilla pero ningún pie cabía en ella. Después de buscar en tierra y no encontrar a su dueña, el faraón ordenó que se buscara por todo el Nilo. Pidió su barco y comenzó a navegar por el río, recalando en cada tierra para que las doncellas se pudieran probar la sandalia. Finalmente encontró una pequeña casita mientras el barco rodeaba la curva delante del hogar de Rhodopis. Todos oían los sonidos del gong y las trompetas y veían las velas de seda púrpura. Las sirvientas de inmediato fueron hacia el barco para tratar de ponerse la sandalia, mientras que Rhodopis permanecía oculta. Cuando las sirvientas vieron la sandalia la reconocieron como la zapatilla de Rhodopis pero no dijeron nada y aún así intentaron calzársela. Ninguno de sus pies cabía en la pequeña zapatilla. El faraón observó que Rhodopis se ocultaba tras los arbustos y le pidió que se calzara la sandalia. Ella metió su pie dentro de la zapatilla y le calzó perfectamente. Luego sacó la otra de entre su túnica. El faraón declaró que ella sería su reina. Las sirvientas gritaron que ella era esclava y que ni siquiera era egipcia. El faraón respondió «Ella es la más egipcia de todas… sus ojos son verdes como el Nilo, su piel es tan suave como el papiro, y su color es el rosa de la flor de loto».

LA HISTORIA DETRÁS DE LA FANTASÍA Los historiadores y estudiosos de leyendas antiguas no se han puesto de acuerdo. Algunos creen que la historia de la cenicienta se originó en Persia y de ahí pasó a Egipto. Luego los griegos y los romanos la llevaron a Europa y de ahí se difundió por todo el continente. No conozco la versión persa de este cuento, pero sé que la egipcia fue registrada por primera vez en el Siglo I antes de nuestra era por el historiador romano Strabo. Esta versión se basa en hechos y en ficción. Los hechos: realmente existió una muchacha griega llamada Nitocris que se casó con el faraón Amasis (XXVI dinastía, 570 a 536 antes de nuestra era). Un compañero de Strabo, el esclavo Aesop, le contó muchas historias, entre ellas la de Nitocris. En la versión original la sandalia no es de oro sino de color rosa. De la reina Nitocris no existen rastros arqueológicos, aunque sí figura en la lista de monarcas del Imperio Antiguo. Hay referencias de los historiadores Manetho y Herodoto a su «cutis claro y sus sonrosadas mejillas», lo que hace que se le identifique con Rodophis. Herodoto contaba que Amasis fue muerto por sus rivales políticos. En venganza Nitocris los reunió en una sala so pretexto de darles un banquete. Luego mandó inundar la sala matando a los asesinos. Finalmente ella se arrojó al fuego para acompañar a su consorte en el más allá. En este sentido se le ha relacionado con una especie de banshee o espíritu malvado que ronda desnudo la pirámide de Gizeh, seduciendo a los hombres con su belleza para luego asesinarlos. Nos disgusta esta última versión. Nos quedamos con la versión de la cenicienta. Por cierto, el nombre en la mayor parte de las lenguas romances proviene de la palabra «ceniza» y hace referencia a las labores de sirvienta y cocinera: la ceniza que se produce en los fogones de las cocinas. COREA Y SU FLOR DE PERA Esta es la versión coreana. Vemos aspectos que la distinguen de las versiones que hemos incluido más arriba. No obstante se mantienen los puntos esenciales: las malvadas madrastra y la hija de ésta; el «hada madrina», que en este caso es un buey negro; la sandalia perdida; y el príncipe que rescata a cenicienta de su pobre destino.

En la tierra de Corea, donde las criaturas mágicas son tan comunes como las coles, vivió una niña llamada «Flor de pera». Flor de pera era tan encantadora como el peral que fue plantado para celebrar su nacimiento. Una mañana de invierno, cuando las ramas del árbol de pera aún eran palillos pelados, murió la madre de Flor de pera. «Â¡Aigo!» Se lamentó el anciano. «¿Quién atenderá ahora a Flor de pera?» Él se puso su sombrero alto con crines de caballo y fue con la casamentera de la aldea. Ella conocía a una viuda con una hija la misma edad que Flor de pera. «Peony será una buena hermana para Flor de pera», prometió la casamentera. Cuando Omoni y Peony vieron lo hermosa que era Flor de pera, se pusieron celosas de ella. Omoni la hacía trabajar de día y de noche y constantemente le encontraba defectos a su trabajo. Un día hubo un festival en la aldea. «Flor de pera puede ir», dijo Omoni con una voz tan dulce como la azúcar de cebada, «después de que escarde los campos de arroz». Luego le dio a Flor de pera una cesta con nabos marchitos para su almuerzo. «Estoy muy agradecida, honorable madre», dijo Flor de pera. Cuando llegó a los campos, en su consternación Flor de pera dejó caer la canasta. El arrozal onduló ante sus ojos como un gran lago verde. Escardarlo tomará semanas. «¿Quién podría hacer tal tarea?», gritó. «DO-O-O-O» mugió un buey negro que emergió de la larga hierba. El buey comenzó a mascar las malas hierbas, moviéndose entre las filas de arroz más rápidamente que el viento mismo. Antes de que Flor de pera pudiera decir «Ohhh», tanto el buey como las malas hierbas se habían ido. ¡El arrozal completo estaba libre de hierbas sin que ni una sola plantita de arroz hubiese sido pisoteada! Flor de pera ahuecó sus manos sobre la boca y gritó, «Â¡Mil gracias!» mientras el buey galopaba lejos en el horizonte. Flor de pera se apresuró hacia el festival de la aldea. El camino, que seguía una vereda sinuosa, era de ásperos guijarros. Flor de pera se había quitado una de sus sandalias para sacudir una piedrecilla cuando oyó un grito. «Â¡Abran paso! ¡Abran paso al magistrado!». Cuatro porteadores, un palanquín que se bamboleaba en los postes que se recargaban sobre sus hombros, se dirigían hacia ella. En la silla estaba sentado un noble joven vestido en ricos ropajes y usando joyas. Sorprendida, Flor de pera se quedó vacilante en una pierna sosteniendo su sandalia de paja. Sus mejillas se sonrojaron como la pimienta roja, y ella saltó detrás de un sauce que crecía al lado del camino. Al hacer esto, su sandalia cayó al agua y se comenzó a alejar como un barco, fuera de su alcance. «Â¡Alto!» ordenó el magistrado desde su palanquín. Les gritó a sus porteadores, pero Flor de pera pensó que le gritaba a ella. Asustada, huyó por el camino. El magistrado miró fijamente a Flor de pera y se asombró de su belleza. Entonces ordenó a sus hombres sacar la sandalia de la corriente y llevarlo de nuevo a la aldea. En el festival Flor de pera se olvidó de la sandalia que le faltaba. Vio a los acróbatas y a los que caminaban sobre la cuerda floja, hasta que se sintió mareada. Estaba feliz y sacudía los tambores y tocaba la flauta. Repentinamente, oyó que alguien le gritaba. «¿Qué estás haciendo aquí?» le gritó su madrastra. «Estoy aquí porque un buey Negro se comió toda la mala hierba de los arrozales», dijo Flor de pera. «Â¡Un buey negro lo hizo!», Eres una mentirosa… «antes de que pudiera terminar su frase, fue interrumpida por los porteadores del magistrado. «Escuchen esto», gritaban mientras conducían el palanquín entre la muchedumbre, «Â¡Buscamos una muchacha con una sandalia!». «Es Flor de pera!». Peony señaló a su hermana, «ella perdió su sandalia». Los portadores bajaron la silla al lado de Flor de la pera, y el noble señor cargaba la sandalia. «El magistrado ha venido a arrestarte,» chilló la madrastra, «Â¡debes haber cometido algún crimen y ahora lo pagarás!» «Ella debe aceptarme como su esposo», dijo el magistrado con voz dulce, «esta afortunada sandalia me ha conducido a ella». Se giró hacia Flor de pera y dijo «Sería muy afortunado si quien pueda calzar esto se hace mi novia». Flor de pera sonrió, muy apenada para hablar, y deslizó la sandalia en su pie. El magistrado subió a Flor de pera a su palanquín y los porteadores los alejaron de la muchedumbre. ¡Omoni y Peony se miraron fijamente, sin hablar, preguntándose si no sería una pesadilla!. De regreso a casa, una docena de árboles de pera había florecido. «Â¡Ewha! ¡Ewha! Cantaban los gorriones en sus ramas. En Corea, «Ewha» significa Flor de pera».

CENICIENTAS EN EL MUNDO Existen otras muchas versiones de este cuento y sólo pondré aquí un breve resumen de las mismas. En la versión rusa la hermosa Vasilissa, con la ayuda y protección de su muñeca, supera su destino y se casa con el zar. En la versión judía la heroína se llama Raisel. En este cuento, nuestra cenicienta es una muchacha para la cual el conocimiento es tan esencial como el amor y la felicidad. A pesar de la crueldad del cocinero celoso ella se levanta sobre su adversidad y su inteligencia brilla al final. La princesa Salmón, es una historia que se desarrolla en Alaska. Es una adaptación del cuento de la cenicienta, pero se conservan los caracteres principales: el padre que vive en las nubes y la madrastra que sigue siendo cruel y malvada. Aunque hay algunos cambios amoldados al folklore de Alaska. El hada madrina se transforma en el espíritu de un águila, y las famosas sandalias son ahora un kayak de mujer. La versión irlandesa es un tanto diferente. Es la única que conozco en la que el personaje es un hombre. Becan es un joven y pobre muchacho sojuzgado por su madrastra y sus hermanastras. Rescata a una princesa que pide ayuda después de reunirse con un toro mágico. Toro que nos remite a la versión coreana y a los mitos de Gilgamesh. Hay una versión proveniente de las Smoky Mountains, en los Appalaches. La protagonista, Rosa, pierde su zapatilla de cristal en una fiesta dada por un rico leñador que vive al otro lado de la cañada, y que está buscando una esposa. Abadeha es la cenicienta filipina. Es una joven doncella que es forzada por su mezquina madrastra a realizar tareas imposibles. Solamente el Espíritu de la Selva y su magia la pueden ayudar a completar sus trabajos y encontrar a su príncipe. En Camboya nos encontramos con Angkat, una muchacha pobre que se casa con un príncipe, pero que es asesinada por su familia política. Debido a sus virtudes vuelve a la vida para convertirse en reina. Zuni es el personaje central de la variante turca de esta historia. Aquí son unos pavos los que fabrican el vestido para que la niña pueda participar en una danza sagrada, pero luego la abandonan cuando ella no puede volver según lo prometido. La madrastra abusa de la pobre Jouanah, pero el espíritu de su madre muerta, que habla a través de una vaca, la toma bajo su cuidado y le ayuda a casarse con un apuesto aldeano de la aldea de Hmong (Vietnam). Mufaro tiene dos hijas, una con un mal temperamento y otra, llamada Nyasha, muy buena y dulce. Ambas van a la casa del rey que está escogiendo esposa. La tradición proviene de la tribu Shona del África. En la versión mexicana la heroína se llama Domitila, pero es muy posterior a los cuentos europeos.

3 pensamientos en “Las cenicientas”

  1. No olvidar el cuento folklórico nativo norteamericano del Ash Boy que cita Lévi Strauss para fundamentar su análisis estructural de los mitos (completamente simétrico e inverso que el mito indoeuropeo de Cenicienta) Saludos cordiales y gracias por el post

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