Nuevo repaso a la parapsicología

NUEVO REPASO A LA PARPSICOLOGÍA[1]

Mario Méndez Acosta

RussellTarg Mi artículo del pasado domingo, en donde reseñé una critica a la parasicología formulada por el filósofo argentino Mario Bunge y que se deriva de la aplicación a esta disciplina de una serie de criterios lógicos y filo­sóficos que definen la cientificidad de cualquier campo del conocimiento -proceso al que denominé Prueba de Bunge-, motivó algunos comentarios del señor Miguel Bueno en su columna Paideia que aparece regularmente aquí, en La Cultura al Dia.

Russell Targ.

Como sus afirmaciones pudieran desorientar a nues­tros lectores, considero necesario presentar algunas aclaraciones al respecto.

l-Señala enfáticamente el señor Bueno que «los espíritus desencarnados nada tienen que hacer con y en la parasicología». Esto es falso. Precisamente, uno de los temas que más apasionan a la parasicología actual es el fenómeno de las experiencias extracorpóreas, más conocido por sus siglas en inglés: OBE (out of body experiencies). Este fenómeno se ha investigado repeti­damente, entre otros lugares, en el Stanford Research Institute (SRI) -el cual, por cierto, no guarda ninguna relación con la universidad californiana del mismo nom­bre-. Los experimentos han corrido a cargo de los parasicólogos Russell Targ y Harold Puthoff, de gran cartel en el medio. Se pretende comprobar que, en cier­tos individuos, ya sea a voluntad o durante su sueño, puede ocurrir que su espíritu consciente se salga del cuerpo y realice actividades tales como observar lo que hay encima de un ropero o bien, viajar a través de lar­gas distancias. La posibilidad de la existencia de este fenómeno ha interesado, explicablemente, a ciertas de­pendencias del Pentágono, las que ya han financiado algunos experimentos. El dominio de esta facultad le permitiría a los servicios yanquis de inteligencia expli­car a placer en los más secretos archivos soviéticos o asistir sin ser detectados a las reuniones privadas del Politburó. Lamentablemente, los resultados obtenidos no han sido satisfactorios. Los procedimientos de investi­gación seguidos han sido revisados por expertos y pre­sentan las usuales características de descuido y falta de controles, estrictos, por lo pronto, los servicios de espio­naje del Tío Sam tendrán que seguir utilizando espías de carne y hueso, como lo atestiguan los recientes in­tercambios de agentes cautivos realizados con los países del Este. Ah, pero eso sí, los jugosos contratos de investigación seguirán lloviéndoles a los parasicólogos del SRI.

HaroldPuthoff Por otro lado, en los últimos años la parasicología se ha ocupado en repetidas ocasiones de estudiar e in­terpretar las grabaciones de las «voces» de los espíritus en casas abandonadas o en lugares aislados del campo.

Harold Puthoff.

Igualmente, la parasicología se preocupa por obtener evidencia acerca de la supervivencia del espíritu después de la muerte. De esto se habla abundantemente en el articulo Parapsicología de la Enciclopedia Interna­cional de las Ciencias Sociales (Aguilar, 1975), escrito por la parasicóloga Gertrude Schmeidler.

Es un hecho, entonces, que uno de los afanes funda­ mentales de la parasicología es el estudio de las acti­vidades de los espíritus desencarnados.

2-Miguel Bueno pretende descalificar una de las condiciones que fija Bunge, según la cual, el dominio de toda actividad científica debe estar integrado exclu­sivamente de entidades reales. Señala Bueno que, por ejemplo, las matemáticas no tratan sobre este tipo de entidades… La cuestión aquí reside en que las ma­temáticas no pretenden estudiar entidades reales, mien­tras que las seudociencías si afirman la existencia de entidades no sujetas al conocimiento científico, a la percepción ordinaria de los sentidos, o a las leyes básicas de la naturaleza. Por supuesto, el análisis de Bunge se refiere a ciencias naturales, básicas o apli­cadas, y no a ciencias formales como las matemáticas y la lógica que, manifiestamente, versan sobre rela­ciones entre diversas entidades abstractas. Esto, sin embargo, no quiere decir que las matemáticas estén aisladas de la realidad, todo lo contrario; las matemá­ticas rigen y describen estrictamente el comportamien­to del mundo. Se pueden elaborar modelos matemáticos que detallan las características del Universo, tanto del verdadero como de todos los físicamente posi­bles, y esta es una de las más importantes actividades de la cosmología contemporánea. Por otro lado, y muy significativamente, las matemáticas resultan incapa­ces de obtener un modelo teórico que represente fenómenos como el transporte instantáneo de informa­ción a distancia que implica la telepatía; la creación de energía de la nada que implica la telequínesis o el rompimiento de la relación causa-efecto que acarrea la precognición.

GertrudeSchmeidler Gertrude Schmeidler

3-El señor Bueno afirma que la parasicología «nunca ha pretendido presentarse como ciencia hecha y derecha». Esto también es falso. Basta con consultar la definición de parapsicología que nos presenta en la misma Enciclopedia Internacional de las Ciencias So­ciales la propia parasicóloga Schmeidler «“también de mucho prestigio en el medio-. Ella define a la pa­rasicología como «aquel sector de la ciencia que estudia cuestiones tales como la telepatía, la clarividen­cia, la precognición, la psicoquinesis y la supervivencia después de la muerte». Por supuesto que ella no excluye a la parasicología del cuerpo de la ciencia y difícilmente lo haría, ya que una de las obsesio­nes principales de los parasicólogos es lograr el reconocimiento «oficial» de su disciplina como ciencia legitima.

Presentándose así, como ciencia hecha y derecha, la parasicología logró, gracias al apoyo de la antropó­loga Margaret Mead, su admisión, en 1973, como disciplina afiliada a la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Sin embargo, más de diez años después, en vista de que en todo este plazo la parasicología no ha presentado ante tal academia un solo trabajo que detalle un experimento replica­ble, o bien, cualquier evidencia concreta y observable de un fenómeno paranormal y ni siquiera una teoría coherente sobre su campo de estudio, algunos científicos de la AAAS, como el físico John A. Wheeler han solicitado la expulsión de la parasicología de esta asociación.

Las ansiadas credenciales de ciencia «hecha y de­recha» le permiten a la parasicología alcanzar los codiciados contratos de investigación que de otra ma­nera nunca obtendrían sus practicantes.

El señor Bueno evidentemente subestima a los parasicólogos.

MargaretMead Margaret Mead

4- También señala mi indignado critico que la parasicología, no siendo una ciencia hecha y derecha, si es, sin embargo, una «paraciencia», dando a enten­der con este término que se trata de una ciencia en formación… Una denominación más adecuada para expresar este concepto -la cual se usa ya normalmen­te en el estudio de la actividad científica- es la de protoCiencia, ya que «paraciencia» significa «al lado de la ciencia» y no necesariamente implica evolución.

La parasicología lleva como protociencia más de cincuenta años y no ha logrado establecer un solo caso incontrovertible o una aplicación observable y repe­tible y tampoco un solo intento de explicación teórica de lo que investiga. Mi impresión es que seguirá en esa etapa por un tiempo indefinido.

Bunge es más severo. Nos recuerda que una de las características más notables de cualquier seudociencia es un rechazo indignado a la crítica científica. Agrega que la parasicología, como toda seudociencia, «no pue­de progresar, porque se las arregla para interpretar cada fracaso como una confirmación y cada crítica como un ataque».

Señalaba yo que uno de los objetivos que le des­cubre Mario Bunge a la parasicología es el de servir como sustituto a un sentimiento religioso marchito, lo que implica la posibilidad de que la creencia en la parasicología se convierta en algunas personas en mo­tivo de fe. Esto quizás sea la explicación de la viru­lencia de la reacción de Miguel Bueno cada vez que abordo este tema en particular.

RayHyman Ray Hyman

Existe, empero, un hecho incontrovertible: una parte muy importante de la comunidad pensante de todo el mundo no considera a la existencia de los fenóme­nos paranormales como algo probado y establecido, sino, más bien, opina que ocurre todo lo contrario. En este grupo se encuentran, además de Bunge, filósofos como Ernest Nagel, Yves Galifret y Sidney Hook; si­cólogos como B. F. Skinner y Ray Hyman; científicos como Stephen Jay Gould y James Oberg, al igual que muchos otros pensadores más, que se han dedicado a recorrer el mundo investigando estos supuestos fe­nómenos.

Considero que este hecho debe ser conocido por el público en un país como el nuestro, en el que la charlatanería y la seudociencia tienen acceso casi ilimitado a todos los medios de comunicación.

Finalmente, cabe comentar el ejemplo que ofrece Miguel Bueno acerca del hipnotismo, el cual fue consi­derado en sus orígenes como un fenómeno paranormal y que resultó, a la postre, ser algo perfectamente natural y explicable para la ciencia. Este ejemplo no es precisamente aplicable a nuestra discusión. Lo mismo se podría decir, en todo caso, acerca del rayo, consi­derado algo sobrenatural por el hombre de las cavernas y después, como algo ordinario por el hombre moderno. Tanto el rayo como el hipnotismo obedecen a leyes básicas de la naturaleza. Los fenómenos que postula la parasicología no lo hacen. Se necesitaría que se formularan nuevas leyes que admitan lo para­normal. Esta sí seria una tarea interesante que pu­dieran emprender los parasicólogos… o el señor Bueno.


[1] Este artículo se publicó originalmente en el Excelsior del 14 de julio de 1985.

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