En la isla de Hokkaido, Japón, se yergue el Domo de Sapporo que tiene un diseño singular. Por un lado está su notable parecido con un plato volador, pero más allá de eso el arquitecto Hiroshi Hara presentó una propuesta totalmente distinta. En lugar de construir un domo retráctil, hizo que el propio campo fuera el que se desplazara. En efecto, el campo de juego sale hacia el aire libre para permitir que el pasto reciba la luz del sol.
El edificio se inauguró en junio del 2001, costó un millón de dólares y se encuentra cerca del Observatorio de Hitsuji ga Oka. Sirvió para albergar varios de los juegos de futbol durante la copa mundial del 2002 (Corea-Japón). Es un estadio multipropósito, sede del equipo de futbol Consadole Sapporo (J-League 2) y del Hokkaido Nippon Ham Fighters, de béisbol (NPB). También alberga recitales conciertos y exposiciones.
En la parte alta del domo se encuentra un mirador, a 53 metros de altura, desde donde se puede observar la ciudad de Sapporo, a 7.5 kilómetros del estadio, y la Bahía de Ishikari. En el mismo sitio hay un restaurante y tienda de souvenirs.
Hiroshi Hara, profesor universitario especialista en el aprovechamiento integral de las corrientes de aire, ideó para su estadio un diseño aerodinámico. La cubierta de acero inoxidable tiene forma de caparazón para que el viento limpie la nieve que se junta durante el invierno. Y, tratando de logran una máxima liviandad, le dio una forma semejante a la de un globo aerostático recostado sobre el pasto.
La cancha con hierba natural se desliza fuera del recinto sobre un colchón de aire para que este crezca, permitiendo a la vez otros usos de la estructura, cómo recitales u exposiciones. El estadio tiene una capacidad para 42,300 espectadores, con 1,700 lugares de estacionamiento. En total cubre un área de 306.458 metros cuadrados, de los cuales 18.800 están al aire libre, donde una fracción es ocupada por un jardín botánico.
La planta del estadio recuerda a un par de anteojos donde cada lente está ocupada por una arena distinta: la interior, donde se puede armar una cancha de béisbol; y la exterior, donde se estaciona la cancha de fútbol para que el pasto crezca al aire libre.
El proceso de transformación del estadio de la configuración para jugar béisbol a la que necesita el fútbol lleva cinco horas. La mayor parte del tiempo se dedica a retirar el césped artificial de la cancha de béisbol. Después, sobre esa superficie corre una bandeja son el terreno natural. La cancha es una batea de 120 metros de largo por 85 de ancho y de casi 1.5 metros de altura. Esta torta de césped, tierra, arena, caños de calefacción, losas de hormigón armado y vigas metálicas pesa 8300 toneladas.
Para mover esta mole, un sistema neumático genera un colchón de aire que levanta la cancha como si fuera una pluma y la coloca sobre 34 rodamientos que la transportan en 25 minutos hasta el interior del estadio.
El desplazamiento de la cancha se combina con el movimiento de las gradas. La flexibilidad del estadio rememora la tendencia clásica de la arquitectura domestica japonesa, con pantallas de bambú corredizas y elementos móviles. Con esa misma filosofía, las casi 9 mil butacas del estadio pueden cambiar de posición permitiendo una gran variedad de configuraciones para atender los distintos usos del estadio. Para alimentar el ambiente festivo de los espectáculos multitudinarios, Hara se encargo de que cada butaca permitiera una visión panorámica de la cancha y de lo que ocurre en las otras gradas.