El misterio de las centellas (220)
Yo sólo tuve valor de compartir nuestra experiencia después de ver el programa del National Geographic el martes de la semana pasada. Comprendí que lo que vivimos no era raro.
Septiembre de 2000, mi mamá (67), mis dos hijos (11 y 5) y yo fuimos hacia el sur regresando a Maputo, la capital del país. Estábamos a unos 20 kilómetros de la ciudad cuando vi lo que parecía ser una bola de fuego, como flotando a 15 metros del suelo, viajando a una velocidad de unos 3km/hora de forma cóncava, como si se dirigiera al suelo. Estaba aproximadamente a 20 metros delante de nosotros, literalmente, cruzó la calle mientras descendía.
No hice ningún comentario, pues pensé que estaba viendo cosas (después de conducir tres horas seguidas). Entonces mi hijo mayor preguntó: «¿Viste eso?» Y entonces mi mamá sugirió que podría haber sido un avión, pero ella no estaba segura. Entonces supe que habíamos visto algo muy inusual.
Les conté a algunos amigos y decidimos que había sido un ovni. Como aquí nadie había experimentado nada parecido, yo siempre pensé que era un misterio ya se me había olvidado. Estábamos todos sentados en el salón la semana pasada cuando llegó el programa del National Geographic. En algún momento, mi hijo exclamó: «Â¡Mamá! ¡No es la bola que vimos desde el coche esa noche!» De hecho, era idéntica a la versión descrita – como una bola de fuego, anaranjado y azul muy intenso en el centro y rojiza en la periferia.
Nyeleti Brooke Mondlane
Maputo, Mozambique