De la cabeza de jabalí a la cabeza de cochino

ESCRUTINIO

De la cabeza de jabalí a la cabeza de cochino[1]

Juan José Morales

Uno de los bailes tradicionales más populares y conocidos de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, es el que se conoce como cabeza de cochino, o pool kekén en maya (de pool, cabeza y kekén, cerdo). No puede faltar en las fiestas patronales de los pueblos, y en él participan hombres, mujeres y niños, que recorren las calles de la población siguiendo a un hombre que lleva en alto, sobre una pequeña mesa y profusamente adornada con papeles de colores, una cabeza de puerco que al final del recorrido se entrega a los llamados diputados, o sea los miembros de la comunidad encargados de organizar la festividad del año siguiente.

clip_image001De hondas raíces prehispánicas, y modificado a través de los siglos, el baile de la cabeza de cochino «”que nunca falta en las fiestas tradicionales de los pueblos de la península»” es una reminiscencia de las ofrendas de animales de caza a la ceiba, el árbol sagrado de los mayas. Foto cortesía de Norma Domínguez.

Pues bien, según pude saber a través de la lectura del libro El teatro popular en Yucatán, de la colección Biblioteca Básica de Yucatán, ese bailable es en realidad reminiscencia de una antigua ceremonia prehispánica, que fue convenientemente modificada por los indígenas para despistar a los frailes que la habían prohibido por considerarla cosa pagana y demoníaca.

En realidad «”según lo que escribe Alejandro Cervera Andrade, uno de los coautores del libro junto con Alfredo Barrera Vásquez y Leopoldo Peniche Vallado«” la entrega festiva de la cabeza de cochino con música, baile y gran movilización popular, fue originalmente la ceremonia del kub-pool, la cual consistía en ofrendar una cabeza de jabalí o puerco de monte a la ceiba, el árbol sagrado de los mayas.

Bajo la represión religiosa de los curas, los mayas tuvieron que comenzar a modificar la ceremonia. En lugar de llevar la ofrenda a la ceiba, lo hacían a la cruz cristiana. Pero no a una cruz con la figura de Jesús sacrificado en ella, sino una cruz desnuda y pintada de verde, que simbolizaba a la ceiba. Posteriormente, en vez de una cabeza de jabalí, se comenzó a utilizar una de cerdo, animal que no existía en tierras del Mayab sino que introducido por los conquistadores españoles. Así fue como, a lo largo de cientos de años, la primitiva ceremonia del kub-pool, de la cabeza de jabalí, terminó convirtiéndose en el baile de la cabeza de cochino o pool kekén, un elemento esencial de las fiestas patronales de los pueblos y estrechamente ligada a la vaquería, o sea el baile de la fiesta patronal en que se ejecutan únicamente jaranas.

Bernardo Caamal Itzá, quien ha estudiado y descrito el baile de la cabeza de cochino señala que en él se utiliza un ejemplar de cerdo pelón o birich kekén, especialmente escogido para tal fin y alimentado durante más de un año con hojas de ramón y maíz en el huerto familiar o solar de sus propietarios. El día de la ceremonia, se le sacrifica, y mientras la carne se emplea para preparar diversos guisos, la cabeza se coloca sobre una charola, con un pan en el hocico y se le decora con papeles y cintas de diversos colores.

Es así, debidamente ornamentado, como se le transporta por las calles del pueblo en una especie de procesión festiva, a los acordes de una banda de música, sostenida sobre la cabeza por un hombre y acompañada por niños, hombres, jóvenes, ancianos y mujeres ataviados con sus mejores ropas, y las mujeres engalanadas con flores naturales y joyas, mientras todos bailan y quienes rodean la cabeza sostienen los extremos de las cintas que la adornan simbolizando así «”dice Caamal»” la unidad y cohesión de la comunidad.

Ciertamente, las tradiciones y costumbres mayas son lo bastante sólidas como para haber podido mantenerse por siglos «”aunque transformadas»” pese a la imposición de una nueva cultura.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 11 de diciembre de 2013

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