ESCRUTINIO
A perfeccionar la dictadura perfecta[1]
Juan José Morales
Desde hace tiempo, en ciertos medios de comunicación se viene repitiendo machaconamente que debe eliminarse la figura de los diputados y senadores de representación proporcional porque, al decir de quienes así opinan, tales legisladores no representan a nadie.
Desde luego, eso es una falacia. Los diputados y senadores de representación proporcional sí representan a alguien. Concretamente a un importante sector de la población: aquellos electores que sufragaron por el partido que los postuló.
Lo que busca el PRI al tratar de eliminar o mutilar el sistema de legisladores de minoría relativa y representación proporcional, es volver a los tiempos del llamado «carro completo», en que con sólo un tercio o un 40% de los votos podía tener una aplastante mayoría casi absoluta en las cámaras, y dejar prácticamente sin representación a millones de electores que votaron por otros partidos. Eso sería un gravísimo retroceso.
Tan son estos diputados y senadores representantes de diversos sectores del electorado, que en algunos países no existe más que ese tipo de legisladores. Es decir, las curules en las cámaras se distribuyen de manera proporcional al número de votos obtenido por cada partido. En otros casos, como el de México, se mantiene un sistema mixto, en el cual parte de los legisladores lo son por el sistema de mayoría relativa y otra parte por asignación en correspondencia con la votación de cada partido.
Pues bien, ahora el PRI ha anunciado que el año próximo impulsará una consulta para que los votantes decidan si se elimina a los senadores de segunda mayoría y se reduce a la mitad el número de diputados de representación proporcional.
Como ya hemos señalado en otras ocasiones en esta columna, los diputados y senadores plurinominales representan a un importante sector del electorado, pues no surgen de la nada como se hace creer mañosamente, sino en función del número de votos obtenido por los partidos a los cuales pertenecen y representan a una porción sustancial de los ciudadanos: aquellos que dieron su voto a partidos y candidatos que no lograron mayoría relativa pero de todas maneras obtuvieron una cantidad importante de sufragios.
Este es un principio básico de la democracia: lograr la representación de todos los ciudadanos. Casi la mitad de los países democráticos emplean ese sistema, con distintas variantes, desde la proporcionalidad total «”es decir, a cada partido se le asigna un porcentaje de diputados igual al de votos obtenidos a nivel nacional»” hasta el mixto, como es el caso de México, en que una parte son de mayoría relativa y los demás se asignan a los partidos conforme a su votación de acuerdo con ciertas fórmulas.
Lo que el PRI pretende es volver al viejo sistema de mayoría relativa, en el cual únicamente llegaban a las cámaras aquellos candidatos que obtenían al menos un voto más que cualquier otro. Ese sistema le daba una mayoría muy por encima de su votación real. Volver a él significaría un grave retroceso y podría darse el caso de que en una elección en la cual participe media docena de partidos, uno de ellos obtenga sólo un 22% de los votos en todos y cada uno de los 300 distritos electorales, en tanto que el restante 78% se repartiera entre los otros cinco, sin que ninguno de ellos alcance el 22% en ninguna demarcación. Así, un partido por el cual votó sólo uno de cada cinco electores, se quedaría con todas las curules, como si hubiera obtenido el 100% de la votación. Esta situación no es tan hipotética como podría parecer. Se han dado en no pocos estados casos de elecciones en los que un partido logra mayoría en todos los distritos electorales pero sólo el 34% de la votación total. De no existir la representación proporcional, ese partido acapararía la totalidad de los diputados, aunque sólo uno de cada tres electores hubiera votado por él. O, dicho en otros términos: el voto de dos de cada tres ciudadanos no habría servido para nada.
La experiencia demuestra que con el sistema exclusivo de diputados de mayoría que había antes en México y pretende reimplantar el PRI, se perpetuaría su dominio y se silenciaría la voz de las minorías. Si los diputados de representación proporcional son comunes en tantos países, es porque permiten ejercer una auténtica democracia en la cual ningún grupo se quede sin representación. Es mentira que no representen a nadie.
Como se recordará, el escritor Mario Vargas Llosa calificó alguna vez al PRI de la dictadura perfecta. Suprimir el sistema de representación proporcional equivaldría a perfeccionar la dictadura perfecta.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 1 de octubre de 2014