Diez acciones nuevas pero añejas

ESCRUTINIO

Diez acciones nuevas pero añejas[1]

Juan José Morales

Al leer la información sobre las diez acciones propuestas por Peña Nieto para hacer frente a la crisis de inseguridad, criminalidad y violencia que padece el país, sentí de inmediato un tufo a producto añejo, rancio. Y es que, si bien se mira, prácticamente todo lo que ahora se presenta como novedad ha sido parte de las promesas de campaña o de los programas de gobierno de anteriores gobiernos priístas y panistas. Una y otra vez se ha hablado de fortalecer, depurar y modernizar los cuerpos policíacos, mejorar la administración de justicia, organizar la búsqueda de desaparecidos, endurecer las penas, establecer un mando único para la policía, enviar fuerzas policíacas o militares a las zonas conflictivas, y otras muchas cosas por el estilo. Y los resultados los tenemos a la vista. Más que mejorar, las cosas no han dejado de empeorar durante los últimos años.

El problema estriba en que «”valga la paradoja»” el problema no se ataca en su raíz. Las medidas que una y otra vez han propuesto o tomado diferentes gobiernos, son puramente cosméticas y superficiales. No van al fondo de la cuestión, que es la combinación de crisis económica y corrupción.

clip_image002La caricatura lo dice todo. Por desgracia, la corrupción «”no solamente de la policía sino de otros muchos sectores»” está tan arraigada que no podrá combatirse con medidas superficiales. Uno se pregunta qué se hará con los miles de policías municipales corruptos y aliados a la delincuencia organizada. ¿Incorporarlos a las policías estatales para que sigan haciendo de las suyas? ¿Echarlos a la calle para que delincan aprovechando sus conocimientos? ¿Meterlos a la cárcel?

No es casual que la gran mayoría de los muertos en conflictos entre grupos de narcotraficantes y de los aprehendidos por tráfico de drogas, extorsión y otros delitos, sean jóvenes. En las condiciones de estancamiento económico y desempleo generalizado, para millones de jóvenes «”con o sin adecuada preparación escolar»” prácticamente no queda más posibilidad de empleo que la delincuencia. Y a las filas de la delincuencia ingresan también no pocas personas maduras desesperadas por no encontrar empleo o agobiadas por deudas impagables.

En tanto la economía no mejore, en tanto no se garantice a esos millones de mexicanos el empleo estable y decorosamente remunerado en cuya búsqueda ahora peregrinan inútilmente, las cárceles y las fosas clandestinas continuarán llenándose a toda su capacidad.

Y el país seguirá rumbo al despeñadero «”pocas veces resultó tan bien aplicado el término»” en tanto no se elimine la corrupción rampante y generalizada, que se extiende desde los más altos niveles del gobierno hasta las ventanillas burocráticas, los policías de crucero y los ciudadanos comunes que recurren a ella porque ya se ha convertido en parte de la tramitología, y se ven obligados a aceptarla y practicar el soborno y el cohecho porque denunciarlos resulta inútil.

Pero mal podrían los gobiernos que hemos padecido combatir la corrupción «”y mucho menos podrá hacerlo el actual»” cuando han sido corruptos desde su origen. ¿Acaso no fue corrupción electoral la forma en que «”»haiga sido como haiga sido», según sus propias palabras»” llegó al poder Calderón? ¿Y no fue a través de la corrupción que implicó la abierta y descarada compra de votos mediante las famosas tarjetas Monex y Soriana, como se hizo de la presidencia Peña Nieto? ¿No son evidentemente fruto de la corrupción las escandalosas fortunas de que hacen gala ex presidentes, ex gobernadores y ex presidentes municipales? ¿No despide un fuerte hedor a corrupción esa mansión de más de cien millones de pesos adquirida en los turbios términos que todos sabemos?

Por supuesto, gobiernos corruptos jamás combatirán la corrupción. Equivaldría a suicidarse. Y si no la combaten, seguirá extendiéndose, con todas las consecuencias que ello implica en materia de impunidad y complicidad con los grupos criminales. Rodarán algunas cabezas secundarias, y se resolverán quizá algunos problemas menores. Pero en tanto no haya un cambio de fondo en la política económica y no se depure el aparato gubernamental de arriba abajo «”como, recuerda López Obrador, se barren las escaleras»” esencialmente todo seguirá igual, o peor.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 3 de diciembre 2014

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