ESCRUTINIO
El PVEM, los cineminutos y el hermanito cómodo[1]
Juan José Morales
En las últimas semanas comentamos en esta columna el escandaloso derroche publicitario que está haciendo el llamado Partido Verde Ecologista de México, especialmente en las salas de cine mediante los llamados cineminutos, cortos con los cuales se atosiga a los espectadores obligándolos a ver y escuchar sus mensajes en calidad de público cautivo y forzado. Comentamos también que, aunque el Instituto Nacional Electoral, ordenó suspender la proyección de esos cortos, el Verde sencillamente ignoró olímpicamente al INE y, en abierto desafío a su autoridad, siguió difundiéndolos durante más de un mes.
Finalmente, hace unos días, el Instituto decidió sancionar al negocio del Niño Verde por desacato y le aplicó una multa que inicialmente era de 37.5 millones de pesos pero fue incrementada a 67.1 millones, porque en el último momento se descubrieron otras ilegalidades en que había incurrido. A las salas de cine, que también se mofaron de la orden de suspender las proyecciones, se les aplicó una multa por seis millones.
Pero lo más interesante de este asunto es que en el curso de la investigación del INE, se descubrió que el jugoso contrato para la difusión de los cineminutos en las salas de la cadena Cinépolis, había sido negociado por Arturo Escobar y Vega, prominente dirigente y diputado del Verde, con un tal Adrián Escobar y Vega, que no por casualidad lleva los mismos apellidos del primero.
Arturo Escobar y Vega, alto dirigente del llamado partido verde ecologista. En su calidad de representante legal del mismo, firmó un jugoso contrato publicitario con una empresa de la cual «casualmente», su hermano Adrián es representante legal. Un bello ejemplo de cariño fraternal, aunque algunas buenas lenguas lo tachen de corrupción.
El individuo de marras, Adrián «”ya lo habrán adivinado los lectores»” es hermano del diputado. Y la fraternal dupla forma una mancuerna hecha a la medida para los negocios: Arturito, como le llaman cariñosamente sus íntimos, es el representante jurídico del PVEM. Adriancito, a su vez, es apoderado legal de la empresa Grupo Rabokse, y tiene la exclusividad de la cadena Cinépolis para contratar publicidad con partidos políticos y organismos del gobierno. Y, como señalamos, fue precisamente con la empresa de Adriancito que Arturito firmó el contrato para la difusión de los cortos.
Ciertamente, para ambos un hermanito así no resulta incómodo sino todo lo contrario.
Y no se crea que en el negocito de los cineminutos estamos hablando de unos cuantos pesos, sino de muchos, pero muchos millones. El contrato inicial con el hermanito cómodo fue por más de 39 millones de pesos. Y luego hubo otro, con diferente empresa «”de la cual todavía no se sabe qué nexos tiene con los hermanitos Escobar y Vega»” por 37 millones más. O sea, que en total, el llamado partido verde ha derrochado en unos cuantos meses más de 76 millones de pesos, tan solo en sus cortos cinematográficos. Aparte están los carteles espectaculares en calles, avenidas y carreteras, los regalos de lentes «”de los que hablaremos en otra ocasión»” los anuncios en revistas y periódicos, la publicidad en papel de envoltura de tortillas y otros muchos medios usados para esta publicidad política.
Como dijo Francisco Gárate, representante del PAN ante el INE, todo indica que estamos ante un caso de triangulación de recursos, dinero de oscura procedencia, lavado de dinero y negocios familiares. Pero, al ser destapado el escándalo de la connivencia familiar y el misterioso origen de esas carretadas de dinero, todo lo que atinó a decir Arturito fue que no hay nada indebido en el asunto, porque si bien su querido hermano es el representante de la empresa con la cual se contrató la difusión de los cortos, él no intervino en las negociaciones, sino otra persona.
Por supuesto, nadie toma en serio tal explicación, y la multa sigue en pie. Pero es de temerse que finalmente el Tribunal Federal Electoral la cancele y deje impune al Verde, como ocurrió en 2012, cuando se le encontró culpable de burlar la prohibición de contratar propaganda en televisión mediante la triquiñuela de hacerlo a través de una revista de espectáculos. En aquella ocasión se le sancionó con 194 millones, pero jamás los pagó gracias a la tolerancia «”complicidad sería mejor llamarla»” del tribunal.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 10 de marzo de 2015