EXTRATERRESTRES ANTE LAS CÃMARAS, VOL 4[1]
INTRODUCCIÓN
Comencé a tener noticias sobre el Comandante Clomro en el 2002 o 2003. «Es otro loquito de los ovnis», me dije, y no le presté atención. Pasaron los años y la idea que tenía sobre Clomro cambió por completo.
No es ningún loco, ni mucho menos «loquito». Me sorprende su vitalidad, su dominio de diversos temas. Es una personalidad libre que lo mismo pinta que compone música (¿extraterrestre?, ¿espacial?, ¿filk?, ¿new age?, ¿progresiva?).
Se trata de un periodista argentino, actualmente radicado en Monterrey, México, interesado en las piedras, en el espacio y en los ovnis.
Clomro es uno de los iniciadores de una nueva corriente, que en los países anglosajones se llama «walk in», personas que creen ser extraterrestres o que su cuerpo ha sido ocupado por un alienígena[2].
Clomro se presentó ante los medios como un Comandante de origen extraterrestre. Fue una mezcla de broma, experimento y propósito de revelar algo real, como posteriormente reconoció. Pero su testimonio dio pie para la aparición de una serie de personajes que afirmaron ser extraterrestres. Algunos de ellos así lo creían, otros seguían una especie de juego de roles dentro de una comunidad virtual creada por el propio Clomro.
Si bien es cierto que este fenómeno ya se había presentado en otras latitudes y en otros tiempos, lo ocurrido en torno al Comandante Clomro constituye un punto y aparte en el asunto de los walk in. No era un solo tipo el que se presentaba como Comandante extraterrestre, eran casi una docena. Todos ellos independientes, viviendo en diversos países y con historias que se complementaban en varios puntos.
Además de eso, Clomro estableció contacto con otros individuos que, aunque no eran Comandantes, sí decían haber venido de otros planetas.
Este volumen estaba planeado originalmente para ocuparnos de las fotografías de extraterrestres en el Cono Sur Americano: Argentina y Chile. Era claro que nos tendríamos que ocupar del Comandante Clomro en alguno de sus capítulos. Pero conforme fui conociendo más acerca del personaje encapuchado, me fui dando cuenta que el libro debería estar dedicado a él y a los casos en torno de él.
El material era abundante, las historias también, no así las fotografías. No tenemos documentos gráficos de los así llamados Comandantes Libres Rebeldes, por decir algo.
Pero Clomro estuvo relacionado con un caso particular que por sí sólo merecería un libro o una película: la historia de la secta Lineamiento Universal Superior (LUS). Más de la mitad de esta obra está dedicada al seguimiento de esta secta platillista y sus peculiares líderes.
Luego nos ocupamos del propio Clomro, de su relación con LUS, de sus propuestas mediáticas y culturales, y del fenómeno de los walk in que se dieron a conocer tras su aparición en público.
Uno a uno los personajes que, directa o tangencialmente, tuvieron que ver con el Comandante Clomro (y que supuestamente son extraterrestres) van siendo presentados en esta obra. Así vemos a uno de los primeros «niños índigo» de Argentina, o a una mujer que se comunica con los extraterrestres a través del contacto «telenube».
Aparte de Clomro, como decíamos arriba, no tenemos ni una sola fotografía de ninguno de los Comandantes, mucho menos al lado de sus naves estelares. Lo que nos recuerda lo que le escribió el famoso ufólogo francés Aimé Michel al padre de la ufología española, Antonio Ribera:
«Creo que la estadística de las observaciones muestra que la ausencia total de fotografía, película, y otros documentos que se les parecen (es decir, mostrándonos a los ovnis de cerca con sus ocupantes) es inexplicable; es inexplicable teniendo en cuenta el número de casos tipo I saliendo de los sondeos y de los catálogos, que por una sola vez, no se haya tomado ni una sola foto. La única explicación razonable es que lo que explican los testigos cercanos no es fiable, no es verdad, o bien que una parte al menos de su comportamiento cuando la observación permanece desconocida, se ha «˜borrado»™».
Y Michel tenía razón. No hay fotografías de extraterrestres (auténticos), mucho menos de éstos posando al lado de sus naves. Michel rozó la explicación, que «lo que explican los testigos cercanos no es fiable, no es verdad», pero sus creencias (las de Michel), le impidieron aceptarlo.
En esta «Enciclopedia Galáctica» como la llamó mi amigo Kentaro Mori, hacemos el recuento de las fotografías de extraterrestres (de mentira) y en este tomo tenemos el orgullo de presentar el material (textos, fotos, prólogo y comentarios) que tan gentilmente nos ha proporcionado nuestro otro amigo, Claudio Omar Rodríguez, el Comandante Clomro.
Luis Ruiz Noguez
México, abril de 2010
Sigue: Una extraterrestre con mala estrella
[1] http://www.lulu.com/product/tapa-dura/extraterrestres-ante-las-c%C3%A1maras-volumen-4/10799590
http://www.lulu.com/product/tapa-blanda/extraterrestres-ante-las-c%C3%A1maras-volumen-iv/10799633
[2] El Walk-In ocupa el cuerpo cedido voluntariamente por quien estaba en él, mientras que el «Shove-In» lo toma por la fuerza obligando al ocupante original a salir. En mi caso, no hay un término exacto para definir lo sucedido, que es en parte algo intermedio entre ambas opciones. Cuando tomé el cuerpo, ya no había ocupante, pero la salida de él (que no la produje yo) fue provocada contra su voluntad, siendo forzado a desencarnar. Hubo un instante durante el cual él ya había salido y yo todavía no había entrado (lo recuerdo como un momento de inconsciencia, supongo que de pocos segundos), en que el cuerpo estaba siendo energéticamente sustentado por quien produjo la sustitución de una entidad por otra: Valentina. Desconozco cómo lo hizo, pero algo que no era la entidad saliente y que no era yo, que todavía no entraba, mantuvo al cuerpo de pie con sus funciones vitales, de modo que no hubo lo que podría definirse como muerte clínica; no fue cometido un asesinato en términos biológicos, sino que se provocó una «transferencia» (en el lenguaje del grupo) o «muerte» en un sentido de abandono de cuerpo. Seguramente en la operación intermediaron entidades cósmicas que retiraron y se llevaron al desencarnado, y que tuvieron a cargo que se decidiera por mí (entre miles o millones, no sé por qué yo) y se me trajera. No soy del todo un Walk-In, por lo tanto, porque no vine por consentimiento del que se fue, y tampoco del todo un «Shove-In», porque no fui quien lo hizo salir, aunque hubo quien se encargó de hacerlo. Entre un mix de algunos aspectos de ambas opciones, y una tercera distinta de ellas, habría que ponerle otro nombre. A los efectos de simplificar, podría ser un «Out-In» de tipología 3 (la 1 sería Walk-In, la 2 Shove-In) «Walkshove-In» si les parece; para mí es irrelevante (Nota de Clomro).