Encuentros con extraterrestres en Chile 1927-2017
Al terminar de leer el libro de Sebastian von Kleist vinieron a mi mente diversas imágenes de mis años de preparatoria y la universidad.
Guardando las distancias y los temas me recordó el clásico de Douglas Hofstadter, Gödel, Escher y Bach; una eterna trenza dorada[1]. Cada uno en su mundo y en su estilo es una obra completa, perfecta.
Esos recuerdos tal vez surgieron porque en aquella época, al momento en que conocía la obra pictórica de Escher y escuchaba a Bach, en los cursos de matemáticas estudiaba a Gödel. Todo eso al mismo tiempo en que devoraba libros y revistas sobre ovnis de diversas partes del mundo, principalmente de Iberoamérica. Todos esos temas me tenían fascinado.
De igual forma, Encuentros cercanos con humanoides en Chile 1927 – 2017, me fascinó. Me parece una obra perfecta, redonda, como la de los trabajos antes mencionados, incluso los de la ufología clásica de salón y, un tanto académica.
En efecto, las viejas revistas como Flying Saucers Review, Inforespace, Lumieres dans la nuit, o APRO Bulletin, sólo por mencionar algunas revistas de ovnis de la época, contenían trabajos de clasificación o catalogación[2], como en la presente obra, que me parece que es de las pocas cosas rescatables de la ufología.
Permítanme hacer referencia a cuatro grandes de la ciencia y recordar aquí algunos de sus pensamientos en torno a las matemáticas
«Las matemáticas son la puerta y la clave de las ciencias», decía Roger Bacon[3]
Galileo Galilei en su Il Saggiatore[4], discute con uno de sus críticos, Sarsi, sobre el argumento de autoridad y le explica que no es necesario hacer ese llamado. Con saber leer la naturaleza es suficiente. Galileo entendió que la simplicidad y la elegancia de la naturaleza se debe a que ella habla en el lenguaje de las matemáticas. Escribe:
«»¦ y tal vez estima que la filosofía es un libro y una fantasía de un hombre, como la Ilíada y el Orlando furioso, libros en los que lo menos importante es que lo que se escribe es verdad[5]. Sr. Sarsi, las cosas no son así. La filosofía está escrita en este gran libro que se abre constantemente ante nuestros ojos (digo el universo), pero no puede ser entendida si no aprendes a entender primero el lenguaje, y conoces los caracteres, en los que está escrita. Está escrita en lenguaje matemático, y los caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible de entender humanamente; sin estos es vano vagar por un laberinto oscuro».
Albert Einstein en su Sidelights of Relativity[6], nos dice:
«Aquí aparece un rompecabezas que ha perturbado a los científicos de todos los tiempos. ¿Cómo es posible que la matemática, un producto del pensamiento humano, que es independiente de la experiencia, se ajuste tan excelentemente a los objetos de la realidad física? ¿Puede la razón humana sin experiencia descubrir con su puro pensar propiedades de las cosas reales?»
Finalmente recordemos a Richard Phillips Feynman[7] quien alguna vez escribió:
«Para aquellos que no sepan matemáticas es difícil entender que sean bellas, la belleza más profunda de la naturaleza. Si quieres aprender de la naturaleza, apreciarla, es necesario entender el lenguaje en el que habla».
¿Qué tienen que ver estas referencias de cuatro de las mentes más brillantes que ha dado el mundo con el tema de este libro? El lector, haciendo honor a su nombre, tendrá que seguir leyendo para descubrir la relación.
Para los griegos las matemáticas eran una forma de pensamiento puro, en contraste con la sucia ambigüedad del mundo real. Como decimos arriba fue Galileo quien se dio cuenta de todo lo contrario, de que las matemáticas, con toda su simplicidad y su pureza, eran quienes capturaban verdaderamente el mundo, sus razones y sus mecanismos y su modo elegante de generar los procesos.
No sé si es por mi formación (o deformación) profesional, pero me gusta la naturaleza. En la naturaleza es común encontrar patrones matemáticos fascinantes. Las formas de algunas plantas, animales y entornos nos hacen preguntarnos si es posible que los propios organismos se diseñen de esta manera o si acaso hay una mente maestra detrás de su estructura. Y es que, desde cierta perspectiva, resulta increíble que el universo aparentemente caótico se organice con tanta precisión.
Ya nuestros antepasados, cuando miraban al cielo por la noche y veían las estrellas, trataban de dar algún sentido a lo que veían. Trazaban líneas entre los astros e imaginaban formas humanas, de animales y de cosas. Buscaban patrones como una forma de controlar el azar.
De esa búsqueda de patrones, o más bien, del tratar de controlar lo desconocido, surgen las religiones. La ufología es una protoreligión moderna que intenta controlar o «explicar» lo desconocido (luces en el cielo, huellas en la tierra, supuestas anomalías en el comportamiento humano, etc.) con»¦ otro desconocido: los ovnis (objetos voladores no identificados). Pero en su camino hace trampa y asimila lo no identificado a una civilización extraterrestre[8]. En ese sentido no hay mucha diferencia entre aquellos humanos que inventaron la astrología en China mil años antes de Cristo, y los actuales ufólogos que siguen teniendo un pensamiento mágico e irracional.
Porque a veces no existe un patrón en el cúmulo de datos. Las líneas con que los astrólogos unen a las estrellas no tienen un sustento real y no hay un toro ni una balanza en el cielo, son como las figuras que «vemos» en las nubes o en los mosaicos, simples pareidolias. Si tan solo lo dejáramos como un divertimento (jugando con nuestros hijos a ver quién descubre más figuras en las nubes; o aplicando el método paranoico crítico de Salvador Dalí para descubrir decenas de figuras Trompe-l’Å“il en donde sólo hay una mancha).
De igual forma, por todo lo que sabemos hasta el momento, en el así llamado «fenómeno ovni» no hay nada fuera de las leyes naturales; no hay viajeros de las estrellas que estén visitando la Tierra utilizando naves que viajan a velocidades supra lumínicas; tampoco hay un «sistema de control», ni abducidos que tengan tiempo perdido (a quien han hecho perder el tiempo es a quienes escuchan o leen sus cuentos). En más de 70 años la ufología no ha aportado una sola prueba de sus dichos. Todos los casos, cuando se les investiga bien, han respondido perfectamente a la Hipótesis Psicosocial y en muchos casos tienen un origen en un fenómeno natural (astronómico o atmosférico) y/o a la pobre capacidad del ser humano para ser un testigo confiable, debido ya sea a una falla en su memoria o sus sentidos, o a que descaradamente está mintiendo, sin mencionar la enorme influencia de los ufólogos (la ufología sólo existe debido a que los ufólogos existen).
Como escribí en otro lugar, la ufología es la novela más grande del género humano, es la novela completa, total. En el caso que nos ocupa, el libro Encuentros cercanos con humanoides en Chile 1927 – 2017, de Sebastián von Kleist, resulta ser uno de los capítulos chilenos más interesantes de esa novela total. Y lo es para mí porque desconocía casi por completo el tema de los humanoides en Chile y Kleist nos asombra con un cañonazo de más de noventa años. Una historia que inicia en 1927, muy anterior a la era moderna de los platillos voladores. Pocos países pueden tener la gloria (¿o la pena?) de contar con casos tan antiguos.
Pero, como muchas veces me han criticado, si no crees en los ovnis, ¿por qué te ocupas de ellos? Aristóteles decía[9]: Todo reino de la naturaleza posee sus maravillas; por eso nos aventuramos a estudiar toda clase de animal sin desprecio, porque cada uno de ellos, todos ellos, nos revelan algo natural y alguna belleza. Pienso que en el animal que es la ufología (y otras pseudociencias) también se puede encontrar una perla digna de estudiar, y me parece que Sebastián encontró una de buen tamaño.
Y aquí regresamos al tema matemático. Resulta ser que Encuentros cercanos con humanoides en Chile es un libro elegante y redondo desde muchos aspectos. Muestra de manera meticulosa (con fechas, nombres, datos, cronología, resúmenes de los casos, referencias bibliográficas, etc.) cada uno de los sepetecientos casos registrados en la ufología chilena en la que hay presencia de supuestos humanoides. Esta es la primera parte ordenada, pero no la única. Me consta que Sebastián movió todas las piedras que encontró para llegar hasta el último dato para completar su catálogo (fue así como llegó conmigo, solicitando cualquier información que pudiera tener sobre casos de humanoides en Chile; desdichadamente poco le pude aportar); revisó los catálogos en línea, así como diversas fuentes en internet, pero sobre todo, hizo una intensa investigación hemerográfica. Todo ello, como digo, de forma matemáticamente ordenada.
Al leer el libro me pareció que estaba escuchando Kanon und Gigue in D-Dur für drei Violinen und Basso Continuo, de Johann Pachelbel (¿paisano de Sebastián?), porque cada vez que creía que había llegado a la cúspide volvía a encontrar una nueva montaña (un nuevo caso) cada vez más alta (o un caso cada vez más inverosímil, más ridículo, más increíble, más grotesco, más»¦ ponga usted el adjetivo que guste). Y como el Canon de Pachelbel (que en definitiva puse para escucharlo mientras leía el libro de Sebastián), el tema no bajaba sino parecía subir hasta el infinito. Por eso es que pienso que este libro es uno de los mejores logros de la ufología chilena.
Este «canon ufológico», será la «vara de medir»[10] de cualquier otro trabajo que se emprenda en este rubro en el futuro. La progresión armónica alcanzada por Pachelbel en su obra musical es muy similar, nuevamente guardando las distancias, a la que tenemos en este libro sobre «marcianos». Encuentros cercanos con humanoides en Chile es un libro redondo, casi matemático, musical y de lectura fácil. Tiene un cierto tono escéptico pero por lo general guarda un ambiente neutro. Lo pueden disfrutar tanto tirios como troyanos (crédulos como escépticos), pero sobre todo los interesados en la historia de la ufología chilena que, por lo que leemos, es una de las más ricas.
Encuentros cercanos con humanoides en Chile también se puede ver como una pintura de Escher, o de Dalí, porque cada uno de los casos presentados es como una repetición o una vuelta de tuerca de otros casos de la propia ufología chilena o mundial y de esa forma nos remite a esas pinturas «infinitas» creadas en espacios «finitos» de Escher. Pero también están las imágenes múltiples de las obras de Dalí, porque si analizamos algunos de los casos que nos presenta Sebastián, vemos que hay muchas más caras y figuras ocultas que las que vemos a simple vista.
En resumen. Este es un libro inteligente, bien escrito y mejor investigado, que muestra un panorama general y (yo diría) completo de la casuística humanoide en Chile. Un libro que no da concesiones y que respeta la inteligencia de sus lectores; que les proporciona las referencias para que ellos puedan leer los originales, algo que es muy poco usual en la ufología. Una obra que, mientras la leía, deseaba que continuara y continuara, pero que lamentablemente llegó a su final. Un trabajo que envidio porque me gustaría hacer algo parecido para la ufología mexicana, pero que sé que no tengo los medios, los alcances, las capacidades ni los tiempos de Sebastián. Un libro, a su estilo, «matemáticamente» redondo que sin ninguna reserva recomiendo leer.
Luis Ruiz Noguez
Diciembre de 2017
El libro se puede comprar en:
Si quiere contactar con Von Kleist:Â https://twitter.com/
[1] Tengo la edición del Concejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México, 1982.
[2] Los catálogos no sólo eran de humanoides, pero ya que este libro trata este tema, me viene a la mente el clásico de Jader U. Pereira, Los extraterrestres, cuya traducción al español leí por primera vez en Stendek.
[3] El original en su Opus Majus: Et harum scientiarum porta et clavis est Mathematica.
[4] El texto original se encuentra en Il Saggiatore: Parmi, oltre a ciò, di scorgere nel Sarsi ferma credenza, che nel filosofare sia necessario appoggiarsi all’opinioni di qualche celebre autore, sì che la mente nostra, quando non si maritasse col discorso d’un altro, ne dovesse in tutto rimanere sterile ed infeconda; e forse stima che la filosofia sia un libro e una fantasia d’un uomo, come l’Iliade e l’Orlando furioso, libri ne’ quali la meno importante cosa è che quello che vi è scritto sia vero. Signor Sarsi, la cosa non istà così. La filosofia è scritta in questo grandissimo libro che continuamente ci sta aperto innanzi a gli occhi (io dico l’universo), ma non si può intendere se prima non s’impara a intender la lingua, e conoscer i caratteri, ne’ quali è scritto. Egli è scritto in lingua matematica, e i caratteri son triangoli, cerchi, ed altre figure geometriche, senza i quali mezi è impossibile a intenderne umanamente parola; senza questi è un aggirarsi vanamente per un oscuro laberinto.
[5] Lo mismo ocurre en la literatura ufológica.
[6] Einstein Albert, Sidelights of Relativity, Dover Publications, New York, 1983. 64 paginas.
[7] Richard Phillips Feynman (físico teórico estadounidense, ganador del premio Nobel de Física en 1965, por su desarrollo de la electrodinámica cuántica)
[8] Si nos atenemos a la «hipótesis» más socorrida en el mundillo de ovnilandia, porque paralela a la «Hipótesis Extraterrestre» coexisten otras «hipótesis», como la paranormal, la de los mundos paralelos, la de los viajeros del tiempo, etc. Todas ellas igualmente estúpidas, asombrosas y fascinantes.
[9] Jiménez, E. y Alonso, A.: Partes de los animales; Marcha de los animales; Movimiento de los animales. Editorial Gredos, Madrid. I, 5, 1-7.
[10] Canon viene del griego (κανών) que significa «vara de medir».