Canarias y los ovnis
Las Islas Canarias son aún hoy, en cierta medida, un lugar exótico para quienes no viven en su territorio de siete pequeños trozos volcánicos. Y una forma de exotismo son los ovnis y sus numerosas manifestaciones en el archipiélago. Porque, tras décadas de propaganda por parte de periodistas infumables que no han aportado ni una sola prueba contrastable, Canarias acabó convirtiéndose en un «lugar mágico» por medio de una especie de resacralización petarda del terreno y la historia propiciada por gente abierta de mente y misteriófila. Se trata de individuos que, en general, parecen incapaces de distinguir entre el valor probatorio de una superstición local relacionada con alguna «casa encantada» para referirse a supuestos entes desencarnados, por ejemplo, y el de los restos fósiles de Fuerteventura como demostración de la presencia de fauna del cuaternario en la citada isla. Deben pensar que la publicidad lo puede todo y que los cuentos de vieja majadera y asustadiza, bien presentados, pueden encandilar a un concejal de cultura. Seguramente tienen razón.
Me centraré; porque yo, con permiso de Naukas, he venido a escribir de mi libro, que trata de ovnis. Cuando digo ovnis hay que entender relatos o historias personales sobre visiones de supuestos hechos o fenómenos que el testigo no supo identificar, y que bien éste, bien un periodista o un interesado etiquetó como tal. No es una definición muy precisa, como habrá notado el lector, pero eso es lo que hay. Si yo quisiera que quien me lee comprara esta moto mía le diría que en mi libro encontrará pruebas de visitas extraterrestres al planeta, al planeta canario, claro; o de indicios de fenómenos de «frontera», «enigmáticos», «apasionantes» y otros adjetivos de los que usan los poetastros del misterio. Pero ni de una cosa ni de otra tratan las 698 páginas que lo componen: tratan, como he dicho, de cosas o fenómenos no identificados por personas normales y corrientes «“la gran mayoría, creo- que en un justo momento se dieron de bruces con algo de apariencia extraña para ellos, en el ámbito celestial o a escasa altura y distancia.
Según el común de los ufólogos (anglicismo que identifica -¡ough!- a quienes se preocupan por este asunto) esas historias se refieren claramente a un fenómeno que está ahí, ya sea extraterrestre según la mayoría, ya sea otra cosa (interdimensional, psíquico o lo que se les ocurra). Aquellos ufólogos que no son del común, como el autor, que ni siquiera sabe si eso de ser ufólogo realmente es algo, estos relatos son en gran parte creaciones de los testigos, en el sentido de que, aunque su origen resida en una percepción real, lo que llega al investigador es una versión que puede contener muchos elementos distorsionados. No estoy descubriendo pólvora alguna: es una completa obviedad que el testimonio es influido por numerosos factores. Pues, aun así, el periodismo de misterios ignora estas circunstancias deliberadamente y sobrevalora hasta extremos ridículos la palabra de quienes han visto algo «raro», en particular la de profesionales de algunos ámbitos como la aeronáutica militar y civil y la astronomía, por razones simplonas que el lector se puede imaginar sobre la marcha.
La inmensa mayoría de los libros que sobre ovnis se publican aún hoy en día se componen de especulaciones, sugerencias e insinuaciones dirigidas a sorprender al lector. Son productos de consumo que subvienen a las necesidades culturales y emocionales de sus receptores. Son maravillas de diseño confeccionadas con retales del último medio siglo de la empresa del misterio. En El fenómeno ovni en Canarias. Desde el siglo XVIII a 1980 (Le Canarien Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 2017) no aparece material de este tipo. Mi interés por estos relatos y supuestos fenómenos lo he enfocado hacia la explicación de todo ejemplo que no superase mi capacidad. Es decir, deseo que aquellos sucesos que no he podido explicar (bólidos, estrellas fugaces, planetas, aviones en vuelo nocturno, reentradas de chatarra espacial, etc.) sean explicados por otro interesado más capacitado. Incluso si alguien lograra resolver alguno de los episodios como la aparición de extraterrestres en nuestro planeta sería un gran logro. Al fin y al cabo, es una explicación más, aunque escasamente probable. Pero no basta con la opinión, ni con la sensación, ni con afirmar públicamente la más acendrada e íntima creencia al respecto. Se necesitan pruebas, no palabrería periodística. Pero ¿para qué pedir pruebas si los aficionados creen que un vídeo fabricado por un chiflado en su desván o la parida publicitaria de un correcaminos de los ovnis lo son?
Afortunadamente, los ovnis son una leyenda intrascendente «“para la salud personal y social- aunque muy significativa. Tiene una fuerte relación con cómo el gran público percibe la ciencia, la ciencia ficción, el cine y la exploración del espacio exterior, con el secretismo de los gobiernos y sus cortinas de humo, y con manifestaciones religiosas relativistas. No estamos ante proto-delincuentes como los anti-vacunas, los médicos alternativos o, en España, los fabricantes de historias regionales románticas y secesionistas, veneno cultural nada homeopático.
Ello no quita para que la ufología haya desembocado en la promoción de especies propias de manicomio, como los reptiloides, los cadáveres alienígenas guardados en la nevera del Congreso norteamericano, la astroarquología o los pactos secretos entre militares y extraterrestres. Pero el interesado puede estar tranquilo: en El fenómeno ovni en Canarias no hallará estas ocurrencias. Si acaso, algunas divertidas anécdotas sobre contactos con seres de Saturno y Urano en La Tejita, una bonita y extensa playa del sur de Tenerife al pie de Montaña Roja, junto a otras más de 300 historias cortas y largas, triviales o rebuscadas, ridículas o intrigantes. En este sentido, se trata de una obra clásica de ufología en forma de repertorio de lo que el autor conoce extraído de la prensa de los últimos setenta años, de revistas generalistas y especializadas, de la radio, de la televisión y de entrevistas personales con testigos. Como indico en la introducción, mi pretensión no es probar la existencia de ningún fenómeno inexplicable, de hecho, dudo que tal cosa exista; menos aún la furtiva presencia de seres allende el sistema solar. Ni cada una de estas anécdotas ni todas ellas juntas tienen la capacidad de probar nada, más allá de su propia naturaleza de relatos codificados en la prensa, en cuestionarios especializados y en grabaciones magnetofónicas transcritas que tienen el denominador común de haber sido etiquetados como «ovnis». Es una muestra, lo más amplia posible, de cómo se manifestó hasta 1980 la creencia en estas islas, que no son nada mágicas, por cierto. Un segundo tomo futuro abarcará desde 1981 hasta 2015.
Como cualquier otro libro que no sea obra de periodistas mixtificadores su contenido podrá ser de interés para recopiladores del folclore contemporáneo e investigadores de las leyendas urbanas, y para toda persona que sienta curiosidad por este material cultural.
El fenómeno ovni en Canarias. Desde el siglo XVIII a 1980.
Ricardo Campo Pérez
Le Canarien Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 2017.
698 páginas.
ISBN: 978-84-947694-1-8
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