La historia oculta del ufólogo chileno que mató en dictadura

La historia oculta del ufólogo chileno que mató en dictadura[1]

Diego Zúñiga C.

GajardoL (5)Raúl Gajardo Leopold es un investigador relativamente conocido en Chile, donde aparece cada tanto en prensa narrando avistamientos de ovnis. Sin embargo, pocos conocen su relato más terrible, que no habla de extraterrestres, sino de personas sin humanidad.

El 16 de septiembre de 1973 Chile llevaba cinco días bajo una dictadura militar. Capitaneadas por el general de Ejército Augusto Pinochet, las Fuerzas Armadas habían derrocado a Salvador Allende, el primer presidente socialista en ser elegido democráticamente en todo el mundo. Carabineros de Chile, la policía militarizada, apoyó el alzamiento y Raúl Eduardo Gajardo Leopold, como teniente de ese cuerpo armado, cumplía con imponer el orden y la disciplina con mano dura. Brutal, incluso. Precisamente ese 16 de septiembre dio una prueba de cuán lejos estaba dispuesto a llegar para demostrar su lealtad al nuevo régimen.

Esa madrugada llegó hasta la tenencia de Quellón Héctor Arturo Hildebrando Santana Gómez. Con solo 24 años, Santana era técnico agrícola, jefe de Área del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) y militante del Partido Comunista, proscrito tras el golpe de Estado. Se hizo presente en la unidad policial porque su esposa, Liliana Hernández, había sido detenida para presionarlo a él, que era buscado por las fuerzas de seguridad de la dictadura. Y en Quellón, en el extremo austral de la isla de Chiloé, el mando lo ostentaba Gajardo.

GajardoL (3)«Testimonios verosímiles y concordantes indican que el afectado se presentó voluntariamente a dicho cuartel al tener conocimiento que su cónyuge había sido arrestada en razón de que le buscaban a él. Asimismo, que al presentarse había sido golpeado y ejecutado en el mismo recinto policial», relata en el Informe Rettig la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, formada durante el primer gobierno democrático posdictadura para buscar la verdad sobre lo ocurrido con los asesinados y detenidos desaparecidos durante los 17 años de régimen militar. Santana murió en las caballerizas de la subcomisaría por «fuego de metralla», dice un fallo de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt. El hombre que jaló el gatillo en esa ejecución fue Gajardo Leopold, según la sentencia judicial.

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Gajardo dice que se enamoró del tema ovni exactamente el 31 de julio de 1965, cuando era subteniente en Puerto Montt. En esa fecha ocurrió el caso Pelluco, que para los ufólogos chilenos es todo un hito: durante un velorio nocturno, algunas personas vieron unas luces en el cielo en medio de una tormenta; al día siguiente, se descubrió un deslizamiento de tierra en un cerro cercano, algo usual tras unas lluvias torrenciales. Los ufólogos creen que un disco volador succionó la tierra. Gajardo asegura hoy que investigó el caso y que eso lo llevó a interiorizarse en las procelosas aguas de la ufología, aunque ni la prensa de la época ni los investigadores de entonces lo citan o recuerdan.

La verdad es que, ufológicamente hablando, Gajardo no existe hasta 1996, cuando empieza a hacer sus primeras apariciones en la prensa de la ciudad donde se estableció, Angol, así como en periódicos de Temuco, la capital de la Novena Región. Esto tiene sentido: tras haberse acogido a retiro como carabinero, ser detenido por la Justicia y recuperado la libertad en 1992, Gajardo debía rehacer la larga vida como civil que le esperaba, y vio en los ovnis una forma de validarse socialmente. Tiempo y ganas tenía de sobra, y esta nueva faceta de ufólogo lo podría ayudar a dejar atrás el sabor amargo de haber estado preso por la muerte de una persona.

Nacido el 23 de mayo de 1941 en Concepción, desde pequeño fue un amante de las armas. A los seis años ya cazaba aves y, claro, veía cosas raras en el cielo. Al menos eso cuenta él. A los ocho años estaba en la localidad de Nacimiento cuando vio un meteorito, que él equipara con un objeto volador no identificado. A los 13, en Concepción, vio algo brillante con forma de tubo y también unos seres con el cráneo plano, que se le aparecieron en distintas circunstancias cuando paseaba por el centro de la ciudad. Aunque en otras entrevistas ha dicho que su primer ovni lo vio en 1977 o en 1989, es un hecho que el policía de gatillo fácil recuerda que tuvo una infancia llena de enigmas. Y una adultez también: cómo olvidar que en 1966 un fantasma lo aterrorizó en Puerto Montt.

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La impunidad total nunca es eterna. Bueno, al menos en este caso no lo fue. Tras la publicación del Informe Rettig, donde aparece consignado el asesinato de Héctor Santana, la Comisión de Derechos Humanos presentó una denuncia el 21 de marzo de 1991 contra Gajardo. Ésta fue acogida por el juez del Crimen de la ciudad de Castro, Luis Rolando del Río Moncada, quien decretó la detención del acusado mientras duraba la investigación. Este magistrado llegó a la convicción de que el homicidio fue perpetrado «alevosamente» y «sin que mediara provocación que justificara» la muerte, como señala en su sentencia. Para Del Río, Gajardo debía responder por un delito de lesa humanidad que es imprescriptible, y aseguró que con su acto no solo ofendió a la víctima, sino «a la sociedad chilena en su conjunto y a la humanidad toda».

GajardoL (4)El abogado de Gajardo, Jaime Alonso Elgueta Burgos, recurrió presentando un recurso de amparo en favor de su defendido, alegando que la prisión era arbitraria, pues «los hechos que motivan la causa» (el asesinato, en castellano) ocurrieron en 1973, y por lo tanto se encontraban amnistiados, de acuerdo con el Decreto Ley Nro. 2191 de 1978, mediante el cual la dictadura militar exculpó a todos los violadores de derechos humanos que hubieran cometido crímenes entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1978. En la defensa no se niega el crimen, sino que se apela a que éste se encuentra prescrito.

Esa primera presentación fue rechazada por la Corte de Apelaciones de Puerto Montt el 31 de enero de 1992 dado que la «orden de detención emanó de autoridad que tiene facultad para disponerla sin que se establezca «“suficientemente»“ que se haya expedido fuera de los casos previstos en la ley o sin que haya mérito o antecedentes que la justifiquen». Gajardo debía seguir preso.

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GajardoL (1)Desde que ganó cierta fama como ufólogo, Gajardo ha protagonizado entrevistas y reportajes, especialmente en la prensa regional. Allí ha narrado sus numerosas desventuras con los ovnis, que él considera indudablemente naves provenientes del espacio exterior que sienten una predilección muy marcada por Angol y, particularmente, por él mismo. Ha contado, por ejemplo, que estaba cerca del volcán Llaima cuando vio su primer ovni real (sic). Luego, en 1977, vio otro en Puerto Montt, donde se desempeñaba como ayudante del prefecto con el rango de capitán. Y en 1989 tuvo la suerte de estar junto a su hijo Raúl Alberto, de cinco años, cuando se les cruzó otro ovni. Los dos juntos vivieron una experiencia similar en 1998, cuando iban camino al colegio San Francisco. «He vivido casos espectaculares, con ovnis frente a mí, muy cerca», dijo en 2013 al Diario Austral de la Araucanía.

Pero no solo entrega sus testimonios, no vayamos a pensar que lo suyo es puro ego. También habla de los muchos casos que ha investigado, como uno que le tocó conocer a comienzos de los 80, cuando era comisario de la Primera Comisaría de Osorno, ciudad donde vivía en unos bloques de departamentos en la población Vicente Pérez Rosales. Era la historia de una mujer que vio unos extraterrestres y, aterrorizada, dejó su auto abandonado en medio del campo. O lo ocurrido en octubre de 1982, cuando una patrulla policial vio a lo largo de 17 kilómetros una luz. Aunque este último podría ser el mismo caso que Gajardo dice en otra entrevista que ocurrió no en octubre de 1982, sino en septiembre de 1978, en el marco de un rally internacional que unía Perú, Chile y Argentina.

«Los últimos 17 kilómetros antes de cruzar a Argentina, un ovni se posó sobre un radiopatrulla, la situación conmocionó a los uniformados que estábamos en el lugar («¦) querían disparar, le colocaron la baliza, el ovni era plateado de (forma) circular, se movía sobre el vehículo, se supo después que dos pilotos chilenos fueron abducidos en territorio argentino, ellos contaron que los habían llevado con auto y todo», recordó Gajardo en otra entrevista, donde curiosamente relata estos hechos como si él hubiera estado ahí, aunque también de una manera que permite deducir que en realidad todo se lo contaron terceras personas.

GajardoL (2)Desde que comenzó su devenir por el mundo de los ovnis Gajardo ha recopilado, según propia confesión, más de dos mil casos. Muchos de ellos los protagoniza él mismo, como las 40 veces que vio ovnis entre 1980 y 1982, cuando trabajó en la Comisaría de Osorno, y los otros que conoció cuando se desempeñó en la Tercera Comisaría de Rahue, al menos entre octubre de 1982 y abril de 1983. En esa época un colega carabinero le contó que había visto entrar una estrella en el lago Llanquihue, y un cuidador de la Escuela Agrícola Adolfo Matthei le aseguró que había visto cuerpos luminosos en el cielo. No puede ser de otra forma: el mismo Gajardo ha revelado que cada vez que conoce a alguien, le pregunta si ha visto cosas extrañas en el cielo. Si le dicen que sí, esa experiencia pasa a engrosar las carpetas que el carabinero retirado acumula en su casa.

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Hay un testimonio que asegura que Gajardo Leopold ya tenía entre ceja y ceja a Héctor Santana. Es el de Cataldo Martínez, amigo de Santana y quien se encontraba con él unos días antes del golpe de Estado. En el ambiente se respiraba ya la tensión política y para muchos funcionarios de Gobierno era evidente que el alzamiento militar era cosa de poco tiempo. Ese ánimo de enfrentamiento lo vivieron Martínez, dirigente de las Juventudes Comunistas, y Santana cuando pasaron por fuera de la subcomisaría de Quellón rumbo a la localidad de Yaldad y fueron conminados a detenerse por un grupo de carabineros liderados por Gajardo Leopold.

«Fuimos revisados y allanado el vehículo de INDAP que Héctor conducía. Se nos exigió la documentación personal y del vehículo y en medio de amenazas pudimos continuar hacia nuestro destino», relató Martínez en el sitio web Memoria Viva. El testigo confirmó a EOC cada uno de sus dichos y que la persona que estuvo a cargo de ese operativo fue la misma que luego fue amnistiada por el crimen de Santana, es decir Gajardo Leopold, que entonces era teniente de la Tenencia de Quellón, como el mismo ufólogo reconoció en un texto titulado «Algo más sobre Francisco Coloane».

Sigue Cataldo en Memoria Viva: «El teniente tuvo expresiones como éstas: «˜van los conchasdesumadre a organizar guerrillas a Yaldad, a levantar a los indios»™, «˜a ti (por Héctor) te tengo en la mira, comunista culiao»™». Y luego a Martínez lo miró fijamente y le dijo «no es primera vez que te veo por estos lados… espero que sea la última». Al regresar de Yaldad, nuevamente Gajardo, acompañado por otros funcionarios policiales fuertemente armados, realizaron «la misma comedia de terror y todas las amenazas fueron esta vez más fuertes y más violentas».

Cataldo Martínez vivía en Castro, al norte de Quellón, y volvió hasta allá preocupado. Afirma que le rogó a Santana, «amigo entrañable», que evitara el contacto con las fuerzas policiales. El 11 de septiembre, día del golpe de Estado, Martínez se encontró en una sede del Partido Comunista con Santana. Le pidió que no viajara a Quellón, por temor a que le sucediera algo. El jefe de Área del INDAP le respondió «debo ir donde el compañero Presidente ha ordenado: mi puesto de trabajo». Cinco días más tarde, a las 0.50 horas del 16 de septiembre, las balas resonaron en las caballerizas de la tenencia de Quellón.

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Gajardo Leopold llegó a Angol en 1986. En las paredes de su casa en la Población Cornelio Saavedra luce algunas de las fotografías que ha obtenido en su dilatada carrera como ufólogo. Hay también figuras de extraterrestres de distintos tamaños y una enorme cantidad de carpetas donde acumula sus investigaciones, meticulosamente ordenadas con números de orden, como si se tratara de reportes policiales, de accidentes de tránsito, de robos a casas, de crímenes pasionales. Tras salir en libertad en 1992, inició un periplo por distintos grupos ufológicos y empezó a navegar con soltura por ese mundo.

En 1996, junto con ingresar a la Agrupación de Investigaciones Ovnilógicas (AION), el famoso grupo de Rodrigo Fuenzalida, tuvo un programa radial en Angol. Ese mismo año fue entrevistado por el Diario Austral de Temuco, donde un tiempo más tarde, en septiembre, reveló haber visto ovnis junto a unos vecinos. A comienzos de 1999 ya escribía esporádicamente una columna en el diario local Renacer de Angol, donde mezclaba sus creencias en seres extraterrestres y mitología mapuche.

Tras dejar AION y en 1997 comenzar a colaborar con la revista Revelación, entró al Equipo Superior de Investigaciones Ovnilógicas (ESIO) en 1998, entidad a la que enviaba sus videos. En uno de ellos, Gajardo aparece horas mirando un ovni que permanecía estático sobre su casa, y se mantuvo en esa condición hasta el amanecer. También relataba sus avistamientos de lo que él llama ovnis-máquinas, que «“conviene saberlo»“ son distintos a los otros ovnis, los ovnis-estrella, que son los estáticos. Tras el fin de ESIO, se vinculó al Instituto de Investigación y Estudios Exobiológicos (IIEE), en cuyo boletín NOUFA suele publicar sus anécdotas o investigaciones. También ha sido delegado del Comité de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos (CEFAA), aunque ya no forma parte de él. Y siempre que se ha ido de un grupo lo ha hecho hablando mal de sus miembros en entrevistas y también en correspondencia privada.

Por ejemplo, tras no ser tomado más en cuenta por CEFAA, comenzó a referirse a ese grupo «con un particular y agresivo tono», cuenta el investigador Héctor Méndez en su artículo «Anatomía de un mito con nombre de persona», donde agrega que «en un principio atribuí esto a su condición de ex uniformado, pues en repetidas ocasiones me narró sus experiencias durante el gobierno militar, por el cual siente una especial adoración».

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La versión oficial de la muerte de Santana, la entregada por la dictadura, afirma que el joven llegó a la dependencia policial con un arma de fuego y que habría intentado agredir con ella a los funcionarios. El Informe Rettig desmiente esa afirmación señalando que «testimonios verosímiles y concordantes indican que el afectado se presentó voluntariamente» en el lugar. Asimismo, para la Comisión de Verdad resulta «inverosímil que el afectado se haya presentado ante Carabineros armado, máxime cuando su esposa se hallaba detenida en el lugar», y estima que «si hubiese existido alguna agresión a los funcionarios, estos están capacitados para enfrentar el hecho sin necesidad de dar muerte a las personas», por lo que «la Comisión se formó convicción de que Héctor Santana fue ejecutado por agentes del Estado con violación de sus derechos humanos, y al margen de la ley».

Al ser rechazado el amparo por la Corte de Apelaciones, se presentó un recurso ante la Corte Suprema, que el 2 de junio de 1992 falló que si bien se encuentra justificada «la existencia del delito de homicidio simple de Héctor Arturo Santana Gómez, como asimismo la participación en calidad de autor de Raúl Eduardo Gajardo Leopold», el caso cumple con los requisitos señalados en la Ley de Amnistía, por lo que «se revoca la resolución apelada de 31 de enero último» y se deja sin efecto «el auto de reo dictado» en contra de Gajardo. Los jueces de la Corte Suprema, además, señalaron que Luis Rolando del Río Moncada excedió sus atribuciones «al manifestar opiniones de índole personal y subjetivas» sobre la naturaleza del crimen. Deja establecido, también, que Gajardo no recibió órdenes de sus superiores para actuar contra quienes «fueran enemigos políticos del régimen imperante».

Se dio, en consecuencia, la instrucción de dejar en libertad a Gajardo de forma inmediata ese mes de junio de 1992. Se envió un telegrama al recinto penal para dar la noticia.

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A Gajardo le gustan las luces y la fama y por ello le molesta cuando le disputan el rol de especialista en su pequeño feudo. De eso deja constancia Héctor Méndez cuando relata que una vez recibió «una carta de Gajardo donde decía: «˜Héctor, ¡¿por qué saliste en la televisión hablando del fenómeno de Angol, si eso es mío?! («¦) Me estás dejando en ridículo… Yo te invité para que ratificaras mis dichos y no para que me rebatieras…». Esto revela la forma de trabajar de este ex carabinero, algo que también queda en evidencia cuando Gajardo se pregunta en la revista Revelación «¿por qué se da espacio en prensa a otros investigadores para brindar opiniones sobre lo acontecido y no así al protagonista de este extraordinario evento, cuyos documentos, grabaciones y videos son material único de consulta para dar explicación al suceso?». Se refiere a sí mismo, claro.

Para él la investigación se reduce a subir un cerro y mirar el cielo. Siempre habrá algo raro con lo que añadir material al archivo. Nunca ha explicado un caso, porque para él la explicación está clara: todas las luces son naves extraterrestres, aunque a veces se trate de las lámparas de los cazadores que recorren los cerros en busca de conejos. Por ello le encanta realizar vigilias («noventa al año», ha declarado) y se siente a gusto con el grupo de adláteres que lo sigue como a un gurú. Siempre con anteojos largavista y una cámara de video, no debe sorprender que cada vez que sale a cazar ovnis, se encuentra con al menos uno, y en ocasiones varios, decenas.

Para Gajardo, cuando no se ven ovnis, es culpa de la gente, que prende luces y contamina la zona del avistamiento. Le gusta que lo acompañen, pero no que le roben el protagonismo. Al mismo tiempo, se sacrifica por la causa. En un correo que le envió a Ramón Navia-Osorio el 14 de marzo de 2009 y que éste publicó en su libro Dimensiones en el planeta cobaya, Gajardo dice que si no alcanza a encontrar alojamiento en un viaje a la localidad de Parral para investigar un importantísimo caso que hemos olvidado, está dispuesto a «dormir en un banco de la plaza». Todo sea por los ovnis, con disciplina militar y entrega de soldado.

Por ello no extraña que su mundo siga operando en la lógica de la Guerra Fría. En octubre de 2000 le escribió una carta a un ufólogo santiaguino, cuya identidad preferimos mantener a buen resguardo, donde le dice, tras no poder comunicarse telefónicamente con él, que «esto se asemeja a los mejores momentos de la Unidad Popular (el gobierno de Allende): paralización y desabastecimiento». Luego se queja de que lo entrevistaron y no le dieron mucho espacio en una revista donde él quería tener más protagonismo. También pide que se hagan gestiones para que lo consideren en el programa de televisión «Ovni», muy famoso en ese entonces. En general todo se trata de él.

Incluso se entrevista a sí mismo en algunos de sus «casos», como el «Número de orden» 596, donde relata cuando vio a un ave parecida a un cóndor, pero que él atribuye a la presencia del chupacabras. O cuando iba entrando a la ducha, el 10 de agosto de 2005, y vio una especie de «lombriz» voladora por la ventana. O la vez en que encontró una tuerca en la calle, algo realmente fuera de lugar en el tiempo y el espacio y que él, presuroso, registró para la posteridad y publicó. En otro caso relata el testimonio de una persona que dice haber visto un tigre de Tasmania en el sur de Chile. Bueno, en ese mundo vive el ufólogo angolino en la actualidad.

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El caso penal de Gajardo Leopold ha sido utilizado en diversos textos como ejemplo de la aplicación de la Ley de Amnistía a violaciones a los derechos humanos cometidas en Chile durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. Un ejemplo es la memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad Central de Chile Amnistía en el D.L. 2191, de 1978: Análisis y Evolución Jurisprudencial, de María Alejandra López Bertin y Cristián Viera Naranjo.

También aparece en estudios académicos como Incidencia de los tratados y del ius cogens internacional en el tratamiento de graves violaciones a los derechos humanos en Chile, de Liliana Galdámez Zelada (Revista de Derecho Público, Vol. 77, pps. 295-319), e incluso en alemán, como en el texto de Kai Ambos Straflosigkeit von Menschenrechtsverletzungen («Impunidad en casos de violaciones a los derechos humanos»), en cuyo capítulo 4 se cita el caso de Gajardo como ejemplo de falta de castigo. No podía ser de otra forma. La Ley de Amnistía dejó precisamente en la impunidad a quienes torturaron y mataron bajo el amparo de las armas y en control total del poder, lo que permite que hasta hoy asesinos probados caminen libres por las calles.

Algunas veces la historia pone las cosas en su sitio. En noviembre de 2009, se constituyó en la ciudad de Castro, en Chiloé, la Agrupación de Derechos Humanos Héctor Santana. Y en 2017 INDAP homenajeó a sus funcionarios asesinados en dictadura y puso una placa en su memoria. Entre ellos se menciona también al joven asesinado por un oficial de Carabineros que se dedicaría, en su retiro, a mirar el cielo para cazar discos voladores. Por fortuna, hoy Gajardo solo dispara malas fotos de ovnis.

Fuentes:

-Anónimo. Santana Gómez, Héctor Arturo. Disponible en Memoria Viva. http://www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados_S/santana_gomez_hector_arturo.htm

-Bowen, Roderick. Los ovnis de Angol. En Revista Revelación Nro. 42. Año 5. 2000. Pps. 18-22.

-Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, Tomo I. Febrero de 1991. 438 pps.

-Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, Tomo III. Febrero de 1991. 422 pps.

-Corte de Apelaciones. Fallo del 31 de enero de 1992. En Gaceta Jurídica Nro. 144. 1992. Pps. 82-85.

-Corte Suprema. Sentencia del 2 de junio de 1992 (Gajardo Leopold, Raúl). En Revista de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales. Mayo-Agosto de 1992. Tomo LXXXIX, segunda parte – sección cuarta. Pps. 87-89.

-Mardones, Sergio. Raúl Gajardo: «Yo he visto 14 ovnis y tengo registrados cientos de avistamientos». En Las Últimas Noticias. Jueves 17 de enero de 2002.

-Méndez, Héctor. Anatomía de un mito con nombre de persona. En La Nave de los Locos Nro. 21/22. Marzo de 2003. Pps. 75-78.

-Navia Osorio, Ramón. Dimensiones en el planeta cobaya. La Regla de Oro. Madrid. España. 2015. 527 páginas.

-Neira, Roberto. La IX Región es una «zona caliente» en avistamientos. En El Diario Austral de Temuco. Viernes 24 de septiembre de 1999. Pág. A12.

-Núñez, Liliana. Los profundos enigmas del Lago Llanquihue. Enero de 2006. Disponible en http://planetaovni.blogspot.de/2008/01/los-profundos-enigmas-del-lago_21.html

-Sandoval, Pablo. ¡Ovnis en Angol! En El Diario Austral de Temuco. Miércoles 18 de septiembre de 1996.

-Santa María, Orietta. «No hay explicaciones para los ovnis». En Las Últimas Noticias. Domingo 4 de marzo de 2001. Página 3.

-Soto, Hugo. «Al año realizo unas 90 vigilias con otras personas en busca de ovnis». En El Diario Austral de Temuco. 20 de julio de 2013.

Agradecimientos especiales a Sergio Sánchez y al personal de la Oficina de Derechos Humanos de la Corte Suprema por la ayuda desinteresada prestada para la obtención de documentos esenciales para la elaboración de este artículo.


[1] Publicado originalmente como Zuñiga C. Diego, La historia oculta del ufólogo chileno que mató en dictadura, El Ojo Escéptico, Nro. 87, de septiembre de 2018. Se publica bajo autorización del autor.

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