Nuevas historias secretas del Uritorco

NUEVAS HISTORIAS SECRETAS DEL URITORCO

Fernando Jorge Soto Roland*

imageEl Cerro Uritorco. Una autentica usina de leyendas

INTRODUCCION

LO SAGRADO Y LO PROFANO

La tradición oral de una localidad está formada por una intrincada mezcla de verdades, mentiras, rumores, exageraciones, sueños, creencias y prejuicios que, de tanto repetirse «de boca en boca«, terminan constituyéndose en el patrimonio intangible de ese sitio.

En Capilla del Monte (Córdoba, Argentina) la riqueza de ese inasible patrimonio cultural nos permite observar «•y darnos una idea»• de cómo se da el entramado por el cual toma forma y se construye colectivamente una moderna mitología, que ya lleva más de 30 años colocando un ladrillo sobre otro.

Los discursos «•devenidos muchos de ellos en anécdotas personales»• se acumulan. Circulan informalmente, retroalimentándose en cada charla, en cada fogón; siempre teniendo al ominoso Cerro Uritorco (y su historia reciente) como fondo, catalizador y lupa que los amplia y agiganta; volviéndolos plausibles en un marco en donde aún lo inconcebible puede ser considerado como algo verdadero.

Ovnis, puertas dimensionales, ciudades intraterrenas (Erks) y misteriosas energías, hombres pájaro, sociedades secretas y unas nunca certificadas expediciones nazis, rusas y norteamericanas (estas últimas casi siempre de la NASA) pululan sin marcos de referencia concretos por toda la región, atrayendo a miles de turistas curiosos que, con su presencia «•y sin muchas veces advertirlo»• pasan a ser los responsables de la difusión y promoción de esas historias fantásticas. Sin detallar, claro, la responsabilidad que los guías de turismo alternativo y la prensa sensacionalista también tienen en el asunto.

Todos estos relatos nos hablan de una manera de estar en el mundo. De una cosmovisión plagada de magia y eventos sobrenaturales y de una renovada emergencia de las maravillas en la vida cotidiana.

La modernidad racionalista hace agua por todos lados. El acto de tapar los agujeros por donde se cuela lo irracional parece no tener el espacio necesario. Vende poco. A primera vista estaríamos ante una batalla perdida de antemano. Por cada noticia inventada que atenta contra la herencia iluminista del siglo XVIII, el pensamiento necesariamente escéptico de la ciencia queda reducido a un insignificante pie de página, que nadie lee o le presta atención.

Por otro lado, se advierte un proceder interesante y muy conveniente a la hora de plantar teorías fantásticas. El mismo consiste en moderar el discurso frente a las cámaras de televisión o en las conferencias que se suelen dar en locales comerciales abiertos al público y «museos extraterrestres» que promocionan la fama mística de Capilla. En esos casos las historias que se relatan tienden a fingir cierto control y exhibir un medido racionalismo, escondiendo los delirios más evidentes; moderando las quimeras con las que se nutren y reservando sus más locas elucubraciones para los libros que publican (y que suelen ser leídos solo por creyentes recalcitrantes).

Por eso, lo que salta a la vista es una arenga esquizofrénica entre lo que escriben y lo que dicen en público.

Lobos con piel de cordero que no arriesgan a mostrarse tal cual son porque saben que con esas historias desbocadas la incredulidad empezaría a socavar (aunque mas no sea un poco) los cimientos que ellos mismos han construido.

Una cosa es sostener en público que no se sabe bien que son los ovnis (pero que vale la pena estudiar el fenómeno y que existe la posibilidad de que sean de otras galaxias) y otra muy distinta es escribir libros en los que se les adjudican un planeta origen, la capacidad de construir una urbe debajo del Uritorco, la certeza de contactos telepáticos con sus tripulantes o la puesta en marcha de un plan de evacuación planetario (solo para unos pocos elegidos). Todo, expresado por la misma persona, aunque «•claro»• en contextos diferentes.

Naturalmente, también están los desinhibidos. Aquellos que lanzan a boca de jarro sus alucinaciones menos creíbles (sin filtro), hablando de abducciones, razas hibridas, objetos de poder o túneles que interconectan las sierras cordobesas con las altas montañas del Tíbet. Son los «esotéricos«. Los «espiritualistas» en la materia. Los que más sonrisas irónicas desencadenan (aun entre los propios oyentes/creyentes)[1].

Pero, más allá del domado malestar que me despiertan algunos divulgadores de esos relatos, reconozco que en todas las historias se trasluce una enorme riqueza antropológica que revela un imaginario activo, en permanente elaboración y cambio. Un universo en el que se entremezclan antiguas y nuevas leyendas, muchas de ellas producto de la globalización y el uso masivo de Internet; permitiendo así el acomodamiento de viejas creencias locales (folclóricas) a un renovado lenguaje que se deriva del imperialismo semántico proveniente de latitudes (septentrionales) más influyentes y poderosas.

De ahí que hoy, en Capilla del Monte, resuenen en voz baja historias que «•sin dejar de incluir a los consabidos marcianitos verdes y Hombres de Negro de la ciencia ficción y el pulp yanqui»• nos hablan de duendes, fantasmas y «Gente-Sombra» venidos de lejanos imaginarios extranjeros.

En este breve articulo quiero desvelar algunos de los relatos que escuche el último verano (enero/febrero de 2017).

Hasta donde sé, no están popularizados. Desconozco si algunos de los libros referidos los tuvieron en cuenta, trasplantándolos de la oralidad a la letra de molde. De todos modos, si es así, es esta mi mirada personal sobre el tema.

Buenos Aires, Abril 2017

PARTE 1

LA GENTE PEQUENA DE LAS SIERRAS

imageimageDuendes: no podían faltar en la moderna mitología uritorqueana

Las historias que transcribiré a continuación fueron recabadas de un capillense nativo, de más de cuarenta años de edad, curioso y comprometido con la tarea de reconstruir el pasado de su pueblo. Como propietario de un interesante repositorio de documentos antiguos, fotos, objetos y recortes periodísticos que conservan los momentos más relevantes de Capilla del Monte, es «•sin duda»• uno de los pocos interesados por atesorar las fuentes que permitirán algún día reescribir la historia local. Por el momento, alejado del poder y de las instituciones «•que deberían convocarlo y prestarle el apoyo económico necesario»• este «solitario francotirador» es la única persona que ha conseguido crear un desordenado archivo de cientos de carpetas y capturas fotográficas, por demás interesantes. Llama la atención que esta tarea no esté guiada por el gobierno municipal, que parece ajeno y desinteresado por la memoria colectiva de esta parte de Valle de Punilla. Aunque resulte extraño, Capilla del Monte no tiene un museo organizado; tampoco un archivo oficial. Ni siquiera una hemeroteca que pueda uno consultar en busca de información. El pasado de la región se escabulle como arena entre los dedos y de no ser por el interés de personajes como el aludido, el tiempo terminara cobrando la más preciada de sus víctimas: la historia misma de la localidad.

Por lo pronto, este coleccionista compulsivo, sin estudios superiores, pero con una amor envidiable por lo propio, representa la única esperanza futura de poder contar con el material necesario para reconstruir intelectualmente los hechos y procesos que han moldeado a la ciudad actual. Lamentablemente, dado mi interés por la historia esotérica de Capilla del Monte, no quiso que publicara su nombre real. Y respetare esa decisión. Por tal motivo, de ahora en adelante, me referiré a él con una sigla tomada al azar «•AM»•, confiando poder en el futuro revelar su verdadera identidad[2].

imageimageRetazos de la historia de Capilla del Monte guardan polvo en un interesante repositorio local

Haciendo honor al dicho «•»Pueblo chico, infierno grande«»•, AM no ahorro comentarios (ni adjetivos) a la hora de referirse a políticos, vecinos, comerciantes e «investigadores» capillenses. Los conoce a todos personalmente; amen de haber vivido en carne propia el proceso de cambio que experimento la ciudad desde 1986, cuando una supuesta nave extraterrestre dejo impresa una enorme huella en el cerro El Pajarillo «•cercano al Uritorco»•, desencadenando el interesante fenómeno de turismo alternativo, gracias al cual Capilla del Monte es conocida hoy mundialmente como una Meca de Ovnis.

«El circo empezó en la época de los radicales. En ese momento, Diego Sez había ganado las elecciones después de la dictadura militar, acompañado por el secretario de gobierno y turismo Jorge Suarez. Algunos sostienen que ellos habrían armado todo el circo de la huella con unos aparatos y con ciertos líquidos. Claro que otros dicen otra cosa. Yo tengo las notas que por entonces sacaron los diarios de la capital («¦). Pero, a huella del Pajarillo, en ese momento, nosotros «•acá en Capilla»• no le dimos bola. El periodista José de Zer (de Canal 9 de Buenos Aires) fue el que inicio todo. !Mintieron de lo lindo! Y la cosa se viralizo. !Incluso dijeron que habían llegado investigadores de la NASA! «•ríe estruendosamente«•. !En esa época podía venir cualquiera vestido de blanco y decían que era de la NASA! Capaz que eran apicultores que estaban sacando una colmena del monte y todos gritaban !Son de la NASA!

«Pero se han visto cosas. Habrá un 30% de verdad en todo el asunto. Yo he visto y vivido cosas rarísimas. Mías, personales. Pero si vos decís que estas interesado en esos temas, nadie te cuenta nada. La gente del pueblo no te la cuentan.

«Mira, una vez vinieron unas chicas a hacer un documental sobre Capilla. Me estaban haciendo un reportaje y me preguntaron qué opinaba del tema ovni. Yo les dije: cuando vos apagues la cámara te cuento. Porque si yo como historiador voy y te cuento tal o cual cosa extraña, les estoy reforzando el curro a los vivos. Y yo no les voy a dar de comer a esos.

«Lo que Suarez hizo más tarde fue recopilar toda la información, sin informarle a la gente lo estaba haciendo. Solo después se creó el famoso Museo Ovni, al que nunca entre.

«Hoy si el circo ovni mantiene al pueblo. Desde 1997, más o menos. Hace unos 16 años. Y todos los que vinieron a vivir acá lo hicieron por el tema místico»[3].

La postura crítica de AM ante el episodio de El Pajarillo me llamo la atención.

Como vecino e interesado en el desarrollo turístico del pueblo, había supuesto que su discurso iría por otro camino: el del creyente. Pero parecía que me había equivocado. Mas allá de ese incomprobable 30 % que citaba, todos sus dichos se acomodaban de manera más o menos racional y, durante la siguiente hora-reloj, el recorrido que nos hizo por la historia política, hotelera y turística de Capilla del Monte (exhibiendo muchos documentos de época que parecían a primera vista confirmarla), hizo que me olvidara momentáneamente de esa otra frase en la afirmaban «haber sido testigo de eventos extraños». Por tal motivo, transcurrido ese lapso «•y después de una visita al caótico repositorio antes nombrado»• mi sorpresa fue mayúscula al escucharlo relatar el Insolito suceso que consigno «•textualmente»• a continuación.

«Te voy a contar dos o tres cosas. Las más grosas. Nosotros acá en Capilla siempre hemos visto muchas cosas. Que las digan o no las digan son dos mangos aparte. El que no ve nada es el que viene de afuera. Nunca ve una mierda. Por eso yo siempre digo que no necesitas subir al Uritorco para ver un ovni.

«Yo estando sentado acá, escribiendo, pasaba todas las noches una cosita blanca por el frente de la ventana. Todas las noches. Nunca vi de donde salía, ni adonde se metía. Era algo fugaz. Una entidad rara.

«Pero además, cuando era changuito veíamos duendes. Ahí en la casa abandonada, al otro lado del cerro. En una propiedad que la gente ocupaba solo en temporada de verano. Aun hoy, mi veja que trabaja ahí, cuenta que le mueven la cama, le voltean la ropa.

«Cuando éramos chicos, en ese lugar había dos algarrobos, entonces íbamos y jugábamos a bolita, a los autitos, con lo que teníamos. Un día estando en el lugar, sentimos dentro de la casa como un viento. Un zumbido. Íbamos a la hora de la siesta a jugar ahí. Entonces le digo a un tío mío (que es más chico que yo):

«»•Vamos a ver qué es eso.

«Esa casa debió haberse construido en los años «™80 y estaban de moda las mirillas largas con un vidrio amarillo, lleno de circulitos. A medida que nos acercábamos se sentía el viento. Y cuando me asome»¦ !Mierda! !Me cague todo! Había una pareja de esas porquerías con dos chiquitos. Se movían. Parecían vivos. Eran de esos que le dicen duendes. Con las orejas largas, la nariz larga, la pera larga, las uñas largas»¦ Los papas deberían tener pocos centímetros. Y nos hacían burla desde adentro. Ellos nos hacían burla, los cuatro. Al principio nos asustamos pero después, todas las tardes, nos íbamos a jugar con los duendes. Eso lo he visto con mis propios ojos. Cosas raras, te digo»[4].

Una vez más, «la Biblia y el calefón» «•lo sagrado y lo profano»• ocupaban el mismo ambiente sin aparentes contradicciones. El sentido crítico del historiador que AM decía ser no excluía lo fantástico ni lo sobrenatural. Todo lo contrario. Ambos fenómenos se integraban en su discurso sin inconvenientes; confirmando lo que ya había notado en otros ilustrados vecinos, viajes e investigaciones anteriores.

La convivencia de dos perspectivas antagónicas «•la mágica y la científica»•, hacían acto de presencia sin que se produjera ninguna perturbación epistemológica.

De a caballo entre la mística y la razón cartesiana, AM era otro ejemplo de la permanencia de una cosmovisión antigua, holística, pre-racional, en la que el choque con lo paranormal no se vivía como algo traumático ni perturbador.

El espíritu de Capilla del Monte se mantenía incólume.

imageimageimageimageDuendes, gnomos y seres elementales de la naturaleza también pululan por el escenario capillense

Al parecer, los duendes (que en este caso bien podrían relacionarse con los mentados fenómenos poltergeist de los parapsicólogos) tienen también su nicho en la ecología del norte del valle de Punilla; compitiendo por ganarle espacio y popularidad a los (hoy algo alicaídos) extraterrestres que hicieran famosa a la ciudad. Basta con recorrer el centro (la Calle Techada) para notar ese tour de force en sus vidrieras y veredas.

La imaginería relacionada con los gnomos satura gran parte de los espacios comerciales y enanos, gnomos o númenes de la naturaleza (como algunos los llaman) pueblan el imaginario icnográfico; recreando ese ambiente cargado de magia y energía del que hablan los turistas místicos que visitan la región.

Ficción y realidad seguían tan juntas e inseparables como siempre[5].

PARTE 2

LOS HOMBRES-SOMBRA Y LAS PUERTAS DIMENSIONALES DEL URITORCO

imageLos Hombres-Sombra. Seres espectrales, en la mayoría de los casos son figuras masculinas que «•según la leyenda urbana»• han sido vistos dentro de casas, calles, cementerios, colegios, bosques y diversos otros lugares.

Desde que Héctor A. Picco[6] asevero haber sido perseguido y presionado por Hombres de Negro, en Argentina ningún testigo o investigador del fenómeno ovni está a salvo del todo[7]. Y aunque el siguiente testimonio pareciera en primera instancia no estar relacionado con la maligna organización que dicen esta encargada de amedrentar «•incluso asesinar»• a los «que ven algo raro«, el color oscuro prevalece; imponiéndose como elemento cromático característico del Mal, de las conspiraciones gubernamentales (proyectos negros) y de las desconocidas y mal definidas figuras negras conocidas en el folclore contemporáneo como la Gente-Sombra (Shadow People)[8].

Una vez más, AM «•quien al inicio de la charla revelara una actitud crítica ante lo fantástico»• es el anónimo vecino de Capilla del Monte que nos relata lo siguiente:

«Una noche, trabajando en esa antena que ves en aquel cerro, cuidando un motor generador de luz, había que atender a la gente que venía a hacer servicio»¦ tenía un libro de actas (de entrada y salida del personal).

«Entraba a las ocho de la noche y salía a las ocho de la mañana. Tenía cinco perros. Yo cuando voy temprano a las ocho, en invierno ya de noche, los perros toreaban pero no es di importancia. Me quedo en una casilla chiquita. No entraba una cama. Tenía que estar sentado o parado. Y ahí tomaba mate con la garrafita envuelta en trapo, porque te congelabas con el frio que hacia esa vuelta. Siento que los perros seguían ladrando. Yo estaba sentado con la vista al cerro Uritorco apoyado en la tabla que hacía mesita, con el vidrio por delante, donde tenía los libros y una linternita, una puerta que daba para el norte. Detrás de mí, un ojito de buey a una altura a la que no llegaba. Yo desde ahí fichaba todo. Estaba sentado tomando mate. Era de madrugada.

«Entonces miro bien y veo que se acercaban tres tipos. ¿Y estos quien mierda son?

«Saque un cuchillo que tenía en la repisa, de la cintura saque el revólver calibre 22. Deje todo ahí, sobre la mesa, incluso la linterna, y salí !Sin nada! Abrí la puerta y salí.

«Doy la vuelta a la casilla y veo que esa gente se venía hasta donde estaba yo. Y yo iba hacia ellos.

«Entonces se levantó una brisa que cada vez era más fuerte. Me tapaban los ojos la tierra. Las piedritas me daban en la cara»¦ y yo encaraba. Hasta que llegue a menos de un metro de distancia de ellos. !Los tenía ahí nomas!

«Tres tipos. Uno enfrente mío y los otros dos a cada lado. La vista mía daba en el pecho de ellos. De eso me acuerdo clarito. No les vi el rostro, no les vi los brazos ni las piernas. Nada.

«Eran tres cosas negras, altas, que se deslizaban sin hacer ruido cuando caminaban. Pasaron por un borde de ripio, por un borde de arena, sin dejar huellas, sin dejar nada. A todo esto los cinco perros dormían a la orilla del alambrado como si nada.

«Yo me quede esperando a ver si me preguntaban algo.

«!Nunca me preguntaron nada!

El del medio miro para un lado y pega la vuelta. Cuando ellos pegan la vuelta yo también hice lo mismo, para volver por donde vine. Tres pasos hice yo, para volver para mi lugar, me di vuelta y !no había nadie! Y ahí me di cuenta que los perros dormían como si estuvieran muertos.

«La pregunta mía es .por qué me desarme si me estaban pagando para cuidar algo? Sali desarmado. Sali sin nada. No sé qué fue eso. No tuve miedo, ni intensiones de pelear con nadie. Nada, nada, nada, nada»¦No le di bola. En ese momento mucho no lo conté. Solo se lo conté a mi padrastro. Era como un sueño»¦

«Una cosa rara. !Grosa!»[9]

¿Quiénes eran esas «cosas altas y negras«? ¿Que buscaban? ¿Por qué no le transmitieron

ningún mensaje? ¿Qué sentido tenía aparecer y desaparecer de golpe?

No tenemos respuesta. AM no supo «•o no quiso»• darla. Su intensión, en mi opinión, era

otra: alimentar el clima de misterio que caracteriza a la zona del Uritorco (sitio donde nos

encontrábamos reunidos).

Claro que como todo buen misterio, nunca debe ser revelado. El secretismo es la pieza clave en todas estas historias. La vacilación tiene que superar a la revelación. De no ser así, todo se vendría abajo, echando por tierra la intangible construcción colectiva que llamamos leyenda. Y AM, por más escéptico que se mostrara al principio, no dejaba de ser un eslabón más del universo uritorqueano; donde lo imposible se vuelve posible.

Ya lo había anunciado el escritor filo-nazi Guillermo Terrea, cuando en sus delirantes libros de esoterismo hablaba de «los hombres que no son hombres«: entidades vaporosas que vagaban por las inmediaciones del sagrado cerro. Sombras de aspecto antropomórfico (a veces con apariencia de monjes encapuchados) provenientes «•quizá«• de la intraterrena ciudad de Erks. Figuras veladas. Sombras nada más, como reza la letra del bolero. Instancias propicias para demostrar valentía y arrojo y recrear, a la vez, el clima mágico que sobrevuela y exige toda la región norte de Córdoba.

¿Estuvo AM ante seres interdimensionales? ¿Eran extraterrestres? ¿O meros fantasmas?

Vaya uno a saber. De lo único que podemos dar cuenta es de la vigencia que tienen esas «presencias» dentro del maravilloso imaginario local.

Un imaginario encarnado en anécdotas. Como esta que AM me relato, aquella misma tarde de enero de 2017.

«Tendría unos 14 años y hachaba leña allá arriba, en las sierras. La picaba todo chiquito y después la vendía. Había cortado como 5000 kilos de leña, hacia casi una semana, y tenía que bajar 1000 kilos que había dejado cortada. Era un viernes y baje a última hora. Al otro día había quedado con un vecino, Rodolfo M., que íbamos a ir temprano para bajarla, a las siete. Pero viene y me dice que fuéramos a ocho y media porque tenía que hacer un trámite. Entonces le digo a un tío mío:

«»•Vamos porque nos van a robar la leña.

«Fuimos hasta arriba y la leña»¦ !no estaba!

«¿Sabes que había? Por la misma huella por donde nosotros íbamos y dejábamos todo, había un alambrado, palos y una tranquera. !Había animales! Vacas, unos terneritos colorados, caras blancas. Y le digo a mi tío:

«»•!Esto no estaba anoche acá!

«Nos vinimos rápido a las casas, a avisarle al barrio que ahí había animales que no eran nuestros. Entonces fuimos en una estanciera con un viejito encargado de la Colonia 20 de junio. Fuimos hasta allá. Llegamos al lugar donde estaban esos bichos y»¦ !Estaba toda la leña! !Miles de kilos de leña!

«!Quedamos como unos locos! !Esas historias raras!»[10]

A primera vista la historia puede parecer un cuento popular del medioevo. Tenemos al leñador, el bosque, un ámbito lleno de magia (el Uritorco y su entorno) y, como si todo eso fuera poco, objetos (la madera cortada) que desaparecen y vuelven aparecen como producto de algún ignoto encantamiento que, traducido al moderno lenguaje esotérico de Capilla del Monte, bien podría asociarse a los viajes interdimensionales que muchos creen protagonizan los ovnis y sus tripulantes.

UNAS POCAS PALABRAS FINALES

imageCapilla del Monte, Córdoba (Argentina)

Lo antiguo y lo nuevo se entreveran. La magia resiste el paso el tiempo. Ha vencido a la idea del Progreso indefinido. El positivismo no pudo prever su inmenso poder, ni su increíble capacidad de resistencia; capaz de mantenerse a lo largo de casi 300 años, camuflada detrás de discursos aparentemente lógicos, títulos universitarios, personajes en primera instancia racionales y un sentido común solo aparente.

Que duendes, sombras misteriosas y desdoblamientos espaciales persistan (en mundo cuyo imaginario está poblado de naves extraterrestres y bases alienígenas escondidas), nos hablan de estructuras culturales duras, de larga duración. Testarudos testimonios de otros tiempos que se niegan a desaparecer y cobran fuerza en aquellos lugares «abiertos de mente» y adictos a «energías» capaces de producir los eventos más inverosímiles, sin que a nadie (o muy pocos) le tiemble la pera[11].

Como a nuestro interesante anfitrión.

FJSR


* Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).

[1] Que conste que no hago referencia a los chantas que solo buscan un redito económico vendiendo «verdura». Y que, como las brujas, «que los hay, los hay».

[2] En ese hipotético momento podré hacer público el archivo de audio del que transcribiré el material consignado en este artículo.

Archivo del autor (enero 2017).

[4] Archivo del autor (enero 2017).

[5] En determinado momento de la charla, AM dejo el patio delantero en el que estábamos reunidos, se metió en la casa y al rato salió con una fotografía que, por su aspecto, tenía ya unos cuantos años. AM estaba mucho más joven, de pie en el mismo lugar en que conversábamos. Extendió el brazo, me la entrego y dijo: «Mira. En el fondo. .Lo ves? Un duende. Ahí está. Clarito. Con barba, un poncho y un bastón.» No vi nada de lo que decía. En el sitio exacto donde AM apoyo su dedo índice había ramas, arbustos y el natural claroscuro que produce el sol al ponerse. Era una clara pareidolia. Pero no dije nada. Creo que jamás nos pondríamos de acuerdo.

[6] Picco, Héctor A., Los Hombres de Negro en Argentina y en el Triángulo de las Bermudas. El primer libro revelador de estos extraños personajes en Argentina, Ediciones Skinwalker, Argentina, 1997.

[7] Véase del autor: El Guerrero de la Luz Mas bella. Héctor Antonio Picco y su lucha contra los Hombres de Negro. Disponible en Web: http://www.falsaria.com/2017/01/guerrero-la-luz-mas-bella-hector-antonio-picco-lucha-loshombres-negro/ y/o http://www.academia.edu/30927855/EL_GUERRERO_DE_LA_LUZ-M%C3%81S-BELLA_._H%C3%89CTOR_ANTONIO_PICCO_Y_SU_LUCHA_CONTRA_LOS_HOMBRES_DE_NEGRO

[8] Para una aproximación rápida sobre esta leyenda urbana véase El Misterio de los Hombres-Sombra. Disponible en Web: http://www.taringa.net/posts/paranormal/13102442/El-Misterio-de-los-Hombres-Sombras.html

[9] Archivo del autor (enero 2017).

[10] Archivo del autor (enero 2017).

[11] Como era de esperar, los platos voladores no pudieron faltar en la charla, aunque siguiendo la nueva tradición capillense, eran inmateriales. «Este terreno me lo regalo un amigo. Al principio me hice una piecita sola. Un día se paró un coche descapotable, muy moderno. Estuvo como media hora parado. Me acerco una chica que hacía de copiloto me dice que quería comprarme la casa. No te la vendo, le dije. ¿Por qué querés comprar este rancho? Y me dijo: nosotros hace un rato estamos mirando y vemos que arriba de tu casa hay una nave. Aunque vos no creas, ahí esta».

El festival alienígena de Capilla del Monte (3)

LA GUERRA SILENCIOSA

Oculta, sorda, silenciosa pero presente desde hace algunos años, en Capilla del Monte se viene librando una guerra sin cuartel. Un conflicto de egos, instituciones locales y creencias que el turista no percibe, pero que esta tan presente como el mismísimo Cerro Uritorco. Solo basta parar la oreja, escuchar un poco los comentarios de cafés, leer la docena de libros escritos en la ciudad y charlar con algunos de los protagonistas, para advertir que «Hay algo podrido en Dinamarca«. Que la paz, la armonía y la tolerancia que la mayoría predica se diluyen en un mar hipocresía, enmarcando una competencia despiadada por el poder, el reconocimiento y el dinero.

Esta guerra tiene, básicamente, dos bandos. Dos contrincantes poderosos a nivel local. Dos formas distintas de interpretar las creencias vernáculas. Incluso, dos espacios físicos diferentes que rara vez se acercan o escuchan mutuamente. Compiten por el número de acólitos, por las salas de conferencias y, por supuesto, por los favores del poder ejecutivo municipal.

imageEl C.I.O. de Capilla del Monte

En uno de los rincones está el C.I.O. (Centro de Informes Ovni), creado por quien fuera en vida el ufólogo más conocido de Capilla del Monte, secretario de gobierno y turismo en la segunda mitad de la década de 1980 y principal divulgador de la famosa Huella del Pajarillo desde 1986: Jorge Suarez[1]. Tras su muerte en marzo de 2012, Luz Mary López, una arquitecta colombiana que fuera su compañera durante sus últimos años, tomo la posta constituyéndose en la única cabeza visible del centro y heredera natural del legado del ex-funcionario.

imageimageJorge Suárez (1940-2012) y la tan mentada Huella del Pajarillo

Los miembros del C.I.O. han tenido desde sus comienzos una postura clásica y conservadora frente al fenómeno ovni. Para este grupo, los objetos voladores no identificados son, lisa y llanamente, naves extraterrestres[2]; manifestaciones objetivas de una tecnología superior proveniente de otro planeta, susceptible de ser estudiada «científicamente«[3]. Se arrogan por ello una seriedad que niegan a sus contrincantes, rodeándose de autoridades en la materia, especialistas y académicos, que van desde astronautas, pilotos comerciales y reconocidos eruditos del mundillo ovni[4].

Del otro lado del ring, sin constituirse institucionalmente bajo ninguna sigla rimbombante, están los seguidores de controvertido gurú Ángel Cristo Acoglanis, muerto en 1989, pero con un largo y poderoso predicamento dentro y fuera de la localidad serrana. Este colectivo de acólitos esta conformado por relevantes vecinos y asiduos visitantes a Capilla del Monte, entre los que podemos citar a Roberto Villamil, Osvaldo Allie, Ariel Pro, Ricardo Gonzalez, Guillermo Dangel y, un poco más allá (un tanto independientes y a las afueras de la ciudad, no tan ligados a la crema y nata del centro) Dante Franch y Daniel Gagliardo.

Todos ellos encarnan el aspecto más esotérico de la cuestión. Son los responsables de la espiritualización de la creencia en extraterrestres y los más involucraos con el contactismo, la New Age[5] y sus tradiciones orientalistas (en especial tibetanas). Al mismo tiempo, dicen ser los custodios e intérpretes de los mensajes enviados por seres intraterrenos de la ciudad subterránea de Erks[6].

imageÁngel Cristo Acoglanis

En pocas palabras, entre los «conservadores» (C.I.O.) y los «erksianos» hay muy pocas cosas en común; a no ser un mal disimulado encono. Y, como era de esperarse, el Festival Alienígena puso en efervescencia el enfrentamiento.

imageimageEl Festival de la discordia

Un aspecto que llama poderosamente la atención es que el C.I.O. no tenga voz ni voto en la organización del festival. Es el gran ausente en todo el asunto. No hay cartelería ni mención alguna a la institución en todo el centro de la ciudad. Tampoco se la nombra entre los auspiciantes y, por ende, el locutor oficial lo ignora en todo momento.

¿Por qué motivo un Centro de Informes Ovni es ajeno a una festividad directamente relacionada con la temática alienígena? ¿Por qué el grupo fundado por Suarez «•responsable primero de colocar a Capilla del Monte como meca del turismo platillista desde 1986″• no es convocado para organizar al menos parte del evento?

Responder estas dos preguntas significa entrar de lleno en el conflicto mencionado.

Vayamos al grano.

Consultada al respecto, Luz Mary López, actual responsable del C.I.O., indico:

«•!Ay, Dios! !El festival!… Es un tema que me toca muy de cerca, ya que empezaron con ellos poco antes de la muerte de Suarez, en 2012. Lo que sucede aquí es que la municipalidad no mira para acá (al CIO). En los 30 años que hace que funcionamos, muy pocas veces tuvimos su acompañamiento. Y eso que nosotros resolvemos una necesidad propia del turismo no una vez al año (como el festival), sino todo el año. Lo hacemos con gusto porque creemos que hay que tener un espacio para la docencia sobre el tema. Pero»¦ usted se habrá dado cuenta que para llegar acá no hay nada marcado. Solo cuatro cartelitos que, a duras penas y con suerte, conseguí que los pusieran hace unos dos años. Tampoco recibimos apoyo a los congresos de ovnilogía que organizamos todos los meses de noviembre. Yo traigo lo mejor en el tema; especialistas de renombre internacional. Así todo, nadie de la municipalidad ofrece ayuda. No me dan espacio y por eso mi congreso carece del peso que debería tener. Claro que lo peor es que ahora, en los meses que siguen, auspiciaran un congreso de gente de afuera. !Con todo lo que hizo Suarez para promover a Capilla del Monte y dejar al Uritorco muy bien vendido desde 1986![7]

imageUno de los 4 cartelitos aludidos en el texto

No cabe la menor duda de que el C.I.O. esta sensible.

«•Nos han hecho a un lado. Ni siquiera el año pasado (2016), al conmemorarse los 30 años de la Huella del Pajarillo, fuimos convocados. No nos llamaron. Así el tema ovni pierde prensa frente a todo esto[8].

Y es cierto. Los ovnis y los extraterrestres están de capa caída en Capilla del Monte. Desde hace un tiempo han sido desplazados por las energías telúricas locales, las terapias alternativas y, por supuesto, por Erks y los erksianos.

Según el C.I.O., «personajes impresentables» se han adueñado del tema tergiversando todo, mezclándolo con espiritualidad y quitándole a los ovnis (y a la huella del Pajarillo) el tratamiento serio («científico«) que «•dicen»• se merece. Parecería ser que los contactistas (aquellos que afirman mantener relación directa con los Hermanos Superiores de otros mundos y/o dimensiones) se han apropiado de la huella, relegándola a un lejano segundo plano, colocando el tema Erks en primera fila y, tras recibir el apoyo de ciertos periodistas locales, cooptado la municipalidad.

«•Jorge Suarez nunca estuvo de acuerdo con esa inclinación hacia lo espiritual. Sabía que los espiritualistas tienen una clara tendencia al delirio. Nunca nos interesó esa corriente. Los combatió siempre. A nosotros no nos interesa Francisco Checci, Dante Franch, Jorge Vázquez o los discípulos de Acoglanis. Nos alejamos del contactismo y la falsa espiritualidad. Ninguno de esos señores es un referente para nosotros.

La línea parece estar trazada.

Una frontera caliente separa a ambos grupos y, hasta tanto la balanza de poder no se vuelva a inclinar, los erksianos seguirán siendo los dueños de la pelota, controlando la Calle Techada (y los autógrafos) desde su lugar de reunión en el resto-bar Samadhi y el Paseo Holístico, según refieren sus competidores.

imageimageSamadhi Resto-Bar y su Paseo Holístico

El grupo de Suarez se siente desplazado por la actual administración municipal, que asumió su primer mandato en 2012 (siendo reelecta en 2015).

Pero la decepción parece venir dada por partida doble: el intendente en funciones es el hijo de quien detentara el ejecutivo en 1986, y con quien Jorge Suarez trabajara denodadamente para instalar la historia de la huella del Pajarillo a nivel nacional e internacional. Claro que los hijos no necesariamente piensan como sus padres. Por eso, cuando el vástago ocupo el sillón municipal, el C.I.O. se acercó con la intensión de tantear la situación y ver que tratamiento le daría a la institución el nuevo gobierno. Prepararon un video para darle fuerza al tema ovni, pero «•a pesar de la esperanza invertida»• el ejecutivo no se comprometió a nada[9].

Al poco tiempo lo llamaron al municipio, comentándole que estaban pensando organizar una primera versión del Festival Alienígena, para el mes de febrero. Suarez convino que la idea era buena, siempre y cuando se le diera a la fiesta el cariz de seriedad que el C.I.O. siempre había defendido.

No lo volvieron a convocar más. El festival se llevó a cabo con éxito. El intendente se disfrazo de alienígena. La techada se llenó de luces, matracas y música y el deseado enfoque responsable del C.I.O. se hundió en un mar de máscaras color verde.

Pocos días después, el 15 de marzo, Jorge Suarez Moria como resultado de una aneurisma.

Me hubiera gustado conocer su opinión respecto del Cuarteto Alienígena[10].

ANEXO

RESEÑA DE UN ENFRENTAMIENTO

CONSERVADORES («CIENTIFICISTAS») ERKSIANOS («ESPIRITUALISTAS»)
Nucleados en torno al legado de Jorge Suarez y al Centro de Informes Ovni (CIO).

Defensores de la Huella del Cerro Pajarillo, a la que consideran prueba «irrefutable» del descenso de una nave extraterrestre.

Ufólogos «clásicos». Descreen de los contactados y consideran que todo lo referido a Erks banaliza el tema, de por si serio.

Actualmente carecen de poder político, aunque lo tuvieron por un tiempo en la década de 1980, cuando Suarez era Secretario de Gobierno y Turismo.

No apoyan al Festival Alienígena. No al menos del modo en que ha sido planteado hasta ahora.

Les molesta la iconografía que se exhibe en el centro de la ciudad (marcianitos verdes que ridiculizan a los ET «verdaderos«). Aunque hay que señalar que en la puerta del CIO hay uno con idénticas características.

Se alejan de la temática New Age (por lo

menos en parte).

Se autodefinen como investigadores (ufólogos), dedicándose a buscar «pruebas» físicas, testimonios de testigos y análisis de los llamados encuentros cercanos del primero, segundo y tercer tipo.

Dicen ser más escuchados en el exterior (Colombia, España) que en su propia casa (Capilla del Monte).

Constituidos por los seguidores del pseudo medico griego Ángel Cristo Acoglanis.

Tienen como lugar de reunión el Resto-Bar Samadhi y el restaurante Shangri-La (aun «•según comentarios»• teniendo entre ambos una sorda competencia).

Se consideran contactados e interpretes del mensaje que envían los Hermanos Superiores desde el espacio o el interior de la Tierra.

Actualmente tienen «•según el CIO»• el apoyo del gobierno municipal.

Apoyan el festival y ven en él una plataforma ideal para impulsar sus cursos, conferencias, libros y tours espirituales de carácter netamente esotéricos (Ejemplo: Puertas del Cielo y visualización luces).

Son los defensores de la realidad de la ciudad intraterrena de Erks (Encuentro de Remanentes Kosmicos Siderales) y sus Seres de Luz, con los cuales dicen comunicarse a través de mantras en un idioma llamado Irdin (el idioma cósmico).

Estimulan el contactismo llevándolo al borde mismo de lo que se denomina culto platillista.

Son al mismo tiempo promotores de terapias alternativas tales como: armonización almica, biodecodificación, homeopatía y fitoterapia, reflexología, registros akasicos, Reiki, terapia ayurvedica de cuencos, activación de chakras, lectura de aura, medicina china y simples masajes de espalda.


[1] El boom capillense se inició hace 31 años atrás (enero de 1986) cuando un aparente ovni dejara su huella en el cerro Pajarillo. Ese fue el virus que desato la epidemia mística y ufológica que tanto beneficio al pueblo, muy a pesar de las coherentes y desinteresadas pesquisas que señalaban posibilidades mucho menos extraordinarias: un fraude, liso y llano, o un incendio no intencional producto de un rayo. Véase al respecto: Agostinelli, Alejandro, Huella del Pajarillo con pecado concebida. Disponible en Web: http://factorelblog.com/2011/11/14/la-huella-del-cerro-pajarillo-con-pecadoconcebida/

[2] En especial la que supuestamente descendió en las faldas del Cerro El Pajarillo.

[3] Partiendo de la base de que realmente los extraterrestres existen (y visitan Capilla del Monte), el CIO incurre en un prejuicio que invalida todos sus supuestos argumentos científicos.

[4] Como ya hemos sostenido en otros trabajos, el tema ovni (y otros relacionados con misterios y sucesos extraños) demuestran a simple vista que un título universitario, o profesión que implique conocimientos técnicos superiores, no significa necesariamente tener una mirada racional, lógica y sensata de la realidad. Muchas veces ocurre todo lo contrario. No son pocos los titulados que están convencidos de que la teoría de la evolución es falsa, que los et estuvieron en la Tierra desde la prehistoria o que actualmente se están llevando a cabo teletransportaciones (!!) a Marte.

[5] Con esto no quiero significar que los miembros del CIO no comulguen con algunos aspectos de la Nueva Era. Lo hacen. Pero de un modo más controlado, aunque no exento de profundas contradicciones, como veremos más adelante.

[6] El origen de la leyenda de Erks y sus luces se la disputan, básicamente, tres inefables miembros de las llamadas ciencias herméticas: Ángel Cristo Acoglanis, Guillermo Alfredo Terrera y el longevo cazador de misterios Favio Zerpa. Sin abundar en detalles, este trio es el principal responsable de la fantástica e improbable epopeya de los intraterrestres en Capilla del Monte. Cada uno aporto su granito de arena, pero Acoglanis (quien termino siendo elevado al Parnaso de los sabios locales) fue, sin duda, el gran mentor inicial. El responsable primero del furor esotérico que se expandió por todo el norte de Punilla. Mucho les debe la cámara de comercio a estos tres personajes. La figura de Acoglanis sigue siendo hoy controvertida. Nadie sabe a ciencia cierta quien era, ya que construyo su propia historia personal en base a mentiras y hechos no comprobados. Se dice que era médico, recibido en Grecia (su aparente país natal) y formado en el Tíbet, en donde habría aprendido las técnicas quiroprácticas que lo hicieron famoso en Buenos Aires. Del mismo modo, transmitió a sus allegados que la formación mística y espiritual de la que era depositaria también provenía de los monjes tibetanos. Con estos antecedentes no sorprende que haya sido el quien inaugurara, hacia fines de la década de 1970, las ceremonias nocturnas en la zona de Los Terrones (a pocos kilómetros de Capilla del Monte), y en las que, tras el recitado de mantras sagrados (en idioma cósmico), convocaba a los habitantes de Erks a materializarse (en forma de luces) frente a los grupos de seguidores que lo acompañaban. Convertido así en el Maestro Superior de un culto que empezaba a tomar forma, Acoglanis convenció a más de uno de sus poderes curativos y de su capacidad para «incorporar» a un ser luz (que llamo Sarumah), canalizando así sus enseñanzas.

[7] Archivo del autor.

[8] Archivo del autor.

[9] Me comentaron que Jorge Suarez en esa oportunidad estuvo convencido, por un momento, que le darían la Secretaria de Turismo nuevamente, después de tanto tiempo.

[10] Cuarteto Alienígena. Letra: Christian Bustos. Música y arreglos: Jorge Ocampo y Martin Fernández. El tema dice (en ritmo de cuarteto, claro está): «Hacia arriba, en la cima del Uritorco/ una extraña luz se vio./ Eso debe ser un ovni/ con temor toda la gente grito./ No, no, no, un paisano contesto:/ es mariposa negra que una seña nos envió./ Bailemos este cuarteto alienígena./ Bailemos que el universo es alegría./ Bailemos toda la noche y todo el día.» Y en su segunda parte la canción continua: «En la Sierra del Pajarillo/ una mancha apareció./ Dicen que una enorme nave/ esa noche descendió./ No, no, no, un paisano contesto:/Hicieron una asado, Caballito y Pueyo.» [No se entienden bien los últimos dos nombres, seguramente nombres propios]

El festival alienígena de Capilla del Monte (2)

LA FIESTA INOLVIDABLE

«Por cuatro días locos

que vamos a vivir.

Por cuatro días locos

que vamos a vivir.

Por cuatro días locos

te tenes que divertir».

Marcha Por Cuatro Días Locos[1]

Letra: Rodolfo Sciammarella

Intérprete: Alberto Castillo

A mediados del mes de febrero, Capilla del Monte se viste de verde.

Y no se debe a ninguna sobreexposición a rayos gamma. El color esperanza nada tiene que ver con Hulk o el doctor David Banner, sino con la tonalidad de piel que «•según se dice»• tienen algunos de los muchos Hermanos Superiores que vienen del espacio exterior.

A partir de ese momento el pueblo, devenido en ciudad desde principios del siglo XXI, se transforma en una inmensa plataforma de la que despegan «•y a la que aterrizan»• alienígenas provenientes de toda la galaxia (y regiones vecinas). El típico platillo volante del imaginario (aquel que une dos platos soperos por los bordes) invade la Calle Techada (Diagonal Buenos Aires), reemplazando las luminarias terrestres del resto del año, colgando aquí y allá. Titilando y dejando ver en el diseño las tradicionales ventanillas por las que se asoman los visitantes de otros mundos.

Casi todas las vidrieras se engalanan respetando la temática alienígena. De hecho, aquellas que lo hacen (no son todas), participan de un concurso con premio incluido, colaborando así en darle un aire de parque temático a todo el centro capillense.

Los marcianitos (ya dijimos verdes, también grises) pululan en cada esquina. Cabezones, de enormes ojos rasgados, vistiendo trajecitos plateados, de baja estatura y la mayoría sonriendo con simpatía, eluden así el temor que podrían despertar entre los más chicos; que no dudan en sacarse fotos con cada uno de ellos.

Como un anuncio al carnaval que se organiza unas semanas más tarde, las casas de cotillón y los quioscos exhiben «•para el festival»• caretas de extraterrestres, esta vez sí (curiosamente) con rasgos malévolos y monstruosos (un típico signo de la otredad que pretenden denotar).

Cornetas, matracas, pitos «•casi todos luminosos»• no pueden estar ajenos a la celebración, mezclándose con decenas de carteles que publicitan cursos, conferencias, seminarios y reuniones en los que se ensalzan el amor, la armonía almica, el equilibrio ecológico, las energías curativas y decenas de mancias adivinatorias. Por su parte, el Uritorco, como telón de fondo y anfitrión de la puesta en escena, se convierte en un testigo mudo, un convidado de piedra que nada puede hacer frente a los ventrílocuos locales que pretenden interpretar lo que el cerro «dice».

imageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageimageLa temática extraterrestre está presente en cada rincón de Capilla del Monte, especialmente durante el Festival Alienígena del mes de febrero. Negocios, vidrieras, quioscos y galerías se engalanan con seres de otros planetas al mismo tiempo que promocionan cursos y terapias New Age

La estructura del festival es sencilla. Consta básicamente de tres momentos:

1) Una introducción musicalizada en la que el locutor a cargo anuncia los eventos por venir, agradeciendo la presencia de turistas y vecinos, teniendo como música de fondo temas de las bandas sonoras de películas como La Guerra de las Galaxias, ET, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, Viaje a las Estrellas y los infaltables Expedientes Secretos X. No hay solemnidad en el tono. Desde «el vamos» el clima que se pretende estimular es el festivo, recordándole a la audiencia la originalidad del evento y el esfuerzo realizado por la municipalidad para llevarlo a cabo. En tanto la gente se acerca a La Techada, ubicándose detrás de las vallas metálicas que bordean la calle, el anfitrión, micrófono en mano, da las gracias al Ministerio de Cultura de la Nación que, por primera vez, ha elevado el festival al status de fiesta nacional, contribuyendo a mejorar el nivel de los espectáculos ofrecidos, contratando músicos y grupos de reconocida fama en el interior[2]. Como era de esperarse, los organizadores no desaprovechan la oportunidad de «llevar agua para su molino» y exaltar el buen gobierno y la alegría que experimenta la gente bajo la administración actual. La propaganda política se cuela, como siempre, entre los platos voladores de telgopor y los muñecos de extraterrestres y duendes que adornan la calle[3].

imageimageimageimageLa Calle Techada lista para el inicio del festival

2) El segundo gran momento es el desfile. Constituye en sí mismo la parte más importante del festival. La instancia que mayor curiosidad y risas despierta; y la que a posteriori recorre todos los canales de televisión del país (y del mundo). Como suele ocurrir, la realidad editada por los medios (y el gobierno local) resulta mucho mas impactante que el desfile en sí, rescatando los mejores momentos, evitando los yerros de organización y espacios en blanco que se producen entre un participante y el siguiente (que, por no ser demasiados, genera en la gente cierta impaciencia). Estamos frente a un típico espectáculo popular. Divertido, masivo y con una enorme voluntad de ofrecer lo mejor de cada uno. «Una fiesta para la familia«, como dijo el locutor. Y eso se nota en las personas que se anotan para desfilar[4] y, obviamente, en la alegría de los más chicos (y de sus padres al verlos deleitarse). Por esta razón, el nivel de los disfraces es variado, tanto en calidad como en originalidad. Están aquellos que simplemente se calzan un antifaz y una camisola de color y los que «•se nota»• invirtieron tiempo y creatividad en sus diseños. De todos modos, la mayoría de ellos se caracterizan por una simpática simplicidad de entre casa. La excepción, claro, la constituyen grupos bien organizados que, sin participar en el concurso, colaboran con la fiesta exhibiendo trajes realmente bien esbozados y alusivos a famosas películas de ciencia ficción. Es el caso de un grupo de fanáticos de Star Wars que, año a año, se cuelan en el Festival Alienígena, elevando el nivel y la energía del público. Asimismo los trajes luminosos, simulando robots o marcianos descendidos «•puestos por el municipio»• realzan, en una Techada a oscuras, la adrenalina de todos.

imageimageimageimageimageimageimageimageimageimageDisfraces con temática alienígena

3) Terminado el desfile sobreviene la última parte del evento diario (recordar que normalmente todo el festival dura entre 5 y 6 días) que consiste en un show gratuito y al aire libre en el que músicos y bandas tocan hasta bien entrada la noche. Un espectáculo de luz y sonido descollante en el resulta casi imposible no ponerse a bailar en la vía pública.

imageimageimageimageimageShow musical y cierre del festival con entrega de premios

Continuará…


[1] Véase en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=NeaemUplVuU

[2] El aporte artístico del gobierno nacional al festival de 2017 consistió en poner (con todos los gastos pagos) sobre el escenario a Seba Ibarra, Choque Urbano, Trulala, La Banda de Galpón y el Duo Da-Da.

[3] Claro que no todos los capillenses están de acuerdo con el festival. Recorriendo los bares y calles de la ciudad, comentando el evento aquí y allá, muchos «•en voz baja»• critican el dinero «gastado» (que según los rumores ascendió este año a $ 800.000) en tanto las calles están destruidas y «no se puede andar sin romper el auto«. Por su parte, algunos miembros del gremio gastronómico pegaron el grito en el cielo por las pérdidas económicas ocasionadas por el simple hecho de que, a lo largo del festival, no pueden sacar todas sus mesas a la calle (peatonal de noche), como es costumbre.

[4] Hacia el final de la fiesta un jurado de notables elige los tres mejores disfraces y entrega un premio en pesos.

El festival alienígena de Capilla del Monte (1)

EL FESTIVAL ALIENÍGENA DE CAPILLA DEL MONTE. MITOLOGÍA, CONFLICTOS E INTERESES

Fernando Jorge Soto Roland*

INTRODUCCIÓN

imageimageDesde febrero de 2012, año en el que a instancias de un grupo de vecinos y comerciantes se organizó el primer Festival Alienígena de Capilla del Monte (provincia de Córdoba, Republica Argentina), el evento «•con sus altibajos[1]«• no ha hecho más que crecer y consolidarse, tanto en el número de participantes como en el apoyo recibido de la Cámara de Comercio y Turismo, la calidad de los disfraces, la técnica desplegada por Obras Publicas y el dinero que el municipio destina a su realización.

A 31 años del supuesto descenso de un ovni[2] en la Sierra del Pajarillo «•el 9 de enero de 1986″•, con el que se dio inicio a la fiebre ufológica que identifica hoy a la región, la famosa Calle Techada de la ciudad se llena de turistas dispuestos a disfrutar de un singular desfile (único en el país) y shows musicales que tienen como leitmotiv la presencia de seres de otros planetas entre nosotros[3].

Hoy, con el aval de la Secretaria de Cultura de la Nación y el Plan Festejar, el festival capillense alcanzo su más alto nivel institucional; y el gobierno municipal (aliado del PROCAMBIEMOS) exhibe «•por primera vez»• con orgullo su Fiesta Nacional Alienígena[4].

¿En qué consiste este evento, lindero con lo bizarro? ¿Que intereses se tejen detrás de esta fiesta tan entretenida e interesante al mismo tiempo desde lo sociológico y la historia de las mentalidades? ¿Quiénes son sus mentores y que conflictos se esconden detrás de las risas y las máscaras de ET?

Es lo que intentare explicar brevemente en este artículo.

Febrero 2017

CARACTERÍSTICAS DE LA CELEBRACIÓN

imageimageimageMultitudinarios festivales en diversas partes del mundo enarbolan la ironía y la credulidad en torno a ciertos personajes derivados de la mitología contemporánea

Lejos de las muchas fiestas patronales que se celebran en Argentina, heredadas «•tras la conquista y la colonización»• de la España del siglo XVI, el denominado Festival Alienígena carece de un santo patrón[5] y de la solemnidad religiosa que tienen este tipo de celebraciones (aun las no oficializadas por la Iglesia católica)[6]. Nos encontramos, pues, ante una festividad que, en lenguaje de los creyentes, podría caratularse de pagana; mucho más cercana a la Fiesta Nacional del Ternero de Ayacucho (provincia de Buenos Aires) o a la Fiesta Nacional de la Empanada en Famailla (provincia de Tucumán).

No hay devoción religiosa expresa en el festival, aun cuando entre bambalinas resuene la influencia de una New Age en crecimiento y fuerte influencia. La necesidad de expresar cierta espiritualidad es parte de una segunda lectura que se pretende imponer desde ciertos ámbitos esotéricos de la localidad, pero que no es evidente (en absoluto) en el desfile de disfraces que «•hasta hoy«• define a esta convocatoria popular.

Por el momento, las procesiones son reemplazadas por personas disfrazadas y los oficios solemnes por recitales de bandas locales y nacionales. Todo es juerga. Humor e ironía. Ruido, música y luces. Un carnaval. Un momento en el que muchos se permiten tomar en broma algo que el fondo consideran serio. Y no es para menos: de no ser por los extraterrestres Capilla del Monte no sería hoy el polo turístico en que se ha convertido[7]. Detrás del festival late, sin dudas, la simpatía que ha caracterizado a los cordobeses desde los días de la revista Hortensia. El tema musical «oficial» de este año 2017, El Cuarteto Alienígena, no deja de ser una clara manifestación de lo que sostengo[8].

Pero no hay nada nuevo bajo el sol. Festivales de este tipo hay germinado en varios lugares.

La mitología contemporánea ha engendrado un sin número de monstruos y seres extraños. El mundo pareciera estar poblado de inquietantes criaturas que acosan nuestra vida cotidiana, generando miedo y mucha curiosidad. Por tal motivo, y a fin de resolver lo que se califican como misterios, surgieron dos disciplinas «•no oficializadas por la ciencia»•. La primera es la criptozoología, encargada de buscar animales extraños, supuestamente extintos o sin catalogar (como serían los casos del Yeti, Pie Grande, o el monstruo lacustre del Nahuel Huapi). La otra es la ufología, una pretenciosa rama pseudo-académica dedicada al estudio, difusión y defensa de la existencia de extraterrestres en nuestro planeta.

Las derivaciones teóricas, económicas y sociológicas de ambas disciplinas generaron kilómetros de texto escrito, un sinfín de libros, películas y series de televisión, documentales y centenares de sitios en Internet. Siguiendo el sendero marcado por un artículo anterior, Museos Bizarros[9], me abocare a analizar una fenomenología que solo mencione de pasada con anterioridad y que, en mi opinión, guarda sumo interés a la hora de estudiar los conflictos cosmovisiones en los que todos estamos sumergidos. Un conflicto en el dirimen fuerzas la razón y el irracionalismo, la fantasía y la realidad, la ciencia y la pseudo-ciencia.

Concretamente, me estoy refiriendo a los muchos otros festivales que se organizan en distintas parte del mundo en torno a entidades que son por completo ficticias, pero por muchos consideraras tan reales como la computadora con la que escribo estas palabras.

Organizados en ciudades emblemáticas, epicentros de los sucesos que las leyendas pretenden instalar, estos festivales revelan comportamientos, intereses y mentalidades, que nos hermanan con otras épocas; denotando permanencias de muy larga duración en lo que a creencias se refiere; al tiempo de traslucir la necesidad de vivir en un mundo encantado, en el que hombres polillas, criaturas salvajes y peludas de los bosques o alienígenas nos cercan, obligándonos a replantear los criterios con los que hemos construido nuestro actual concepto de realidad.

Muchos de estos festivales son de origen estadounidense y orientados a resaltar personajes y entidades de un folklore que se ha internacionalizado a través de una cuantiosa bibliografía e innumerables artículos periodísticos.

Ellos son:

· El Festival del Hombre Polilla (The Mothman Festival), en Point Pleasant, Virginia del Norte, EE.UU.

· El Festival de Pie Grande (The Honobia Bigfoot Festival and Conference), en Honobia, Oklahoma, EE.UU.

· El Festival Ovni de Roswell (The Ufo Festival), en Roswell, Nuevo Mexico, EE.UU.

imageimageimageBigfoot Festival

imageimageimageMothman Festival

imageimageimageThe UFO Festival (Roswell)

¿Qué elementos en común son los que emparientan a estos festivales con el de Capilla del Monte?

En principio, todos ellos se definen como celebraciones periódicas relacionadas al tiempo libre y al ocio, en la que los miembros de una comunidad «•y quienes la visitan»• despliegan una multiplicidad de eventos y rituales sociales con los cuales intenta afianzar una cosmovisión compartida del mundo, generando identidad y sentido de pertenencia. Pero, a diferencia de otros festivales de carácter histórico, tienden preferentemente a nuclear a creyentes y adeptos al misterio y lo paranormal; sin excluir de manera explícita a grupos escépticos con cuya participación se da rienda controlada a la ironía y a la burla disimulada.

En pocas palabras, los festivales organizados en rededor de criaturas monstruosas y extraterrestres, tienden a generar un pastiche de credulidad, sarcasmo, domado escepticismo, consumismo y diversión, ajeno a la crítica y abierto a lo grotesco.

Preparados para una audiencia bien específica, organizados con una periodicidad más o menos exacta «•en las que siempre hay una fecha de inicio y finalización»• estas festividades (o celebraciones locales) fortalecen los valores compartidos por una fauna humana por demás sui generis.

Es que, en contextos como esos, como dijimos antes, la risa y la transgresión están permitidas. Hay mucho de juego (de kermes) en los festivales nombrados; y aunque la gratuidad no es total «•siempre hay que pagar algo, cosa que no ocurre en las actividades puramente lúdicas»• conservan dos de los aspectos que la sociología le atribuye al «jugar«: el hecho de ser deliberados y tener leyes propias.

Siempre hay cumplir con ciertas normas. Una de ellas es el rechazo a la censura. El no tomarse las cosas demasiado en serio «•tanto en gestos como en lenguaje»•, dando así paso a la ficción y a un clima surrealista donde la creatividad se abre paso y la realidad alternativa generada por el rumor y las leyendas se imponen (al menos por tiempo limitado , que es el tiempo que dura el festival).

Por tal motivo, al tomar distancia de la realidad objetiva, cotidiana y desencantada en la que se vive a diario (la del trabajo y la rutina), quien entra y participa del festival «•aun siendo un nocreyente como yo»• debe respetar y seguir reglas tacitas, implícitas en el juego. Nadie, por lo general, pretende convertirse en el aguafiestas local gritando a los cuatro vientos que el Hombre Polilla (Mothman), Pie Grande (Bigfoot) o los extraterrestres del Cerro Uritorco (las entidades de la ciudad intraterrena de Erks) no existen.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los organismos públicos casi siempre están presentes detrás de la organización, disfrazando su escepticismo, exhibiendo su credulidad y soportando las críticas de aquellos vecinos que no advierten que, más allá de la «mente abierta» publicitada, lo que se persigue es el redito económico. El negocio que genera el turismo.

Es interesante observar cómo criaturas salidas del imaginario colectivo contribuyen al desarrollo de muchos pueblos del interior, regenerando el casco urbano, reactivando el comercio, colmando las plazas hoteleras.

Poco importa la seriedad académica. De nada sirven los argumentos de la ciencia respecto de los monstruos y marcianitos verdes.

El Caos epistemológico está instalado.

Paris bien vale una misa.

Fuente romántica de exageraciones y puntales de las leyendas que justifican los festivales descriptos, el turismo y sus guías reproducen y difunden los errores e inventos que a tantos le dan de comer, legitimando y manteniendo vivas a través del tiempo las mentiras fundadoras que, de tanto ser repetidas, se terminan convirtiendo en verdades.

El afán de lucro y esparcimiento, la credulidad y también la ignorancia desfilan de este modo sin que nadie levante un dedo crítico. Aceptando las maravillas. Conviviendo con las fantasías. Generando un mundo hibrido de discursos y carrozas, exhibiciones y charlas, en las que todo se relaciona con todo y el misterio sigue rindiendo los suculentos dividendos de siempre.

Continuará…


* Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP.

[1] Si bien desde 2012 han transcurrido seis años, el hecho de que en 2017 se celebre el 5° Festival, se debe a que en 2014 no se organizó el evento que nos convoca.

[2] Tradúzcase «nave extraterrestre» en lenguaje capillense.

[3] Para mayor detalle véase 30 años conviviendo con extraterrestres (1986-2016).Es singular caso del cerro Uritorco y su historia esotérica. Disponible en Web: http://www.academia.edu/21009671/30_A%C3%91OS_CONVIVIENDO_CON_EXTRATERRESTRES_1986-2016__El_singular_caso_del_Uritorco_en_Capilla_del_Monte_y_su_historia_esot%C3%A9rica

[4] Las instituciones privadas dedicadas al estudio de la temática ovni repiten con cierta jactancia que el festival de Capilla del Monte es, junto con el de Roswell (Nuevo Mexico, EE.UU.), único en el mundo. Solo dos localidades enarbolan (por ahora) el privilegio de haber sido tocados por esa bendición intergaláctica que tanto bien le ha hecho al turismo local. Pero hay otros festivales de este estilo en el mundo, que giran en torno a otros personajes del folclore contemporáneo.

[5] A menos, claro, que uno sea miembro del Jediismo y participe de ese bizarro movimiento religioso inspirado en el guion de la saga de películas de La Guerra de las Galaxias. Para mayor información véase Jediismo en Wikipedia. Disponible en Web: https://es.wikipedia.org/wiki/Jediismo

[6] Las fiestas y celebraciones en torno al Gauchito Gil, la Difunta Correa, San la Muerte, por nombrar algunas de las más conocidas.

[7] Con esto no quiero decir que las fiestas patronales no tengan un lado comercial y turístico. Lo tienen. Pero en Capilla los intereses económicos del festival son evidentes a simple vista. Y no me parece mal. Todo lo contrario. Si estimula la actividad comercial y hotelera (como lo hace), bienvenido sea.

[8] Para oír el tema, véase en la página Web: https://www.youtube.com/watch?v=-KG06c_IESI

[9] Véase del autor: Museos Bizarros. Las vitrinas del morbo, la ironía y el misterio. Disponible en Web: http://www.monografias.com/docs110/museos-bizarros-vitrinas-del-morbo-ironia-y-misterio/museos-bizarros-vitrinasdel-morbo-ironia-y-misterio.shtml

Las evanescentes expediciones nazis al Uritorco

LAS EVANESCENTES EXPEDICIONES NAZIS AL URITORCO

Buenos Aires, Abril de 2015

Fernando Jorge Soto Roland*

PRÓLOGO

clip_image002[4]Sin mediar más «pruebas» que rumores inconsistentes, de escasa circulación y sin consignar el origen de esos testimonios orales, el recientemente fallecido periodista argentino Jorge Camarasa, afirmaba en su último libro, América Nazi, que hacia fines de la década de 1930 el NSDAP había organizado y enviado a la localidad cordobesa de Capilla del Monte una expedición «científica«, dirigida por la Ahnenerbe, para buscar y encontrar, en las inmediaciones del hoy famoso cerro Uritorco, nada más ni nada menos, que el Santo Grial y el Bastón de Mando de los comechingones[1].

Más allá de lo extraña y mística que pueda resultarnos esa búsqueda, y de las tremendas dudas que despierta de entrada, cabe destacarse el supuesto (posible, pero extremadamente poco probable de ser verificado in situ) que nos remite a la existencia de los restos que la operación nazi habría dejado desperdigados por la zona.

Efectivamente, Camarasa sostiene que, en los rincones perdidos de las sierras y fuera de los circuitos turísticos comunes, aún reposan, en ruinas, las excavadoras, grúas y máquinas pesadas utilizadas por los seguidores de la svástica.

Aunque en lo personal descreo por completo de la historia, considerándola un ejemplo más del esotérico y delirante universo que despierta la región, me resulta por demás interesante tratar de reconstruir los motivos por los cuales tanta gente cree en ello y porqué un periodista de fama internacional le dedicó tiempo y esfuerzo a lo que, en principio, no parece ser más que un mito, tan infundado como aquel que refiere la existencia de submarinos nazis hundidos en las costas patagónicas[2].

LOS HIJOS DEL RUMOR

Ubicuos, siempre activos, pero evanescentes como los monstruos de la criptozoología, los nazis del imaginario parecen haber estado recorriendo el mundo entero sin importarles demasiado las fronteras políticas, el celo soberano de los países por los que supuestamente anduvieron o los accidentes geográficos que debieron superar.

Remando contra todos los obstáculos imaginados, la mítica eficiencia alemana no se habría amedrentado a la hora de levantar «bases secretas» en lugares imposibles, ni invertir cuantiosas fortunas en pos de reliquias, objetos sagrados y «espacios vitales» donde expandir o, en su defecto, reeditar tras la derrota militar, al Tercer Reich.

De acuerdo con algunos escritores un tanto fantasiosos, los nazis, guiados por ese famoso brazo de las SS llamado Ahnenerbe (La Herencia Ancestral), no dejaron prácticamente región del planeta sin explorar[3].

Desiertos, selvas y montañas, ínsulas, mesetas y cerros, no habrían resultado trabas para ellos. Tal como lo afirman las leyendas que circularon en la posguerra (resucitadas a mediados de los años 1980 por ciertos periodistas), sendos representantes del régimen nazi habrían estado sembrando «nidos nacionalsocialista» por todas partes; amén de indagar respecto de ciertos objetos de poder, según el lenguaje del esoterismo-conservador de nuestro días.

Como era natural, la Argentina no quedó exenta de esas visitas. La propaganda norteamericana de entonces y el evidente antiperonismo que esgrimieron muchos de sus divulgadores, se encargaron de sembrar y alimentar los rumores respectivos. Y así, la desolada Patagonia, el impenetrable monte misionero, los aislados cerros y cordones montañosos de la geografía nacional, o pocos significativos pueblos del interior del país, terminaron convirtiéndose en los hipotéticos escenarios donde, alguna vez, habría ondeado la cruz gamada.

Ni siquiera el territorio antártico o el mismísimo centro de la Tierra, por no hablar de supuestas ciudades subterráneas, tipo Akakor, quedaron al margen de la maligna presencia hitleriana[4].

Pero, ¿qué tenían/tienen los nazis de especial para que ello ocurriera? ¿Qué extraña fascinación despertaron y siguen despertando en ciertas mentes imaginativas, inclinadas a creer en conspiraciones reales e inventadas?

Ensayando una primera respuesta, diremos que ellos encarnan al Mal por antonomasia. El peor de los enemigos. El diablo en la Tierra. Y hay motivos para ello. El nazismo fue un régimen criminal y despiadado. Artífice de invasiones, injusticias, fusilamientos y creadores de campos de exterminio en donde la humanidad terminó cuestionándose su propia racionalidad. Son los villanos más famosos, con más prensa y, como tales, las estrellas de una trama macabra. ¿Qué sería la saga de Star Wars sin Darth Vader, o Sherlock Holmes sin el doctor Moriarty? ¿Qué relevancia tendría James Bond sin la siniestra organización Spectre o Batman sin el Guasón?

Los chicos buenos (y los no tan buenos) semejan santos cuando se los contrasta con los nazis. Y si ese contraste está guiado por el infantilismo a que nos tiene acostumbrado Hollywood, los malos serán muchísimo más malos. Poderosos. Eternos. Presentes en todos lados.

clip_image002[6]Si bien los testimonios orales alcanzaron en los últimos cincuenta años el renombrado status de fuentes históricas, ninguna investigación prudente puede agotarse en ellos. No bastan en sí mismos, a menos que lo que se desee sea reconstruir parte del universo imaginario de un grupo o región[5]. Y, aún así, el número es lo que cuenta. Sólo a partir de un corpus abundante de testimonios podría intentarse una aproximación al tema. Por ende, tratar de probar que un acontecimiento extraordinario tuvo lugar de manera objetiva, apoyándose únicamente en escasos testimonios grabados, no es bueno, serio ni conducente en ningún trabajo honesto[6].

Pero es lo que ocurre en muchos escritos de divulgación e informes brindados a través de los medios masivos de comunicación, especialmente en ciertos documentales afectos al misterio, a las conspiraciones y el esoterismo. En esos casos no importa la cantidad ni la calidad de las fuentes. Sólo interesa generar «el clima» adecuado y dar por cierto hechos de los que no se tienen certeza. Una vez arrojados al ruedo del rumor, sólo cabe esperar que crezcan y se pase del «se dice» al «ocurrió«, sin aparente contradicción[7].

Los ejemplos sobran, pero tomemos uno que está directamente relacionado con las inasibles expediciones que nos ocupan.

En una producción televisiva, puesta al aire por el Canal Infinito a fines de la década de 1990 (Uritorco, un lugar mágico), se daba cuenta de la visita de expedicionarios nazis a Capilla del Monte, tras relacionar al cerro Uritorco con ovnis, energías telúricas, gemas sanadoras, ciudades subterráneas, reliquias medievales y templarios[8]. Seguidamente, con voz grave y cadenciosa, el locutor sindicaba que:

«(«¦) el principal enclave nazi en la provincia de Córdoba estaba en la misma zona donde está el Cerro Uritorco»[9].

No planteaba condicionales de ningún tipo. La afirmación era taxativa, como si la misma no requiriera ser comprobada y se estuviera ante una verdad indiscutible. Dicho así, el norte de la provincia parecía haberse convertido en una prolongación del Reich alemán; y, aunque es cierto que en la vecina ciudad de La Falda existió un grupo de nazis declarado (los propietarios del Eden Hotel), es una exageración caratular todo el norte cordobés como el principal enclave nacionalsocialista del país[10]. Lamentablemente estaban mucho más y mejor distribuidos por toda la geografía nacional.

Una vez preparado el escenario de la trama se da paso a dos testimonios grabados, con los cuales se pretendía asentar la idea de las mentadas expediciones y de los supuestos restos que la misma dejara desperdigados por el lugar.

Al respecto, el guía de montaña Alfredo Francisco Lobo decía:

«Se han hallado elementos de expediciones muy antiguas, de hace setenta, ochenta años»¦ Elementos de la década del «™30, del «™40, de acuerdo a lo que cuentan los más viejitos. «˜Los gringos»™ les decían ellos, pero no eran italianos, sino alemanes».

Inmediatamente después, el locutor informa que el propio Lobo había encontrado restos de esa olvidada expedición en el Uritorco; y es el guía quien confirma los dichos, atestiguando:

«Es un recipiente que tiene cuatro svásticas en sobre-relieve. Un recipiente de lata, o material similar, oxidado. Lo encontré en un ranchito. Estaban usándolo (¡increíble!) de batea, donde lavaban cosas y elementos».

Por lo que sé, hasta el momento el recipiente es la única evidencia material que une a la región con los escurridizos expedicionarios del Tercer Reich. Nada se ha dicho de las grúas y excavadoras que refiere Camarasa. Pero, ¿puede inferirse que los nazis deambularon por las inmediaciones de Capilla del Monte a partir de un testimonio del que no se da prueba material alguna? Porque, hay que aclararlo, el supuesto descubridor no entregó el objeto en cuestión, ni siquiera fotografías de su endeble hallazgo.

Claro que, incluso de existir efectivamente el recipiente con las svásticas grabadas, ¿se lo podría considerar una prueba cabal de las excursiones nacionalsocialistas en la zona? En mi opinión, no. Eso implicaría derivar demasiadas conclusiones de un hecho de por sí nimio. Por otro lado, como cualquier estudiante de arqueología sabe, los objetos arqueológicos cobran valor documental únicamente cuando se los relaciona y analizan en el contexto en que han sido encontrados. Sin ese contexto no es posible decir ni afirmar nada seriamente. De ahí que los cacharros antiguos robados en tumbas por huaqueros profesionales pierden valor histórico desde el mismo momento en que son quitados del sitio en donde reposaban desde hacía siglos[11].

Lo mismo sucede con el recipiente mencionado.

Por otro lado, convengamos que una caja rectangular con cruces gamadas (de esta forma parecería describirla con gestos) no es algo común de encontrar en un rincón cordobés. Aún así, y dada la fuerte corriente inmigratoria alemana que el mismo documental anuncia, no sería nada extraño hallar objetos de ese tipo. Podría ser un souvenir de la guerra o parte de alguna colección de material bélico que se haya desperdigado y perdido. En realidad, podría llegar a ser muchas cosas, si es que efectivamente ese recipiente fue encontrado.

Minutos más tarde, la apuesta del guionista no mejora.

En un nuevo intento por instalar a los deambulantes nazis en la serranía cordobesa, se convoca el testimonio de quien dice ser un descendiente de los indios comechigones y antiguo poblador de la región, el señor Hugo Jaime, aparente testigo presencial de los hechos durante su lejana infancia.

«Yo tenía ocho años»¦ Me crié atrás del cerro Uritorco («¦). Vinieron como cuatro hombres que traían aparatos («¦). Yo miraba como andaban entre las piedras, en los arroyos. Metían aparatos en los arroyos. Para mí, buscaban minerales»[12].

Inmediatamente después, el locutor hace una aclaración fulminante:

«Pero buscaban el Santo Grial«.

Si sacamos el testimonio de Jaime del contexto melodramático en el que se lo injerta en el film, y dejamos de lado la edición de imágenes (en las que se muestran a soldados, oficiales y partidarios nazis saludando al Führer en ceremonias públicas de Alemania), desechamos los pasajes de la expedición (bien documentada) del año 1938 al Tíbet, omitimos los rayos y centellas adosadas por computadora al perfil negro del Uritorco y desoímos la música de fondo, veremos que los dichos del «testigo» no aportan nada a la hora de comprobar la hipótesis de los exploradores alemanes.

¿Qué tienen de extraño y misterioso cuatro tipos con «aparatos» buscando «algo«, hace más 60 años? ¿Podemos apoyarnos sólo en el recuerdo de un anciano para aseverar que una expedición nazi recorrió el Uritorco buscando la más importante y mítica reliquia de la cristiandad? ¿Basta con haber vivido en la zona mucho tiempo para convertirse en una «autoridad» indiscutible en la materia? ¿No es mucho?

Además, ¿de qué tipos de «aparatos» habla Jaime?[13] ¿Podían sólo cuatro personas (por más alemanes que fueran) manipular lo que el rumor afirma eran grúas y excavadoras? Es todo muy poco creíble.

LA FASCINACIÓN POR LA TECNOLOGÍA ALEMANA

La tecnología siempre fue motivo de orgullo para quien la posee. Desde la antigüedad, pero muy especialmente a partir de mediados del siglo XVIII «”cuando Inglaterra diera los primeros y promisorios pasos hacia su industrialización»” las máquinas fueron sinónimo de poderío, ingenio y superioridad, tanto económica, política como militar.

Con el advenimiento de la modernidad y la expansión europea sobre todo el planeta, el avance tecnológico sirvió para justificar el imperialismo y su proclamada «misión civilizadora», además de representar el Progreso y convertirse en un modelo a ser imitado por todos, en todas partes.

Expórtalo, fue la excusa que esgrimieron los países desarrollados para controlar las materias primas y los mercados de las regiones subdesarrolladas. Importarlo, fue el sueño que las oligarquías locales tuvieron para parecer un poco más «civilizadas» y adscribir a los intereses y negocios de las principales potencias, sin pensar o preocuparse por la dependencia que ello producía. De hecho, muchos terminaron convirtiéndose en socios, gerentes y leales testaferros de aquellos que poseían (y proveían) la tecnología.

Su poder hipnótico fue enorme y al poco tiempo los países altamente tecnificados consiguieron no sólo imponer sus tornillos, poleas y motores de vapor, sino también sus gustos («buen gusto»), modas, valores, ideología e idiomas.

La tecnología subyuga, genera adherentes. Se convierte en la principal abanderada de la propaganda de aquel que la tiene. Representa la fuerza, la vitalidad y la inteligencia. Modifica vidas y, por sobre todas las cosas, genera asombro. Nuestra capacidad para asombrarnos es vencida constantemente por ella. Tal vez sea ese el motivo por el cual en todas la guiadas turísticas el avance tecnológico se convierta en el «as en la maga» que el guía profesional tiene para producir exclamaciones de sorpresa entre sus clientes/turistas; del mismo modo que las películas yanquis se encargan de exhibir en cada fotograma todo el obsceno arsenal de tecnología aplicada a la industria bélica. Y a este punto es a donde quería llegar: la guerra.

Nadie puede hoy dudar de que los conflictos armados hayan sido importantes catalizadores de innovación tecnológica. El arte de matar más rápido y eficientemente impulsa a la creatividad, y la diferencia entre asombrar o no al enemigo se traduce en victoria o derrota respectivamente.

De todas las guerras que la humanidad padeció, la Segunda Guerra Mundial es la que incubó un mayor avance cuali y cuantitativo, alcanzando su cenit el 6 de agosto de 1945, cuando los EE.UU. tiraron la primer bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Pero unos cinco o seis años antes el paradigma del avance tecnológico estuvo representado por otro país: la Alemania nacionalsocialista de Adolf Hitler. Tanto caló en el imaginario colectivo, que todavía hoy en día hay gente que le atribuye al nazismo mayores progresos tecnológicos de los que realmente alcanzó. ¿Acaso no se oyen a diario a los delirantes cultores de las conspiraciones afirmar que los ovnis son en verdad un proyecto secreto («proyectos negros», como les dicen) de técnicos alemanes?

Si en verdad es así (cosa que niego con fervor militante), de poco le sirvieron sus «platos voladores» para conquistar el mundo durante mil años. Apenas duraron doce. Pero eso no fue excusa para que la eficiencia alemana adoptara el ropaje de mito, hasta hoy día.

Para unos cuantos, las supuestas expediciones nazis siguen mostrando los destellos de esa admiración residual. Incluso por un simple y misterioso «recipiente» con svásticas o anodinos «aparatos» utilizados en piedras y arroyos.

LAS OTRAS EXPEDICIONES

La historia de América muestra que, desde los días de la conquista europea (siglo XVI), las quimeras más inverosímiles arrastraron a centenares de hombres en pos de «Dorados Fantasmas«. Mitos movilizadores gracias a los cuales extensas áreas geográficas fueron relevadas e incorporadas a la fuerza por la entonces todopoderosa soberanía del Imperio español.

El tiempo ha pasado, pero ese impulso (hoy romántico) se mantiene vigente y activo en muchos espíritus inquietos, especialmente entre los productores de programas televisivos con pretensiones científicas. Es que el intento por encontrar ruinas perdidas en lugares inhóspitos no ha cesado y los sitios inaccesibles siguen ejerciendo un poderoso influjo. Son espacios en donde la imaginación continúa alimentando a los sueños inconclusos.

Hay mucho de aventura en esas búsquedas. También de exageraciones y mentiras. No en vano todos los años se publican artículos rimbombantes (generalmente en revistas y diarios no especializados) que anuncian el «gran descubrimiento» de tal o cual ciudadela o sitio arqueológico perdido (tal vez el caso del Paititi sea el más emblemático y el que mejor conozco).

Pero así como un día la noticia emerge con grandes titulares, al siguiente desaparece cayendo en el olvido. La lógica del periodismo-ficción se impone. Las tonterías de hoy tapan a las bobadas de ayer y así el ciclo se reinicia alentando a otros potenciales «descubridores» a conseguir los 15 minutos de fama de los que hablaba Andy Warhol.

Esa es la forma en la que se mantienen los mitos. Así atraviesan generaciones, incitando la ambición de fama y fortuna.

Podría señalar unas cuantas de esas fantasías tan buscadas, pero el Santo Grial, aparentemente perseguido por siglos, es una de las más simbólicas; y ya no importa que Indiana Jones lo haya perdido en la grieta de un templo escondido de la ciudad de Alexandreta[14]. Muchos insisten con ahínco. Prosiguen la pesquisa, ya no en el Cercano Oriente o castillos abandonados de Europa Occidental, sino en las entrañas mismas del cerro Uritorco y sus inmediaciones. Tal como lo hicieron los nazis de la leyenda, hacia fines de los años «™30.

Una verdadera genealogía del delirio.

clip_image002[8]En los primeros meses del año 2000, promediando el agónico siglo XX, los integrantes del Grupo Delphos, una organización privada de neto corte nacionalista y orientación ultracatólica, emprendieron lo que definieron como «una expedición» a la región vecina a Capilla del Monte, en pos del sagrado cáliz. Guiados por los preceptos vertidos por el sociólogo nazi Jacques de Mahieu y las improbables teorías del místico abogado Guillermo Terrera, Delphos se propuso al mismo tiempo probar y descubrir la presencia de templarios en las sierras del norte de Córdoba, aduciendo que la zona era «mágica y con fuerte magnetismo telúrico«.

Como era de esperar, al regreso de la excursión, aseguraron haber encontrado un supuesto templo en el interior de una caverna que confirmaba sus dichos. Claro que no sólo no identificaron el lugar exacto del hallazgo (típico de los esotéricos devenidos en arqueólogos de fin de semana), sino que tampoco exploraron el interior de la cueva, por no estar equipados con las linternas necesarias (¿?). De todos modos, a pesar de lo improvisada que resultó la empresa, publicaron un «informe» en el que daban cuenta de tan soberbio descubrimiento.

Pero los mal iluminados miembros del Grupo Delphos no estaban al tanto de que unos días antes, para la Semana Santa del año 2000, otro grupo competidor, de idéntica ideología y lazos (según Camarasa) con círculos militares y católicos integristas, habían estado en el mismo «templo» con mayor éxito que ellos[15].

El Priorato General de Argentina de la Orden Soberana y Militar del temple de Jerusalén, encolumnado detrás de su Gran Maestre y guiado por el especialista en montaña Alfredo Guillermo Lobo (el guía que aseguró encontrar los restos de la expedición nazi de los años 30), afirmó haber ingresado efectivamente en la cueva y hallado símbolos templarios, cruces y papeles, además de otros íconos propios de la mentada orden medieval.

En años sucesivos, hasta el 2005, las exploraciones siguieron su curso, pero manteniendo el rasgo de secretismo que tanto los caracteriza. No revelando la localización exacta del lugar, «por razones de seguridad«, según ellos.

¿De dónde salen estas historias?

¿Hay algún fundamento real, comprobado históricamente, que permita, en principio, darles cierta legitimidad o son el producto de la más pura y desatada imaginación?

La respuesta es positiva y la encontramos en las expediciones que la Ahnenerbe organizó desde mediados de los años 30 por diferentes partes del mundo.

En cierta literatura de características fantásticas, existe la tendencia de buscar en el pasado antecedentes prestigiosos y comprobados que justifiquen los delirios e inventos del presente. Las improbables incursiones nazis a Capilla del Monte no son la excepción a la regla.

LA HERENCIA ANCESTRAL

clip_image002[10]Compuesta por estudiosos, intelectuales y científicos alemanes, inescrupulosos y llenos de ambiciones personales, la Deutsche Ahnenerbe, Studiengesellschaft für Geistesurgeschchte (Herencia Ancestral Alemana, Sociedad para el estudio de la Historia de las Ideas Primitivas) o simplemente «Ahnenerbe«, se constituyó en una de las dependencias de las SS más importantes y, hasta hace relativamente pocos años, una de las menos conocidas.

Equipada con nutridas bibliotecas, laboratorios, talleres y museos, la Ahnenerbe, que en su mejor momento llegó a tener bajo su mando a 139 académicos y 82 auxiliares, entre cineastas, fotógrafos, pintores, bibliotecarios y médicos, fue creada por Heinrich Himmler en 1935. Su finalidad era clara desde el principio: inventar mitos, tergiversar el pasado de la humanidad, manipular los datos arqueológicos y transmitirle a la opinión pública esos resultados, con el solo fin de mostrar los increíbles logros de los ancestros del pueblo alemán.

A tal fin, ordenó, equipó, subvencionó y envió varias expediciones a lo largo del mundo. No fueron muchas, pero las suficientes como para que algunos escritores se abrazaran de ellas e inventaran otras que nunca existieron.

Michael Kater, historiador canadiense especializado en historia del nacionalsocialismo y autor de uno de los pocos libros, documentados y serios, sobre la Ahnenerbe[16], es, junto a Heather Pringle[17], escritora científica especialista en arqueología, quienes mejor han investigado la historia de la nefasta institución. De sus pesquisas es importante rescatar la honestidad intelectual con la que han trabajado, sin caer en fantasmagorías y exageraciones, ciñéndose a las fuentes que existen hasta el momento y evitando las interpretaciones esotéricas a las que nos tienen acostumbrados los periodistas sensacionalistas.

Lejos de cometer los mismos pecados que ellos critican en sus libros, Kater y Pringle, hacen a un lado las especulaciones fantásticas y, guiados por la documentación encontrada, nos informan que de los 961 expedientes de la Ahnenerbe que han sobrevivido, se puede concluir con certeza que sólo hubo ocho expediciones nazis, antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Y que ninguna tuvo por destino a la República Argentina.

Por el contrario, los países que los «académicos nazis» recorrieron fueron Suecia, Finlandia, Croacia, Irak, Francia, Grecia, Libia y el Tíbet[18]. Nada indica que Himmler se haya interesado por el cerro Uritorco y su energía telúrica. Y si bien existían planes para cuatro expediciones más (suspendidas todas por los avatares del conflicto iniciado en 1939), tampoco en esos casos se menciona el norte cordobés[19].

clip_image002[12]clip_image002[14]Pero fue uno de esos proyectos cancelados el que se convirtió en la matriz que desató las interpretaciones imaginarias de algunos divulgadores deshonestos. Me estoy refiriendo a la expedición proyectada por el arquitecto y escritor Edmund Kiss, quien afirmaba haber localizado, en un viaje personal realizado en 1928 (antes de entrar en la Ahnenerbe), las ruinas de una antigua colonia nórdica en Tiahuanaco, en pleno altiplano boliviano, con una antigüedad (según él) de 17.000 años.

Era una locura total, pero Himmler quedó fascinado por la teoría y decidió darle al «sabio» el apoyo financiero necesario para confirmar sus delirantes ideas.

Kiss quería regresar a Bolivia y explorar el Lago Titicaca, sobrevolar la cordillera de los Andes y validar científicamente la presencia de arios en la América precolombina. Pero no fue posible. El conflicto armado obligó derivar los fondos de la expedición hacía otros asuntos más acuciantes y el proyecto se pospuso. La derrota del Tercer Reich hizo que la prórroga fuera permanente.

Estos datos, en los que los nazis aparecen explícitamente relacionados con América del sur, bastaron para que se elucubraran otras expediciones imaginarias, ubicando a lo secuaces de Hitler en diferentes partes de la geografía argentina. Los expedientes de la Ahnenerbe se transformaron así en el telón de fondo de una trama de ficción que se sigue repitiendo hasta el día de hoy; y que esotéricos, místicos y herméticos sabios vernáculos se encargaron de difundirlas con relativo éxito.

Claro que para ello también se agarraron de otra empresa, debidamente documentada. Esta vez en el misterioso Infierno Verde brasileño: el Amazonas. Otra zona aislada, lejana y poco transitada.

En 2008, Jens Glüsing, un periodista-investigador alemán residente en Río de Janeiro, sorprendió a todos con la publicación de su libro Das Guayana-Projekt: ein deutsches abentour am Amazonas, en el cual se revelaba la existencia de una expedición nazi, desconocida (o muy poco conocida) hasta entonces, en las selvas del Brasil[20].

Las fotos desempolvadas por Glüsing asombraron aún mucho más. En especial una de ellas, en la que se observa la tumba de uno de los miembros de la expedición, fallecido en la selva, flanqueada por dos aborígenes.

La imagen es impresionante: una cruz de tres metros de altura, coronada por una svástica y un epitafio en el que se lee: «Joseph Greiner murió aquí en 2/1/36, al servicio de la investigación alemana, víctima de la fiebre «“ Expedición Alemana al Jary, 1935-1937».

clip_image002[16]La escena parece sacada de una película de aventuras clase B.

En primera instancia genera una extraña sensación de anacronismo que, como resulta lógico, lo agregan los dos indios que posan a un lado del monumento funerario. Es imposible no sorprenderse. Hay cierta descontextualización en la imagen. No todos los días se encuentra una cruz de ese tamaño en el interior de la selva. Por esa razón, no faltaron quienes, siempre conducidos por la más desatada imaginación, relacionaron a la expedición en cuestión con una de las mentiras más chapuceras que se hayan publicado en la década de 1970. Me estoy refiriendo a las llamadas Crónicas de Akakor, libro escrito por el periodista alemán Karl Brugger en el que se mezclan civilizaciones antediluvianas, extraterrestres, tribus misteriosas, la Atlántida, un cacique amazónico más que falso y ¡dos mil alemanes refugiados, tras la guerra, en la ciudad subterránea de Akakor! [21]

Pero nada era más lejano a esos dichos.

clip_image002[18]El denominado Proyecto Guayana se inicia en octubre de 1935 cuando tres alemanes, Gerd Khale, Gerard Krause y Otto Schultz-Kampfhenkel, arribaron a la ciudad de Belén do Pará, en Brasil, con la misión pública de realizar un relevamiento científico y exhaustivo de la cuenca del río Jari[22].

Durante los dos primeros meses de estadía, iniciaron la tramitación de los permisos correspondientes. Una tarea burocrática y aburrida que, a la postre, resultó sumamente fructíferas ya que el pequeño grupo de exploradores consiguió el apoyo del varias instituciones relevantes del país. En primer lugar el Museo Goeldi, en segundo término el Museo Nacional de Río de Janeiro y, tal vez el apoyo más importante, el de la Fuerza Aérea del Brasil, que por entonces estaba dividida en facciones (los pro-alemanes y los pro- norteamericanos).

El arribo de los germanos estuvo acompañado por la sorpresa. Como era de prever, los sudamericanos se mostraron estupefactos ante los equipos que los europeos traían. Especialmente un avión con el cual Otto Schultz-Kampfhenkel pretendía probar una técnica novedosa por entonces: la fotografía aérea.

Otto Schultz-Kampfhenkel, director y jefe de la empresa, era geógrafo, zoólogo y un avezado aviador, afiliado al nazismo en 1934.

Si bien algunos autores, como Jorge Camarasa, sugieren que la expedición a la Guayana fue apoyada y subvencionada por la Ahnenerbe, todo eso es un craso error.

La institución dirigida por Himmler no participó en absoluto ya que de hecho acababa de ser fundada, dando sus primeros y timoratos pasos. Lo que si se sabe es que Schultz-Kampfhenkel recibió el patrocinio del Ministro de Aeronáutica de Hitler, el Mariscal Hermann Göering. Pero la expedición en sí no tuvo un carácter oficial. Entre otras cosas, porque el Tratado de Versalles prohibía expresamente las exploraciones oficiales de Alemania por el mundo.

De todos modos, el proyecto sí tenía un plan secreto. Uno muy personal.

Schultz-Kampfhenkel se había propuesto reconocer la región amazónica vecina a la Guayana francesa con un doble propósito. El primero crear las bases para un asentamiento de alemanes en el lugar; y el segundo, transformar esa colonia en un punto de reabasteciendo para una futura invasión al territorio controlado por Francia.

En el informe final que Schultz-Kampfhenkel presentó en 1937, a su regreso del Brasil, a Heinrich Himmler, se sugería explícitamente ocupar la zona. Pero Himmler rechazó de plano el proyecto. Tenía otros problemas que solucionar sobre su escritorio. Por otro lado, después de 1940 se volvió innecesaria una invasión a la Guayana ya que el territorio de toda Francia estaba bajo en control, directo e indirecto, del nazismo.

Como resultado de esta aventura Schultz-Kampfhenkel publicó en 1938 un libro, Rätsel der Urwaldhölle, en el que aparecieron algunas de las fotos que se adjuntan en este artículo y, naturalmente, no se explicitaba la intensión secreta que le había dado al viaje.

Dos de las fotos desparecerían en la reedición de 1953 (la de la cruz y la de la canoa por un río en la que se observa una bandera con la svástica) por estar prohibida la reproducción de cualquier simbología nazi, tras el fin de la guerra.

Del mismo modo, Schultz-Kampfhenkel produjo un film documental, distribuido por Universum Film AG (UFA), en 1938. Este material permaneció olvidado durante 70 años.

Recién en la década de 1970 se hizo pública una versión bastante edulcorada en la que no parecía ninguna alusión nacionalsocialista y se hablaba únicamente de la vida cotidiana de los indígenas de la selva.

Así, las intenciones ocultas de Schultz- Kampfhenkel pasaron a hibernar indefinidamente.

PALABRAS FINALES

En mi opinión, las noticias del Proyecto Guayana, del mismo modo que las referidas a la cancelada expedición de Edmund Kiss a Bolivia, crean los antecedentes en los cuales se sostienen (de forma inapropiada) todas las locas teorías respecto de las excursiones nazis en la zona del Uritorco.

Retoños absurdos que carecen de la más mínima comprobación.

No tenemos fechas concretas de las supuestas expediciones.

No hay pruebas ni recuerdos que señalen en qué parte de Capilla del Monte se instalaron los visitantes.

No hay testigos confiables del paso de los expedicionarios.

Nadie vio las maquinarias ni al personal que presuntamente las operaban.

Hasta la fecha ninguna persona encontró los restos del equipamiento, aparentemente perdidos por la serranía.

No existe documentación alguna que apoye la historia, ni datos respecto de quien la dirigía o qué buscaban en concreto.

En conclusión, nada indica que las expediciones nazis hayan tenido realmente lugar. Y no somos los incrédulos los que tengamos la obligación de probar algo que no ocurrió. No invirtamos la carga de la prueba. Son los que defienden la realidad de los hechos mencionados los que deberían dar señales inequívocas de que efectivamente ocurrieron.

La cuestión se reduce, por lo tanto, a un mero amasijo de afirmaciones en las que se mezclan, de manera desproporcionada, fantasías, rumores, mentiras, delirios, interpretaciones erróneas, creencias esotéricas y el deseo, siempre presente, de misterio y aventura.


* Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP.

[1] Véase: Camarasa, Jorge y Basso Prieto, Carlos, América Nazi, Editorial Aguilar, Buenos Aires, 2014.

[2] Al respecto, véase: Valentini, Mónica y García Cano, Javier «Arqueología e historia. La búsqueda de los submarinos alemanes en aguas argentina» (pp. 101-119), Y el capítulo de Ronald Newton, «Las actividades clandestinas de la Marina Alemana en aguas argentina entre 1930 y 1945, con especial referencia a la rendición de dos submarinos germanos en Mar del Plata en 1945″ (PP.65-101), en Argentina y la Europa del nazismo. Sus secuelas, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2009.

[3] Véase del autor: «Los caballeros arios del Uritorco» en El Cerro, la Meseta y el Fuerte. Una aproximación crítica a la mitología del cerro Uritorco y la meseta de Somuncurá. Disponible en Web: http://www.falsaria.com/2015/03/el-cerro-la-meseta-y-el-fuerte/

[4] Hay delirantes que incluso insisten en decir que hay bases lunares (sic) nazis, a la espera de una futura invasión a la Tierra. O una conspiración nazi/extraterrestre para dominar el mundo. En realidad hay fantasías para todos los gustos. Sólo algunas guardan cierto recato racional, volviéndose así más creíbles.

[5] Véase del autor: La Historia Oral: voces antiguas y representaciones. Disponible en Web: http://www.monografias.com/trabajos98/historia-oral-voces-antiguas-y-representaciones/historia-oral-voces-antiguas-y-representaciones.shtml

[6]Las supuestas expediciones nazis en Córdoba lo son, sin lugar a dudas.

[7] Guillermo Dangel, en su libro Todo sobre el Uritorco y la ciudad de Erks (2012) también hace referencia a una expedición nazi de la cual «(«¦) un grupo de investigadores habrían permanecido cerca de un año trabajando en las inmediaciones del cerro Uritorco y luego regresó a su país. De esta época [que el autor ubica entre 1937 y 1938) se conocen historias que planteaban una gran actividad minera como también la existencia e túneles naturales que traspasaban el cerro Uritorco de lado a lado, donde se encontraron esqueletos humanos de antigua data, de comechingones se dijo en un principio. Pero todo quedó en versiones, conversaciones de sobremesa y nada más». (pp. 99-100).

[8] Véase: Uritorco, un lugar mágico, una Producción de Cuatro Cabezas. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=NEd7Y0fL1CM

[9] Ibídem, minuto 32″™,

[10] Véase del autor, El Eden Hotel de La Falda, Provincia de Córdoba. Disponible en Web : http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/eden_hotel_la_falda.htm

[11] Véase del autor: Vasijas y Ladrones. Disponible en Web: http://www.edhistorica.com/pdfs/VASIJASLADRONES_ARTICULO_.pdf

[12] Video citado, Uritorco, lugar mágico, minuto 34″™ aprox.

[13] Hugo Jaime es un creyente convencido de la existencia de extraterrestres, de la ciudad subterránea de Erks y un claro representante de la llamada New Age. Se autodenomina chamán y descendiente directo de los aborígenes locales. Defiende la tesis de Guillermo Alfredo Terrera que nos habla de la presencia de templarios (Parsifal) en la zona en siglo XII y de subterráneos que recorren toda América, desde donde la Hermandad Blanca Universal gobierna el mundo. Propietario de la famosa Posta El Silencio, en Capilla del Monte, es promocionado como «Sabio conocedor de plantas, piedras y zonas energéticas«. Para mayor información véase un reportaje que le realizaron en la revista digital Mantra. Disponible en Web: http://www.mantranews.com.ar/archivo/2004/enero/newsdiferentes.html

[14] Véase film: Indiana Jones y la última cruzada (1989). Dirección Steven Spielberg.

[15] Véase: Camarasa, Jorge, «Más allá de los ovnis, templarios y secta Moon en el Uritorco» en revista La Central, N° 9, nov/dic 2008, Córdoba.

[16] Véase: Kater, Michael, Das Ahnenerbe SS 1935-1945, Studien Zur Zeitgeschichte, De Gruyter Oldenbourg; 4th edition (March 8, 2006)

[17] Pringle, Heather, El Plan Maestro. Arqueología fantástica al servicio del régimen nazi, Debate, Argentina, 2008.

[18] Ibídem, pp. 33-34.

[19] Los planes se orientaban a investigar Irán, las Islas Canarias, Islandia y los andes bolivianos.

[20] Glüsing, Jens, Das Guayana-Projekt: ein deutsches abentour am Amazonas, Ed. Links Christoph Verlag, 2008.

[21] Para tener una visión general de esta tontería, véase La Crónica de Akakor, disponible en Web: https://descubriramerica.wordpress.com/relatos-de-una-antigua-ciudad-perdida-en-la-amazonia/tatunca-nara-el-indio-blanco-de-amazonia/ . O leer directamente la obra de Brugger (1976) disponible en Web: http://www.bibliotecapleyades.net/arqueologia/akakor/akakor.htm

[22] El malogrado Joseph Greiner se agregaría un poco más tarde a la expedición, como capataz y encargado de suministros. Greiner era un alemán criado en Brasil. Un joven marinero, empresario y confiable a los ojos del director de la empresa. Razón por la cual podemos sospechar que también comulgaba con la ideología nazi, visto que otros deseosos candidatos habían sido rechazados por carecer de simpatía con el régimen de Hitler.