NUEVAS HISTORIAS SECRETAS DEL URITORCO
Fernando Jorge Soto Roland*
El Cerro Uritorco. Una autentica usina de leyendas
INTRODUCCION
LO SAGRADO Y LO PROFANO
La tradición oral de una localidad está formada por una intrincada mezcla de verdades, mentiras, rumores, exageraciones, sueños, creencias y prejuicios que, de tanto repetirse «de boca en boca«, terminan constituyéndose en el patrimonio intangible de ese sitio.
En Capilla del Monte (Córdoba, Argentina) la riqueza de ese inasible patrimonio cultural nos permite observar «•y darnos una idea»• de cómo se da el entramado por el cual toma forma y se construye colectivamente una moderna mitología, que ya lleva más de 30 años colocando un ladrillo sobre otro.
Los discursos «•devenidos muchos de ellos en anécdotas personales»• se acumulan. Circulan informalmente, retroalimentándose en cada charla, en cada fogón; siempre teniendo al ominoso Cerro Uritorco (y su historia reciente) como fondo, catalizador y lupa que los amplia y agiganta; volviéndolos plausibles en un marco en donde aún lo inconcebible puede ser considerado como algo verdadero.
Ovnis, puertas dimensionales, ciudades intraterrenas (Erks) y misteriosas energías, hombres pájaro, sociedades secretas y unas nunca certificadas expediciones nazis, rusas y norteamericanas (estas últimas casi siempre de la NASA) pululan sin marcos de referencia concretos por toda la región, atrayendo a miles de turistas curiosos que, con su presencia «•y sin muchas veces advertirlo»• pasan a ser los responsables de la difusión y promoción de esas historias fantásticas. Sin detallar, claro, la responsabilidad que los guías de turismo alternativo y la prensa sensacionalista también tienen en el asunto.
Todos estos relatos nos hablan de una manera de estar en el mundo. De una cosmovisión plagada de magia y eventos sobrenaturales y de una renovada emergencia de las maravillas en la vida cotidiana.
La modernidad racionalista hace agua por todos lados. El acto de tapar los agujeros por donde se cuela lo irracional parece no tener el espacio necesario. Vende poco. A primera vista estaríamos ante una batalla perdida de antemano. Por cada noticia inventada que atenta contra la herencia iluminista del siglo XVIII, el pensamiento necesariamente escéptico de la ciencia queda reducido a un insignificante pie de página, que nadie lee o le presta atención.
Por otro lado, se advierte un proceder interesante y muy conveniente a la hora de plantar teorías fantásticas. El mismo consiste en moderar el discurso frente a las cámaras de televisión o en las conferencias que se suelen dar en locales comerciales abiertos al público y «museos extraterrestres» que promocionan la fama mística de Capilla. En esos casos las historias que se relatan tienden a fingir cierto control y exhibir un medido racionalismo, escondiendo los delirios más evidentes; moderando las quimeras con las que se nutren y reservando sus más locas elucubraciones para los libros que publican (y que suelen ser leídos solo por creyentes recalcitrantes).
Por eso, lo que salta a la vista es una arenga esquizofrénica entre lo que escriben y lo que dicen en público.
Lobos con piel de cordero que no arriesgan a mostrarse tal cual son porque saben que con esas historias desbocadas la incredulidad empezaría a socavar (aunque mas no sea un poco) los cimientos que ellos mismos han construido.
Una cosa es sostener en público que no se sabe bien que son los ovnis (pero que vale la pena estudiar el fenómeno y que existe la posibilidad de que sean de otras galaxias) y otra muy distinta es escribir libros en los que se les adjudican un planeta origen, la capacidad de construir una urbe debajo del Uritorco, la certeza de contactos telepáticos con sus tripulantes o la puesta en marcha de un plan de evacuación planetario (solo para unos pocos elegidos). Todo, expresado por la misma persona, aunque «•claro»• en contextos diferentes.
Naturalmente, también están los desinhibidos. Aquellos que lanzan a boca de jarro sus alucinaciones menos creíbles (sin filtro), hablando de abducciones, razas hibridas, objetos de poder o túneles que interconectan las sierras cordobesas con las altas montañas del Tíbet. Son los «esotéricos«. Los «espiritualistas» en la materia. Los que más sonrisas irónicas desencadenan (aun entre los propios oyentes/creyentes)[1].
Pero, más allá del domado malestar que me despiertan algunos divulgadores de esos relatos, reconozco que en todas las historias se trasluce una enorme riqueza antropológica que revela un imaginario activo, en permanente elaboración y cambio. Un universo en el que se entremezclan antiguas y nuevas leyendas, muchas de ellas producto de la globalización y el uso masivo de Internet; permitiendo así el acomodamiento de viejas creencias locales (folclóricas) a un renovado lenguaje que se deriva del imperialismo semántico proveniente de latitudes (septentrionales) más influyentes y poderosas.
De ahí que hoy, en Capilla del Monte, resuenen en voz baja historias que «•sin dejar de incluir a los consabidos marcianitos verdes y Hombres de Negro de la ciencia ficción y el pulp yanqui»• nos hablan de duendes, fantasmas y «Gente-Sombra» venidos de lejanos imaginarios extranjeros.
En este breve articulo quiero desvelar algunos de los relatos que escuche el último verano (enero/febrero de 2017).
Hasta donde sé, no están popularizados. Desconozco si algunos de los libros referidos los tuvieron en cuenta, trasplantándolos de la oralidad a la letra de molde. De todos modos, si es así, es esta mi mirada personal sobre el tema.
Buenos Aires, Abril 2017
PARTE 1
LA GENTE PEQUENA DE LAS SIERRAS
Duendes: no podían faltar en la moderna mitología uritorqueana
Las historias que transcribiré a continuación fueron recabadas de un capillense nativo, de más de cuarenta años de edad, curioso y comprometido con la tarea de reconstruir el pasado de su pueblo. Como propietario de un interesante repositorio de documentos antiguos, fotos, objetos y recortes periodísticos que conservan los momentos más relevantes de Capilla del Monte, es «•sin duda»• uno de los pocos interesados por atesorar las fuentes que permitirán algún día reescribir la historia local. Por el momento, alejado del poder y de las instituciones «•que deberían convocarlo y prestarle el apoyo económico necesario»• este «solitario francotirador» es la única persona que ha conseguido crear un desordenado archivo de cientos de carpetas y capturas fotográficas, por demás interesantes. Llama la atención que esta tarea no esté guiada por el gobierno municipal, que parece ajeno y desinteresado por la memoria colectiva de esta parte de Valle de Punilla. Aunque resulte extraño, Capilla del Monte no tiene un museo organizado; tampoco un archivo oficial. Ni siquiera una hemeroteca que pueda uno consultar en busca de información. El pasado de la región se escabulle como arena entre los dedos y de no ser por el interés de personajes como el aludido, el tiempo terminara cobrando la más preciada de sus víctimas: la historia misma de la localidad.
Por lo pronto, este coleccionista compulsivo, sin estudios superiores, pero con una amor envidiable por lo propio, representa la única esperanza futura de poder contar con el material necesario para reconstruir intelectualmente los hechos y procesos que han moldeado a la ciudad actual. Lamentablemente, dado mi interés por la historia esotérica de Capilla del Monte, no quiso que publicara su nombre real. Y respetare esa decisión. Por tal motivo, de ahora en adelante, me referiré a él con una sigla tomada al azar «•AM»•, confiando poder en el futuro revelar su verdadera identidad[2].
Retazos de la historia de Capilla del Monte guardan polvo en un interesante repositorio local
Haciendo honor al dicho «•»Pueblo chico, infierno grande«»•, AM no ahorro comentarios (ni adjetivos) a la hora de referirse a políticos, vecinos, comerciantes e «investigadores» capillenses. Los conoce a todos personalmente; amen de haber vivido en carne propia el proceso de cambio que experimento la ciudad desde 1986, cuando una supuesta nave extraterrestre dejo impresa una enorme huella en el cerro El Pajarillo «•cercano al Uritorco»•, desencadenando el interesante fenómeno de turismo alternativo, gracias al cual Capilla del Monte es conocida hoy mundialmente como una Meca de Ovnis.
«El circo empezó en la época de los radicales. En ese momento, Diego Sez había ganado las elecciones después de la dictadura militar, acompañado por el secretario de gobierno y turismo Jorge Suarez. Algunos sostienen que ellos habrían armado todo el circo de la huella con unos aparatos y con ciertos líquidos. Claro que otros dicen otra cosa. Yo tengo las notas que por entonces sacaron los diarios de la capital («¦). Pero, a huella del Pajarillo, en ese momento, nosotros «•acá en Capilla»• no le dimos bola. El periodista José de Zer (de Canal 9 de Buenos Aires) fue el que inicio todo. !Mintieron de lo lindo! Y la cosa se viralizo. !Incluso dijeron que habían llegado investigadores de la NASA! «•ríe estruendosamente«•. !En esa época podía venir cualquiera vestido de blanco y decían que era de la NASA! Capaz que eran apicultores que estaban sacando una colmena del monte y todos gritaban !Son de la NASA!
«Pero se han visto cosas. Habrá un 30% de verdad en todo el asunto. Yo he visto y vivido cosas rarísimas. Mías, personales. Pero si vos decís que estas interesado en esos temas, nadie te cuenta nada. La gente del pueblo no te la cuentan.
«Mira, una vez vinieron unas chicas a hacer un documental sobre Capilla. Me estaban haciendo un reportaje y me preguntaron qué opinaba del tema ovni. Yo les dije: cuando vos apagues la cámara te cuento. Porque si yo como historiador voy y te cuento tal o cual cosa extraña, les estoy reforzando el curro a los vivos. Y yo no les voy a dar de comer a esos.
«Lo que Suarez hizo más tarde fue recopilar toda la información, sin informarle a la gente lo estaba haciendo. Solo después se creó el famoso Museo Ovni, al que nunca entre.
«Hoy si el circo ovni mantiene al pueblo. Desde 1997, más o menos. Hace unos 16 años. Y todos los que vinieron a vivir acá lo hicieron por el tema místico»[3].
La postura crítica de AM ante el episodio de El Pajarillo me llamo la atención.
Como vecino e interesado en el desarrollo turístico del pueblo, había supuesto que su discurso iría por otro camino: el del creyente. Pero parecía que me había equivocado. Mas allá de ese incomprobable 30 % que citaba, todos sus dichos se acomodaban de manera más o menos racional y, durante la siguiente hora-reloj, el recorrido que nos hizo por la historia política, hotelera y turística de Capilla del Monte (exhibiendo muchos documentos de época que parecían a primera vista confirmarla), hizo que me olvidara momentáneamente de esa otra frase en la afirmaban «haber sido testigo de eventos extraños». Por tal motivo, transcurrido ese lapso «•y después de una visita al caótico repositorio antes nombrado»• mi sorpresa fue mayúscula al escucharlo relatar el Insolito suceso que consigno «•textualmente»• a continuación.
«Te voy a contar dos o tres cosas. Las más grosas. Nosotros acá en Capilla siempre hemos visto muchas cosas. Que las digan o no las digan son dos mangos aparte. El que no ve nada es el que viene de afuera. Nunca ve una mierda. Por eso yo siempre digo que no necesitas subir al Uritorco para ver un ovni.
«Yo estando sentado acá, escribiendo, pasaba todas las noches una cosita blanca por el frente de la ventana. Todas las noches. Nunca vi de donde salía, ni adonde se metía. Era algo fugaz. Una entidad rara.
«Pero además, cuando era changuito veíamos duendes. Ahí en la casa abandonada, al otro lado del cerro. En una propiedad que la gente ocupaba solo en temporada de verano. Aun hoy, mi veja que trabaja ahí, cuenta que le mueven la cama, le voltean la ropa.
«Cuando éramos chicos, en ese lugar había dos algarrobos, entonces íbamos y jugábamos a bolita, a los autitos, con lo que teníamos. Un día estando en el lugar, sentimos dentro de la casa como un viento. Un zumbido. Ãbamos a la hora de la siesta a jugar ahí. Entonces le digo a un tío mío (que es más chico que yo):
«»•Vamos a ver qué es eso.
«Esa casa debió haberse construido en los años «™80 y estaban de moda las mirillas largas con un vidrio amarillo, lleno de circulitos. A medida que nos acercábamos se sentía el viento. Y cuando me asome»¦ !Mierda! !Me cague todo! Había una pareja de esas porquerías con dos chiquitos. Se movían. Parecían vivos. Eran de esos que le dicen duendes. Con las orejas largas, la nariz larga, la pera larga, las uñas largas»¦ Los papas deberían tener pocos centímetros. Y nos hacían burla desde adentro. Ellos nos hacían burla, los cuatro. Al principio nos asustamos pero después, todas las tardes, nos íbamos a jugar con los duendes. Eso lo he visto con mis propios ojos. Cosas raras, te digo»[4].
Una vez más, «la Biblia y el calefón» «•lo sagrado y lo profano»• ocupaban el mismo ambiente sin aparentes contradicciones. El sentido crítico del historiador que AM decía ser no excluía lo fantástico ni lo sobrenatural. Todo lo contrario. Ambos fenómenos se integraban en su discurso sin inconvenientes; confirmando lo que ya había notado en otros ilustrados vecinos, viajes e investigaciones anteriores.
La convivencia de dos perspectivas antagónicas «•la mágica y la científica»•, hacían acto de presencia sin que se produjera ninguna perturbación epistemológica.
De a caballo entre la mística y la razón cartesiana, AM era otro ejemplo de la permanencia de una cosmovisión antigua, holística, pre-racional, en la que el choque con lo paranormal no se vivía como algo traumático ni perturbador.
El espíritu de Capilla del Monte se mantenía incólume.
Duendes, gnomos y seres elementales de la naturaleza también pululan por el escenario capillense
Al parecer, los duendes (que en este caso bien podrían relacionarse con los mentados fenómenos poltergeist de los parapsicólogos) tienen también su nicho en la ecología del norte del valle de Punilla; compitiendo por ganarle espacio y popularidad a los (hoy algo alicaídos) extraterrestres que hicieran famosa a la ciudad. Basta con recorrer el centro (la Calle Techada) para notar ese tour de force en sus vidrieras y veredas.
La imaginería relacionada con los gnomos satura gran parte de los espacios comerciales y enanos, gnomos o númenes de la naturaleza (como algunos los llaman) pueblan el imaginario icnográfico; recreando ese ambiente cargado de magia y energía del que hablan los turistas místicos que visitan la región.
Ficción y realidad seguían tan juntas e inseparables como siempre[5].
PARTE 2
LOS HOMBRES-SOMBRA Y LAS PUERTAS DIMENSIONALES DEL URITORCO
Los Hombres-Sombra. Seres espectrales, en la mayoría de los casos son figuras masculinas que «•según la leyenda urbana»• han sido vistos dentro de casas, calles, cementerios, colegios, bosques y diversos otros lugares.
Desde que Héctor A. Picco[6] asevero haber sido perseguido y presionado por Hombres de Negro, en Argentina ningún testigo o investigador del fenómeno ovni está a salvo del todo[7]. Y aunque el siguiente testimonio pareciera en primera instancia no estar relacionado con la maligna organización que dicen esta encargada de amedrentar «•incluso asesinar»• a los «que ven algo raro«, el color oscuro prevalece; imponiéndose como elemento cromático característico del Mal, de las conspiraciones gubernamentales (proyectos negros) y de las desconocidas y mal definidas figuras negras conocidas en el folclore contemporáneo como la Gente-Sombra (Shadow People)[8].
Una vez más, AM «•quien al inicio de la charla revelara una actitud crítica ante lo fantástico»• es el anónimo vecino de Capilla del Monte que nos relata lo siguiente:
«Una noche, trabajando en esa antena que ves en aquel cerro, cuidando un motor generador de luz, había que atender a la gente que venía a hacer servicio»¦ tenía un libro de actas (de entrada y salida del personal).
«Entraba a las ocho de la noche y salía a las ocho de la mañana. Tenía cinco perros. Yo cuando voy temprano a las ocho, en invierno ya de noche, los perros toreaban pero no es di importancia. Me quedo en una casilla chiquita. No entraba una cama. Tenía que estar sentado o parado. Y ahí tomaba mate con la garrafita envuelta en trapo, porque te congelabas con el frio que hacia esa vuelta. Siento que los perros seguían ladrando. Yo estaba sentado con la vista al cerro Uritorco apoyado en la tabla que hacía mesita, con el vidrio por delante, donde tenía los libros y una linternita, una puerta que daba para el norte. Detrás de mí, un ojito de buey a una altura a la que no llegaba. Yo desde ahí fichaba todo. Estaba sentado tomando mate. Era de madrugada.
«Entonces miro bien y veo que se acercaban tres tipos. ¿Y estos quien mierda son?
«Saque un cuchillo que tenía en la repisa, de la cintura saque el revólver calibre 22. Deje todo ahí, sobre la mesa, incluso la linterna, y salí !Sin nada! Abrí la puerta y salí.
«Doy la vuelta a la casilla y veo que esa gente se venía hasta donde estaba yo. Y yo iba hacia ellos.
«Entonces se levantó una brisa que cada vez era más fuerte. Me tapaban los ojos la tierra. Las piedritas me daban en la cara»¦ y yo encaraba. Hasta que llegue a menos de un metro de distancia de ellos. !Los tenía ahí nomas!
«Tres tipos. Uno enfrente mío y los otros dos a cada lado. La vista mía daba en el pecho de ellos. De eso me acuerdo clarito. No les vi el rostro, no les vi los brazos ni las piernas. Nada.
«Eran tres cosas negras, altas, que se deslizaban sin hacer ruido cuando caminaban. Pasaron por un borde de ripio, por un borde de arena, sin dejar huellas, sin dejar nada. A todo esto los cinco perros dormían a la orilla del alambrado como si nada.
«Yo me quede esperando a ver si me preguntaban algo.
«!Nunca me preguntaron nada!
El del medio miro para un lado y pega la vuelta. Cuando ellos pegan la vuelta yo también hice lo mismo, para volver por donde vine. Tres pasos hice yo, para volver para mi lugar, me di vuelta y !no había nadie! Y ahí me di cuenta que los perros dormían como si estuvieran muertos.
«La pregunta mía es .por qué me desarme si me estaban pagando para cuidar algo? Sali desarmado. Sali sin nada. No sé qué fue eso. No tuve miedo, ni intensiones de pelear con nadie. Nada, nada, nada, nada»¦No le di bola. En ese momento mucho no lo conté. Solo se lo conté a mi padrastro. Era como un sueño»¦
«Una cosa rara. !Grosa!»[9]
¿Quiénes eran esas «cosas altas y negras«? ¿Que buscaban? ¿Por qué no le transmitieron
ningún mensaje? ¿Qué sentido tenía aparecer y desaparecer de golpe?
No tenemos respuesta. AM no supo «•o no quiso»• darla. Su intensión, en mi opinión, era
otra: alimentar el clima de misterio que caracteriza a la zona del Uritorco (sitio donde nos
encontrábamos reunidos).
Claro que como todo buen misterio, nunca debe ser revelado. El secretismo es la pieza clave en todas estas historias. La vacilación tiene que superar a la revelación. De no ser así, todo se vendría abajo, echando por tierra la intangible construcción colectiva que llamamos leyenda. Y AM, por más escéptico que se mostrara al principio, no dejaba de ser un eslabón más del universo uritorqueano; donde lo imposible se vuelve posible.
Ya lo había anunciado el escritor filo-nazi Guillermo Terrea, cuando en sus delirantes libros de esoterismo hablaba de «los hombres que no son hombres«: entidades vaporosas que vagaban por las inmediaciones del sagrado cerro. Sombras de aspecto antropomórfico (a veces con apariencia de monjes encapuchados) provenientes «•quizá«• de la intraterrena ciudad de Erks. Figuras veladas. Sombras nada más, como reza la letra del bolero. Instancias propicias para demostrar valentía y arrojo y recrear, a la vez, el clima mágico que sobrevuela y exige toda la región norte de Córdoba.
¿Estuvo AM ante seres interdimensionales? ¿Eran extraterrestres? ¿O meros fantasmas?
Vaya uno a saber. De lo único que podemos dar cuenta es de la vigencia que tienen esas «presencias» dentro del maravilloso imaginario local.
Un imaginario encarnado en anécdotas. Como esta que AM me relato, aquella misma tarde de enero de 2017.
«Tendría unos 14 años y hachaba leña allá arriba, en las sierras. La picaba todo chiquito y después la vendía. Había cortado como 5000 kilos de leña, hacia casi una semana, y tenía que bajar 1000 kilos que había dejado cortada. Era un viernes y baje a última hora. Al otro día había quedado con un vecino, Rodolfo M., que íbamos a ir temprano para bajarla, a las siete. Pero viene y me dice que fuéramos a ocho y media porque tenía que hacer un trámite. Entonces le digo a un tío mío:
«»•Vamos porque nos van a robar la leña.
«Fuimos hasta arriba y la leña»¦ !no estaba!
«¿Sabes que había? Por la misma huella por donde nosotros íbamos y dejábamos todo, había un alambrado, palos y una tranquera. !Había animales! Vacas, unos terneritos colorados, caras blancas. Y le digo a mi tío:
«»•!Esto no estaba anoche acá!
«Nos vinimos rápido a las casas, a avisarle al barrio que ahí había animales que no eran nuestros. Entonces fuimos en una estanciera con un viejito encargado de la Colonia 20 de junio. Fuimos hasta allá. Llegamos al lugar donde estaban esos bichos y»¦ !Estaba toda la leña! !Miles de kilos de leña!
«!Quedamos como unos locos! !Esas historias raras!»[10]
A primera vista la historia puede parecer un cuento popular del medioevo. Tenemos al leñador, el bosque, un ámbito lleno de magia (el Uritorco y su entorno) y, como si todo eso fuera poco, objetos (la madera cortada) que desaparecen y vuelven aparecen como producto de algún ignoto encantamiento que, traducido al moderno lenguaje esotérico de Capilla del Monte, bien podría asociarse a los viajes interdimensionales que muchos creen protagonizan los ovnis y sus tripulantes.
UNAS POCAS PALABRAS FINALES
Capilla del Monte, Córdoba (Argentina)
Lo antiguo y lo nuevo se entreveran. La magia resiste el paso el tiempo. Ha vencido a la idea del Progreso indefinido. El positivismo no pudo prever su inmenso poder, ni su increíble capacidad de resistencia; capaz de mantenerse a lo largo de casi 300 años, camuflada detrás de discursos aparentemente lógicos, títulos universitarios, personajes en primera instancia racionales y un sentido común solo aparente.
Que duendes, sombras misteriosas y desdoblamientos espaciales persistan (en mundo cuyo imaginario está poblado de naves extraterrestres y bases alienígenas escondidas), nos hablan de estructuras culturales duras, de larga duración. Testarudos testimonios de otros tiempos que se niegan a desaparecer y cobran fuerza en aquellos lugares «abiertos de mente» y adictos a «energías» capaces de producir los eventos más inverosímiles, sin que a nadie (o muy pocos) le tiemble la pera[11].
Como a nuestro interesante anfitrión.
FJSR
* Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).
[1] Que conste que no hago referencia a los chantas que solo buscan un redito económico vendiendo «verdura». Y que, como las brujas, «que los hay, los hay».
[2] En ese hipotético momento podré hacer público el archivo de audio del que transcribiré el material consignado en este artículo.
Archivo del autor (enero 2017).
[4] Archivo del autor (enero 2017).
[5] En determinado momento de la charla, AM dejo el patio delantero en el que estábamos reunidos, se metió en la casa y al rato salió con una fotografía que, por su aspecto, tenía ya unos cuantos años. AM estaba mucho más joven, de pie en el mismo lugar en que conversábamos. Extendió el brazo, me la entrego y dijo: «Mira. En el fondo. .Lo ves? Un duende. Ahí está. Clarito. Con barba, un poncho y un bastón.» No vi nada de lo que decía. En el sitio exacto donde AM apoyo su dedo índice había ramas, arbustos y el natural claroscuro que produce el sol al ponerse. Era una clara pareidolia. Pero no dije nada. Creo que jamás nos pondríamos de acuerdo.
[6] Picco, Héctor A., Los Hombres de Negro en Argentina y en el Triángulo de las Bermudas. El primer libro revelador de estos extraños personajes en Argentina, Ediciones Skinwalker, Argentina, 1997.
[7] Véase del autor: El Guerrero de la Luz Mas bella. Héctor Antonio Picco y su lucha contra los Hombres de Negro. Disponible en Web: http://www.falsaria.com/2017/01/guerrero-la-luz-mas-bella-hector-antonio-picco-lucha-loshombres-negro/ y/o http://www.academia.edu/30927855/EL_GUERRERO_DE_LA_LUZ-M%C3%81S-BELLA_._H%C3%89CTOR_ANTONIO_PICCO_Y_SU_LUCHA_CONTRA_LOS_HOMBRES_DE_NEGRO
[8] Para una aproximación rápida sobre esta leyenda urbana véase El Misterio de los Hombres-Sombra. Disponible en Web: http://www.taringa.net/posts/paranormal/13102442/El-Misterio-de-los-Hombres-Sombras.html
[9] Archivo del autor (enero 2017).
[10] Archivo del autor (enero 2017).
[11] Como era de esperar, los platos voladores no pudieron faltar en la charla, aunque siguiendo la nueva tradición capillense, eran inmateriales. «Este terreno me lo regalo un amigo. Al principio me hice una piecita sola. Un día se paró un coche descapotable, muy moderno. Estuvo como media hora parado. Me acerco una chica que hacía de copiloto me dice que quería comprarme la casa. No te la vendo, le dije. ¿Por qué querés comprar este rancho? Y me dijo: nosotros hace un rato estamos mirando y vemos que arriba de tu casa hay una nave. Aunque vos no creas, ahí esta».