El festival alienígena de Capilla del Monte (1)

EL FESTIVAL ALIENÍGENA DE CAPILLA DEL MONTE. MITOLOGÍA, CONFLICTOS E INTERESES

Fernando Jorge Soto Roland*

INTRODUCCIÓN

imageimageDesde febrero de 2012, año en el que a instancias de un grupo de vecinos y comerciantes se organizó el primer Festival Alienígena de Capilla del Monte (provincia de Córdoba, Republica Argentina), el evento «•con sus altibajos[1]«• no ha hecho más que crecer y consolidarse, tanto en el número de participantes como en el apoyo recibido de la Cámara de Comercio y Turismo, la calidad de los disfraces, la técnica desplegada por Obras Publicas y el dinero que el municipio destina a su realización.

A 31 años del supuesto descenso de un ovni[2] en la Sierra del Pajarillo «•el 9 de enero de 1986″•, con el que se dio inicio a la fiebre ufológica que identifica hoy a la región, la famosa Calle Techada de la ciudad se llena de turistas dispuestos a disfrutar de un singular desfile (único en el país) y shows musicales que tienen como leitmotiv la presencia de seres de otros planetas entre nosotros[3].

Hoy, con el aval de la Secretaria de Cultura de la Nación y el Plan Festejar, el festival capillense alcanzo su más alto nivel institucional; y el gobierno municipal (aliado del PROCAMBIEMOS) exhibe «•por primera vez»• con orgullo su Fiesta Nacional Alienígena[4].

¿En qué consiste este evento, lindero con lo bizarro? ¿Que intereses se tejen detrás de esta fiesta tan entretenida e interesante al mismo tiempo desde lo sociológico y la historia de las mentalidades? ¿Quiénes son sus mentores y que conflictos se esconden detrás de las risas y las máscaras de ET?

Es lo que intentare explicar brevemente en este artículo.

Febrero 2017

CARACTERÍSTICAS DE LA CELEBRACIÓN

imageimageimageMultitudinarios festivales en diversas partes del mundo enarbolan la ironía y la credulidad en torno a ciertos personajes derivados de la mitología contemporánea

Lejos de las muchas fiestas patronales que se celebran en Argentina, heredadas «•tras la conquista y la colonización»• de la España del siglo XVI, el denominado Festival Alienígena carece de un santo patrón[5] y de la solemnidad religiosa que tienen este tipo de celebraciones (aun las no oficializadas por la Iglesia católica)[6]. Nos encontramos, pues, ante una festividad que, en lenguaje de los creyentes, podría caratularse de pagana; mucho más cercana a la Fiesta Nacional del Ternero de Ayacucho (provincia de Buenos Aires) o a la Fiesta Nacional de la Empanada en Famailla (provincia de Tucumán).

No hay devoción religiosa expresa en el festival, aun cuando entre bambalinas resuene la influencia de una New Age en crecimiento y fuerte influencia. La necesidad de expresar cierta espiritualidad es parte de una segunda lectura que se pretende imponer desde ciertos ámbitos esotéricos de la localidad, pero que no es evidente (en absoluto) en el desfile de disfraces que «•hasta hoy«• define a esta convocatoria popular.

Por el momento, las procesiones son reemplazadas por personas disfrazadas y los oficios solemnes por recitales de bandas locales y nacionales. Todo es juerga. Humor e ironía. Ruido, música y luces. Un carnaval. Un momento en el que muchos se permiten tomar en broma algo que el fondo consideran serio. Y no es para menos: de no ser por los extraterrestres Capilla del Monte no sería hoy el polo turístico en que se ha convertido[7]. Detrás del festival late, sin dudas, la simpatía que ha caracterizado a los cordobeses desde los días de la revista Hortensia. El tema musical «oficial» de este año 2017, El Cuarteto Alienígena, no deja de ser una clara manifestación de lo que sostengo[8].

Pero no hay nada nuevo bajo el sol. Festivales de este tipo hay germinado en varios lugares.

La mitología contemporánea ha engendrado un sin número de monstruos y seres extraños. El mundo pareciera estar poblado de inquietantes criaturas que acosan nuestra vida cotidiana, generando miedo y mucha curiosidad. Por tal motivo, y a fin de resolver lo que se califican como misterios, surgieron dos disciplinas «•no oficializadas por la ciencia»•. La primera es la criptozoología, encargada de buscar animales extraños, supuestamente extintos o sin catalogar (como serían los casos del Yeti, Pie Grande, o el monstruo lacustre del Nahuel Huapi). La otra es la ufología, una pretenciosa rama pseudo-académica dedicada al estudio, difusión y defensa de la existencia de extraterrestres en nuestro planeta.

Las derivaciones teóricas, económicas y sociológicas de ambas disciplinas generaron kilómetros de texto escrito, un sinfín de libros, películas y series de televisión, documentales y centenares de sitios en Internet. Siguiendo el sendero marcado por un artículo anterior, Museos Bizarros[9], me abocare a analizar una fenomenología que solo mencione de pasada con anterioridad y que, en mi opinión, guarda sumo interés a la hora de estudiar los conflictos cosmovisiones en los que todos estamos sumergidos. Un conflicto en el dirimen fuerzas la razón y el irracionalismo, la fantasía y la realidad, la ciencia y la pseudo-ciencia.

Concretamente, me estoy refiriendo a los muchos otros festivales que se organizan en distintas parte del mundo en torno a entidades que son por completo ficticias, pero por muchos consideraras tan reales como la computadora con la que escribo estas palabras.

Organizados en ciudades emblemáticas, epicentros de los sucesos que las leyendas pretenden instalar, estos festivales revelan comportamientos, intereses y mentalidades, que nos hermanan con otras épocas; denotando permanencias de muy larga duración en lo que a creencias se refiere; al tiempo de traslucir la necesidad de vivir en un mundo encantado, en el que hombres polillas, criaturas salvajes y peludas de los bosques o alienígenas nos cercan, obligándonos a replantear los criterios con los que hemos construido nuestro actual concepto de realidad.

Muchos de estos festivales son de origen estadounidense y orientados a resaltar personajes y entidades de un folklore que se ha internacionalizado a través de una cuantiosa bibliografía e innumerables artículos periodísticos.

Ellos son:

· El Festival del Hombre Polilla (The Mothman Festival), en Point Pleasant, Virginia del Norte, EE.UU.

· El Festival de Pie Grande (The Honobia Bigfoot Festival and Conference), en Honobia, Oklahoma, EE.UU.

· El Festival Ovni de Roswell (The Ufo Festival), en Roswell, Nuevo Mexico, EE.UU.

imageimageimageBigfoot Festival

imageimageimageMothman Festival

imageimageimageThe UFO Festival (Roswell)

¿Qué elementos en común son los que emparientan a estos festivales con el de Capilla del Monte?

En principio, todos ellos se definen como celebraciones periódicas relacionadas al tiempo libre y al ocio, en la que los miembros de una comunidad «•y quienes la visitan»• despliegan una multiplicidad de eventos y rituales sociales con los cuales intenta afianzar una cosmovisión compartida del mundo, generando identidad y sentido de pertenencia. Pero, a diferencia de otros festivales de carácter histórico, tienden preferentemente a nuclear a creyentes y adeptos al misterio y lo paranormal; sin excluir de manera explícita a grupos escépticos con cuya participación se da rienda controlada a la ironía y a la burla disimulada.

En pocas palabras, los festivales organizados en rededor de criaturas monstruosas y extraterrestres, tienden a generar un pastiche de credulidad, sarcasmo, domado escepticismo, consumismo y diversión, ajeno a la crítica y abierto a lo grotesco.

Preparados para una audiencia bien específica, organizados con una periodicidad más o menos exacta «•en las que siempre hay una fecha de inicio y finalización»• estas festividades (o celebraciones locales) fortalecen los valores compartidos por una fauna humana por demás sui generis.

Es que, en contextos como esos, como dijimos antes, la risa y la transgresión están permitidas. Hay mucho de juego (de kermes) en los festivales nombrados; y aunque la gratuidad no es total «•siempre hay que pagar algo, cosa que no ocurre en las actividades puramente lúdicas»• conservan dos de los aspectos que la sociología le atribuye al «jugar«: el hecho de ser deliberados y tener leyes propias.

Siempre hay cumplir con ciertas normas. Una de ellas es el rechazo a la censura. El no tomarse las cosas demasiado en serio «•tanto en gestos como en lenguaje»•, dando así paso a la ficción y a un clima surrealista donde la creatividad se abre paso y la realidad alternativa generada por el rumor y las leyendas se imponen (al menos por tiempo limitado , que es el tiempo que dura el festival).

Por tal motivo, al tomar distancia de la realidad objetiva, cotidiana y desencantada en la que se vive a diario (la del trabajo y la rutina), quien entra y participa del festival «•aun siendo un nocreyente como yo»• debe respetar y seguir reglas tacitas, implícitas en el juego. Nadie, por lo general, pretende convertirse en el aguafiestas local gritando a los cuatro vientos que el Hombre Polilla (Mothman), Pie Grande (Bigfoot) o los extraterrestres del Cerro Uritorco (las entidades de la ciudad intraterrena de Erks) no existen.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los organismos públicos casi siempre están presentes detrás de la organización, disfrazando su escepticismo, exhibiendo su credulidad y soportando las críticas de aquellos vecinos que no advierten que, más allá de la «mente abierta» publicitada, lo que se persigue es el redito económico. El negocio que genera el turismo.

Es interesante observar cómo criaturas salidas del imaginario colectivo contribuyen al desarrollo de muchos pueblos del interior, regenerando el casco urbano, reactivando el comercio, colmando las plazas hoteleras.

Poco importa la seriedad académica. De nada sirven los argumentos de la ciencia respecto de los monstruos y marcianitos verdes.

El Caos epistemológico está instalado.

Paris bien vale una misa.

Fuente romántica de exageraciones y puntales de las leyendas que justifican los festivales descriptos, el turismo y sus guías reproducen y difunden los errores e inventos que a tantos le dan de comer, legitimando y manteniendo vivas a través del tiempo las mentiras fundadoras que, de tanto ser repetidas, se terminan convirtiendo en verdades.

El afán de lucro y esparcimiento, la credulidad y también la ignorancia desfilan de este modo sin que nadie levante un dedo crítico. Aceptando las maravillas. Conviviendo con las fantasías. Generando un mundo hibrido de discursos y carrozas, exhibiciones y charlas, en las que todo se relaciona con todo y el misterio sigue rindiendo los suculentos dividendos de siempre.

Continuará…


* Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP.

[1] Si bien desde 2012 han transcurrido seis años, el hecho de que en 2017 se celebre el 5° Festival, se debe a que en 2014 no se organizó el evento que nos convoca.

[2] Tradúzcase «nave extraterrestre» en lenguaje capillense.

[3] Para mayor detalle véase 30 años conviviendo con extraterrestres (1986-2016).Es singular caso del cerro Uritorco y su historia esotérica. Disponible en Web: http://www.academia.edu/21009671/30_A%C3%91OS_CONVIVIENDO_CON_EXTRATERRESTRES_1986-2016__El_singular_caso_del_Uritorco_en_Capilla_del_Monte_y_su_historia_esot%C3%A9rica

[4] Las instituciones privadas dedicadas al estudio de la temática ovni repiten con cierta jactancia que el festival de Capilla del Monte es, junto con el de Roswell (Nuevo Mexico, EE.UU.), único en el mundo. Solo dos localidades enarbolan (por ahora) el privilegio de haber sido tocados por esa bendición intergaláctica que tanto bien le ha hecho al turismo local. Pero hay otros festivales de este estilo en el mundo, que giran en torno a otros personajes del folclore contemporáneo.

[5] A menos, claro, que uno sea miembro del Jediismo y participe de ese bizarro movimiento religioso inspirado en el guion de la saga de películas de La Guerra de las Galaxias. Para mayor información véase Jediismo en Wikipedia. Disponible en Web: https://es.wikipedia.org/wiki/Jediismo

[6] Las fiestas y celebraciones en torno al Gauchito Gil, la Difunta Correa, San la Muerte, por nombrar algunas de las más conocidas.

[7] Con esto no quiero decir que las fiestas patronales no tengan un lado comercial y turístico. Lo tienen. Pero en Capilla los intereses económicos del festival son evidentes a simple vista. Y no me parece mal. Todo lo contrario. Si estimula la actividad comercial y hotelera (como lo hace), bienvenido sea.

[8] Para oír el tema, véase en la página Web: https://www.youtube.com/watch?v=-KG06c_IESI

[9] Véase del autor: Museos Bizarros. Las vitrinas del morbo, la ironía y el misterio. Disponible en Web: http://www.monografias.com/docs110/museos-bizarros-vitrinas-del-morbo-ironia-y-misterio/museos-bizarros-vitrinasdel-morbo-ironia-y-misterio.shtml

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