Elizabeth Klarer: viajera espacial 3

Elizabeth Klarer: viajera espacial 3

Suceso: Contacto

Fecha: 27 de Diciembre de 1954

Lugar: Drakensberg, Sudáfrica

ElizabethKlarer1¿No estás asustada ahora? Ésta, que potencialmente es una pregunta alarmante, lo es aún más cuando el que la fórmula es un extraterrestre, de pie ante su platillo volante, y usted y él son las únicas personas en lo alto de una colina desierta en medio de un paisaje desolador. Afortunadamente para Elizabeth Klarer, no sólo no estaba asustada sino que sentía un cálido sentimiento de confianza hacia el alienígena de quien habría de enamorarse y tener, posteriormente, un hijo.

Era muy joven cuando, en octubre de 1917, Elizabeth vio un extraterrestre por primera vez.

Estaba con su hermana mirando la puesta de Sol en una colina cerca de la granja de su familia en Drakenberg, Sudáfrica, cuando vieron un globo naranja-rojizo que se precipitaba hacia ellas. Aparentemente se trataba de un meteorito a punto de chocar con la Tierra, y Elizabeth observó cómo el ovni metálico desviaba su curso para evitar la colisión. En 1937, mientras volaba con su esposo de Durban a Baragwanath, ambos vieron un ovni blanco-azulado que se acercó al avión, siguió su curso por un momento y luego desapareció.

Su experiencia más extraordinaria comenzó el 27 de diciembre de 1954, cuando se encontraba nuevamente en la granja familiar y, al percibir la gran excitación que reinaba entre un grupo de niños zulúes que jugaban fuera, dedujo que algo estaba pasando. Corrió hacia la colina donde por primera vez vio un ovni y contempló una nave en forma de disco de unos 18.3 m de diámetro, que descendía y permanecía flotando sobre ella. Era plano y tenía una cúpula con escotillas. A través de una de ellas, vio una figura humanoide que la observaba. Poco después, la nave reanudaba velozmente el vuelo.

En abril de 1956, Elizabet Klarer sintió el impulso de volver a la granja de su familia, dominada por la sensación de que «algo la aguardaba allí». A primeras horas de la mañana subió a la colina, a la que había bautizado la Colina del Platillo Volante, y descubrió en la cima una inmensa nave metálica en el suelo. Esta vez el ente estaba de pie, fuera de la nave. Era alto, de unos 2 m de alto, tenía ojos rasgados de color gris claro y pómulos pronunciados. Vestía un traje de una pieza. Fue entonces cuando le preguntó: «¿No estás asustada ahora?»

Elizabeth subió a bordo de la nave; dentro había otro alienígena similar al primero, y la puerta se cerró. Comenzó a sentir pánico ante la idea de no poder volver más a la Tierra y cuando quiso mirar por las ventanillas, también las encontró cerradas.

Afortunadamente, se dio cuenta muy pronto de que se encontraba entre amigos y es posible que recibiera esta impresión por vía telepática.

La nave se unió a la nave nodriza, donde había gran cantidad de alienígenas que se mostraron sumamente amigables. Mientras permaneció a bordo, le mostraron imágenes del lugar de origen de los alienígenas, un planeta conocido como Metón.

Al entablar relaciones con los alienígenas, supo que su contacto principal se llamaba Akon, que pertenecían a una raza vegetariana y que se podían mover libremente a través de la galaxia, pero no podían en cambio ir a otras galaxias. Vivían en un mundo perfecto, no afectado por la contaminación y en su planeta no existían ni la política ni el dinero, ni las guerras ni la hostilidad y alcanzaban una edad muy avanzada sin sufrir enfermedades.

A fin de poder comunicarse con Akon, Elizabeth aprendió telepatía. Akon le explicó a Elizabeth que la necesitaba para su «banco de reproducción» y ella lo aceptó complacida. Quedó embarazada y durante cuatro meses, hasta dar a luz, vivió en Metón junto a Akon. El niño nació y ahora vive en ese planeta, al cuidado de su padre.

Akon le explicó que provenía de un planeta a cuatro años luz de distancia, lo que lo situaría en las proximidades de Alfa Centauro, la estrella más cercana al Sol de la Tierra. Nos están vigilando para asegurarse de que nuestra contaminación y experiencias nucleares no resulten demasiado perjudiciales.

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