El Vaticano, el desierto y el ovni del que nadie quiere hablar
21 de mayo de 2025
Ole Andersen
Algo extraño está sucediendo en el cielo. No sólo sobre Arizona, donde recientemente un avión de combate F-16 chocó con un ovni brillante, sino también detrás de las puertas cerradas de los archivos secretos del Vaticano. Los dos parecen mundos aparte: uno es una zona militar seca y ventosa; el otro, una fortaleza centenaria de autoridad espiritual. ¿Pero qué pasa si la verdad está suspendida en algún lugar entre ellos?
Un reciente accidente ovni que no debería haber ocurrido
En un día tranquilo de enero de 2023, un F-16 Viper se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia. Hay un dosel roto en el aire. ¿La razón? Un orbe naranja y blanco, descrito como un “sistema de aire rebelde” y “metálico”, se estrelló contra el avión en algún lugar sobre Arizona. El piloto sobrevivió. Éste fue uno de cuatro incidentes similares reportados el mismo día.
Según informes de la FAA y varios pilotos militares que se han presentado desde entonces, esto no fue un caso aislado. Estos UASS –u ovnis, dejemos de darle vueltas a la palabra– han estado invadiendo los cielos estadounidenses durante años. Vuelan en grupos. Ellos brillan. Se mueven como si supieran que los estamos mirando.
Los altos mandos militares sugieren que podrían ser drones del cártel. Si es cierto, los cárteles han superado a DARPA en tecnología de propulsión. Porque estas cosas no vuelan: se mueven a velocidades, alturas y con una coordinación que no podemos explicar.
El Vaticano lo sabe. O sospecha.
A medio mundo de distancia, se dice que al Papa León XIV le han dado un pecho curioso. ¿Adentro? Un documento centenario sobre fenómenos inexplicables relacionados con los ovnis. Si las afirmaciones son ciertas, entonces está clasificado más allá de lo creíble: sellado tras los muros del Vaticano y protegido como un secreto divino que el mundo nunca debió conocer.
Pero si investigas un poco, encontrarás referencias a orbes brillantes, mensajeros divinos y «discos» aéreos dispersos en registros eclesiásticos desde el siglo XVII en adelante. Entonces, si las afirmaciones sobre el archivo son ciertas, ¿por qué el Vaticano es tan reservado? ¿Qué perderán? ¿O ganar?
¿Una teoría unificada de la rareza?
Es tentador descartar todo esto. La colisión militar como accidente de dron. Los archivos secretos de la Iglesia del Vaticano como folclore religioso. Pero algo no cuadra. No cuando aviones de combate de élite están siendo despachados debido a colisiones «no identificadas», y no cuando la Iglesia Católica cataloga silenciosamente cientos de avistamientos con un lenguaje que refleja de manera inquietante las descripciones modernas de ovnis.
He aquí una pregunta que vale la pena plantearse: ¿Qué pasaría si estos fenómenos —militar, místico, metafísico— no estuvieran tan separados? ¿Y si son partes de la misma historia?
La diferencia está en cómo están enmarcadas. Los militares los llaman amenazas a la seguridad. La iglesia los llama milagros. Los científicos los llaman anomalías. Pero todos están de acuerdo en un punto: son reales y nadie los entiende completamente.
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