Hablamos con Wu Ming de Ovni 78, su odisea espacial sobre platillos volantes en la Italia del plomo
El colectivo italiano acaba de publicar una novela coral que aborda diversos acontecimientos de la década de los setenta, como la red Gladio, el secuestro y asesinato de Aldo Moro, el utopismo o los avistamientos ovni.
16 de junio de 2025
Por Eduardo Bravo
Los visitantes vienen en son de paz. El ser del Planeta X (1951)
En la historia reciente, hay pocas épocas tan fascinantes como la Italia de los años 70. En plena Guerra Fría, el país transalpino disfrutaba de una situación geopolítica que resultaba muy relevante para los dos bloques hegemónicos. Por un lado, Estados Unidos buscaba cobrarse la ayuda prestada durante la Segunda Guerra Mundial, al tiempo que utilizaba a Italia y los italianos como dique para contener los deseos expansionistas de la URSS por el continente. Una tarea para la que el Soviet Supremo se ayudaba del PCI, la organización comunista más importante de Europa, cuyos militantes también reclamaban su parte alícuota en la derrota del nazismo y el fascismo, gracias a la lucha partisana.
La coyuntura, ya de por sí difícil, se complicó aún más con la aparición de los ejércitos Stay Behind de la red Gladio, financiados y entrenados por Estados Unidos. Entre sus prácticas destacaban el terrorismo negro de ultraderecha, con las operaciones de las Brigadas Rojas, los atentados de falsa bandera que criminalizaban a los movimientos de izquierda, la masacre de la Piazza Fontana, la muerte accidental del anarquista Giuseppe Pinelli, los partidos de la izquierda extraparlamentaria críticos con la democracia burguesa, el secuestro y asesinato de Aldo Moro o la aparición de drogas duras como la heroína.
A todo esto, en diferentes regiones italianas comenzaron a sucederse avistamientos de ovnis que despertaron la curiosidad de grupos de aficionados, cuyas reacciones ante un posible encuentro con los extraterrestres fluctuaban entre la curiosidad, el temor y la esperanza de poder viajar algún día a un mundo mejor.
Ese es justamente el escenario en el que se desarrolla Ovni 78 (Anagrama, 2025), novela coral de Wu Ming. El colectivo italiano que ha conseguido subvertir las convenciones del mundo editorial publicando obras escritas en colaboración y dosificando sus apariciones en medios para preservar el anonimato de sus miembros. Detalles que, todo sea dicho, convierten a esta entrevista en un verdadero acontecimiento.
“Llegar al punto en el que nos encontramos actualmente como colectivo no ha sido fácil y ha supuesto décadas de duro trabajo. Al principio, algunos aspectos de nuestro estilo, nuestra poética y nuestra estrategia no se entendieron. Sin embargo, incluso sin comprenderlo del todo, las editoriales se adaptaron porque teníamos a nuestro favor la fuerza de los números: Q (escrita bajo el seudónimo de Luther Blissett y publicada en 1999) fue uno de los libros más vendidos en Italia a principios de siglo y ese impulso inicial nos dio un importante poder de negociación”, comenta a través del correo electrónico Wu Ming, antes de explicar el porqué de su proverbial reticencia a mostrar su imagen en los medios de comunicación.»
«Queremos aparecer solo en carne y hueso, compartiendo un lugar, un espacio físico con nuestros lectores»
Wu Ming
“En la actualidad, con las redes sociales, todos estamos sometidos a un régimen de hipervisibilidad y a una búsqueda absurda de microcelebridades efímeras. Cada individuo se ha convertido en una tienda, con un perfil social como escaparate, y cada uno de nosotros se ve obligado a estar en exhibición todo el tiempo, exponiendo la mercancía de nuestra alma, nuestra personalidad y nuestra vida privada. Nuestra forma de escapar de ese régimen de hipervisibilidad es priorizar los momentos de encuentro físico. Queremos aparecer solo en carne y hueso, compartiendo un lugar, un espacio físico con nuestros lectores, una experiencia concreta, ¡cuerpos! De esta forma, cuando alguien nos reconoce por la calle, significa que no nos ha visto en televisión ni en redes sociales, sino que ha asistido a una de nuestras presentaciones, lecturas públicas o conciertos y ha compartido con nosotros un momento más auténtico”.
Ajena a la popularización de los teléfonos móviles, las redes sociales y la revolución digital, en la sociedad analógica de Ovni 78, las pantallas se reducían a la de la televisión y la del cine. Tal vez por ello, los personajes de la novela, en lugar de agachar la cabeza para leer un wasap o un tuit, prefieren mirar al cielo con la esperanza de contactar con otras civilizaciones que les alivien de las preocupaciones y los sinsabores de la vida cotidiana.
“En 1978, los periodistas italianos explicaron la oleada de avistamientos de ovnis por la necesidad de escapar de una realidad opresiva marcada por la lucha armada, la represión, el alto coste de la vida… Esta explicación no nos parece del todo convincente, porque presupone una única connotación de la palabra ‘escape’, que da por sentado que quienes escapan abandonan la lucha en pro de un mundo mejor”, comenta Wu Ming, que llama la atención sobre el hecho de que la evasión puede referirse a otras muchas situaciones. Por ejemplo, la de quien escapa de una prisión, la de quien se retira para contraatacar o la de quien deserta del ejército.
“En la novela, hay dos personajes que expresan otro punto de vista que está más en consonancia con el nuestro: los avistamientos de ovnis respondían al deseo de lo desconocido, en un momento en el que el entorno presionaba para clasificar a las personas en categorías muy precisas. Había que tomar partido por el Estado o por las Brigadas Rojas, había que presentar documentos en los controles… En cierto modo, era una situación similar a la de la pandemia, en la que había que tomar partido entre pro-vacunas o anti-vacunas, a favor o en contra del confinamiento, y mostrar documentos para justificar la salida de casa. Por eso, no es sorprendente que los avistamientos de ovnis aumentaran considerablemente durante ese periodo”.
GQ: Si bien en la pandemia creció el número de avistamientos ovni, parece que la tendencia actual no son los extraterrestres, sino el terraplanismo. ¿Qué nos ha pasado? ¿Cómo es posible cambiar un territorio tan rico y sugerente como los ovnis por algo tan simple el terraplanismo?
Wu Ming: Podríamos decir que hemos pasado de una imaginación tridimensional a una muy plana… En realidad, nosotros creemos que los terraplanistas no existen. Es una provocación, una especie de broma. Nadie cree realmente que la Tierra sea plana. De hecho, usan Google Earth para localizar sus eventos y reuniones, de manera que saben perfectamente que vivimos en un geoide más o menos esférico. Por tanto, lo del terraplanismo es una subcultura como la Iglesia de la Eutanasia, cuyo lema es “Salva el planeta, mátate”. Aunque, hasta donde sabemos, no practican suicidios en masa. Por eso, cuando llega el momento de tratar con “fantasías conspiranoicas”, es importante no centrarse en su contenido general, sino en los núcleos de verdad y las necesidades que dan lugar a estas narrativas, porque es de esta manera como se pueden encontrar puntos en común. Incluso la teoría más abstrusa sobre los verdaderos propósitos de la vacunación masiva, por ejemplo, revela desconfianza en la capacidad del sistema capitalista para garantizar la salud de todos. Esto es lo que sería interesante discutir, en lugar de burlarse de los detalles más absurdos de esta o aquella fantasía.
GQ: Rómulo Casella, personaje de Ovni 78 inspirado en el líder trotskista José Posadas, defiende, como hacía el propio Posadas, que si los extraterrestres son más avanzados que los humanos es porque son socialistas, habida cuenta de que el socialismo es la cumbre de la evolución. Por su parte, Ursula K. LeGuin, mencionada por el personaje de Milena Cravero al final del libro, acostumbra a incluir en sus libros a personajes no binarios o que cambian de género a lo largo de su existencia… ¿Es la ciencia ficción una manera de comprender, no ya el futuro de la humanidad, sino su presente?
Wu Ming: Claro, como sucede con cualquier género literario. Lo que hace la ciencia-ficción es tomar las tendencias de una época determinada y proyectarlas en el tiempo, llevándolas hasta sus consecuencias más extremas. De hecho, es posible determinar el momento histórico en el que fue escrita toda obra de ciencia-ficción. Si en la primera mitad del siglo XX este género se centraba principalmente en temas filosóficos o utópicos, en la década de 1950 el tema principal eran las máquinas, los robots, las naves espaciales, el futuro de la humanidad en el desarrollo tecnológico y el descubrimiento de otros mundos u otras formas de vida. En las décadas de 1960 y 1970, por el contrario, el tema predominante era político, relacionado con los movimientos juveniles de protesta. En la década de 1980, la ciencia-ficción entró en crisis, ya que, al desvanecerse las utopías y las perspectivas de transformación radical de la sociedad, también lo hizo la idea del futuro. En la década de 1990, alguien llegó a afirmar que la historia había terminado, por lo que la ciencia-ficción se convirtió en el ciberpunk. En ese caso, las historias se ambientan en un futuro muy cercano que se asemeja mucho al presente o a una distopía postapocalíptica. Al terminarse “el futuro”, prevaleció el eterno presente del capitalismo, incluso en la ciencia-ficción.
GQ: Ovni 78 combina hechos reales con ficción e incluso menciona en sus últimas páginas las fuentes de las que proceden algunos diálogos de los personajes. ¿Hasta qué punto son necesarias estas referencias a hechos reales para que esta historia, cuyo contexto histórico es ya de por sí asombroso, resulte creíble?
Wu Ming: Siempre hemos trabajado con fuentes históricas, ficcionalizándolas o rellenando esos espacios vacíos que quedan entre los hechos reales. En algunos casos, hemos llegado a inventarnos fuentes, es decir, hemos presentado dentro del mecanismo ficcional como fuentes verdaderas, referencias que en realidad eran meras invenciones. En Ovni 78, por ejemplo, creamos al personaje de Martin Zanka, inspirado en un escritor que existió realmente, Peter Kolosimo, y lo hicimos interactuar con la realidad documentada de 1978. Si se dosifica adecuadamente, esta mezcla de fuentes y fantasía es fundamental para lograr un efecto de credibilidad y coherencia, todo ello sin olvidar que la vida real siempre es más variada, rica y astuta de lo que el mejor novelista puede imaginar.
GQ: Como es habitual en los proyectos de Wu Ming, en Ovni 78 la música desempeña un papel fundamental. ¿Es la música una buena herramienta para construir los diferentes personajes? ¿Ayuda a explicar mejor el momento histórico en el que se localiza una historia?
Wu Ming: Hace tiempo, Frank Zappa profetizó que la música se convertiría en un mero “fondo de pantalla” y eso es exactamente lo que ha sucedido. Para la mayoría de personas, la música no es más que algo para escuchar de fondo mientras hacen otras cosas. De hecho, no es casualidad que Spotify ofrezca una gran cantidad de listas de reproducción de “música ambiental”, es decir, música sencilla, relajante y pulida, compuesta cada vez más directamente por IA. En la década de 1970, por el contrario, la música era fundamental en la vida de las personas. No solo se escuchaba con atención, sino que se experimentaba con intensidad y, sobre todo, de forma colectiva. La música permitía a las personas conocerse, crear fuertes vínculos sociales y no era algo desmaterializado. Escuchar era una experiencia multisensorial que también implicaba el tacto, porque se tocaba y manipulaba el disco de vinilo. Existía el ritual fundamental de abrir la funda de un álbum por primera vez, sacarlo, colocarlo en el tocadiscos y bajar la aguja hasta el primer surco. A partir de ese momento, sabías que te sentarías y dedicarías los siguientes cuarenta minutos a la escucha atenta de ese disco, quizá siguiendo la letra impresa en su interior, y a menudo no estabas solo, sino con tus amigos. ¿Y cómo había llegado a tus manos ese disco? Porque habías leído una reseña en tu revista favorita de rock o jazz, habías ido a una tienda de discos, lo habías pedido, lo habías esperado, fantaseabas con él… Tenías que trabajar, pasar por etapas, era como una iniciación. Las tiendas de discos eran lugares de encuentro y, podríamos decir, verdaderos templos de un culto de masas. En definitiva, si centramos nuestra atención en Italia durante aquellos años, es prácticamente imposible entenderla sin abordar todo esto.
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GQ: Entre otros grupos y artistas, en Ovni 78 aparecen Sun Ra, The Byrds, Jefferson Airplane, David Bowie como Ziggy Stardust… A pesar de sus diferencias de estilo, todos ellos tenían en sus repertorios temas relativos a naves espaciales, a extraterrestres… ¿Por qué el cosmos, los platillos volantes y los marcianos ya no inspiran canciones?
Wu Ming: Alguna cosa se sigue escribiendo sobre el tema, pero todo lo relativo al espacio ha cambiado. Hoy en día, cuando piensas en la órbita terrestre, ¿qué te viene a la mente? La sobreabundancia de satélites, muchos de los cuales pertenecen a Elon Musk. Una enorme cantidad de escombros, desechos y millones de piezas de metal que, entre otras cosas, reflejan la luz de la Tierra, contribuyendo a la contaminación lumínica y privándonos de la visión de las estrellas. A todo eso se suma que, la mayor parte de los artículos que hablan sobre el espacio se refieren a proyectos cuyo objetivo es la colonización capitalista de Marte. Son proyectos diseñados para seguir explotando recursos sin límites en los que, de nuevo, está implicado Musk, junto a otros miembros de la clase capitalista, aún más raros que él. Es comprensible que, para la mayoría de la gente, estas asociaciones distópicas, sombrías y carentes de poesía no resulten agradables ni inspiradoras.
https://www.revistagq.com/articulo/wu-ming-ovni-78-novela-entrevista