«Han llegado los extraterrestres». Un año récord para los ovnis en Italia
En 1978, se registraron aproximadamente 2000 avistamientos en todo el país, incluyendo alucinaciones masivas, medias verdades y momentos de terror. Un efecto multiplicador que, incluso sin redes sociales, resultó imparable.
20 de julio de 2025
Pablo Lazzari
Todos miran hacia arriba. Buscan un rastro que confirme su pánico colectivo. En 1978, Italia se detiene a observar el cielo. No por una nevada ni una tormenta, sino por un fenómeno inesperado: cientos de informes de luces, discos, esferas y «carros voladores» se encuentran con un público curioso, dispuesto a creer. Es el año de la gran oleada: miles de recortes de periódico, tres mil expedientes, 2000 avistamientos registrados, cifras inéditas que convierten a Italia en el epicentro de la ovnimanía europea.
No hay tregua: cada mes llegan nuevos informes. En el norte, hay pocos casos, pero en Abruzos, Molise, Liguria, Toscana y Campania, la erupción ovni se está viralizando: Florencia, Siena, L’Aquila, Chieti, Salerno, Nápoles; todas involucradas, con una densidad de entre 0.5 y 2 avistamientos por cada 100,000 habitantes. Italia, siempre un país pragmático, muestra los primeros signos de una impresión colectiva: no solo noticias de la noche, sino una «psicosis ovni» que domina los quioscos y distrae a las instituciones.
El Centro Italiano de Estudios Ovni (CISU) está registrando más que nunca: 2400 recortes digitalizados, 1800 archivos y un «Proyecto ’78» destinado a catalogar cada luz u objeto volador extraño. Científicos y periodistas colaboran con entusiasmo o escepticismo: se habla de desinformación masiva, incluso de manipulación orquestada, y se debate en congresos oficiales, como el de Bolonia en 2018.
Desde la primavera hasta la Nochevieja de 1979, los informes aumentaron de unos pocos mensuales a varios cientos, en un crescendo que generó no pánico, sino una especie de anticipación febril, alimentada por los autoproclamados contactados y las proclamaciones de llegadas inminentes. El episodio más inusual ocurrió en el llamado «Triángulo Adriático», una zona costera entre las montañas de Marcas, Abruzos y Gran Sasso. En la noche del 14 al 15 de octubre, algunos pescadores de Pescara reportaron haber visto columnas de agua de decenas de metros de altura, acompañadas de intensos rayos de luz. Al mes siguiente, el comandante de una lancha patrullera informó a la Autoridad Portuaria que había observado «una señal rojiza que se elevaba desde el mar hacia el cielo». En retrospectiva, muchos atribuyeron estos fenómenos a la emisión de metano del fondo marino: al entrar en contacto con el aire, el gas habría desencadenado explosiones luminosas y causado las impresionantes columnas de agua.
Otro de los informes más intrincados ocurrió en el Monte Musinè, cerca de Turín. Dos excursionistas afirmaron haber sido alcanzados por un rayo de luz cegador: uno de ellos sufrió quemaduras, con el pelo chamuscado y heridas misteriosas. Se dice que unos «humanoides» lo levantaron, antes de que todo estallara en un destello de fuego. La prensa local cubrió el asunto con titulares aterradores.
En Roma, en diciembre, las torres de control del Aeropuerto de Fiumicino interceptaron un haz de luz naranja. Los medios de comunicación lo describieron como «un objeto grande, muy rápido y silencioso», observado por numerosos testigos. Los informes se multiplicaron por todo el país.
También en diciembre, estalló la leyenda de Pier Fortunato Zanfretta, un sargento genovés. Habló de «extraterrestres de aspecto monstruoso», de seres armados que lo escoltaron dentro de un ovni, lo tocaron y lo levantaron. Su testimonio llegó al Juzgado de Paz, atraído por la historia de este hombre que desapareció solo una noche para reaparecer sin aliento y con fiebre. El expediente pasó al Ministerio y se archivó en enero de 1980. Pero siguió siendo una leyenda, material para libros, documentales y elucubraciones. Zanfretta se convirtió en un icono de una Italia que, por una vez, dejó de lado el escepticismo y abrazó lo inexplicable. Es una figura casi shakespeariana, el héroe involuntario de la invasión imaginaria: entre platillos volantes y terror silencioso, su encuentro cercano conmocionó a todo un país.
Incluso hoy, después de tanto tiempo
Con el tiempo, 1978 sigue siendo el año con el mayor número de avistamientos de ovnis en Italia. Un acontecimiento trascendental: incluso sin la viralidad de las redes sociales, la proliferación de sugerencias resultó completamente imparable.