La Casa Elizalde disecciona, a caballo del arte y la ciencia, el expediente ovni más famoso de España
Recreación de las condiciones en que se avistó un ovni en Mallorca, a cargo de Albert Gironès. / A. G.
04 OCT 2025
Carles Cols
Ha aterrizado en la Casa Elizalde (el verbo es el más adecuado, visto el tema) una de aquellas exposiciones que de forma nómada van itinerando por los centros cívicos de la Barcelona. Su tamaño, pequeño, no debe invitar al engaño, porque en realidad aborda una cuestión de tamaño literalmente sideral. Es un trabajo de Albert Gironès (Valls, 1995), al que tanto la apasiona la investigación científica como el arte visual, y esas dos pulsiones las ha reunido en ‘Aquella llum d’entre muntanyes’, donde explora hasta límites insospechados uno de los más famosos expedientes ovni de la historia de España, un avistamiento que tuvo lugar en Mallorca en la sierra de Tramuntana de Mallorca el 11 de noviembre de 1979. Lo hace desde una perspectiva inédita. Disecciona la fotografía de aquel suceso que fue portada de diarios de toda España y, en las antípodas de cualquiera de esos programas de televisión que dan pábulo a la presencia de extraterrestres en la Tierra, invita, muy provocador él, a sopesar si la fiebre que en los años 70 hubo por los fenómenos ovni no fue más que una versión moderna de las apariciones marianas de décadas y siglos anteriores.
La programación cultural de la Casa Elizalde es un no parar. Esta semana, sin ir más lejos, ha dado comienzo la segunda edición de AltrArt, un proyecto que explora en pequeñas píldoras nuevos lenguajes escénicos, y, muy oportunamente, esta aún abierta al público una exposición de dedicada a la Associació Saleses, un proyecto de atención geriátrica nacido en 1978 en el Eixample y que esto días se está mudando por culpa de la gentrificación. Y hay mucho más. Tanta es la actividad que a Gironès le ha tocado aterrizar el ovni de Sòller en apenas dos vitrinas y dos habitaciones, suficiente, sin embargo, para sorprender.
El supuesto ovni de Sòller, fotgrafiado en noviembre de 1979. / Archivo
Aunque se trata de una intervención artística, lo que ha hecho Gironès es poner bajo la lupa lo más sustantivo de aquel suceso que obligó a aterrizar de emergencia a un vuelo de pasajeros, movilizó a cazas del Ejército del Aire, llegó al Congreso de los Diputados en forma de pregunta parlamentaria de la oposición, tuvo una callada por respuesta y que, sobre todo, hizo célebre Josep Climent, un mallorquínque aquel día salía del cine (quién sabe si de ver algunos de los estrenos de 1979, ‘Alien’ o ‘Los bingueros’) y fotografió una extraña luz en el cielo. En su descrédito hay que subrayar que era un fiel convencido de que la Mallorca submarina es una base alienígena, pero, muy hábil, su fama la cimentó no solo en el hecho de que diarios de gran tirada publicaran la foto, sino en el hecho de que días después se presentaron en su casa oficiales del Ejército y le requisaron los negativos.
La libreta de trabajo de Gironès, que forma parte de la exposición. / A. G.
Gironès, y esa es la primera de las gracias de la exposición, ha recopilado toda la información posible, las condiciones meteorológicas de aquella jornada y el tipo de cámara y óptica con el que fue captada la imagen. En el Espai Carme Biada, o sea, la sala que le ha prestado la Casa Elizalde, ha reproducido el momento, con niebla incluso, porque su tesis, nada desencaminada, es que las ópticas son traviesas y en ocasiones crean reflejos inexistentes. A su manera, subraya en una de las vitrinas, sucede lo mismo con el ojo humano, que como evolución que es de un órgano que se originó en el mar no se lleva del todo bien con la luz directa del sol, de ahí los espejismos o, llegado el momento, las apariciones de la Virgen en Fátima.
El próximo 8 de octubre, Gironès en persona capitaneará una visita comentada a ‘Aquella llum d’entre muntanyes’, una oportunidad excelente para profundizar en la cuestión.