El abuelo de los lifters

¿No es iónico?

Por Matthew J. Staff

El Ionocraft era una obra maestra de la elegancia en ingeniería»¦ a excepción del cable de extensión.

Estar presente en la demostración en mayo de 1964 aseguraba una cosa: La máquina funcionaba. Parecía algo de una película de ciencia-ficción, una coladera de tres pies cuadrados de alambre de aluminio y madera de balsa sin piezas móviles o superficies de sustentación, flotando silenciosamente sobre la tierra. El ajuste de los controles eléctricos podía hacer que bajara, subiera o fuera en cualquier dirección. Para algunos de los observadores en Electron-Atom, Inc., laboratorio en Queens, Nueva York, el acontecimiento parecía casi espiritual.

El hombre que manejaba el artefacto era un famoso pionero de la aviación, Alexander de Seversky. Él había estado involucrado en la aviación por medio siglo, comenzando poco después de su graduación de la Academia Naval Imperial de Rusia en 1914. Como piloto de la Marina de Guerra se le acredita haber tirado 13 aviones enemigos a pesar de perder una pierna en una caída durante su primera misión de bombardeo. En 1918 se fue a los Estados Unidos como agregado de Aviación Naval, y como la situación política en Rusia empeoró, él decidió permanecer en América.

Durante los años 20, como comandante en el cuerpo del aire del ejército americano, fue consejero del general Billy Mitchell. En 1931 comenzó la Seversky Aircraft Corporation, donde contribuyó al diseño de varios aviones innovadores, el más notable fue el P-47 Thunderbolt. Él también inventó un bombardero estabilizado giroscópicamente, un sistema que reaprovisionaba de combustible a los aviones en vuelo, y un ala que llevaba combustible, y como piloto estableció varias marcas de velocidad.

De Seversky era ingeniero y un consumado showman pero un pésimo gerente, y en 1939 sus propios administradores lo expulsaron de la compañía, que fue reorganizada en la Republic Aviation Corporation. Él continuó su trabajo en el avión experimental, se estableció como profeta con su libro de 1942 Victory Through Air Power, y sirvió como consejero en estrategia de defensa aérea después de la Segunda Guerra Mundial, un trabajo que incluyó asistir a las pruebas de la bomba atómica.

Ahora, a la edad de 69, él mostraba orgulloso su más reciente invención, el Ionocraft. Como vendedor que era, sugirió muchos roles para su creación, como mejora del helicóptero, una plataforma controlable de observación climática, un sistema de protección antimisiles, y una antena o relee de microondas. Él predijo que las versiones futuras se elevarían a alturas de más de 50 millas y volarían a enormes velocidades.

El artefacto que inspiró tales sueños extravagantes consistía de un sistema de puntas cargadas negativamente montadas sobre una rejilla cargada positivamente. Si el voltaje y la geometría eran correctos, las puntas descargarían los electrones, que eran atraídos hacia la rejilla por una diferencia de potencial de cerca de 30 kilovoltios. Esta corriente ionizada de moléculas de aire, entonces era lanzada hacia la rejilla.

Por sí mismo, este proceso no creaba ninguna fuerza de elevación en el artefacto. Pero antes de que se cerraran de golpe la rejilla, las moléculas ionizadas de aire chocaban muchas veces con las moléculas neutrales de aire, empujándolas hacia abajo. Puesto que estas moléculas no tenían ninguna carga, no eran atraídas a la rejilla, y la mayor parte pasaban a través de ella. Este fenómeno, conocido como viento iónico, creaba una lluvia de aire hacia abajo, como los rotores de un helicóptero, y eso era lo que sostenía el Ionocraft. Una palanca de mando que aplicaba diversos voltajes a diversas partes de la rejilla podía inclinar o propulsar el artefacto en cualquier dirección.

El avión innovador tenía sus orígenes en una invención enteramente distinta, un dispositivo electrostático para reducir la contaminación atmosférica precipitando los gases y la materia de partículas sobre un electrodo líquido. Mientras experimentaba con este proceso, De Seversky notó que creaba una corriente de aire entre los electrodos. «Para un viejo piloto como yo», le dijo a un reportero, «cualquier cosa que forme un viento es una máquina de vuelo. Así que comencé a desarrollar la idea».

En 1964 América estaba loca por l astronáutica, así que De Seversky encontró necesario advertir: «Esto no es una nave espacial. Es un avión, diseñado para funcionar dentro de la atmósfera. Pero podrá hacer cosas que ningún tipo de avión actual puede lograr». Sin piezas móviles, su mantenimiento sería mucho más simple que el de cualquier aeroplano o helicóptero. Podría despegar y aterrizar verticalmente y podría flotar en un lugar, moverse adelante tan lentamente como sea necesario, o volar como un jet. Los cálculos sugerían que podía subir tan alto como 300,000 pies, mucho más arriba que los helicópteros, que luchan para generar la elevación suficiente a los 20,000 pies. En combate, la rejilla abierta sería menos susceptible al fuego enemigo que el avión convencional. Y el diseño no tenía ningún límite de tamaño; de hecho, cuanto más grande es el área superficial de la rejilla, es más eficiente en la energía, ya que los efectos de borde llegan a ser menos importantes. «Podremos construirlos tan grandes como una cuadra de ciudad», se jactó De Seversky.

El problema con todos estos esquemas, sin embargo, era visiblemente el alambre que colgaba que conectaba al Ionocraft a una fuente de alimentación terrestre. No había forma de poner un motor en el artefacto mismo porque cualquier aparato que pudiera mantener el voltaje necesario era demasiado pesado. Incluso usar un ratón como pasajero habría agregado demasiado peso. Como Hans Fantel de Popular Mechanics escribió, «necesita actualmente 90 watts (30,000 volts a 3 miliamperios) para volar un modelo de dos onzas. Traducido a relaciones ordinarias de energía-a-peso, esto da más o menos 0.96 hp por libra, con respecto al típico 0.1 hp por libra del helicóptero o a 0.065 hp por libra para un Piper Cub».

De Seversky estaba al tanto de estos obstáculos y previo varias posibles soluciones. Éstas incluían la transmisión desde tierra de microondas o de energía láser, paneles fotovoltaicos, o una turbina que utilizaría el calor del sol para hervir mercurio. Sus ingenieros hablaron de aumentar la eficiencia pulsando energía en pequeñas explosiones, refinando la disposición de la rejilla y de los emisores, y dando una forma más aerodinámica al artefacto para reducir la fricción. Con su confianza característica, De Seversky dijo, «nosotros esperamos volar un modelo con energía autónoma, quizás antes de fin de año. En última instancia, el impulso iónico probará ser más eficiente que el propulsor o el jet como método de propulsión de aviones».

No sucedió. No sólo el problema del peso probó ser insuperable, sino que otros problemas llegaron a ser evidentes: ¿Podrían los pilotos y los pasajeros ser blindados con seguridad de los intensos voltajes? ¿Habría consecuencias para la salud el respirar aire ionizado? ¿Sin alas, cómo podría el Ionocraft planear para aterrizar en caso de una falla eléctrica? El proyecto nunca fue continuado por una compañía importante.

Con todo, el simple hecho de que no funcione no ha hecho que el Ionocraft sea abrazado por todo el mundo. Cientos de listas en Internet y en las últimas páginas de las revistas ofrecen planos para «Ovnis caseros» y «mágicos platillos voladores» que usan la misma tecnología que De Seversky mostró en 1964. Dispositivos similares llamados «lifters» son mostrados en museos, salas de clase, y ferias de ciencia.

El resto de esta historia se puede leer en el siguiente enlace

http://www.americanheritage.com/articles/web/20070718-ionocraft-alexander-de-seversky.shtml

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