EL MONSTRUO DEL LOCH NESS. LOS PRIMOS DE NESSIE (20)
EL FRACASO
Pero luego de varios días de vigilancia, a pesar de haber realizado una observación minuciosa de la laguna del Hoyo de Epuyen (300 m de ancho y 5 de profundidad), tampoco se encuentra ninguna señal de la existencia del monstruo. Luego, como estaba previsto, se hace explotar media docena de cartuchos de dinamita en la laguna. El informe dice que ni siquiera apareció algún pejerrey, tan frecuente en el río Epuyén.
Pasan los días sin ninguna pista del monstruo. Onelli decide aprovechar el tiempo para investigar la región y acrecentar las colecciones científicas recolectando animales vivos para el jardín zoológico y para el Museo de La Plata. También se hacen herbarios y se busca fósiles. Al mismo tiempo continúa dando crédito a las leyendas y decide averiguar la existencia de un mamífero carnicero más grande que el puma, que los indígenas llamaban Yemisk, y de un anfibio más grande que el lobito del río, llamado también Bullin.
Comienzan a caer las primeras nevadas que anuncian el invierno. Frey escribe «No sabiendo si se trataba de una broma o si realmente existía en la Patagonia un ejemplar salvado de las épocas prehistóÂricas», se decide entrar en contacto con la familia de Sheffield y de alguna forma se enteran «que aquello era una burda patraña urdida por Don Martin».
Finalmente dejaron la región y vuelven al alojamiento en la mina. El grupo volvió después de varios días a Bariloche en donde es recibido por un desfile de disfrazados y una enorme carroza simulando un gigantesco plesiosauro. El monstruo había sido construido por un inmigrante italiano llamado Primo Capraro, utilizando una armazón de madera recubierta de arpillera pintada. Esta estructura fue luego utilizada en los carnavales subsecuentes y era montada en un camión. La escena es recordada por Nelly Frey de Neumeyer en un artículo sobre la historia del plesiosauro publicado en 1988 en la Revista Patagónica: «Fue el carnaval de los carnavales para los que fuimos chicos en aquella época. Don Primo, montado sobre un caballo y disfrazado de Martín Fierro iniciaba el desfile. Lo acompañaba un señor robusto que hacía las veces de doctor Vaccaro, y componían el cortejo otros expedicionarios. Luego reptaba el gran plesiosauro y, en la caja del camión, los chicos de Bariloche, disfrazados de caballeros y damas antiguas, japonesas y otras especies. ¿Qué chicos del mundo han viajado en plesiosauro?».
Luego los miembros de la fallida expedición se trasladan por agua hasta Neuquén, consecuencia de la acumulación de nieve que hizo intransitables los caminos de tierra. Finalmente regresan a Buenos Aires sin resultados positivos después de su búsqueda infructuosa. La historia tuvo repercusión internacional, llegando a ser comentada en un artículo de Leonard Matters en la revista Scientific American de julio de 1922, en donde escribe: «Si alguna vez existió (el plesiosauro), parece que ha huido a zonas desconocidas».
Sheffield, el gaucho vaquero «se evaporó… así como a los pocos días, satisfeÂcho el deseo de don Clemente Onelli, ansioso por sacar del anonimato a las regiones de la Patagonia, se evaporó aquella fábula que en su hora fue el acontecimiento central que apasionó a muchos y divirtió a todos», escribe C. A. Bertomeu[1].
Según Carlos Borgialli[2], Onelli no creía en el plesiosauro y su interés era dar a conocer las maravillas de la Patagonia:
«Vea, che… también puede ser que me haya sido forzoso, para que se realice este nuevo reconocimiento, recurrir al extremo que supone la historia del plesiosauro, sin cuya quimera no tendríamos expediciones ni nada. En cambio ahora irán miembros de la prensa del país y del extranjero, acompañando a los expedicionarios, y se difundirán las noticias de la Patagonia y sus maravillas, para tratar de que se forme hacia ella una fuerte coÂrriente de turismo, de guapos hombres y capitales. La Patagonia es todavía un país de ensueños para mucha gente, aunque ya es conocida por tierra de asombro y riqueza. Y si no, dígase ¿qué de más fantásÂtico hubo que buscando agua en sus áridas costas (…) se hallase (…) el petróleo? (…) se vienen ya del extranjero sabios, naturalistas y geógrafos. Traen ansias de estudiarla para saber de ella más de lo poco que nosotros sabemos… y yo los esperaré que vuelvan con el hambre del viejo que fue su entusiasta explorador, porque desde que tuve la dicha de que el ilustre Pancho Moreno me mandara a conocerÂla, siempre la quise como si fuera mía».
El mismo Vaccaro defiende la expedición en su citado Diario de Viaje: «Ustedes no pueden haber olvidado la historia del plesiosauro… ¡Cómo! ¡Si pasó de moda! ¡Fue una expedición organizada medio de apuro… cumplió heroicamente con su deber dando prueba de una resistencia física notable… no encontró nada! ¿Pero qué me dicen de Nordesnskjold?… ¿Qué me dicen de Fritchard?… ¡Miren qué nenes!… Pues ellos también fueron en busca de nuestro mismo animal. ¿Y entonces de qué se ríen, de qué se burlan, me lo quieren decir los pobres de espíritu? ¿A que no silban a la comisión norteamericana que va a venir con una carga de pesos y armas de todas clases para repetir nuestra hazaña?»
Martín Sheffield murió en 1836 en Arroyo Ñorquinco. Bruce Chatwin[3] nos informa: «Una cruz de madera con las iniciales M. S. señalaba su tumba, pero un cazador de Buenos Aires se la robo. El hijo que tuvo con una mujer indígena vivió en El Bolsón».
LAS TRADICIONES
Algunos hacen remontar la historia de estos monstruos en los lagos del sur a la época precolombina. Tratan de hacer un sincretismo con viejos mitos folklóricos y mencionan la tradición de los indios Tehuelches del Yemisch (Trigre de agua), un animal anfibio de hábitos nocturnos que se alimenta de animales y hombres, a los cuales mata con sus enormes garras para luego arrastrarlos al fondo de los lagos. O el Trelke Wekufú o Caleuche (Cuero extendido) de los Mapuches que es descrito como un ser amorfo, un cuero cubierto de pelos y con garras o colmillos en los bordes. Entre los gauchos de la región del Nahuel Huapi es frecuente el rumor de la existencia de un monstruo al cual suelen llamar el Sueiro (¿variante de El Cuero?) que «sale de los lagos de noche, posee el cuerpo del tamaño de una vaca y deja huellas como de un pato gigante». Este monstruo es carnívoro y se alimenta de las vacas de los gauchos. Pero otros dicen que es un invento criollo basado en el mito mapuche de «El cuero».
Incluso han intentado relacionar a El Cuero con los hallazgos de Ameghino, quien estudió los huesos y el cuero de un Mylodon. Dicen que una expedición organizada por el gobernador de Chubut, Florencio de Basaldúa fue atacada por un animal similar a un Mylodon. Restos de este animal fueron encontrados en la cueva Última Esperanza, en las cercanías de la ciudad de Puerto Natales (Chile).
Pero el origen de los mitos mapuches y tehuelches es más terrenal, o más bien, acuático. Se trata de la raya Rhinoptera chilensis que habita las aguas del Pacífico. Es el famoso Cuero con garras y colmillos en los bordes, el cual, por otra parte, no se parece ni remotamente a las descripciones de Nahuelito.
OTROS AVISTAMIENTOS
La expedición en busca del Plesiosauro de la Patagonia fue seguida por la prensa mundial y se añadieron nuevas historias. El 2 de abril de 1922 el Toronto Globe entrevistó a George Garrett quien informó que había visto a un monstruo en Lago Nahuel Huapi en 1910. Garret trabajaba en una compañía que navegaba el Nahuel Huapi. Un día de ese año, luego de navegar por el lago y a punto de desembarcar, pudo avistar a unos 400 m de distancia una criatura cuya parte visible medía entre 5 y 7 m de largo y sobresalía unos dos metros por encima del agua. Al comentar su experiencia con gente del lugar, Garret se enteró de historias similares relatadas por los indígenas:
«Estábamos virando a barlovento para entrar a una caleta, que se metía en la península. Esta caleta tenía alrededor de cinco millas de largo y una milla o algo así de ancho, y una profundidad insondable. Justo cuando estábamos cerca de la orilla rocosa, antes de virar, miré desde la popa y para mi gran sorpresa, vi alrededor de un cuarto de milla a sotavento, un objeto que parecía tener 15 o 20 pies de diámetro, que salía quizás 6 pies por encima del agua». Después de unos quince minutos, el monstruo desapareció. Cuando les mencioné mi experiencia a mis vecinos, ellos dijeron que los indios a menudo hablaban de inmensos animales acuáticos a los que han visto de tanto en tanto».
A pesar del fracaso de la expedición de Onelli, continuaron los relatos sobre monstruos en los lagos del sur. En 1927 encontraron «huellas frescas de un gran animal parecido al plesiosauro» en el lago Fagnano. En 1938 un lugareño ve un animal de aproximadamente 15 metros con aletas y largo cuello en el lago Gutiérrez.
Más recientemente, en 1960, se dice que la Armada Argentina persiguió en el lago un objeto submarino no identificado durante 18 días, sin conseguir identificarlo; a lo cual algunas personas relacionaron con esta supuesta criatura. El suceso fue relatado por la revista norteamericana Newsweek en su edición del 22 de febrero de 1969 en una nota titulada «¿Fue una ballena, un platillo volador anfibio, o el monstruo del Loch Ness que se perdió?»
En 1979 la revista semanal Siete Días publicó un artículo que recoge algunos testimonios de habitantes del lago Nahuel Huapi, en cuyas orillas se alza la ciudad turística invernal de Bariloche, en el sureste de Argentina.
Este espejo de agua, el Nahuel Huapi, tiene una superficie de 557 kilómetros cuadrados, 476 metros de profundidad y está ubicado a 764 metros sobre el nivel del mar, en San Carlos, Bariloche, Argentina, dentro del Parque Nacional que le da el nombre.
Algunos pobladores dijeron haber visto un objeto desplazarse por el lago a medio kilómetro de la costa, dejando una estela. Calcularon su tamaño en unos cinco metros. Para otros pobladores se trataba de simples troncos a la deriva[4].
Uno de los relatos era el de Hilda R. de Rumboll, quien en marzo de 1978 observó al monstruo
«Hacía una tarde espléndida y el lago estaba planchado. De repente advertí que algo extraño surcaba las aguas a considerable velocidad, dejando una gran estela. Busqué un larga vistas y, con mi esposo, nos dedicamos a observarlo. Parecía un largo cuello de cisne. En cierto momento giró hacia la costa, adoptando apariencia de poste, y luego desapareció en medio en medio de una enorme agitación. Tenía alrededor de cinco metros, según dedujimos cuando minutos después pasó por el lugar un esquiador acuático».
En 1984 Aldo Peletier ve en el lago Lolog una masa oscura que calcula en ocho metros de largo. Dos años después, Stella Maris López observa en el lago Nahuel Huapi algo similar a una gran serpiente deslizándose en las aguas.
ContinuarỦ
[1] En La Argentina Austral, No. 146, 1943.
[2] En La Argentina Austral, No. 141, 1942.
[3] Chatwin Bruce, En la Patagonia, Quinteto, Barcelona, 2002.
[4] Noticiero de lo insó1ito, En Argentina: monstruo parecido al de Loch Ness, DUDA, (409), 1, 2 de mayo de 1979.
[5] Anónimo, Otra vez Nahuelito, Río Negro, Río Negro, viernes 22 de enero de 1988.
[6] Anónimo, Volvió a aparecer el monstruo del lago Nahuel Huapi: muchos testigos, Clarín, Buenos Aires, 2 de febrero de 1988.
Anónimo, Un monstruo en el lago, Clarín, Buenos Aires, 3 de febrero de 1988.
[7] Anónimo, Logran filmar al extraño animal del lago Nahuel Huapi, Río Negro, Río Negro, domingo 7 de febrero de 1988.
[8] Anónimo, ¿Un monstruo en el lago Nahuel Huapi?, Clarín, Buenos Aires, 26 de febrero de 1987.
Tengo 4 fotos que tomé en el lago Huechulafquen (Argentina), me gustaría ponerlas a vuestra consideración para que la evalúen.
De ser posible diganme un mail donde pueda enviarlas.
Muchas gracias.
guao es increible saber q hay colosal monstru en la patagonia