La inteligencia en los huesitos

LA INTELIGENCIA EN LOS HUESITOS

Juan José Morales

Hay quienes confían en la quiropráctica por creer que es una rama de la medicina o una especialidad semejante a la ortopedia, que su objetivo es corregir anomalías del sistema óseo y que se basa en investigaciones científicas sobre el funcionamiento y estructura del cuerpo humano. Pero si supieran cómo surgió y cuáles son sus fundamentos, seguramente cambiarían de opinión.

DanielDavidPalmer La quiropráctica nació como un método totalmente empírico, con tintes mágicos y sin ningún sustento médico. Fue inventada en 1895 por un tal David Daniel Palmer, a quien ahora sus seguidores se refieren usualmente como «doctor» pero en realidad era abarrotero en un pueblo del estado norteamericano de Iowa y en sus ratos libres la hacía de curandero «magnetista». Entregado a tales menesteres, cierto día atendió a un sordo que tenía una vértebra ligeramente más prominente que las demás. Supuso que su sordera se debía al bloqueo de algún nervio por esa vértebra y en vez del habitual tratamiento con imanes, le dio lo que popularmente se llamaría «una tronada de huesos», tras la cual -¡Oh, maravilla!- el hombre volvió a oír, cosa que el imaginativo tendero atribuyó a sus manipulaciones.

Cualquier médico hubiera podido aclararle que los nervios de la audición van directamente del oído al cerebro sin pasar por la columna vertebral. Pero Palmer no iba a andarse con minucias anatómicas, fisiológicas o neurológicas. Vislumbró una veta mucho más productiva que las terapias magnéticas -en las que sobraban competidores- y decidió desarrollar una nueva y personal teoría sobre las enfermedades. Al poco tiempo ya andaba pregonando que la salud depende de cierta energía vital del cuerpo humano que fluye por la espina dorsal y a la cual bautizó «inteligencia innata».

Confusa jerigonza

En su obra The Chiropractor’s Adjuster, también titulada The Text-Book of the Science, Art and Philosophy of Chiropractic -la Biblia de los quiroprácticos-, asegura que la gente enferma porque el flujo de esa inteligencia innata se entorpece por imperceptibles desviaciones de la columna vertebral a las cuales llamó «subluxaciones». Para curarse, basta ponerse en las diestras manos de un quiropráctico que maniobre los huesos. Es más: los quiroprácticos afirman poder detectar las enfermedades antes de que se manifiesten y evitarlas con un oportuno reacomodo preventivo de vértebras.

Ni Palmer ni sus seguidores, sin embargo, han definido claramente qué son las tales subluxaciones -que nada tienen que ver con las vulgares luxaciones- ni qué relación hay entre cada vértebra y determinada enfermedad o grupo de enfermedades. Mucho menos han realizado pruebas clínicas para demostrarlo. Ni siquiera tienen una teoría coherente de qué es la quiropráctica. Palmer la definió con esta jerigonza: «Yo creé el arte de ajustar las vértebras, usando las apófisis espinosas y transversales como palanca, y le di el nombre de Quiropráctica al acto mental de acumular conocimiento, la función acumulativa, correspondiente a la función vegetativa física (el crecimiento de lo intelectual y lo físico) junto con la ciencia, arte y filosofía.»

Ya puesto en ese camino continuaba: «El sistema dualístico -espíritu y cuerpo- unido por la vida intelectual -el alma- es la base de esta ciencia de la biología y la tensión nerviosa es la base de la actividad funcional en la salud y la enfermedad. Espíritu, alma y cuerpo forman el ser, la fuente de la mentalidad. Innata y Educada, dos mentalidades persiguen el bienestar del cuerpo.»

Y, como muchos inventores de terapias mágico-religiosas, adoptaba poses de iluminado. «Yo soy «“proclamaba- el creador, la fuente de nacimiento del principio esencial de que la enfermedad es resultado de un funcionamiento excesivo o deficiente… Yo he respondido la antigua pregunta: ¿qué es la vida?»

Contra la vacunación

Quiropractico Actualmente, algunos seguidores de Palmer prefieren tomar distancia de su disparatada palabrería y usan términos científicos. Incluso, aunque originalmente aseguraban que las subluxaciones son tan sutiles que no pueden detectarse mediante radiografías y sólo ellos las perciben con sus sensibles dedos, ahora utilizan los rayos X a pasto. Sobre todo en Estados Unidos… porque ahí lograron que el seguro social les pague por atender pacientes, pero a condición de respaldar el tratamiento con radiografías.

Ya los quiroprácticos no se oponen -como en la década de los 50- a la vacuna contra la poliomielitis, en lugar de la cual recomendaban «ajustes quiroprácticos» para evitar y hasta para curar la enfermedad (se ignora a cuántos niños tal consejo les costó morir o quedar paralíticos de por vida), pero todavía recomiendan manipulaciones espinales a bebés de unos meses de nacidos si lloran, comen poco o tienen reflujo gástrico, porque «“dicen- esos son «síntomas de la obstrucción de algún nervio.» Sin embargo, la sección de pediatría de la Asociación Médica de Alberta, Canadá, ha dicho tajantemente que «no hay evidencia científica alguna de que los llamados ajustes quiroprácticos sirvan para corregir la espina dorsal de un niño. Son ineficaces e inútiles.» Y peligrosos, podríamos añadir, pues un torpe manejo de vértebras puede causar daños irreparables.

En general, no hay ningún estudio científico serio que demuestre la relación entre enfermedades y «subluxaciones» o sobre cómo al manipular las vértebras se puede lograr determinado resultado.

Tampoco existen normas y regulaciones oficiales precisas sobre el ejercicio de la quiropráctica, a pesar de que se presenta como «ciencia» y quienes la ejercen a menudo se hacen -o dejan- llamar «doctores», y pese a que su campo de acción es una de las partes más vulnerables del cuerpo humano. En algunos países su práctica está prohibida y se considera ejercicio ilegal de la medicina, en otros se permite y en otros más se tolera. En Estados Unidos se enseña en varias escuelas y universidades y los quiroprácticos formaron una llamada Federation of Chiropractic Licensing Boards, para concederse autorizaciones y licencias a sí mismos. En México es común encontrar muchos que trabajan al amparo de diplomas y certificados de «academias» o «colegios», donde se ofrecen cursos «de 12 meses para público en general y cuatro clases para profesionales de la salud.» Cualquiera que tome uno puede abrir un «centro», «consultorio» o «clínica», colgar en la pared su diploma y comenzar a masajear la espalda a pacientes en busca de alivio a sus males, cuidando sólo de no ostentarse abiertamente como médico para no incurrir en un delito.

En 2000, la Universidad Estatal del Valle de Ecatepec (UNEVE), en el estado de México, estableció la licenciatura en quiropráctica, con maestros improvisados según confesó la propia universidad. Y cuando los primeros alumnos terminaron sus estudios resultó que carecían de validez oficial. La Dirección General de Profesiones no los reconocía porque «presentan contenidos de una licenciatura incompleta de medicina general». Tampoco se logró el aval del Consejo Mexicano para la Acreditación de la Educación Médica, ni del Comité Estatal Interinstitucional para la Formación y Capacitación de Recursos Humanos e Investigación en Salud.

Así pues, para quienes crean enfermar porque la inteligencia se les atoró en la espalda, existe la quiropráctica del curandero Palmer.

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