El enigma de las centellas (81)
En 1962 yo tenía unos cinco años. Un día de verano, húmedo y caliente, estaba en el patio de la casa de mi abuela cuando vi una gran bola de color naranja, rojo y amarillo brillante. Casi igual que una puesta de sol. Pareció caer como una gota y luego cayeron dos bolas más idénticas. Había un río cercano y en ese momento recuerdo que pensé que habían caído en él. Sin aliento, corrí a decírselo a mi padre, que me explicó que era una centella.
Deb Richter
London, On Canada