Los milagros a la luz de las estadísticas

ESCRUTINIO

Los milagros a la luz de las estadísticas[1]

Juan José Morales

Por su propia naturaleza de hechos extraordinarios y totalmente fuera de lo común, los milagros no pueden ocurrir con frecuencia, sino sólo muy ocasionalmente. Cabe entonces preguntarse qué posibilidades tiene, por ejemplo, un enfermo incurable, de que si lo pide fervorosamente al santo o virgen de su devoción, su mal desaparezca. Sobre todo si acude a un sitio donde se dice que ocurren tales portentos.

Todo esto viene a cuento porque una persona a la que mucho aprecio me comentó que planea llevar a su padre «”quien padece de un grave trastorno neurológico»” al santuario de Lourdes, en Francia, uno de los centros de peregrinación más concurridos del mundo católico, ya que ha leído sobre las milagrosas propiedades curativas de las aguas de ese lugar y de las extraordinarias curaciones que ahí se registran, y una agente de viajes le ha recomendado hacerlo.

clip_image002Peregrinos en el santuario de Lourdes. En su gran mayoría acuden en busca de cura para sus males mediante la intercesión de la virgen ahí venerada, pero en más de siglo y medio sólo han ocurrido 66 curaciones que la propia Iglesia cataloga oficialmente como milagrosas.

Tras indagar un poco y examinar lo que podría denominarse estadísticas de los milagros de Lourdes, encontré algunas cifras que permiten hacer cálculos al respecto. Se refieren a las curaciones oficialmente catalogadas por la Iglesia como milagrosas, que han ocurrido en aquel santuario.

A dicho lugar, en las estribaciones de los Pirineos, donde se venera a una virgen que según se dice se le apareció en 1858 a una niña, asisten anualmente seis millones de fieles «”en ciertos años muchos más»”, en su mayoría enfermos que buscan la intercesión de la propia virgen para lograr curación o alivio a sus males.

Desde luego, en los primeros tiempos no llegaba a Lourdes tal cantidad de personas. Hechos los correspondientes ajustes, podríamos entonces estimar, de manera un tanto arbitraria y conservadora, que desde 1858, el promedio anual de peregrinos ha sido de tres millones. Tendríamos así, en números redondos, un total de 465 millones. Todavía, también para ser conservadores, podríamos estimar que sólo la cuarta parte de ellos «”116 millones»” eran enfermos que esperaban un milagro. Para lograrlo, prácticamente todos ellos beben agua del manantial de la gruta donde se dice ocurrieron las apariciones, y cada año unos 400 mil se sumergen en las 17 piscinas dispuestas especialmente para tal fin, a las cuales fluye esa agua considerada milagrosa.

Pues bien, según el Dr. Patrick Theillier, médico oficial del santuario, designado con tal carácter por la Iglesia Católica y encargado de verificar las curaciones milagrosas, en los 120 años transcurridos desde que comenzaron a llevarse registros detallados, solamente han ocurrido 66 curaciones que la Iglesia considera resultado de un milagro.

Unas pocas operaciones aritméticas permiten entonces llegar a la conclusión «”considerando solamente los 120 años de registros, y un promedio anual de 750 mil fieles que esperan una curación divina»” de que sólo ocurre un milagro en uno de cada 1 363 000 casos.

Muchos de esos peregrinos enfermos, sin embargo, dicen experimentar alivio a sus males durante la peregrinación misma o en el período inmediatamente posterior a ella. Eso «”explica el Dr. Theillier»” resulta muy lógico y explicable, dado el ambiente místico y fraternal que reina en el santuario y al hecho de que albergan una gran esperanza de aliviarse o curarse. Pero, agrega el propio Dr. Theillier, el 99% de los inválidos y desahuciados que acuden al santuario con esa ilusión, retornan en las mismas condiciones, aunque algunos puedan sentirse pasajeramente mejor.

Esa es la realidad, y es muy triste que haya quienes se valgan de las peregrinaciones a Lourdes para hacer negocio a costa de enfermos desesperados.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 9 de agosto de 2012. Reproducción autorizada por Juan José Morales

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