Los que se adelantaron a la declaración de guerra
MEXICANO-BRITANICOS ¡EN LA RAF![1]
Por Héctor Chavarría
Fotos: Gustavo Camacho
·Simplemente, se enrolaron como voluntarios en el consulado
·Los que murieron, los que sobrevivieron…
·Mexicanos en la Real Fuerza Aérea canadiense
·Los alemanes, buenos pilotos; los italianos, no
·Placa a los caídos en el Cementerio Británico de Tacuba
·Una tercera parte del grupo no regresó a México
·Por convicción y por deber
·Fueron mejores cuando las cosas eran peores
La Segunda Guerra Mundial fue escenario de cambios en la vieja actividad humana de matar al prójimo: nuevas tácticas, nuevas armas, batallas de magnitud nunca vista… Quienes participaron en el conflicto fueron entrenados para manejar máquinas novedosas: blindados, vehículos todo terreno, armas cortas y largas de complejidad nunca vista.
Algunos afortunados tripularon Spitfires»¦
Algunos de esos afortunados nacieron en México y combatieron la irracionalidad nazi en alas de la RAF.
Quien esto escribe conoció durante su adolescencia a uno de esos pilotos veteranos y se deleitó con las pláticas acerca de la guerra ante una taza de té – ¡a las cinco de la tarde, por supuesto! – en los bochornosos crepúsculos de Yucatán.
Aquel hombre, hoy aún vigoroso, es el ingeniero Eugene McCoy: siete y media veces triunfador contra los pilotos del Eje – lenguaje de las fuerzas aéreas, un as – con quien platicamos nuevamente sobre la guerra.
¿Cómo empezó todo?
Fue muy simple: cuando Inglaterra estaba ya embarcada en la guerra, varios jóvenes nacidos en México de padres británicos tuvimos el deseo de participar. México aún era neutral, así que nosotros fuimos a la embajada y nos ofrecimos como voluntarios.
¿Entonces?
Un grupo de nosotros viajó a Canadá, de donde un convoy nos transportó a Europa. Habíamos andado un mes como civiles y recibido ya con uniforme, la primera parte del entrenamiento.
Entre los compañeros que McCoy recuerda se encontraban Charles Robertson, caído más tarde en un raid sobre Hamburgo: Phillips Pearl, caído en un hidroavión sobre la bahía de Vizcaya: Horace Turnbull, que al parecer aún vive, John Carrington, mecánico de aviación: Douglas Patterson, quien murió en México después de la guerra, y Richard Olds, quien sería en tiempos de paz, piloto de Mexicana de Aviación, junto con Harry Inness.
Era un grupo juvenil. bromista, deseoso de entrar en acción y conocer la aventura que supone una guerra. Entonces era el año 1940, mal pintaban las cosas para los británicos.
McCoy llegó al Reino Unido cuando aún se desarrollaba la batalla de Inglaterra, los nazis bombardeaban a diario»¦
Recuerdo – refiere Eugene McCoy – que lo que más me impresionó fue el estoicismo del pueblo inglés, especialmente de los londinenses. Era muy normal ver comercios casi destrozados por las bombas, con un cartelito que decía «Bussines as usual» (el negocio como siempre), jamás se perdió el sentido del humo, elemento básico para obtener el triunfo.
Y agrega: «Si Gran Bretaña hubiera sucumbido, la historia hubiera sido otra».
Terminado el entrenamiento «Tex» – apodo que le colocaron a McCoy por su «acento» presuntamente texano – fue enviado a Ãfrica del Norte. Comenzaba el año 1942.. Ahí empezó realmente su carrera de piloto y obtuvo sus dos primeras victorias.
¿Qué se siente al obtener una victoria?
Por el momento… como cuando derribas una pieza de cacería. No hay mucho tiempo de alegrarse, uno está volando. La celebración es en tierra… unas cervezas, felicitaciones de todos»¦ eso es.
McCoy sigue la tradición entre pilotos de caza: respetar al enemigo, sólo criticarlo en el terreno profesional. Dice: «los alemanes eran muy buenos pilotos, pero a los italianos les faltaba convicción».
Y. ¿después de Ãfrica?
Estuve en Sicilia y en Salerno. En Ãfrica combatí en el Escuadrón 295 de Caza, éramos la Desert Air Force (Fuerza Aérea del Desierto) dependiente del Octavo Ejército.
¿En qué aviones?
Básicamente en los Spitfires Mark VII v Mark XVI
Como un dato curioso podríamos agregar que el sueldo de un piloto británico entonces no era precisamente alto, una libra y cinco chelines diarios, incluvendo sobresueldos por misiones.
Hay un mundo de recuerdos… anécdotas. Las amistades, los amigos que no regresaron, las farras corridas durante los permisos. Todas esas cosas que conforman una vida y dan a la juventud, en este caso de uniforme, un tinte que jamás se olvida. Eugene alcanzó en la RAF el grado de W.O.1. Warrant Officer, el más alto grado sin comisión, esto es sin haber ingresado al ejército regular. Obtuvo su baja de la fuerza aérea en 1946. Condecoraciones y menciones varías, que la modestia no le deja mencionar.
Cumplí con mi deber – dice con pudor -, no quiero ser mencionado corno un caso excepcional, pues hubo otros… en la British ex Service Association, organización de veteranos, pueden darte datos sobre otros británicos-mexicanos que estuvieron en la guerra También hubo mexicanos que nada tenían que ver con Gran Bretaña, que fueron a la guerra por sus ideales.
Y agrega:
Cuando estuve en Canadá encontré a dos… ignoro cómo se llamaban pero eran mexicanos. Vestían uniforme de la Real Fuerza Aérea Canadiense y estaban de permiso en Toronto, ni siquiera hablaban inglés, pero ahí estaban.
Creo «“ concluye – que valió la pena el esfuerzo.
La opinión del ingeniero McCoy es compartida por otro británico nacido en México que, al igual que él, se enlistó en la Real Fuerza Aérea: el señor Leonard Mayer.
El señor Mayer pensó, en 1941, que la única manera de servir a la causa aliada era entrando a la RAF, así que solicitó su alta y fue llamado a filas en 1942, año en el cual llegó a Londres en un convoy procedente de Canadá.
Tuvimos suerte «“ dice – pues el convoy en el que íbamos no sufrió una sola baja»¦ uno que había partido poco antes fue atacado por submarinos alemanes y casi totalmente destruido.
Ya en Inglaterra, el señor Mayer comenzó a recibir entrenamiento de piloto – las pruebas eran duras, muy estrictas – recibió sus alas y regreso a Canadá para seguir aprendiendo a volar. Él no fue piloto de caza sino de bombardeo: el Liberator, de 11 tripulantes.
Londres «“ dice – estaba en 1942 a oscuras, los alemanes bombardeaban la ciudad y recuerdo que una ocasión sonó la alarma: cuando esto ocurría había que bajar al refugio más cercano, pero yo no lo hice.
En la oscuridad, los haces de los reflectores buscaban a los atacantes y de pronto: un avión alemán quedó dentro de la luz. La artillería disparó y el aparato fue tocado. Cayó a una calle y media de donde estaba.
¿Recuerda qué avión era?
Sí, un caza Focke Wulf 190, los alemanes los habían adaptado para llevar una bomba… no hacían mucho daño, pero mantenían en ascuas a la gente.
¿Cuántos de ustedes fueron a combatir?
Debimos haber sido entre 80 y 90 jóvenes que nos repartimos en diferentes especialidades. Una tercera parte del total no regresó a México. Cayeron luchando.
¿Hay algo aquí que los recuerde?
Sí, en el Cementerio Británico de Tacuba hay una placa con los nombres de los caídos.
En realidad, antes y después de la declaración de guerra de México muchos mexicanos combatieron contra el Eje, algunos como nosotros en la RAF, otros en el ejército, la marina. No sólo de Inglaterra, muchos estuvieron en Canadá y otros con los franceses libres.
¿Dónde combatió usted?
Desgraciada o afortunadamente no llegué a combatir. El entrenamiento para piloto de bombardero es largo, como el de una profesión: así que antes de que me destacaran al frente acabó la guerra en Europa. Entonces recibí entrenamiento para combatir en Oriente… nuevamente me alcanzó la paz.
¿Cómo recuerda la Segunda Guerra Mundial?
Creo que fue la primera guerra de la humanidad que se ganó gracias a la aviación. Los aviones fueron lo más importante en batalla, pero mi recuerdo más perdurable de la guerra fue, la camaradería, la solidaridad de la gente, su calidad humana.
Yo «“ agrega – conocí más generosidad y bondad en la guerra que en tiempos de paz. Incluso entre los militares. Creo que el militar profesional es un pacifista porque conoce la guerra.
Y. estaban los civiles, aquellas personas que en la Inglaterra bombardeada nos ofrecían sus casas para tomar un baño – un verdadero lujo entonces – y nos invitaban a tomar una taza de té. Conservo amistad con algunos»¦ nos escribimos.
Y concluye con nostalgia:
Nosotros los veteranos… ya quedamos pocos, cada vez menos, quizá unos :20 de los que volvimos. nos reunimos anualmente, pero cada vez hay más sitios vacíos.
¿Por qué fue a pelear hace más de 40 años?
Sentir que era necesario hacerlo. Por convicción y por deber.
Una respuesta que engloba el mundo de aquellos jóvenes esforzados de 1940. Ellos lucharon y murieron para que las nuevas generaciones conocieran un mundo mejor. Fueron mejores cuando las cosas eran peores.
Un saludo a través del tiempo…
[1] Publicado originalmente en Revista de revistas, No. 3929, México, 17 de mayo de 1985, Págs. 46-48.
Hola me gusto mucho su articulo, me gustaría saber mas sobre sus fuentes, saludos, mi estimado.