IMPACTO AMBIENTAL
La plaza secuestrada y la universidad fumigada[1]
Juan José Morales
Hoy no hablaremos del medio ambiente natural sino del medio ambiente social. En concreto de un hecho que si bien no tiene precedentes, tampoco resulta tan extraño. Porque si en este país los secuestros son cosa de todos los días, ocurren en todas partes y a todas horas, y en ellos participan abiertamente autoridades gubernamentales de todos los niveles, no es de sorprender que el pasado jueves 20, el presidente municipal de Cancún decidiera secuestrar una plaza pública.
Sí. Así como suena. Ese día, ordenó levantar apresuradamente alrededor de la emblemática Plaza de la Reforma, situada frente al edificio del ayuntamiento y escenario tradicional de eventos cívicos, sociales y culturales, un alto muro para aislarla completamente. Ahí dentro, tras la alta muralla de madera, como rehén y testigo de aquel insólito rapto, quedó Benito Juárez petrificado. Es decir, su estatua.
La franja oscura es el alto muro de madera con que el ayuntamiento de Cancún prácticamente secuestró la Plaza de la Reforma, con todo y el monumento a Benito Juárez, en un vano intento por sabotear la marcha de protesta que el pasado jueves realizaron unas cuatro mil personas. Quizá la intención con tan burda provocación era incitarlas a derribar el cercado, pero si tal fue el propósito, quien lo tuvo resultó chasqueado. La gente sencillamente siguió de largo y la marcha culminó en el Parque de las Palapas.
La Plaza de la Reforma «”hay que recordarlo aunque resulte obvio»” es un espacio público, propiedad de todos los cancunenses. Ahí «”como decíamos»” se realizan regularmente actividades culturales, cívicas y de muy diverso carácter. En los días previos, había sido escenario de varios eventos del Festival de Cultura del Caribe y la Feria del Libro del Instituto Politécnico Nacional. Esta última, dicho sea de paso, tuvo que ser suspendida por el secuestro del lugar.
¿Por qué el munícipe decidió erigir aquel grotesco remedo del muro de Berlín en vez de destinar el dinero a tapar baches o cubrir peligrosas alcantarillas destapadas? Sencillo: porque quiso evitar que ahí se congregaran los alrededor de cuatro mil manifestantes que la noche del 20 de noviembre desfilaron por las calles de Cancún como parte de la jornada nacional de protestas por la inseguridad y el caso Ayotzinapa. Pero, sencillamente, se concentraron en un lugar cercano, el también emblemático Parque de las Palapas.
Por parecida razón «”tratar de evitar que los estudiantes asistieran a la marcha»” ordenó a su policía desviar los autobuses que normalmente llegan a la Universidad del Caribe e impedirles recoger pasajeros en ese lugar. Sabía muy bien «”para eso tienen las autoridades «orejas», o sea informantes infiltrados»” que los jóvenes habían acordado que para trasladarse al punto de partida de la marcha subirían a los vehículos normalmente, igual que todos los días, como cualquier pasajero, y pagarían su boleto, de modo que esa interrupción del servicio no podía justificarse con el pretexto de reales o posibles actos vandálicos.
Y en el otro extremo del estado, en Chetumal, el jueves 20 y el viernes 21 el campus de la Universidad de Quintana Roo estuvo cerrado y las clases suspendidas porque «”tal fue la versión oficial»” se fumigarían las instalaciones. No el sábado y el domingo, días inhábiles, sino jueves y viernes, aunque implicara suspender clases y toda actividad académica. O, más bien, para que ello implicara la suspensión, con el evidente propósito de impedir que estudiantes y maestros se reunieran y pudieran realizar algún acto relativo a Ayotzinapa.
Sobra decir que ninguna de tales acciones pudo impedir que miles de personas se manifestaran «”ordenada y pacíficamente, hay que subrayarlo»” tanto en Cancún y Chetumal, como en Cozumel, Kantunilkín, Playa del Carmen, Felipe Carrillo Puerto y Tulum, como también resultaron inútiles los intentos de sembrar temor y desalentar la participación de la ciudadanía mediante la difusión por las redes sociales de anónimos mensajes alarmistas en los que se advertía a las madres no llevar a sus hijos a la escuela el 20 de noviembre y no salir a la calle porque podría haber actos de violencia.
Al escribir estas líneas, no he podido menos que reír ante tan risibles intentos de sabotaje. Creo que si las autoridades se hubieran propuesto deliberadamente quedar en ridículo, difícilmente habrían logrado mejores resultados.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 24 de noviembre de 2014