Erksperiencias en el Uritorco (1)

ERKSPERIENCIAS EN EL URITORCO

Crónica de un viaje al mundo esotérico de Capilla del Monte

Por Fernando Jorge Soto Roland[1]

imageBase del Cerro Uritorco. Sitio en donde dicen se avistan las luces de la ciudad extraterrestre de ERKS

INTRODUCCIÓN

Desde mediados de la década de 1980 la ciudad serrana de Capilla del Monte (Provincia de Córdoba, Argentina) es conocida mundialmente por ser una de las capitales más importantes del esoterismo y la ovnilogía del país. El supuesto aterrizaje de una nave extraterrestre el 9 de enero de 1986 en las faldas del Cerro El Pajarillo, vecino a otro pico famoso, El Uritorco (1.979 m.s.n.m), marcó un antes y un después en la historia del pueblo. A partir de entonces un sinnúmero de personas, con claras inclinaciones místicas, se convirtieron en visitantes asiduos del lugar y la industria del turismo se disparó como nunca, beneficiando económicamente a toda la comunidad local. Pero la aparente «huella» que el mentado ovni dejo grabada en las sierras no fue todo. Al poco tiempo (meses) empezó a circular el rumor, y más tarde la certeza, de que en el interior del Uritorco se levantaba una ciudad subterránea de origen alienígena conocida con el nombre de ERKS, sigla que al decir de su gurú más destacado, Ángel Cristo Acoglanis (asesinado en abril de 1989), significaría Encuentro de Remanentes Kosmicos Siderales; una especie de Arca de Noe a donde serán trasladados (según sus portavoces) algunos pocos elegidos, el día en que la Tierra estalle en un caos terminal que aniquile a toda la especie humana.

Alrededor de estos dos extraordinarios sucesos se construyó (y sostiene) el moderno turismo esotérico-energético de la región; que ha congregado, a lo largo de los últimos 30 años, a toda una singular fauna mística en la que se incluyen contactados (personas que dicen tener relaciones telepáticas y personales con seres de otras galaxias), terapeutas energéticos, especialistas en ovnis, sanadores y chamanes, gemólogos, incluso budistas, hinduistas, especialistas en Reiki, alquimistas, teósofos, practicantes del hermetismo, adivinos, veganos, vegetarianos e hippies.

Recorrer Capilla del Monte es anoticiarse de la existencia de decenas de terapias alternativas que van desde la clásica homeopatía (y sus famosas Flores de Bach) pasando por la cromoterapia (sanación a través de los colores), sesiones de curación por medio del canto, la recomposición de la armonía del aura o el diagnóstico de enfermedades a través de runas vikingas. Decenas de carteles, pegados por todos lados, anuncias cursos, talleres y sesiones de todo tipo, conferencias y charlas sobre misterios sin resolver (que ellos resuelven o tienen resueltos de entrada) y temáticas relacionadas con la energía. Una energía que según indican esta por todas partes; y que el propio gobierno municipal ha aceptado como slogan del pueblo para atraer a los miles y miles de creyentes que arriban a ese rincón cordobés todos los veranos y vacaciones de invierno.

En Capilla del Monte todo parece ser interpretado con parámetros distintos a los que estamos acostumbrados. Hasta un simple bichito de luz volando en la oscuridad es visto como una señal de algo trascendente, como un regalo de la divinidad o, incluso, como una manifestación material de los Hermanos Superiores que habitan ERKS, y con los cuales muchos se sienten protegidos y vigilados. Allí lo fantástico y lo real desdibujan sus fronteras. Todo es posible. La historia misma de la humanidad es reescrita en clave esotérica y las conspiraciones, al estilo X-Files, algo cotidiano. Pero lo más maravilloso es que nadie discute nada. Ninguno quiere pasar por aguafiestas y quedar mal parado ante un ejército de fervorosos creyentes, convencidos (no todos) de ese realismo mágico que divulgan a los cuatro vientos sin ponerse colorados.

Amo Capilla del Monte. Y, aunque critico frente a ese universo alternativo de la razón, he pasado en el pueblo algunos de los momentos más hermosos de mi vida. Adoro sus paisajes, su comida, su aire diáfano y también a su gente «rara». Que no comparta su cosmovisión no significa que no disfrute enormemente visitar la localidad y ver el mundo con otros ojos; tal vez con una gran cuota de ironía, que nunca ha pretendido ser despectiva, aunque por momentos lo parezca.

Viaje a Capilla del Monte a pasar mis vacaciones de verano en 2016 (hace muy pocos días) con la esperanza de descansar y también de seguir tratando de comprender mejor el fenómeno místico que arrastra desde hace tres décadas. Lo que jamás imagine es que ese viaje resultara tan productivo y lleno de situaciones extrañas.

Esta es la crónica de mis ultimas experiencias en el lugar[2].

FJSR

Buenos Aires

Febrero 2016

PRIMERA PARTE: LAS PUERTAS DEL CIELO

imagePuertas del Cielo, Quebrada de Luna

«Portal- 21 de marzo 2016.

Meditando en la luz de tu propio ser.

Preparándonos para la activación del

3° anillo galáctico interdimensional (sic).

Están todos invitados aquí los jueves 19 hs».

Cartel pegado en la vidriera del restaurante vegetariano Sananda de Capilla del Monte.

Luz.

Amor.

Energía.

Equilibrio.

Vibraciones positivas.

Armonización interna.

Felicidad.

Estas y otras experiencias son las que nos prometieron alcanzar, a mi esposa y a mí, cuando contratamos la excursión que nos llevaría a las Grutas de Ongamira y al paraje conocido como Las Puertas del Cielo, a poco más de 18 Km. de la ciudad de Capilla del Monte.

Ya conocíamos esos sitios de un viaje anterior, pero queríamos repetirlo de la mano de uno de los guías más famoso de la región, el mediático Jorge «Larry» Roldan Montoya, un descendiente de los aborígenes que habitaron esas sierras hace más de 400 años (los Comechingones) y referente obligado en decenas de documentales de televisión, libros y noticieros que abordan la temática extraterrestre. Como baqueano, conocedor del territorio y empresario, no hay con que darle. Larry se las sabe todas y explota con éxito los conocimientos adquiridos a lo largo de 28 años de experiencia. Ha logrado montar un negocio lucrativo y próspero en el rubro del turismo alternativo; incluso es propietario de una pirámide energética en las inmediaciones de El Zapato (formación rocosa famosa por tener el aspecto de un calzado humano), en cuyo interior se llevan a cabo sesiones privadas de armonización, en verdad relajantes, como relatare más adelante. Pero lo que más nos interesaba esta vez era la posibilidad llegar con el hasta el Valle de Erks y tener la posibilidad de ver las mentadas luces de la subterránea urbe extraterrestre de la que tanto hablan lugareños y místicos. Sabíamos que Larry era el guía oficial del Hotel Roma y que tenía excelentes contactos con la crema y nata de la sociedad esotérica del pueblo. Si había alguien indicado para romper con nuestro escepticismo definitivamente esa persona era él.

El Hotel Roma es uno de los emprendimientos hoteleros más antiguos y legendarios de Capilla del Monte. En 2017 (el año próximo) estará festejando sus primeros 100 años de actividad interrumpida, y a lo largo de todo este tiempo acogió en sus habitaciones a los más renombrados místicos argentinos, y también extranjeros. Como bien dice un dicho, «en cuestiones esotéricas todos los caminos conducen al Roma«[3]. Y algo de eso debe ser cierto. Por el han pasado inefables personajes como Pedro Romaniuk, Fabio Zerpa, Ángel Acoglanis, Triguerihno, Guillermo Terrera, Sixto Paz Wells, Ricardo Gonzales, Indra Devi y Raúl Abel Bagatello, entre otros «autoconvocados«, «peregrinos» y «contactados«, como gustan de ser llamados.

Todos y cada uno de estos individuos dicen arrastrar una larga historia de tratos con seres espirituales, extraterrestres y entidades de luz que ponen en entredicho los más de 300 años de racionalismo occidental. Pero en esta oportunidad no buscábamos con Verónica (mi mujer) racionalismo alguno. Deseábamos sumergirnos en el corazón del esoterismo vernáculo del pueblo y, como dije antes, Larry Roldan Montoya era el camino más directo que habíamos encontrado para concretar ese objetivo.

No nos equivocamos.

imageHotel Roma.

imageLegendario centro de reunión de los principales místicos de Capilla del Monte

Salimos en combi de Capilla del Monte promediando las 15 horas. Fuimos los últimos en ser recogidos en las puertas mismas del hotel donde parábamos, razón por la cual el vehículo estaba completo y no nos quedó otra opción que ocupar las butacas de más atrás. No demasiado cómodas por cierto, pero ideales para tener una composición global de todos aquellos que estábamos en el vehículo.

Éramos once. El chofer (un capillense nativo, lenguaraz y simpático), Larry (el líder el grupo), un matrimonio de La Plata (cuya mujer decía ser especialista en gemas y piedras), una pareja de Buenos Aires con su hijo pequeño, una chica de Entre Ríos, una señora de mediana edad (sumamente sensible a todo lo que se decía), Alondra (una terapeuta en reflexología y maestra de Reiki de origen uruguayo) y nosotros dos.

Era un grupo heterogéneo que, a poco de partir, no tardo en establecer una relación cordial, campechana y abierta a toda la información que Larry nos daba a medida que devorábamos distancia por la Ruta Nacional 38 y algo más tarde por la ya mítica Ruta Provincial 17, con dirección a Ongamira.

Toda la zona esta imbuida de una magia muy especial. El discurso místico la ha convertido en una región propicia para contactos con seres de otros mundos y tiene, según dicen, la capacidad de despertar a las conciencias dormidas. Se la conoce con el nombre de Quebrada de Luna, pero nada tiene que ver el satélite natural de la Tierra. La denominación proviene de uno de sus primeros propietarios, de apellido Luna, lo que le quito, desde mi punto de vista, un poco de misterio y romanticismo al asunto. De todos modos, el paisaje es imponente y lleno de belleza.

Larry se encargó de describirlo en detalle. Nos habló de sus plantas, de las propiedades curativas de las mismas y de la terrible «energía» que se podía percibir en cada uno de sus rincones. Y no era para menos. A poco de tomar la Ruta 17, se desplego a nuestra izquierda el cordón serrano que le diera fama a toda la región: la Sierra del Pajarillo, lugar donde la mitología local sostiene aterrizo (dejando una enorme huella de pasto quemado) una nave extraterrestre, el 9 de enero de 1986. La marca, por supuesto, ya no estaba pero Larry se desvivió en describirla, dando sus enormes dimensiones (unos 115 metros de largo y 95 metros de ancho)[4] y afirmando que aquello que había dejado la extraña quemazón había sido (a no dudarlo) una «Nave Madre» proveniente de otro planeta.

Nadie pregunto nada. Todos en la combi parecíamos aceptar sin objeciones la teoría. Verónica y yo nos callamos la boca. Estábamos en desventaja. La verdad es que no queríamos regresar a Capilla del Monte caminando.

imageSierras del Pajarillo

La primera parada en el camino la hicimos en un desvió (que no tomamos) y que conducía a un celebre lugar en la mitología capillense: Los Terrones.

Desde lejos observamos sus sinuosas formas pétreas que, producto de la erosión eólica y las lluvias a lo largo de cientos de miles de años, invitan a imaginar decenas de figuras que van desde rostros a objetos, siluetas humanas e, incluso, el perfil de una extraña y abandonada ciudad.

Los guías de turismo, siempre tan afectos a las pareidolias del paisaje, incitan a la fantasía dirigiendo la mirada y la atención de los visitantes; sugestionando sus sentidos al punto de que muchos, alimentados por el asombro inducido, se van con la idea de que todo es el producto de inteligencias superiores, capaces de manipular una tecnología ajena al conocimiento humano.

Los extraterrestres empiezan a ser vistos por todos lados.

imageLos Terrones

Pero Los Terrones son famosos por haber sido el escenario elegido por Ángel Acoglanis para llevar a cabo las ceremonias secretas en la que, según el mismo y la tradición oral, se convocaban, mediante mantras dichos en una lengua cósmica (el irdin), a las entidades («Jerarquías«) extraterrestres que habitaban Erks. De ese modo, estimulados por el poder mágico de las palabras, los alienígenas del mundo intraterreno se manifestaban en forma de luces, ante la atónita mirada de los acólitos del gurú.

Rituales de ese tipo (que se siguen practicando) son anteriores a la aparición de la extraña huella en El Pajarillo. Aun así, contribuyeron (y siguen contribuyendo) a engrosar el aura mística que toda la región en la que estábamos arrastra hasta el día de hoy.

imageLos Terrones, a sólo 14 Km. de Capilla del Monte. En este sitio Acoglanis convocaba a los extraterrestres en una singular ceremonia.

Nos sacamos unas cuantas fotos con Los Terrones como telón de fondo. Entretanto, Larry, haciendo gala de sus conocimientos en herboristería local, nos entregaba una gran variedad yuyos que, según indicaba, servían para curar todo tipo de dolencias. Desde una simple tos y gripe, hasta disfunciones renales, gástricas e impotencia sexual. No faltaron los chistes al respecto, especialmente por parte de las esposas presentes (aclaro que no la mía), y cuando aún resonaban las risotadas nerviosas de algunos de los hombres, volvimos a subir a la combi poniendo proa hacia nuestro próximo destino: las Grutas de Ongamira (previo y fugaz paso por un arroyo serrano, con supuestas aguas energizadas y curativas).

Llegamos a Ongamira pasada la media tarde. El sol de enero se negaba a desaparecer detrás del horizonte y amparados por sus rayos anaranjados algunos miembros del grupo decidieron pagar una entrada (el sitio es propiedad privada) y escalar las enormes rocas rojizas en las que se encuentran las mentadas cuevas, donde los indios Comechingones realizaban sus ceremonias religiosas antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI y levantaron un férrea (pero inútil) resistencia ante la invasión europea.

Poco es lo que se sabe de esta etnia. Fue erradicada en muy poco tiempo por la conquista ibérica y esa falta de datos es la que ha permitido que se dijera de ella cualquier cosa respecto de su origen y prácticas culturales. Hay algunos que han llegado a sostener que eran indios blancos, rubios y de ojos azules. Una «raza superior«. Nórdica. Pero no voy a detenerme en esos delirios racistas (ya lo he hecho en los artículos anteriormente sugeridos).

imageimageGrutas de Ongamira. A la izquierda: «La Calavera».

En Ongamira, con Vero, permanecimos en la base. Ya habíamos hecho el esfuerzo de subir, en julio de 2015, a la cima. Por lo tanto nos quedamos tomando un café con leche (empezaba a refrescar) y, en mi caso, a fumar unos cigarrillos en tanto inspeccionaba las inmediaciones y sacaba algunas fotos.

En el recorrido me tope con varios morteros de piedras (conanas) que, a modo de decoración, los propietarios habían desperdigado, rodeando la casa en donde nos atendían. Al observarlos no pude dejar de pensar en la cantidad de tonterías que había leído recientemente en un librito escrito por un místico cordobés, en el que se afirmaba sin pelos en la lengua que esos morteros eran instrumentos de poder. La universidad no me había dicho nada de todo eso. Pero, claro, como todos sabemos, las instituciones del Estado son parte de un complot de encubrimiento universal, tendiente a mantener en la ignorancia a la mayoría de los mortales.

imageMortero o conana de la etnia de los Comechingones

Uno de los principales responsables de la difusión de estos delirios fue, a no dudarlo, un pseudo-historiador-antropólogo (era en verdad abogado de profesión) llamado Guillermo Alfredo Terrera, autor de una serie de libros autoeditados en los que, partiendo de la casi total ausencia de fuentes, invento la historia de los Comechingones a gusto y piacere, mezclando contenidos provenientes de otras culturas precolombinas con parte de la moderna mitología ovni (engendrada por escritores como Erich Von Däniken) y el esoterismo[5].

Gracias a Terrera sabemos que los morteros cumplían no solo una función alimentaria (moler semillas) sino también que eran utilizados en ritos mágicos y sagrados. Pero dejemos que sea el propio «especialista» el que nos lo cuente.

«En la parte inferior de los morteros «“escribió- estaba representado el COSMOS con sus campos de fuerza dextrógiros y levógiros, y esta ENERGIA se podía percibir con solo introducir la mano dentro de la concavidad del mortero. Si este poseía poderes mágicos, el alimento preparado dentro del mismo adquiría una FUERZA COSMICA que se transmitía a quienes lo comiesen«[6].

Estuve a punto de pedir unos cuantos granitos de maíz y hacerme una polenta con tuco, pero sabía que no iba a tener tiempo. Difícil es encontrar algunos ingredientes para la salsa en sitios tan alejados. Además, los «escaladores» regresaron de las grutas más rápido de lo esperado y aun teníamos que hacer una última parada en las renombradas Puertas del Cielo. Tal vez allí si pudiera ser testigo de lo que Terrera también afirmaba en sus libros: «contemplar embelesado (como los Comechingones de su imaginario) las luces y entidades cósmicas que surcaban el cielo nocturno«.

imageArribo a Las Puertas del Cielo

Pasadas las ocho de la noche, la combi, tras desplazarse unos cuantos kilómetros siguiendo la polvorosa Ruta 17, arribo a un promontorio desde el que podía divisarse toda la Quebrada de Luna. El sol se ponía, ahora, con más velocidad y parte del cielo se convirtió en una inmensa acuarela de colores claros, en tanto que la otra mitad se cubría de nubes grises, amenazando con una tormenta que nunca llego. Caminamos siguiendo a Larry hasta un alambrado en que colgaba un cartel descolorido que decía «Prohibido pasar. Propiedad Privada» y haciendo caso omiso a la advertencia lo atravesamos e iniciamos el ascenso por un terreno que se elevaba un poco más. La vista del anochecer desde ese punto fue algo en verdad espectacular. Parecía que estábamos en el borde mismo del mundo.

imageimageEl sol se pone en Las Puertas del Cielo

Alcanzado un determinado punto en el terreno, Larry nos invitó a sentarnos en círculo, comunicándonos que sería la mística montevideana, Alondra, la encargada de llevar a cabo la ceremonia de invocación a las entidades de Erks. También nos advirtió que estábamos en una zona de mucha carga energética y que, en realidad, ese punto en el que acabábamos de sentarnos era un «Portal Dimensional«.

«•Mucha gente que ha venido acá ha podido ver las luces y la mismísima ciudad de Erks. Estamos en un sitio sagrado y de ahora en más puede que ocurran cosas maravillosas «“dijo el guía y, retirándose a nuestras espaldas, le cedió la batuta a la mujer.

Esta se sentó sobre una roca, mirando hacia el horizonte y pidió que cerráramos los ojos en silencio. No obedecí. No quería perderme de nada. Acto seguido, Alondra comenzó con el ritual.

Hablaba con voz muy baja. No se alcanza a oír bien lo que decía. El viento la tapaba. Aun así pudimos escuchar, entrecortadamente, que pedía permiso a los habitantes de Erks y agradecía a la Naturaleza el amor incondicional que tenía hacia nosotros.

Mire hacia un costado y observe que la turista sensible que tenía a unos metros de mí, apretaba muy fuerte los parpados y, tras adquirir la posición de loto, se balanceaba de adelante hacia atrás como si estuviera por entrar en trance; al tiempo que repetía, aparentemente, lo que Alondra decía. La mística pidió silencio una vez más y se mantuvo repitiendo frases en las que las palabras amor, felicidad y energía se sucedían una detrás de la otra. Así pasaron unos quince minutos y la noche nos alcanzó.

Miré hacia la porción de cielo que no estaba nublada y distinguí las primeras estrellas. Todas permanecieron en su sitio. Ninguna se movió. Ni una sola nave hizo acto de presencia y, menos que menos, las luminarias de la mitológica ciudad intraterrena. Era una noche de campo común y corriente. Bellísima, pero nada fuera de este mundo se materializo. Al menos ante mi escéptica mirada.

Cuando la pitonisa termino con su ritual, se puso de pie. Pregunto si habíamos podido visualizar la cueva y, dentro de ella, el gran cristal. No respondí. No quería pasar por aguafiestas. Solo la mujer de la posición de loto contesto afirmativamente, agregando que también había observado una luz verde recorrer las rocas y las copas de los pocos arbustos que crecían en el lugar.

Mire a mi esposa con sorna y levante las cejas. Entonces, ante mi sorpresa, una luz verde clara, muy nítida y de forma redondeada, recorrió el paisaje que nos circundaba.

«• !Fui yo! «“exclamo Larry riendo y con una linterna laser en la mano. «“La traje para señalarles accidentes geográficos del terreno. .Ven? Aquel pico que se ve allá lejos es el Uritorco»¦

Me sonreí. La mujer, desilusionada, también. La gran ceremonia había terminado y en plena oscuridad empezamos el descenso hacia la combi.

«• Todo parece que hoy no pasara nada -dijo el guía. «“Pero saquen fotos. Muchas veces aparecen flotando entidades. Las llamamos orbs.

imageOrbs ¿o seres lumínicos provenientes de Erks?

Conocía ese término.

Es la forma de nombrar a las inesperadas anomalías visuales que aparecen en fotos y videos. Suelen tener forma redonda y son muy luminosas. Los caza fantasmas actuales también refieren a ellas en muchos de sus escritos y no son pocos los que, como Larry, las interpretan como entidades inteligentes de energía pura que monitorean a los seres humanos. En realidad no son más que las partículas en suspensión iluminadas por el flash de las maquinas fotográficas (en especial las digitales y de celulares) o suciedad en la lente. Pero para entonces nada de eso importaba. Los gritos de sorpresa inundaron el oscuro valle.

Finalmente, las entidades de Erks empezaban a manifestarse en las fotografías que todos sacamos.

Regresamos a Capilla del Monte pasadas las diez y media de la noche. Pero eso no era todo.

Lo mejor aún estaba por suceder.


[1] Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP.

[2] Véase de mi autoría los siguientes artículos: Capilla del Monte, Erks y el Uritorco. El universo alternativo de la razón. Disponible en Web: https://www.academia.edu/17221552/CAPILLA_DEL_MONTE_ERKS_Y_EL_URITORCO._EL_UNIVERSO_ALTERNATIVO_DE_LA_RAZ%C3%93N.

30 anos conviviendo con extraterrestres. 1986-2016. El singular caso del Uritorco y su historia esotérica. Disponible en Web: https://www.academia.edu/21009671/30_A%C3%91OS_CONVIVIENDO_CON_EXTRATERRESTRES_1986-2016_._El_singular_caso_del_Uritorco_en_Capilla_del_Monte_y_su_historia_esot%C3%A9rica.

Un racionalista en Capilla. Disponible en Web: http://factorelblog.com/2015/10/15/un-racionalista-en-capilla/ El cerro, la meseta y el fuerte. Una aproximación critica a la mitología y misterios del cerro Uritorco y la meseta de Somuncura. Disponible en Web: https://www.academia.edu/16451923/EL_CERRO_URITORCO_Y_SUS_LEYENDAS.

Fantasías y mitos sobre las expediciones nazis al Uritorco en revista Todo es Historia, N° 580, Buenos Aires, noviembre de 2015.

[3] Villamil, Roberto y Cairo, Gustavo, Ángel Cristo Acoglanis. El portero de Erks, 3R Ediciones, Buenos Aires, 2015, Pág. 55.

[4] Sobre el particular hay un encendido y purista debate que se arrastra desde hace tres décadas, en el cual no se ponen de acuerdo si el diámetro era de 115, 110,120 o 100 metros. Lógicamente, no me entrometeré en esta cuestión propia de «especialistas». http://www.falsaria.com/2016/02/erksperiencias-uritorco-cronica-viaje-al-mundo-esoterico-capilla-delmonte/

Si bien podría no entrometerme en una cuestión propia de «especialistas», anoto que el periodista Alejandro Agostinelli, en base a fotografías cenitales tomadas «in situ» desde un avión de la Fuerza Aérea Argentina por aquellas fechas, estimo sus medidas en 115 por 57 metros. Ver «La mancha del Pajarillo: con pecado concebida». Disponible en web: http://factorelblog.com/2011/11/14/la-huella-del-cerro-pajarillo-con-pecado-concebida/

[5] Guillermo A. Terrera fue un místico tradicionalista de ultraderecha, cordobés de nacimiento y jurisconsulto de profesión. A él (y otros, como Acoglanis, Dante Franch y Fabio Zerpa) le debemos gran parte de la mitología referida a la supuesta ciudad intraterrena de Erks. Todavía hoy en Capilla del Monte, según lo consignado por Hernán Brienza en su libro Los Buscadores del grial en Argentina, hay gente que lo recuerda subido a un Jeep, recorriendo el pueblo, haciendo el saludo nazi con el brazo extendido, con la intensión (de acuerdo con el mismo) de captar la energía y poder del sol. «No teman levantar la mano de ese modo», decía el singular erudito.

[6] Transcripto de Dangel, Guillermo, Uritorco. Un cerro sagrado que convoca al misterio, GM Editor, Argentina, 1996, Pág. 48.

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