¿Un visitante de Saturno?

¿Un visitante de Saturno?

Por Barbara J. Hudson

1968-story-barbara_hudson-a_visitor_from_saturnNota del editor: De vez en cuando nos gusta traerles lo que consideramos son nuevas personalidades sorprendentes en el campo ovni que han estado involucradas personalmente en el enigma platillo volador. Nuestro último descubrimiento fue Ted Owens cuya asombrosa historia contacto fue presentada por primera vez en las páginas de esta publicación. Ahora Barbara J. Hudson una joven dama que vive en el corazón de la ciudad de Nueva York ha consentido en permitirnos traer su historia al ojo público por primera vez. La siguiente experiencia es una de muchas que pronto formará parte de un libro completo coescrito con el editor de Searchlight y Barbara J. Hudson.

Timothy Green Beckley «“ Editor.

En el momento del raro evento que voy a describir estaba viviendo con mis padres en Manhattan en el 276 de la West 115th Street, Apartment 3-B. Era poco después de la 1:00 P.M. durante el mes de febrero de 1960 cuando sonó el timbre de la puerta. Yo estaba sentada al lado de la cama cambiando el pañal de mi hija, Debra, de cinco meses de edad. Caminé unos pocos pasos de mi recamara a la entrada del departamento y abrí la puerta unas pocas pulgadas para ver quien estaba afuera, ya que no esperaba a nadie que viniera a esta particular hora del día.

Parado en el pasilla estaba un hombre de alrededor de seis pies de altura, bastante delgado y como recuerdo ahora vestido en un traje azul marino, corbata oscura, y camisa blanca. Incluso en la oscuridad del pasillo medio iluminado parecía ser de piel bastante clara, tenía el cabello oscuro ondulado y un par de ojos profundos.

Después de fijar la vista en él por varios segundos en silencio él declaró que era el exterminador y había sido enviado por la gerencia de nuestro departamento para rociar la cocina y el baño.

Así que abrí la puerta y lo dejé entrar, sólo para que repentinamente cayera en la cuenta de que estaba demasiado bien vestido para esta clase de trabajo. También todos los exterminadores que había visto en nuestro apartamento habían vestido uniformes con el nombre de sus compañías en el frente o en la espalda. Pero de hecho él traía varias herramientas de este trabajo en sus manos, incluyendo un rociador de insectos y un maletín negro bastante peculiar.

Fue directamente a la cocina y comenzó a rociar alrededor de las tuberías cerca de la coladera «“ pareciendo saber lo que estaba haciendo. Sin embargo yo seguía bastante incómoda y comencé a preguntarme quién era realmente y en verdad qué traía en mente. En el mismo momento en que estaba pensando esto, como si hubiese leído mi mente, se giró y sonrió y vino hacia donde yo estaba sentada con mi bebita. Miró directamente dentro de mis ojos y me dijo «no tengas miedo» de él ya que «no me lastimaría». Entonces cruzó el cuarto y fue hacia la mesa de noche, cerca de la puerta de la recámara, y alcanzó el libro que estaba debajo de ella.

El libro era una copia de Flying Saucers Have Landed de George Adamski y Desmond Leslie. El «exterminador» tomó el libro, lo acarició con ambas manos, y preguntó «¿cree en esto?» Dije «si» y le pregunté por qué me había preguntado eso.

Nunca respondía a mi pregunta sino simplemente colocó el libro sobre la mesa de noche y con una especie de media sonrisa en su rostro dijo «¿de qué planeta piensa que vienen los platillos voladores?» Dije que tal vez de Marte o de Venus habiendo justo terminado el libro de Adamski y Leslie en el cual Adamski cuenta sobre sus supuestos contactos con gente de estos dos planetas y otras partes en nuestro sistema solar. A esto él preguntó cómo pensaba que serían los pilotos de estas naves. Respondí que pensaba que no parecerían diferentes a usted y a mi y tal vez él o incluso yo venimos de otro mundo en el espacio exterior.

Ante esto sonrió y se inclinó hacia adelante besándome la mejilla. Entonces comenzó a caminar hacia la puerta. Casi en la entrada yo seguí delante de él y le abrí. Una vez afuera él se giró y dijo «Te veré de nuevo otra vez». Con eso comenzó a bajar las escaleras parándose sólo cuando había llegado abajo. Entonces giró alrededor y de nuevo me preguntó. Esta vez la sonrisa en su cara había desaparecido, y me miró en una forma más seria diciendo «¿de qué planeta crees que soy?» Sin pensarlo dije, probablemente Marte, entonces me reí. A esto él comentó «¿podrías creer que de Saturno?»

Cerré la puerta y repentinamente un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando recordé su declaración de partida. Corrí hacia la ventana en un esfuerzo de ver en qué dirección se había ido o en qué tipo de vehículo había llegado. Pero por raro que pueda ser nunca lo vi dejar el edificio. Fue como si se hubiese desmaterializado.

A pesar de esta declaración de que yo lo vería de nuevo en una segunda reunión no ha ocurrido.

Searchlight (Interplanetary News Service Pub.) 1968. Timothy Green Beckley.

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