Pedro Mártir, el primer reportero del Nuevo Mundo

PEDRO MÁRTIR, EL PRIMER REPORTERO DEL NUEVO MUNDO

Por Juan José Morales

pedroMartir2 Hoy en día, algunos escri­tores se vuelven famo­sos, pero pocos periodis­tas lo consiguen, porque su trabajo se considera un oficio menor. Hace 400 años ocurrió lo mismo al que podría calificarse como el primer repor­tero del Nuevo Mundo: Pietro Martire d’ Anghiera, o Pedro Mártir de Anglería como se le llama en español. Mientras Diego de Landa, Francisco López de Gómara, Antonio de Solís, Diego Durán, Bernal Díaz del Castillo, Antonio de Herrera y otros cronistas de la conquista de América son famo­sos y frecuentemente citados, casi nadie conoce siquiera el nombre de Mártir de Anglería. Sin embargo, este prolífico humanista e histo­riógrafo de origen italiano escribió fascinantes crónicas, con técnica y estilo periodísticos, sobre los viajes de Colón, Cortés, Hernández de Córdoba y otros exploradores y conquistadores. De hecho, fue el primero en llamar Nuevo Mundo a las tierras descubiertas al otro lado del Atlántico.

Sus descripciones -quizá un tanto desordenadas por el cúmulo de información que manejó y la celeridad con que se sucedían los acontecimientos en aquel enton­ces- son precisas, minuciosas, vívidas y detalladas, y constitu­yen una de las fuentes más importantes para conocer los suce­sos de su tiempo y trazar la historia del descubrimiento y conquista de América.

Mártir de Anglería jamás puso un pie en suelo americano. Nacido en 1457 en Arona, Italia, descendía de una acaudalada familia y a los 20 años de edad, mientras estudiaba, se trasladó a Roma, donde se unió al mundo intelectual de la ciudad. Ahí conoció al embajador español, Diego Hurtado de Mendoza, quien lo invitó a formar parte de la corte de los reyes católicos, Isabel y Fernando. Aceptó y en Madrid tuvo una exitosa carrera como sacer­dote, capellán y consejero de la reina, arcipreste de Ocaña, miem­bro del Consejo de Indias, maestro de caballeros de la corte, emba­jador especial ante el sultán de Egipto y, sobre todo, como cronista real, cargo que le confirió en 1502 el sucesor de Fernando, Carlos V.

Con ese carácter escri­bió sus famosas obras De Rebus Occeanicis, De Orbe Novo Decades y Opus Epistolarum, aunque ya desde 1494 había iniciado su labor de cronista, la cual continuó ininterrum­pidamente por casi un tercio de siglo, hasta su muerte.

RESONANTE ÉXITO EDITORIAL

Deorbonovo A diferencia de casi todos los demás cronis­tas, que se basaron en sus propias observacio­nes y en los informes oficiales de las expe­diciones, Mártir entre­vistó personalmente a cientos de capitanes, marinos, frailes y sol­dados, incluso al propio Colón, su piloto Antón de Alaminos, Juan de Grijalva -explorador de la península de Yu­catán – y Alonso de Ojeda, quien recorrió el norte de Su­damérica. Examinó también direc­tamente muestras de plantas, oro, joyas, vestidos, alimentos y otros objetos llevados a España por los conquistadores.

Su obra cumbre es De Orbe Novo Decades (Décadas del Nuevo Mundo), escrita en latín, según lo usual en la época, y cuyo título se debe a que lo editó en 10 décadas o grupos de 10 libros cada uno -100 en total-, publicados a lo largo de 20 años, entre 1511 y 1530.

Ésta fue la primera historia de la conquista de América y tuvo un éxito resonante. De ella se hicieron 22 ediciones en latín y varias más en lenguas vulgares. Su valor para justipreciar la magnitud del descu­brimiento de América – y sobre todo para conocer y comprender las culturas del nuevo continen­te- fue tan grande que ya para 1555 se había hecho una primera traducción al inglés, con el título The Decades of the Newe Worlde or West India. En la versión ingle­sa, su nombre aparece como Peter Martyr d’ Anghera.

En De Orbe Novo Decades, Mártir describe de manera notable las ciudades y los templos hallados por los conquistadores. Habla, por ejemplo, del gran centro ceremonial de Tulum y de la cadena de pobla­ciones encontrada por la expedición de Grijalva en 1518 a lo largo de la costa oriental de la península de Yucatán, en lo que ahora es la zona turística del Caribe mexicano.

Con espíritu antropológico escri­bió también sobre las costumbres, tradiciones y creencias religiosas de los pueblos americanos de aquel entonces. Fue el primero en des­cribir detalladamente el culto a los zemi, deidades domésticas adoradas por los indios taínos del Caribe. Recogió asimismo datos sobre el uso del curare, el famoso veneno de los indios sudamericanos. De hecho la suya -publicada en 1516- fue la primera descripción de esta sus­tancia, sus propiedades y efectos, y la manera en que la usaban los nativos. Incluso habla del célebre «día perdido» de la expedición de Magallanes y lo explica dicien­do que, al circunnavegar la Tierra hacia el oeste, se viaja en la misma dirección aparente en que se mueve el Sol y por tanto, al dar una vuelta completa al globo se gana un día.

Murió en octubre de 1526 en plena labor. Más que un historiador, podría considerársele un repor­tero, pues además de su minucioso trabajo documental, realizaba todo tipo de observaciones y asediaba a sus informantes con verdade­ras granizadas de preguntas para obtener de ellos relatos, historias y anécdotas que enriquecían la información.

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