Archivo de la categoría: Diego Zuñiga Contreras

Plagios–7: Sucio plagiador

PLAGIOS – 7: SUCIO PLAGIADOR

Diego Zúñiga – 2001

CristianRiffo-YouTubeEn esta ocasión seremos más breves. Gracias a las casualidades de la vida, tiempo atrás me topé con el sitio de Iván López, un amigo que mantiene en Internet, desde hace varios años, una cronología de los acontecimientos más importantes de la historia de la ufología. En una edición anterior de «Plagios» comentaba lo curioso que resultaba que Riffo diera tanta importancia a hechos relacionados con la ufología española en su libro «Manual del investigador ovni». La explicación está ante nuestros ojos.

Comparen los textos del libro de Riffo , aparecido en 1999, con lo que está en Internet, en la siguiente dirección:

http://humano.ya.com/ivanlopez1/ovni/ovni2.html

plagiosriffo01plagiosriffo02Más claro que el agua.

Plagios–4: Darnaude VS Vázquez

PLAGIOS – 4: DARNAUDE V/S VÁZQUEZ

Diego Zúñiga

plagiosdarnaudeLa serie de plagios continúa, y no parece haber indicios de que sean pocos los copiones que andan sueltos por ahí. Muchos se cuestionarán cuál es el fin de denunciar estas actuaciones. Se debe, esencialmente, a que un trabajo limpio y original sí constituye un verdadero aporte al desarrollo de cualquier disciplina, mientras que el plagio sistemático es sólo una demostración de falta de creatividad, falta de respeto por el autor y, por supuesto, falta de respeto por el lector. Y con este último tipo de personajes no podemos transar.

plagiosovniologoEl plagio que veremos a continuación fue ejecutado por un tipo de nombre Romeo Vázquez, que «escribió» el libro «Todo lo que un buen ovniólogo debe saber». Sin embargo, buena parte de aquel trabajo es una copia si no textual, al menos bastante exacta, de un extenso ensayo del ufólogo español Ignacio Darnaude, publicado en el número 5 de la revista «Año Cero». Como guía, mostramos las portadas del libro de Vázquez y del dossier de Darnaude.

El primer plagio que descubriremos, se refiere a la introducción del trabajo de Darnaude, página 2 de su dossier, que fue copiado por Vázquez entre las páginas 7 y 8 del que asegura es su libro. No estará de más mencionar que el número de Año Cero fue publicado en diciembre de 1990, mientras que el libro de Romeo Vázquez es de 1996.

El texto de Vázquez sigue su curso, hasta que en el capítulo 5 vuelve a tomar como «fuente» a Darnaude, copiando (sólo cambia determinados aspectos de la redacción) el capítulo tres del dossier de Año Cero. Por cierto, el mexicano jamás da una bibliografía en su libro.

COMPARACIÓN DE LA INTRODUCCIÓN

plagiosdarnaude01Introducción

COMPARACIÓN DE TEXTOS

plagiosdarnaude02A veces, el descaro es ilimitado. Pero, aunque no lo podamos creer, esto no acaba, señores.

Plagios–2: En todas partes se cuecen habas

PLAGIOS – 2: EN TODAS PARTES SE CUECEN HABAS

DIEGO ZÚÑIGA

(CHILE) «“ 2001

plagiosfuerzaereaLas malas artes utilizadas por Riffo no son de su entera exclusividad. Lamentablemente no son pocos los individuos que han pretendido ganarse un lugar en el mundo de los investigadores a costa del esfuerzo intelectual de otros

El siguiente es un caso tan patético como el anterior, y fue protagonizado por un tal Jesús Esparza, quien editó un libro titulado «Los ovnis y la Fuerza Aérea» dentro de la colección mexicana «Archivo Ovni» de Editorial Mina. En él el autor señala que «estudió casos» y que formó parte del NICAP, entre otras situaciones que hacían dudar de la autoría del señor Esparza.

plagiosdesconocidosTan sólo tiempo después logré dar con el verdadero título del libro y, evidentemente, con el verdadero autor. Se trataba de un plagio de «Los desconocidos del espacio», de Donald Keyhoe, un libro conocido dentro del mundo de la ufología medianamente informada.

Pero como la idea es que los lectores vean con sus propios ojos esta copia, comparemos ambos trabajos, específicamente una pequeña parte del prefacio y otra del primer capítulo. Para estos efectos, hemos utilizado la edición de Pomaire, 1974; existe otra, de Javier Vergara Editor, de 1975.

plagioskeyhoeplagioskeyhoe02

Alguien podría pensar «quizás Esparza señala en alguna parte que el libro no es suyo». Para demostrar que esto no sucede, veamos la siguiente imagen:

Como es posible apreciar, Esparza no sólo plagió los tres primeros capítulos del libro de Keyhoe -y textuales, coma tras coma-, sino que además tuvo el descaro de hacerse pasar como el autor sin un atisbo de sonrojo. El libro «Los ovnis y la fuerza aérea» tiene 80 páginas, y plagió desde la página 12 hasta la 90 de «Los desconocidos del espacio». Al menos tuvo la decencia de omitir los agradecimientos que aparecen en la obra original de Keyhoe.

Hay otra denuncia que tiene como culpable a un segundo mexicano. Ésta viene de parte del investigador español Moisés Garrido, quien en el número 7 del boletín «El Ojo Crítico» (febrero de 1995) acusa a la revista «Reporte Ovni» -afortunadamente desaparecida- de haber plagiado artículos de ufólogos hispanos, citando entre los afectados a Javier Sierra, Ignacio Darnaude, Manuel Carballal y Josep Guijarro, e incluso de haber utilizado las mismas fotografías con las cuales los de la península habían graficado sus escritos[1].

Pero los españoles no están libres de pecado, pues también tienen su «vampiro»; éste es el conocidísimo Juan José Benítez. Luis Ruiz Noguez, el gran investigador mexicano, afirma que «como casi todos sabemos, el trabajo de Benítez sobre fotografías OVNI es un vil «˜fusil»™ (en ocasiones no cambia ni una coma) de varias fuentes. En este caso convierte el comentario de los redactores de «˜Contactos Extraterrestres»™ (una de sus principales fuentes) (…) Como vemos, Benítez, desde sus inicios, estaba afinando la técnica (el fusil) que lo haría famoso con sus «˜Caballos de Troya»™«[2].

Ruiz Noguez no es el único que acusa al novelista español. Juan Guillermo Prado, escritor chileno, aseguró en una entrevista concedida al autor de esta nota, que Benítez ha plagiado toda su saga «Caballo de Troya» del «Libro de Urantia», tal como lo denunciara Antonio Ribera en su momento en el libro «El secreto de Urantia», coescrito con Jesús Beorlegui y publicado en mayo de 1988.

Pero Benítez tiene caídas peores. Una relativamente desconocida, pero muy patética, es la que se produjo cuando plagió información de un libro que… ¡era una novela! Me refiero a «Bases extraterrestres en la Tierra», de Douglas O’Brien, seudónimo de Javier Esteban. En este libro, se relata cómo un espía había tenido conocimiento de extraños casos OVNI. Sin notar que era una historia de ficción, JJ los tomó e hizo un refrito en un periódico español. Benítez aseguraba en sus artículos que estos casos los había descubierto en sus «contactos» con personal militar… Si desean interiorizarse de esta entretenida historia, que termina por desnudar los métodos de trabajo del novelista, visiten la página del Proyecto Think!, que aunque tiene un título en inglés, está totalmente escrita en castellano. Allí se hace un análisis pormenorizado de este singular suceso.

En resumen, en todas partes se cuecen habas…


[1] Ver a Garrido, Moisés, «Plagio, cómoda forma de investigar», en El Ojo Crítico Nº 7.

[2] Ver a Ruiz Noguez, Luis, «La historia gráfica de los OVNI, 2ª parte», en «Perspectivas Ufológicas» Nº 4, enero de 1995.

Los extraterrestres han muerto. Tomo 1

LOS EXTRATERRESTRES HAN MUERTO. TOMO I

LosExtraterrestresHanMuerto1El mito ovni-ET, contactismo y abducciones

Rodrigo Bravo Garrido

Editorial Digital, Chile, 2017

Un ensayo de 321 páginas donde se busca demostrar una arriesgada tesis: los extraterrestres («alientes», en la jerga del autor) como mito van en decadencia y, de hecho, ya murieron. Desde 7 dólares en Amazon.

Hay empresas difíciles de acometer. La de escribir un libro es una de ellas, especialmente cuando el germen de ese proyecto es el intento de comprobar una tesis arriesgada y ambiciosa. Estamos ante uno de esos casos. El piloto militar Rodrigo Bravo, uno de los personajes más destacados y sobresalientes de la fauna ufológica chilena, hace un esfuerzo destacable por demostrar que los extraterrestres han muerto. En su entusiasmo llega incluso a comparar su titánica labor con las famosas premisas de Michael Foucault y Friedrich Nietzsche, quienes (supuestamente) declararon muertos al hombre y a Dios. Pues Bravo llega a completar las sentencias con la declaración de deceso de los extraterrestres. Una tríada inesperada.

Lo interesante es el esfuerzo, por momentos bien encaminado y por otros fallido, de dar viabilidad al concepto. Bravo se esmera, y si bien a nivel general consigue su objetivo, en el camino van quedando desnudas deficiencias argumentativas y, muy especialmente, en la forma de presentar las ideas. A veces farragosa, otras difícil de seguir, el uso de palabras fuera de contexto o cuyo significado original se confunde, hace que el viaje por el libro sea un trabajo, por momentos, duro. Asimismo, la estructura, claramente definida sobre la base de la división «mito ovni-ET», «contactismo» y «abducciones», merece un ordenamiento más formal dentro de la obra, que en términos de presentación carece de una guía clara.

Hay otros aspectos que vale la pena reseñar, porque son importantes en la configuración de cualquier texto. Primero, extraña el uso que se da en «Los extraterrestres han muerto» a los pies de página, que son utilizados más como apéndice biográfico que como complemento o para añadir otras referencias bibliográficas. También hay desprolijidad en la edición, especialmente en los nombres de las personas (Robert Sheaffer acá es «Robert Scheaffer«, nunca queda claro si David Jacobs se apellida «Jacob» o «Jacobs»), con información sobre autores (se atribuye a Michel Monnerie un libro de Thierry Pinvidic).

Ese tipo de detalles, mucho más numerosos (¿por qué los nombres de los libros que se citan están todos en inglés, si muchos de ellos tienen traducción al español?, ¿por qué no se pusieron las obras más recientes en las biografías de los autores reseñados a pie de página?), se ven acompañados de frases donde cuesta discernir cuál es la idea de fondo. Esto, que es tanto responsabilidad del autor como del editor, habla de un trabajo que fue sacado crudo del horno. Parece evidente que un par de meses más de darle vueltas a las ideas, de revisar los textos con mayor acuciosidad y profundizar en propuestas que son muy interesantes y que merecen un planteamiento más ordenado, habrían hecho un enorme favor a un libro que no necesitaba salir en la fecha que salió, y que bien pudo esperar un poco más para estar en su justa cocción.

No quiero que quede la sensación de que estamos ante un bodrio, porque eso es falso y está completamente alejado de la realidad. Si hacemos estas precisiones es justamente porque el libro de Bravo es un aporte en el contexto de la ufología chilena, y entra de por sí en el listado de los 10 libros imprescindibles escritos en ese país de Sudamérica. Lo que citábamos arriba son los aspectos que, sin demora ni discusión, deberían mejorarse. Y lo bueno es que se trata de errores corregibles, a diferencia de los problemas de fondo que lucen otras obras. De seguro una segunda edición de «Los extraterrestres han muerto» lucirá más pulida y eso irá en directo beneficio del lector. Es incluso muy probable que al momento de que usted lea este comentario, muchos de los detalles arriba mencionados sean parte del pasado.

Sobre el contenido por cierto puede discutirse, pero eso ya es parte de lo interesante de la propuesta de Bravo: que ofrece una mirada honesta y «revolucionaria», en el marco de lo que nos acostumbró la ufología mediática chilena, del fenómeno que rodea al mito ovni y está dispuesto a combatir en el campo de las ideas.

Podremos entrar a debatir si realmente se puede atribuir solamente a Donald Keyhoe el traspaso de los platillos volantes al campo de lo «extraterrestre» y si el rol de Charles Fort en la configuración del mito es tan relevante como el autor señala. También es asunto de discusión si fue el libro de Carl Sagan «El mundo y sus demonios» el que dio un golpe de K.O. a las abducciones y, por extensión, si podemos atribuir a una sola persona la autoría o destrucción de fenómenos sociales complejos. Por ejemplo, ¿era la ciencia ficción tan relevante como para darle un rol fundamental en el crecimiento de la creencia en extraterrestres? Pero esa es la idea del libro: abrir campo al debate. Y cumple con ese rol. También está por verse si realmente, como sentencia el autor, los extraterrestres han muerto. Hay bastante material, entonces, para sentarse a la mesa a conversar. Punto a favor de Bravo.

Si vamos a analizar este libro en el marco de la ufología chilena, una que es cuasi analfabeta y cuyos principales popes sienten repulsa por la lectura y mucho más por la escritura, entonces sin ninguna duda estamos ante un aporte al debate sobre un asunto que, seamos honestos, en general los ufólogos no debaten. Para muchos de ellos la existencia de los extraterrestres, ya no como lejana posibilidad de vida en planetas remotos, sino como conductores y diseñadores de naves que recorren el espacio sideral para aterrizar en páramos de nuestro planeta, es algo que no merece disquisición alguna: es un hecho.

Así visto, claro, el libro de Bravo es un golpe en la cara. Uno bien dado, además. De hecho, para qué vamos a darnos más vueltas en el asunto: los mejores momentos del texto se dan cuando el autor arremete con sorna contra un grupo del que él también forma parte, el de los ufólogos, pero del que es capaz de alejarse para mirar con perspectiva su comportamiento de manada con numerosos (y fallidos) intentos de «machos alfa». Bravo sale de allí para mirar con más objetividad de la usual qué sucede en ese rebaño de cazadores de marcianos y eso convierte sus observaciones en material didáctico, incluso. Si Bravo hubiera profundizado más en esos aspectos, que son de utilidad para la elaboración de un marco explicativo de por qué la ufología es como es, tal vez el resultado de su trabajo habría sido mucho mejor de lo que es. Finalmente los ufólogos son parte esencial del entramado en torno al así llamado «fenómeno ovni», como el autor bien señala en su libro.

Sin duda hacen falta más libros como éste y menos como los de Cristián Riffo, Jorge Anfruns y Claudio Pastén (a los otros ufólogos y contactados no los mencionamos»¦ ni siquiera han escrito algo). Porque, con sus fallas y tropezones incluidos, más vale un Rodrigo Bravo en mano que 100 ufólogos de la tele volando.

Diego Zúñiga C.

El arte de vender mierda

El arte de vender mierda

Fernando Cervera

Editorial Laetoli: Pamplona. 2014, 130 pps.

Mierda«El arte de vender mierda» es, además de un excelente título para cualquier libro que tenga la intención de venderse mínimamente, un relato que linda en lo absurdo. No por el contenido de la obra, que es muy interesante, sino por la historia que nos devela: un par de científicos sorprendidos por la abundancia de creencias absurdas sobre temas de salud, se crean una terapia completamente ridícula que termina convenciendo a vendedores de misterios incluso al otro lado del charco y, lo más triste de todo, también a buscadores de soluciones rápidas. En el transcurso de su experimento, Fernando Cervera (autor del libro) y Mariano Collantes, van conociendo el funcionamiento del submundo de las estafas de la salud, donde pueden llegar a decirte que el cáncer no existe y, al mismo tiempo, venderte la cura contra esa enfermedad. Lo que se llama un mundo mágico.

Cervera y Collantes participaban de un foro sobre temas de biología cuando alguien preguntó qué diablos era el «biomagnetismo médico». En una respuesta se deslizó que era una disciplina científica. Los investigadores sintieron curiosidad, descubrieron de qué iba el asunto y, por pasar el rato, pensaron que sería buena idea parodiar a estas estafas y crearse su propia pseudociencia. Para que no hubiera dudas de que iba de broma, la llamaron «fecomagnetismo». Y, para que fuera todo aún más absurdo, sentaron unas bases totalmente imposible de creer. Básicamente la idea era vender el discurso de que la mierda humana sirve para sanar. Si total algunos beben su propia orina creyendo que los desperdicios del cuerpo los harán sentirse mejor, no parecía mala idea intentar con otro tipo de desechos orgánicos.

El libro es un relato breve y ágil, sazonado con críticas a distintas pseudociencias, explicaciones sobre cómo funciona la legislación en salud en España y en otros lugares del mundo, y aspectos elementales sobre la divulgación científica. En 130 páginas, el autor nos lleva de paseo al mundo del delirio al que ingresó cuando, junto a su compinche en esta aventura, terminaron exponiendo sobre las bondades de tragarse las heces en una feria esotérica. Por cierto, nadie puso en duda lo que se decía. Y eso, más que hablar de lo bien montado del espectáculo de Cervera y compañía, habla del nulo análisis crítico de quienes se vieron enfrentados a una oferta tan patentemente absurda como la del fecomagnetismo.

Los científicos, ambos biólogos, crearon un sitio web, inventaron una historia que vinculaba a su recién creada medicina alternativa con conocimientos ancestrales, y dieron vida a dos personajes con nombres en inglés para darle un aire de credibilidad al asunto. Claro, mezclaron los nombres de dos actores conocidos (Hugh Laurie y Leslie Nielsen), pero en el mundo de la pseudociencia cualquier cosa tiene credibilidad.

Lo que expone «El arte de vender mierda» es no solo una crónica sobre una aventura en las profundidades de la forma de «pensar» del esoterismo más radical, sino también una advertencia sobre las consecuencias que esta carencia absoluta de racionalidad puede tener en la sociedad. La creencia de que las vacunas son perniciosas ya causa efectos con el resurgimiento de enfermedades que estaban totalmente controladas o incluso erradicadas, al tiempo que muchas personas dejan sus tratamientos médicos para someterse a chapucerías sinsentido que los llevan, algunas veces, hasta la muerte.

Cervera, sí, rescata algo de la pseudociencia. «En mi caso, la pseudociencia me llevó a la ciencia, ya que la curiosidad me hizo leer sobre esos temas y darme cuenta de que lo que se me había contado no podía ser cierto». He ahí la clave de todo esto. Con un mínimo de sentido común, el camino de la pseudociencia debe llevar al lector, indefectiblemente, por un desvío que termine en el mundo de la ciencia. Sobre todo cuando uno se encuentra con terapias como el fecomagnetismo. Pero vaya, a algunos les gusta tragarse su propia mierda y eso es lo que dejó en evidencia, lamentablemente, el experimento de Cervera y Collantes.

Diego Zúñiga

Publicado originalmente en El Escéptico Nro. 43, Otoño-Invierno 2015. Pág. 40.