El primer despacho de prensa sobre platos voladores
Al llegar a la ciudad Kenneth Arnold se alojó en el Hotel Pendleton. Ahí conversó con un hombre de Ukiah, Oregón, quien le informó que había visto una formación similar de naves allí. Entonces, como buen patriota, decide ir a las oficinas del FBI en la ciudad para informar de su avistamiento. No encuentra a nadie (es la hora del almuerzo). En ese momento, antes de dejar Pendleton, decide ir a la redacción del periódico local, el East Oregonian.
Era la 1:47 cuando Arnold llega a las oficinas. Allí se encuentra con Nolan Skiff, editor asociado y editor de la sección “End of the Week”, a quien le contó su aventura. Para dar una imagen del movimiento de los objetos, ofrece una comparación. La nave, dijo, se movía “like a saucer if you skipped it across the water” (como un platillo si lo avientas en el agua). Skiff, al principio escéptico, rápidamente se convence de la honestidad de Arnold.
Otro periodista participa en la breve entrevista: se trata de William Bequette. Según escribió más tarde: “Sentí que el Sr. Arnold era tanto honesto como sincero. Y sé por conversaciones que tuve más tarde con el Sr. Skiff, que estaba de acuerdo conmigo sobre el Sr. Arnold”.
Pero había un problema, la edición de ese día estaba a punto de irse a la imprenta. Sin embargo, ambos periodistas deciden meter un pequeño artículo de dos columnas, al final de la primera página. Su título marca la tónica del debate que seguirá: “Impossible! Maybe, But Seein’ is Believin’, Says flyer” (¡Imposible! Tal vez, pero ver es creer, dice piloto). De lo que recuerda Bill Bequette, este artículo que él “editó” fue escrito por Skiff.
Por separado, Bequette, quien también trabajaba para Associated Press, escribe un despacho de prensa que envía, a través de la “Línea C”, a la oficina de la AP en Portland. Éste es el texto de aquel despacho que se reprodujo en casi todos los periódicos de los Estados Unidos y en varias partes del mundo:
PENDLETON, Oregón, junio 25 (AP) – El piloto Kenneth Arnold, de Boise, Idaho, informó hoy aquí que vio nueve objetos brillantes en forma de platillo que volaban a una velocidad “increíble” a 10,000 pies de altura y dijo que no tenía idea de lo que eran.
Arnold, un empleado del Servicio Forestal de los Estados Unidos que participó en la búsqueda de un avión desaparecido dijo que observó los misteriosos objetos ayer a las 3 p.m. Volaban entre Mount Rainier y Mount Adams, en el estado de Washington, dijo, y parecían entrar y salir de la formación. Arnold dijo que cronometró y estimó su velocidad en 1,200 millas por hora.
Las consultas en Yakima anoche solo trajeron miradas en blanco, dijo, pero agregó que habló hoy con un hombre no identificado de Utah, al sur de aquí, quien dijo que ayer vio objetos similares sobre las montañas alrededor de Ukiah.
“Puede parecer imposible”, dijo Arnold, “pero es así”.
Este despacho contiene varios errores: Arnold no trabajaba para el Servicio Forestal de los Estados Unidos; y, lo más importante para nosotros, transforma el “modo de movimiento” en la “forma de los objetos”. Todavía se trata de “saucer-like objects flying at incredible speed” (objetos en forma de plato a una velocidad increíble), pero en los titulares de los periódicos, las aeronaves de Arnold se convierten en platillos voladores y discos voladores. Algo similar había hecho Skiff en su artículo del East Oregonian: se trata de “nine saucer-like aircraft flying in formation” (nueve aeronaves en forma de platillo volando en formación).
Este detalle es fundamental para la historia de los platillos voladores o de la ufología. Los objetos que vio Arnold aquel 24 de junio tenían forma de media luna con una protuberancia triangular en la parte de atrás, no eran ni platos ni discos voladores. Pero al día siguiente de publicarse el despacho miles de personas en los Estados Unidos comenzaron a ver “platos y/o discos voladores”, tal como se describía en los periódicos.
Era como si los marcianitos verdes (a 59-102 millones de kilómetros o 12 minutos luz) o los zetareticulianos (a 39 años luz) o los extraterrestres (de donde quiera que vengan) que habían mandado sus naves a visitar la Tierra, de pronto se dieran cuenta, al leer el despacho de la AP, que a los terrícolas no les había gustado la forma de sus naves y las habían cambiado por una forma discoidal. Entonces habían ordenado una reunión extraordinaria de su congreso, en donde los líderes del partido rojo, los del azul y los del blanco, luego de una sesión maratónica llena de polémica, gritos y sombrerazos, se habían puesto de acuerdo y habían decidido darles gusto a esos terrícolas.
Decidieron pues mandar a diseñar y construir nuevas naves que, deberían tener forma discoidal. Los ingenieros y diseñadores deberían presentar un proyecto de estas características. El proyecto, una vez aprobado, debería someterse a todas las pruebas necesarias para cumplir con los estándares de navegación, seguridad, normas interplanetarias, regulaciones reticulianas (o marcianas), etc. Una vez pasadas todas las pruebas, se debería comenzar a fabricar una flota de platillos voladores para enviarla a volar por la Tierra, para que los terrícolas pudieran ver esas naves, sacarles fotos, viajar en ellas a otros mundos, etc. (todo lo que nos ha enseñado la ufología durante estos 75 años).
En cierta parte del proceso, en la Sección R de la fabrica de producción, el operador de la máquina de reconeurmec le indicó a su supervisor que necesitaban más toneladas del elemento 115, que sólo se encuentra en el otro lado de la galaxia. El Congreso autorizó la compra de 1,000 toneladas de 115 y se enviaron varias naves para recogerlo. En otras secciones tuvieron problemas similares de falta de insumos, pero en todos los casos se resolvieron satisfactoriamente. El dinero (o el gasto de energía) consumido en la fabricación de estas naves y, posteriormente en su traslado a la Tierra no sería un obstáculo. Los terrícolas querían ver sus platos voladores y los reticulianos se los darían.
No sabemos cuantos eones llevó todo este proceso. El hecho es que, al día siguiente de publicarse el despacho de prensa escrito por Bequette, se inició la primera gran oleada de platos voladores. Todo mundo veía platos voladores (la media luna con un triángulo en la parte posterior, había pasado al olvido)
¡Qué reconfortante es tener un cliente satisfecho! Dijo el líder reticuliano.
Si lo que vio Arnold no fueron naves extraterrestres sino pelícanos o algún otro tipo de ave (ver los trabajos de James Easton[1] del grupo Magonia o de Martin Kottmeyer[2]), entonces habría que hacer un análisis bayesiano para calcular la probabilidad de que justo al día siguiente de darse a la publicidad el avistamiento, comenzaron a aparecer los famosos platillos volantes. Apuesto que esa probabilidad es muy baja, casi cercana a cero.
[1] Easton James, “Flight of Fantasy”, Fortean Times, No. 137, September 2000. pags. 34-39. Hay una versión en español: Easton James, “Un Vuelo Fantástico”, La Nave de los Locos, No. 24, julio de 2003, pags. 3-10.
[2] Ver http://www.reall.org/newsletter/v05/n06/resolving-arnold-part-1.html y http://www.reall.org/newsletter/v05/n07/resolving-arnold-part-2.html