Una desaparición lamentable

ESCRUTINIO

Una desaparición lamentable[1]

Juan José Morales

Mucha gente se sorprende por la cantidad de periódicos diarios que se editan en Quintana Roo. Mucho más que en otros estados con mayor población y una larga tradición de lectura. Pero la realidad es que de ese gran número de publicaciones, pocas son algo más que simples canales de propaganda gubernamental y cumplen realmente un papel de información y análisis. Por eso la desaparición de un medio informativo de esta última naturaleza resulta lamentable. Y tal es el caso del diario El Periódico, de Cancún, que el 11 de septiembre anunció su cierre.

Distintas versiones circulan sobre las causas de su desaparición. Pero, independientemente de su veracidad, el hecho real y concreto es que ya no aparecerá más. Y con ello se apaga «”esperamos que sólo temporalmente, por muy breve lapso»” la voz de periodistas de alto nivel, admirable ética profesional y gran amor por su profesión como Adriana Varillas.

Adriana, dicho sea de paso, ya había conocido hace poco los sinsabores del periodismo «”del verdadero periodismo»” cuando fue despedida de un programa radiofónico del que era parte fundamental, por presiones del gobierno estatal y el municipal, a los que incomodaba la forma veraz y objetiva en que manejaba la información.

clip_image002Adriana Varillas podría considerarse la imagen de una reportera típica, ataviada con ropa informal adecuada para cualquier lugar y situación, la mochila al hombro, el bolígrafo y la libreta de apuntes.

Toda sociedad necesita voces plurales y disidentes, que reflejen la diversidad de opiniones, tendencias, ideologías, intereses y necesidades de los distintos grupos sociales, que señalen a las autoridades sus yerros y denuncien las arbitrariedades y los abusos tanto de las propias autoridades como de los individuos y los grupos económica y políticamente poderosos. Y si necesita tales voces, también, y muy especialmente, necesita medios para que se expresen. Es decir, una prensa amplia, plural, variada, abierta a todas las tendencias, corrientes de pensamiento y sectores sociales.

Desde luego, muchos gobernantes no comparten esta opinión. Prefieren medios de comunicación domesticados y monocordes, que solamente elogien pero jamás critiquen. Y para lograrlo recurren usualmente a la corrupción, frecuentemente a la presión y no pocas veces a la represión.

Por eso resulta lamentable, como decía, que deje de escucharse una de esas voces necesarias para la sociedad. Y como conozco y admiro a Adriana Varillas, no puedo menos que compartir y suscribir el mensaje que en una especie de despedida «”espero que transitoria, repito»” envió por uno de los canales de comunicación que todavía no pueden ser plenamente controlados ni cegados: la Internet. Después de resumir su paso por esa publicación que «intentó, hasta donde pudo, informar con calidad, más allá de los boletines que fueron invadiendo sus páginas; un medio que, hasta su último aliento, permitió hacer denuncia, más allá de la impositiva línea que lo ató en su último año», dice entre otras cosas la joven periodista:

«Escribo esto porque el Periodismo es hermoso, pero ingrato. Porque estoy convencida de que es indispensable para la salud social, para el razonamiento comunitario, para la construcción de la civilidad, para esculpir la conciencia. Porque el Periodismo, hoy, necesita ayuda y está siendo abandonado.

«Escribo ahora porque algo más grave está sucediendo en nuestro estado y no lo estamos viendo. Y tiene que ver con la prensa y tiene que ver con nosotros.

«A veces me pregunto si en algún momento, la comunidad ha cuidado de sus periodistas, no como seres privilegiados, colocados en altares, sino como aliados necesarios, al nivel de un ciudadano que también sufre injusticias, presiones, persecuciones, hostigamiento, incertidumbre, abusos. Después de todo, los periodistas siempre callamos nuestros infiernos, preocupados y ocupados en salvar a otros de las llamas que les amenazan o consumen. Y estamos solos.

No hablo, aclaro, de las empresas periodísticas. Hablo de los periodistas, de los reporteros, de los fotógrafos, de los camarógrafos, de los editores, de los diseñadores, de los paginadores y correctores de estilo. Hablo de los que ven en esto, algo más que un simple trabajo, con horarios y oficina.»

Hasta aquí las palabras de Adriana Varillas. He querido transcribirlas, no por mera simpatía y solidaridad con una periodista a la cual admiro y respeto por su honradez y profesionalismo, sino porque reflejan muy bien la situación actual, tanto de Quintana Roo en particular, como de México en general, donde el periodismo es objeto cada vez más de presiones políticas y económicas, se le corrompe con dádivas y sobornos, se está convirtiendo en una profesión peligrosa, y como consecuencia de ello se corre el riesgo de volver a aquellos tiempos de control total y absoluto que en las manifestaciones la gente describía con las dos palabras del ritornelo ¡»Prensa Vendida!», ¡»Prensa Vendida!»

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 16 de septiembre 2014

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